Buscar este blog

jueves, 19 de mayo de 2011

La paz del mundo se gesta en el vientre materno

Evania Reichert. Psicoterapeuta familiar.
La Varguardia 19 de mayo 2011
(en azul mis propias apreciaciones)

–¿Qué es un niño?
Una persona con todas las posibilidades por desplegar, que podrá ser todo lo que quiera. Es un adulto en potencia en el cuerpo de un niño.

– Fabuloso.
Si los adultos no lo impiden. Que lo harán…es inevitable.

– ¿Boicoteamos a los hijos?
Los machacamos, les inyectamos complejos de inferioridad, les traspasamos neuras, les cortamos alas, segamos sus talentos, les impedimos desplegar todas sus posibilidades.

–¿Por qué lo hacemos?
Estamos tan confundidos –por el propio abandono sufrido– que nos hemos tenido que agarrar al clavo ardiente de unos paradigmas de pensamiento heredados generación tras generación. El misterio de la vida, para un adulto es absolutamente desconcertante. ¿Cómo fue que vinimos a parar a este planeta? quiero decir ¿qué es toda esa historia de Adán y Eva y la serpiente? ¿Hay algo de cierto en todo eso o es Darwin Dios?…¿Existe un proósito para nosotros como especie en la Tierra? ¿Es la vida fruto del azar?…En nuestro desconcierto, nos hemos visto obligados a tornarnos seres arrogantes y autocomplacientes. Y lo hemos hecho para protegernos, porque la humildad implica inequívocamente rendirse a la magnificencia de los ritmos de la naturaleza. Y hacer eso nos da vértigo porque creemos que nos relevaría del protagonismo que aún estamos reclamando como individuos desde la infancia. No nos han dejado ser egoístas cuando nos tocaba serlo, de niños. Y ya se sabe que lo reprimido siempre retorna para cobrarse su cuota pendiente. Por eso los adultos somos egocéntricos (ya sea que lo demostremos abiertamente o enmascaradamente), porque no nos dejaron serlo de pequeños. Y por supuesto, castramos el egoísmo de los niños, juzgándolo y tratándolo siempre de corregir como si fuera un 'fallo' inexplicable del comportamiento infantil del que nos avergonzamos y deseamos arrancar de cuajo. En realidad nos fastidia que los niños sean genuinamente egoístas porque nosotros no pudimos serlo a  su edad. El YO, la individualidad, tiene un momento clave para cimentarse sanamente y ser experimentado en toda su intensidad: la infancia. La represión en esa edad lleva al afán desmedido y adictivo de protagonismo del que lamentablemente están teñidos los entresijos del sistema social que los dolientes adultos hemos fabricado.
El adulto se agarra a la pragmática seguridad de lo verificable por medios científicos o tecnológicos. Y eso sucede como consecuencia de dos miedos profundos:
1. el miedo a sufrir el abandono de alguien (pareja, hijos…) y rememorar con ello el abandono que experimentamos de nuestros ya apáticos ya sobreexigentes progenitores. En todo caso miedo a no ser considerados por lo que somos sin o por lo que hagamos. Miedo a equivocarnos en lo que emprendamos (miedo a emprender), miedo al juicio, a la crítica, a la presión de tener que portarnos bien, ser buenos chicos/as para merecer el respeto paterno/materno y el de la sociedad.
2. el miedo al abandono cósmico, esa olvidada seguridad que, como especie, una vez tuvimos los humanos de que todo estaba en su sitio, de que la creación obedece a un orden más grandioso, más allá de lo constatable con nuestros temporales sentidos físicos. De que todo está bien. De que nunca estamos solos ni hemos estado solos.

– Quizá educar sea eso...
Discrepo. Educar es (debería ser) guiar, formar sin castrar las potencias del niño. No tenemos un sistema educativo sino instructivo. Instruimos a los niños acerca de los métodos que nosotros utilizamos (y que nuestros padres nos legaron) para que 'sepan luchar y ganarse' un lugar. Para que aprendan a desenvolverse en este mundo al que erróneamente hemos etiquetado como jungla. Pero no les guiamos en las cuestiones fundamentales. Los niños deberían saber quién fue Platón o Aristóteles, Buda o Jesucristo (o al menos cuál era el pensamiento que ha perdurado tras ellos) antes que Napoleón o Obama. Quizá debiera decir que no les escuchamos acerca de esas cuestiones…ellos saben más que nosotros, porque lo tienen más fresco (pues su 'llegada' a este mundo, procedentes de ese lugar/ tiempo, ha sido más reciente que la nuestra). Saben que lo que importa es la consciencia individual y el respeto por la propia integridad y la de todo ser viviente, animal, vegetal o mineral. Ellos han venido para recordarnos que lo realmente esencial es que somos uno con todo. Que el amor es la energía primordial que todo lo aglutina. Que donde hay amor (luz) la oscuridad no puede prevalecer. Pero que para eso hay que abrazar la oscuridad, como se abraza a un hermano violento y se comprende su ira. Eso es compasión.

–¿Dejándole a su aire?
No. Con contención, que no represión. Hay que fomentar en el niño su autorregulación: que aprenda a regular sus acciones en cada fase.

–Poniendo límites, ¿no?
Las paredes del vientre materno son un cálido límite para el embrión. Los brazos paternos que le mecen son para el bebé un amoroso límite... Por tanto, hay contenciones, ¡pero con afecto y calidez y ánimo formativo! La naturaleza del mundo ya es limitante por si misma: ya existen fronteras físicas a las que hay que adaptarse (noche-día, pronto-tarde, frío-calor, lejos-cerca, pesado-ligero…). Si a eso le añadimos los límites mentales (censuras, imposiciones, publicidad tendenciosa…) por no habla de las doctrinas dicotómicas, sustentables ellas mismas por oposición (izquierda-derecha, progresismo-conservadurismo, malo-bueno, cielo-infierno, católicos-protestantes, judaísmo-islam…) tenemos los ingredientes perfectos para la esquizofrenia colectiva que nos atenaza. Por lo demás, a los niños les predicamos de boca, pero acabamos demostrándoles que tenemos una doble moral para todo. Y eso es lo que aprenden de nosotros, a decir una cosa y a hacer la contraria…

–¿Maltratamos a nuestros hijos?
¿Quién no ha abroncado a su hijo sólo porque en ese momento se sentía irritado, malhumorado? Nos vengamos en ellos de nuestros malos rollos, los humillamos, ¡y hasta llegamos a insultarlos!…A nuestros hijos, a nuestras parejas sumisas, a los alumnos de la escuela donde impartimos clase, a los empleados de nuestra empresa…La cuestión es encontrar un cabeza de turco que pague todos los platos rotos de nuestras frustraciones. Y así nos va. Luego vienen los que manejan el cotarro, se frotan las manos y organizan una manifestación antisistema para que piquemos el anzuelo y nos creamos que todo se arregla mostrando públicamente nuestra indignación. Pero si el mismo Sanpedro reconoce que el mayo del 68 no sirvió para nada, aunque eso sí, afirma el ínclito: "Las batallas, se ganen o se pierdan, hay que darlas por el mero hecho de darlas, porque eso nos ratifica…". Y es que por la boca muere el pez: Los que más critican las guerras son los mismos que acaban justificándolas. ¿En qué se diferencian de los señores de la guerra? En nada. Ahí está la madre del cordero…
Presentar batalla constantemente (sin que mucho importe el motivo) es una pulsión visceral grabada en el disco duro humano, y cuya razón de ser yace en la represión emocional contenida. ¿Estás indignado? Es comprensible, lo estás desde que te chupabas el dedo…

–Mujer…
Sí, sí: ¡los adultos somos muy cobardes! Lo que no osaríamos decirle o hacerle a un adulto en la calle o en el trabajo, ¡se lo decimos o hacemos a nuestros niños!

–¿Tanto?
Los hogares albergan las mayores violencias consentidas.

–¿Con qué consecuencias?
Fraguamos niños más inseguros, que no se valorarán, que tenderán a maltratarse o maltratar, a ser agresivos...

–¿Cómo evitar eso?
Con conciencia: ayudarlos a autorregularse, evitando fustigarlos con nuestros brotes de rabia y fragilidades. Todo lo que hagamos o digamos debe tener propósito educativo. Pero claro, como es más fácil conducir a un niño reprimido que a un niño sano y libre... ¡tendemos a modelar a niños reprimidos!

–No ha contestado a la pregunta ¿cómo evitar fustigarlos? Ayudarlos a autoregularse suena muy fácil, pero del dicho al hecho…
Para evitar los inconscientes e inconvenientes brotes de violencia que estallan en cada adulto en los diferentes entornos (trabajo, casa…), debemos ante todo aceptar que existe un caudal incontenible de mal humor, de cabreo, de ira, en alguna parte de nuestra 'torreo de control', es decir, la mente. Aceptada la presencia de un intruso en la mente capaz de manipular la realidad bombardeándonos con pensamientos perturbadores (culpa, vergüenza, venganza, celos…) conviene ir al epicentro del centro de operaciones de nuestro propio aparato represor: el Ego. Si no podemos evitar tener estallidos de ira –de los que siempre acabamos arrepintiéndonos y que inevitablemente dejarán un sello en los niños– será que habrá que coger el toro por los cuernos y hacer una propia revisión de daños internos.

Nos han enseñado que aunque ciertamente 'pasaron cosas' en la infancia de las que nadie se enorgullece, lo pasado 'pasado está'. Los expertos en psicoanálisis recomiendan el fanmoso 'pelillos a la mar', haciendo balance de lo bueno y malo. Tras ello siempre acabamos aceptando que lo bueno (nos nutrieron, tuvimos un techo, no nos dieron en adopción, nos pagaron estudios…) pesa más que 'lo malo' (abandono emocional, trato irrespetuoso, desconsideración, humillación, críticas…por no hablar de los abusos y agresiones físicas) . Total, que acabamos comulgando con la moralina de las ruedas de molino, sabedores de que 'paqué quejarse, total no conduce a ningún sitio.

¿Consecuencia? Explotamos sin bien quererlo, como ollas a presión, haciéndoles pagar a los niños, esos frágiles seres humanos a los que hemos invitado a nuestro mundo (sin medir en la mayoría de los casos las consecuencias de ello) por todo el dolor emocional que no nos permitieron manifestar. Todo ser reprimido acaba imitando la acción de que ha sido objeto. Por supuesto que una vez pasado el rodillo, les enseñamos que llorar es de pusilánimes. ¿Por qué? porque si por remoto efecto de la peregrina casualidad nos permitiésemos llorar, estamos convencidos de que lloraríamos eternamente (tanto es el llanto reprimido…). Así que mejor continuar reprimiéndonos. Y reprimiéndoles, no sea que ellos decidan hacer lo que nosotros no nos atrevimos a hacer y entonces allí nos veremos enfrentados a un problema más gordo…




–¿Y cómo modelar a un niño sano?
Con la vacuna que la neurociencia nos confirma: cariño, afecto, amor. 'Modelar'? Siempre subyace en el inconsciente adulto la idea de que un niño es un libro en blanco donde algún adulto tiene que escribir una historia. Cuando conectaremos con la realidad de que el parto no es más que la puerta de procedencia de otra dimensión de la que procedemos,…que no venimos 'de vacío'…que un cuerpo de bebé (cachorro humano, potencial adulto) no es sino la vestimenta más apropiada para desarrollarnos, pero que solo es una vestimenta.

–¿Qué dice la neurociencia al respecto?
Que el afecto estimula la sinapsis, las interconexiones entre neuronas. (Lástima que no me haya preguntado qué es el afecto, el amor…)

¿Sí?
Sí! De 0 a 1 año se establece en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales de toda su vida. Y se ha constatado que el amor de los padres y cuidadores, el cariño, el afecto expresado en caricias, besos, cosquillas, abrazos, pedorretas, achuchones... ¡fomenta las sinapsis, multiplica las redes neuronales!

– O sea, que ese cerebro será más rico.
Tendrá mejores cimientos sobre los que levantar ulteriores capacidades. Haber sido mecido, acunado, besado, acariciado, amado, respetado... ¡te hará más inteligente! A más amor recibido, más inteligencia futura.

–¿Qué se entiende por respeto al niño?
Tratarlo según lo que pueda esperarse de él en cada franja de edad. Respuesta incorrecta. De un niño no hay que esperar nada. Ponte en su lugar. ¿Acaso no rindes más cuando no se tienen expectativas puestas en ti? ¿Acaso no brota en ti más fácilmente la creatividad cuando nadie está pendiente de que seas creativo-imaginativo-espontaneo? Si hay expectativas depositadas en el niño, independientemente de la fase de crecimiento en que se encuentre, se va a percatar y eso le generará ansiedad. Nos cuesta tanto aceptar que con los niños es suficiente con saber estar…recibir lo que expresen con los brazos abiertos, estar alertas a sus inquietudes y ofrecerles respuesta si la tenemos. Y si no, admitir que no tenemos respuesta. Es bueno enseñarles que el Universo es ignoto y que papá y mamá, aunque sean adultos, aún están aprendiendo. Que aprender es algo que sigue después de la escuela. Que nos podemos equivocar y que sabemos pedir disculpas…Uf

–Ponga un ejemplo.
De los 1,5 a los tres años, el neocórtex infantil es incapaz de procesar más de dos o tres prohibiciones. Si dirigimos 30 ¡noes! al niño... nos parecerá que nos desobedece 27 veces. ¡Y no es eso!

–¿Y qué es?
Que no es capaz de grabar las órdenes. Y que decirnos ellos no es un primer paso de su autonomía personal, de perfilar su identidad: es, pues, algo saludable.

–¿Y cuándo estará el niño en condiciones de entender los “noes”?
A partir de los 3,5 o cuatro años graban bien cualquier orden. Entonces sí hay que estar vigilante para evitar filiarcados.

–¿Qué es eso?
Hay patriarcado (hegemonía del padre), matriarcado (de la madre) y filiarcado (del hijo): ¡busquemos mejor la heterarquía, es decir, que cada cual tenga un lugar! Los filiarcados, o tiranía infantil, solo tienen lugar en el contexto de unos padres sumisos (que a su vez fueron abandonados), incapaces de contener y dar alas a la vez. Los futuros tiranos y déspotas son niños que están buscando la contención de que carecieron, desean hallar los contornos, las fronteras del afecto materno/paterno que no sintieron. De no hallarlos, un niño así se convertirá en un adulto tirano. Hitler, Stalin, Saddam, Bush, Calígula, fueron niños humillantemente maltratados hasta límites insospechados. Las perversas fuerzas oscuras que dirigen el mundo en la sombra, los reclutaron, encumbraron y financiaron, sabedores que ejercerían un dominio sobre las masas, un dominio que serviría a los intereses de aquellos que regulan el flujo poblacional sin mancharse las manos ni aparecer el los medios.
Ser padre es una tarea difícil si no se es un ser humano equilibrado, liberado de emociones enquistadas, que ha sido capaz de cortar los nudos que le atan al pasado. Ser padre es muy sencillo si ves cada día con la inocencia de un niño, como el primero del resto de tu vida.

–¿A qué edad aparece en el niño la conciencia de género?
De los tres a los seis años se desarrolla la pulsión sexual a la par que la epistemofílica.

–¿Qué pulsión es esa?
Curiosidad de saber, de conocer, de explorar: si reprimes la pulsión sexual de un niño, ¡reprimes su impulso de saber!

–¿Qué hicieron mal sus papás?
Vivíamos en el campo y, por ignorancia, me pusieron a trabajar de muy niña, cargaron sobre mí altas responsabilidades familiares... Eso me ha hecho emprendedora, pero también creerme imprescindible para el bienestar de los demás, cosa muy dañina...Esa 'cosa' no es dañina en si. Sin ese 'sello' grabado a fuego, quizá no estaríamos aquí disfrutando de tus sabias palabras. Quizá te hubieses 'dormido en los laureles' de una vida complaciente y carente de estímulo. Sea como fuese, no se puede 'borrar' el pasado. Sucedió y es parte de tu camino. De lo que se trata es de 'sacarse la espina' de la rabia contenida. Ni más ni menos que permitirse manifestar una emoción legítima, osar 'mear fuera del tiesto' de la correción social. Vomitar en la intimidad la emoción de no haber comprendido por qué pasaron todas esas 'cosas' que no nos gustaron. No se trata de averiguar por qué, sino de permitirse autosanarse por medio de una aceptada y autorregulada catarsis emocional. ¿no nos hacemos revisiones oncológicas periódicas a partir de los cincuenta, para detectar posibles nódulos? ¿Por qué no hacer lo mismo con las emociones? Está bien pintar la fachada de nuestra vivienda y cuidar el jardín, pero el sótano de la casa también merece una periódica visita. ¿acaso no es ese el lugar más próximo a los cimientos de la casa?

–El Gobierno español propone escolarizar a los niños desde su nacimiento...
Eso puede comprometer esa primera fase de formación de la persona, en la que el principal alimento es el afecto. ¡Alerta: la OMS anticipa que en 20 años la primera dolencia de la humanidad será la depresión! Otro despropósito más que añadir al cúmulo de sinsentidos en que la clase dirigente dedica el tiempo mientras cobra sus desproporcionados salarios en la tarea de representarnos, por delegación, en el democrático (??) foro legislativo. Si queremos sanar ese vaticinado incremento de la depresión (como si no fuera ya la primera causa de mortalidad), habrá que asumir la RESPONSABILIDAD de cada uno para consigo mismo. Si darse de bruces con la realidad de que los políticos, jueces, monarquías, bancos e iglesias, no van a hacernos más felices (sino todo lo contrario) nos conduce a enfrentarnos con la insoslayable verdad de que el único dueño de tu libertad eres tu mismo, entonces bienvenido sea ese brusco despertar.

Dígame que es optimista y que pronto mejorará la educación de los niños.
Seremos cada día más conscientes de la importancia de las primeras edades de la vida... o estaremos jugándonos el futuro de la humanidad. Nunca antes supimos tanto sobre la infancia: ¡si lo aplicamos, daremos lugar a la única gran revolución de verdad!

¿Sí?
Sí, la paz sobre la Tierra empieza en el vientre de la madre. Amén.

¿Quieres sanarte? Empieza por aceptar y repetirte (GRÍTALO) que no tienes la culpa de nada. DE NADA. Te echaron la culpa porque eran ignorantes. Porque tenían miedo de que les giraras el calcetín de sus paradigmas y aprioris. Cuando empieces a llorar y la bien ocultada desesperación brote finalmente de la oscura caverna donde la confinaste para amoldarte a los esquemas adultos, entonces todo empezará a acomodarse, a ponerse en su sitio. ¿Quieres reir por el mero placer de reir? Acepta que antes hay un caudal de pena y rabia que evacuar…
Esa catarsis te llevará al epifánico sentimiento de que eres un ser eterno…lo recordarás. Y ya no necesitarás enojarte con nadie ni 'echarle la culpa a nadie' porque sabrás que SOLO TU eres responsable de tu destino, y te conmoverá la magnificencia de esta aserción. Entonces podrás estar verdadera comunión con todo ser vivo, animal, vegetal o mineral. Las ansiedades desaparecerán. Entenderás que el tiempo no existe, que solo es una fantástica convención que nos hemos inventado para poder experimentar la vida en este rincón del universo.
No hubo principio ni habrá final, para nada. Eres eterno más allá de la vestimenta temporal que llamas cuerpo físico, y estás ascendiendo por una espiral evolutiva de proporciones colosales, dividida en numerosos ciclos, uno de los cuales está siendo dado por concluido. Es como si terminásemos el ciclo completo de secundaria. Ahora viene, para los que estén preparados, un nuevo campo de probabilidades que experimentar: la vida adulta como espíritus.
El calcentín del mundo se está dando la vuelta y dentro de dos generaciones daremos por sentado que la infancia es un tesoro que hemos de cuidar porque los niños son los herederos de nuestra evolución y en ninguna medida los usurpadores del lugar que no acabamos de encontrar. Esos niños serán nuestros padres un día, así que más nos conviene darles paz ahora, la que ellos nos regalarán cuando ellos sean los adultos y nosotros volvamos a ser los niños…
Este es un tiempo grandioso en el que estar presente. Y estás aquí por voluntad propia, para iluminar el sendero, recuerdas?. El velo de la ignorancia está siendo levantado. Más vale que vayas adaptando tu consciencia a los cambios que se están produciendo. Si te contagias y mantienes la actitud rebelde ante lo que no comprendes, una rebeldía a que la colectividad está siendo arrastrada intencionadamente, los cambios te desconcertarán y te atropellarán. Deja de luchar y agradece a tu corazón por cada instante que se mantiene latiendo. Tómate el pulso cada mañana…estás conectado a La Fuente de Todo. Sé creativo, baila, pinta, come, bebe, respira, ama…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes compartir algún comentario...