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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Relaciones en la Nueva Era

Esta canalización fue presentada ante una audiencia en vivo el 5 de febrero de 2006 en Oisterwijk, Holanda. La palabra hablada ha sido modificada ligeramente para mejorar su lectura.

Traducido del inglés al español por Sandra Gusella



Queridos amigos,


Hoy estoy aquí con vosotros con mucha alegría y felicidad. Mi energía fluye entre vosotros y como podéi s sentir ésta no es una disertación en el sentido tradicional. Yo estoy transmitiendo una cierta energía (además de información) y vosotros sois tanto parte de esto como yo, Pamela y Gerrit. Estando aquí juntos creamos un campo o vórtice de energía en esta habitación, en esta brecha hacia la tierra. Por lo tanto, este lugar es sagrado. Cualquier lugar donde las personas – ángeles en cuerpos humanos – se reúnen y se aúnan con la intención de sembrar su luz dentro de la tierra, el área se vuelve sagrada.


Quisiera decir algo brevemente acerca del fenómeno de ‘canalización’, que ha llegado a ser tan popular recientemente. Todos vosotros conocéis el concepto de ‘prana’, el cual es empleado en yoga y en filosofía oriental. Prana es una energía espiritual que tomáis con cada aspiración. Pero vosotros, cuando aspiráis, no inhaláis solamente oxígeno, sino también una energía de fuerza de vida, una energía cósmica que excede a lo físico y que os permite vivir. Ahora, lo que quisiera señalar es esto: en el momento en que cada uno inhala Prana junto con oxígeno en la aspiración, cada uno a su propio modo canaliza continuamente. La canalización no está reservada para algunas pocas personas con facultades especiales. La canalización es la cosa más natural del mundo. Vosotros lo veis, no podéis vivir sin energía cósmica. No podéis existir, vivir y prosperar sin tomar energía cósmica. Al igual que no podéis vivir solamente de oxígeno, no podéis tampoco funcionar, ni siquiera de una manera básica, sin alguna conexión con la energía cósmica que es vuestro hogar. La Tierra y el cosmos, el oxígeno y prana, ambos os son necesarios para manifestaros completamente como un seres humano en la realidad terrestre.


En la primer canalización de esta nueva serie yo os he llamado a vosotros los guardianes, los que abrís la puerta a más Luz en la tierra. Pero también sois los constructores del puente, los que intermediáis entre el reino cósmico y el terrestre, canalizando energía cósmica hacia la tierra. Esto es algo que realmente hacéis y es algo que necesitáis hacer para sentiros alegres y saludables, conectados con vuestro propósito. Estaréis canalizando siempre que uséis vuestra intuición, siempre que vayáis profundamente adentro y sintáis cómo son las cosas para vosotros y cómo os gustaría cambiarlas. En esos momentos formáis un canal junto con vuestro Ser Superior y os conectáis con la sabiduría de los reinos cósmicos, no-terrenales, que pueden ayudaros a alcanzar vuestras metas aquí en la tierra. Cada uno de vosotros, de algún modo, canaliza para realinearse con su ser superior que está fuera del espacio y del tiempo.


Hoy, compartimos nuestras energías y nos aunamos para canalizar una energía cósmica que está tratando de encontrar su camino hacia la tierra en esta Nueva Era. La Nueva Era ya no es más una visión del futuro. Ya está manifestándose en la vida cotidiana de innumerables individuos. Si leéis los periódicos o véis llas noticias puede parecer que el caos que presenciéis os haga creer que el tiempo aún no está maduro. Pero el despertar manifestado por la Nueva Era comienza a nivel individual, no a nivel de los gobernantes, instituciones u organizaciones. Es en la vida de todos los días, propia de cada uno, que se presenta un nuevo flujo de energía. Es el flujo de vuestro corazón que os invita y que os lleva a vivir y a actuar de acuerdo a vuestra iluminación y sabiduría. Así es como tiene lugar el nacimiento de la Nueva Era, por individuos corrientes que están atentos a los susurros de su corazón. Espiritualmente, el cimiento de cualquier cambio real o transformación siempre se tendió en el nivel individual. La energía que está despertando en vuestros corazones, gradualmente irá encontrando su camino a través de las instituciones y organizaciones que aún están bien agarradas al viejo paradigma de la consciencia basada en el ego. Los viejos bastiones del poder verán vencida su resistencia, no por medio de la violencia sino por la tierna energía del corazón. Si el corazón toma la delantera, lo viejo colapsará, no bajo la presión del poder y de la violencia sino bajo la presión del amor.


Las relaciones son casi siempre el origen de las emociones más profundamente arraigadas en vosotros, yendo desde una enorme alegría hasta la angustia más profunda. Las relaciones os brindan la posibilidad de tomar consciencia de un dolor interno que es esencialmente mucho más viejo que la relación misma, incluso más viejo que su existencia humana.


En esta era se os invita, y a menudo se os desafía, a que logréis una auto sanación profunda en el campo de las relaciones. Debido a la nueva energía que se está presentando ahora, es posible transformar los elementos destructivos de una relación a un flujo de energía positivo, equilibrado entre vosotros y la otra persona. Sin embargo, sanación y transformación personal puede también significar que abandonaréis relaciones en las cuales no podáis expresaros adecuadamente. Esto frecuentemente significa que, incluso si amáis a alguien profundamente, tendréis que decir adiós, porque vuestro propio camino interior os lleva a un lugar diferente. Ya sea que conduzca a renovación o a separación en una relación, os veréis enfrentados al desafío de enfrentar los problemas más profundos en esta área del vínculo personal. La llamada del corazón, de la energía basada en el corazón que señala la Nueva Era, ha entrado a vuestras vidas cotidianas y nunca más podréis esquivar la nueva energía.


Para explicar por qué las relaciones pueden heriros tanto y trastornar vuestras vidas completamente, me gustaría decir algo acerca de un dolor antiguo que portáis dentro de su alma. Es un dolor que es muy viejo, mucho más viejo que esta vida, más viejo incluso que todas vuestras vidas anteriores en la tierra. Quiero llevaros a tiempos pasados, hacia vuestro dolor original del nacimiento como un alma.


‘Por aquel entonces’ todo era entero e indiviso. ¿Podéis imaginar esto? Dejad que vuestra imaginación viaje libremente por un momento. Tan sólo imaginad lo siguiente: Vosotros no ‘estáis’ alojados en un cuerpo, sino que sois pura y esencial consciencia, parte de un enorme campo de energía que os rodea de un modo confortable. Sentís que sois parte de esta unidad y que estáis siendo abrigados sin condiciones. Sentid cómo este campo de energía os circunda como un manto inmensamente confortable, como una energía abundantemente amorosa que os permite explorar y desarrollaros libremente, sin dudar jamás de vosotros mismos o de vuestro derecho intrínseco a ser quienes sois. Nada de ansiedad, nada de temor. Esta sensación de comodidad y seguridad constituía la quintaesencia de las condiciones previas a vuestro nacimiento como un alma individual. Era un útero cósmico. Incluso estando muy apartados de tal recuerdo, en su estado actual, vuestros corazones aún ansían esta sensación de integridad y de entereza, el sentimiento de absoluta seguridad que experimentásteis en aquel manto de amor y de benevolencia. La sensación de unidad que, recordáis, era Dios. Juntos en este manto de amor vosotros constituíais a Dios. Todos juntos conformábais la entidad que denomináis Dios.


Dentro de esta consciencia divina, o ‘manto de amor’, en un algún momento se decidió crear una nueva situación. Es muy difícil expresarlo con palabras humanas, pero tal vez podáis imaginar que en Dios –esta consciencia de unidad– hubo un anhelo por ‘algo diferente’, algo más que unidad. Hubo, por decirlo así, un deseo de experiencia. Cuando estáis completamente asimilados e integrados dentro de la totalidad del ser puro, no experimentáis cosas o circunstancias……simplemente sois. A pesar del éxtasis y de la total seguridad y comodidad en este estado del ser, había una parte de Dios, una parte de esta consciencia cósmica, que quiso explorar nuevas fronteras de conocimiento. Tuvo un anhelo de evolución. Esta parte ‘partió de sí misma’.


Vosotros sois esta parte de Dios. Vuestra consciencia en algún momento ha estado de acuerdo con este experimento de partir de la unidad, de la globalidad, y volverse un ‘Yo’, una entidad en sí misma, una consciencia individual definida. Este fue un paso enorme. Desde el fondo de vuestro ser sentísteis que esto era algo bueno, que el deseo de creatividad y de renovación era una aspiración legítima, positiva y valiosa. Sin embargo, en el ‘momento’ en el que efectivamente partísteis del campo de unidad, hubo dolor. Por primera vez en vuestro recuerdo, por primera vez en vuestra vida, hubo profundo dolor. Fuisteis expulsados de un reino de amor y seguridad que había sido completamente patente para vosotros. Este es el dolor del nacimiento al cual me referí anteriormente. Incluso durante esta primera experiencia intensa de desolación, algo en vuestro ser más íntimo os dijo ‘que todo estaba bien’, que ésta estaba siendo vuestra propia elección. Pero el dolor fue tan profundo que, en las capas más externas de vuestro ser, os vísteis confundidos y desorientados. Se hizo totalmente difícil mantenerse en contacto con el conocimiento interior más profundo, el nivel interno de sabiduría donde se proclama que sois Dios, y sabéis ‘que todo está bien’.


A la parte atormentada que surgió en aquella época yo la llamo el niño interior. Vuestra alma, vuestra individualidad única, porta dentro de ella los extremos de, por un lado, el conocimiento divino puro, y por otro lado un niño cósmico traumatizado. Esta unidad de Dios y Niño, de conocimiento y de experiencia, se puso en marcha en un largo viaje. Partísteis como un alma individual. Comenzásteis a investigar y a experimentar cómo es ser un ‘Yo’, un individuo definido.


Dios había transformado una parte de él/ella misma en un Alma. El alma necesita de la experiencia para encontrar de nuevo sus orígenes divinos. El alma necesita estar viva, experimentar, descubrir, autodestruir y recrear… para sentir quién es verdaderamente él/ella, a saber Dios. Lo patente de ser uno y total se había hecho pedazos y tenía que ser recobrado a través de la experiencia. Esto en sí mismo fue una gran proeza de creatividad. ¡El nacimiento del Yo-consciencia fue una clase de milagro! Nunca había existido antes.


Con frecuencia, tratáis de trascender los límites de vuestra yo-idad para experimentar la integridad y la unidad otra vez. Podríais decir que es la verdadera aspiración de vuestra búsqueda espiritual. Pero considerad esto por un momento: desde el punto de vista de Dios, la yo-idad, el estado de separación, ¡es lo que constituye el milagro! El estado de ser UNO CON TODO era la situación normal, ‘como siempre había sido’. Dentro del milagro de ser un alma individual, yacen escondidos una inmensa belleza, alegría y poder creativo. La razón por la cual no lo experimentáis de ese modo es porque todavía estáis luchando para mantener reprimido el recuerdo del dolor del nacimiento como un alma. En algún lugar profundo en vuestro interior todavía resuena el grito primordial de angustia y de traición: es el recuerdo de ser separado de vuestr@ Madre/Padre, de su manto omnipresente de amor y de seguridad.


En vuestro viaje a través del tiempo y de la experiencia, habéis pasado por tantas cosas. habéis probado todas las clases de formas diferentes. Hubo ciertamente algunas encarnaciones en las cuales no adoptásteis la forma del cuerpo humano, pero eso no es muy relevante ahora. Lo que me interesa en este contexto es que, a lo largo de esta muy larga historia, fuísteis guiados por dos motivos diferentes. Por un lado estuvo presente el deleite por la exploración, la creación y la renovación, y por el otro lado estuvo la nostalgia, la sensación de ser despedido del paraíso, y una abrumadora soledad.


Con vuestra parte aventurera y progresista, la energía que os impulsó fuera del útero cósmico, vosotros habéis experimentado y creado mucho. Pero debido al dolor del nacimiento y a la nostalgia que lleváis dentro, también tuvísteis que tratar con mucho trauma y desilusión. Por lo tanto vuestras creaciones no fueron siempre benevolentes. Durante vuestros viajes a través del tiempo y del espacio habéis hecho cosas de las cuales más tarde os habéis arrepentido. Cosas que podríais llamar ‘malas’ (entre comillas). Desde nuestra perspectiva, estas acciones simplemente fueron el resultado de vuestra determinación de ‘zambulliros en lo más profundo de la experiencia’ y a aventuraros dentro de lo desconocido. Ya veis que, tan pronto como decidís volveros un individuo, escapando de la integridad patente, ya no podéis experimentar solamente luz. Tenéis que descubrirlo todo de nuevo. Por lo tanto también experimentáis la oscuridad, todo lo que es y todos los extremos de esta polaridad.


En vuestro punto actual de evolución, estáis llegando a comprender que todo se levanta o se cae al hacer uso del poder de abrazar verdaderamente vuestra ‘yo-idad’. Se trata de abrazar verdaderamente vuestra propia divinidad y desde ese conocimiento de vosotros mismos, experimentar alegría y abundancia. En el momento de vuestro nacimiento cósmico, el momento en el que la desolación y el dolor os envolvió, comenzásteis a sentiros diminutos e insignificantes. Desde aquel momento en adelante, empezásteis a buscar algo que pudiera salvarlos. Un poder o fuerza externa, fuera de vosotros, un dios, un líder, una pareja, un hijo, etcétera. En el proceso del despertar que ahora estáis experimentando, os estáis dando cuenta de que la seguridad esencial que estáis buscando no la vais a encontrar en nada ni nadie externo a vosotros, ya sea una pareja, un amante, una religión o un dios. Por más fuerte que este anhelo o nostalgia pueda ser ‘desencadenado’ en una relación particular, no encontraréis esta seguridad esencial ahí, ni siquiera en la relación con Dios.


Porque el Dios en el que creéis, el Dios que os ha sido transmitido por la tradición y por quienes aún ejercen una pesada influencia en vuestra percepción de la realidad, es un Dios que está fuera de vosotros. Es un Dios que traza y diseña las circunstancias por vosotros, que despliega el camino por vosotros. Pero ese Dios no existe. Vosotros sois Dios, sois esa parte creativa de Dios que decidió seguir su propio camino y experimentar las cosas de un modo totalmente diferente. Confiásteis en que seríais capaces de sanaros la herida primordial del nacimiento, inevitable en ese salto hacia lo desconocido. 


Podríais decir que la energía expansiva de exploración y de renovación es una energía masculina, mientras que la energía de unificación, de unión mutua, la energía del Hogar, es femenina. Ambas energías pertenecen a la esencia de quienes sois. Como alma realmente no sois ni masculino ni femenino. Esencialmente, sois ambas cosas: masculino y femenino. Comenzásteis vuestro viaje con estos dos ingredientes. Y ahora ha llegado el tiempo de permitirles a dichas partes, trabajar juntos en armonía. Ello significa experimentar verdaderamente la totalidad en vosotros mismos. Después de haber negado, via una amnesia autoimpuesta, vuestra propia grandeza durante tanto tiempo, finalmente comenzaréis a daros cuenta de que no hay otra alternativa más que ser el Dios que estáis anhelando.


Éste es el último descubrimiento hacia la iluminación: comprender que vosotros mismos sois ese Dios al que andáis suplicando ayuda. No hay nada fuera de vosotros que pueda llevaros hacia vuestra reconciliación con vuestro corazón, con vuestro propio poder y totalidad. Vosotros sois eso, sois lo único, ¡y siempre habéis sido lo único! Siempre os habéis estado esperando a vosotros mismos.


Encender la llama del conocimiento de sí mismo dentro de uno, trae consigo tal alegría, tal sensación profunda de retorno, que todas vuestras relaciones pasan a ser observadas con una nueva lente. Por ejemplo, os sentís menos preocupados por las cosas que otras personas os dicen. Si alguien os critica o desconfía de vosotros, no lo tomáis automáticamente como algo personal. Os sentís menos afectados o menos ansiosos por reaccionar. Liberáis más fácilmente la necesidad de defenderos, tanto de vosotros mismos como de otras personas. Si, por el contrario, os sentís fácilmente afectados emocionalmente por la opinión que otra persona tenga y exprese de vosotros, esto indica que, internamente, hay un desprecio de sí mismo que os hace conceder crédito a las opiniones negativas de los demás. Y no resolveréis este desprecio de vosotros mismos generando un conflicto con el otro, sino yendo adentro y entrando en contacto con las heridas emocionales dentro de vosostros mismos, que están siendo espejadas por las situaciones que os alteran en el presente. Dichas heridas son mucho más antiguas que el específico y actual momento de rechazo que experimentáis.


En realidad, todo el dolor del rechazo, todo el dolor de las relaciones, vuelve atrás hacia el dolor original no sanado. Puede parecer que aquí estoy dando un salto enorme, porque en las relaciones hay toda clase de situaciones complejas que pueden parecer indicar que la causa subyacente de un enfrentamiento se encuentre más cerca. Puede parecer que vuestro dolor es provocado por algo que vuestra pareja haya hecho o haya dejado de hacer. Puede pareceros que el responsable del dolor estuviera fuera de vosotros. Y por lo tanto pensáis que la solución a vuestros conflictos yace en el comportamiento de la otra presona. Pero dejadme deciros que, básicamente, vosotros estáis trabajando la sanación de un antiguo dolor muy arraigado en vuestro interior. Si no os hacéis conscientes de esto, podéis fácilmente quedar atascados en problemas y conflictos relacionales extremadamente dolorosos y repetitivos.


Especialmente en las relaciones entre hombre y mujer (relaciones amorosas) con frecuencia tratáis de forzar un sentido de unidad y de seguridad entre vosotros que se asemeje al estado prístino de unidad que vagamente recordáis, sin duda debido a que el patrón de relaciones afectuosas y libres está pesente, si bien turbia y difusamente. Subconscientemente, estáis tratando de recrear el sentimiento de estar envuelto confortablemente por un manto de amor incondicional y de aceptación. Hay un niño dentro de vosotros que está clamando por esa aceptación incondicional. Sin embargo, si este niño interno coloca sus brazos alrededor de la parte de niño que subyace en vuestra pareja, muy a menudo obtenéis como resultado un abrazo sofocante que obstruye en ambos la genuina expresión propia.


Lo que sucede es que os volvéis emocionalmente dependientes, adictos a la necesidad de amor y la aprobación de otra persona para obtener bienestar. La dependencia siempre genera cuestiones de poder y de control, porque necesitar a alguien equivale a querer controlar su comportamiento. Este es el comienzo de una relación destructiva. Entregar vuestra individualidad en una relación, guiados por un anhelo subconsciente de absoluta unidad, es destructivo para vosotros mismos, así como también para la otra persona.


El verdadero amor entre dos personas muestra dos campos de energía que pueden funcionar en completa independencia uno del otro. Cada uno de ellos es una unidad en sí mismo y se conecta con el otro basándose en esa unidad. En las relaciones en las cuales las parejas son dependientes entre sí, encontrarán una disputa no coordinada por la ‘integridad orgánica’: no querer o no ser capaz de funcionar sin el otro. Esto conduce a un enredo de energías que pueden ser observadas en el campo áurico como cordones de energía por el cual las parejas se alimentan el uno del otro. Se alimentan con las energías aditivas de dependencia y de control. Esta clase de enredo energético indica que aceptáis haceros responsables de vosotros mismos, que no afrontáis esa vieja herida del alma, la que misma que teníais la intención de sanar al venir. Si sólo os hiciérais cargo de este dolor más profundo y tomárais responsabilidad, veríais que ya no necesitáis de nadie más para estar completo y os liberaríais del aspecto destructivo de la relación.

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