Esta canalización se presentó ante una audiencia en vivo el 9 de Octubre de 2005, en Haaren, Holanda. La palabra hablada ha sido ligeramente corregida para facilitar su lectura.Traducción: Sandra Gusella
Queridos amigos,
Os doy la bienvenida afectuosamente y os envío todo mi amor. Yo os amo a todos vosotros profundamente. Mi amor por vosotros no es exclusivamente universal sino que también tiene un toque personal, pues a muchos de vosotros yo os he conocido cuando estuve aquí en la tierra entre vosotros.
Yo soy Jeshua. Yo he vivido en la tierra como Jesús y he estado entre la gente para ser y dar evidencia del Amor que está disponible para todos vosotros, desde la Fuente que yace dentro de nosotros mismos.
Ahora, ha llegado el tiempo de que vosotros os hagáis cargo de la antorcha. Que toméis el testigo. Vosotros sois las semillas que germinan hoy. Éste es el significado del renacimiento de Cristo. No soy yo (aquel hombre que una vez vivió en la tierra) quien regresará, sino el poder universal de la energía de Cristo que está ahora naciendo dentro de vosotros. Yo estoy muy complacido de ayudaros en este proceso estando con vosotros de este modo.
Al comienzo de esta estación, Pamela y Gerrit [ los canalizadores del mensaje. N. del T.] me preguntaron qué tema me gustaría tratar y yo les dije: ‘eso no tiene importancia, yo sólo quiero estar con ellos’.
Yo quiero tocaros con mi energía y eso es suficiente para mí. Porque lo único que cuenta es que vosotros sintáis la llama de la claridad dentro de vosotros mismos, la llama de la verdad. Ésa es la esencia de la energía de Cristo.
Yo he sido un portador prematuro de esta llama, pero es tiempo ya de que vosotros toméis el testigo y sostengáis esta antorcha. Es importante reconocer por dentro quiénes sois. Vosotros lleváis consigo esta llama y debéis comprender que ha llegado el tiempo de mostrarla al mundo, porque el mundo la está esperando. Ésta es una época de transformación, de grandes cambios, que muestra muchas caras, tanto luz como oscuridad. El momento está listo para las personas que tienen un punto de vista neutral, para aquellos que pueden observar las olas de violencia y destrucción que pueden aparecer, desde un estado de la mente calmo y pacífico, y para quienes son capaces de estar presentes en amor, sin juzgar nada ni a nadie.
Hoy hablaré sobre salud y enfermedad. Pero recordad: lo que a mí básicamente me interesa es permitiros sentir que yo estoy aquí. Permitiros sentir que sois iguales a mí y que yo soy igual a vosotros. Somos uno, portadores todos de una energía de Luz particular y hemos estado trabajando durante mucho tiempo, durante muchas vidas, para arraigar esta energía y anclarla a la Tierra. Éste es vuestro trabajo. Ésta es vuestra misión.
Ha llegado el tiempo de que me dejéis de ver como a alguien a quien respetar o venerar. Yo soy un hermano y un amigo vuestro, no un maestro a quien deberíais seguir o idolatrar. Yo quiero rodearos con las energías de amor y verdad. Esto es todo lo que yo puedo y quiero hacer. Ahora es vuestro turno de sosteneros a vosotros mismos y de permitir que brille la Luz de vuestras antorchas.
Salud y enfermedad….es un tema que se presenta en las vidas de todas las personas tarde o temprano.
Primero quiero contaros algo acerca del fenómeno enfermedad, acerca de lo que realmente significa.
Todas las enfermedades tienen un origen espiritual.
Quisiera explicaros esto haciendo una distinción entre los diferentes cuerpos que poseéis.
Además del cuerpo físico, visible a todos por los cinco sentidos de vuestro plano de realidad, también poseéis un cuerpo emocional, un cuerpo mental y algo que podéis denominar cuerpo espiritual.
La enfermedad comienza principalmente en el cuerpo emocional. Es desde aquí que ciertos bloqueos se establecen y consecuentemente se arraigan en el cuerpo físico, que es el nivel material de vuestra esencia. Con frecuencia, las convicciones y paradigmas del cuerpo mental también contribuyen al desarrollo de bloqueos emocionales, y así a la generación de enfermedad física. Estoy hablando de convicciones profundamente arraigadas o hábitos de pensamiento. A menudo, éstas son convicciones, creencias, acerca de lo que está bien o mal con respecto a vosotros mismos. Convicciones que habéis aceptado en herencia, generación tras generación.
Las críticas (juicios originados en el terreno mental) pueden literalmente crear un bloqueo en vuestro sistema energético emocional. Por ejemplo, en vuestra sociedad se les dice a los niños varones que no deben llorar. Que eso es de niñas. La tristeza en una emoción legítima del cuerpo emocional que precisa de una catársis física que el cuerpo físico provee y satisface por medio del llanto. Por eso son más longevas las mujeres. Porque socialmente (mentalmente) se acepta el llanto femenino. Pero todos, hombres y mujeres, tenéis un lado femenino. En esos lugares donde surge el bloqueo, donde a la energía emocional no se le permite fluir libremente, comienza a hacerse visible una energía oscura en el aura. Esta energía puede echar raíces en el cuerpo. Y no debería ser así necesariamente, porque este proceso lleva mucho tiempo y hay suficientes oportunidades de devolver las cosas a un equilibrio emocional, antes de que se despliegue la enfermedad (física).
Por lo tanto, no les temáis a los bloqueos emocionales. Hay tiempo suficiente para solucionar el estado de desequilibrio. Sin embargo, es posible que, llegados a un cierto punto, no seáis capaces de manejar este bloqueo correctamente, incluso ni siquiera de sentir su presencia. Tal vez el bloqueo pase parcialmente desapercibido para vosotros hasta el punto de ser muy inconscientes de él. Si éste es el caso, los síntomas físicos en realidad os ayudan a entrar en contacto con dicho bloqueo. Esa es la función de la enfermedad.
De este modo, los síntomas físicos o el dolor son el lenguaje físico del alma. El alma anhela una completa comunicación entre todas sus partes. El alma se siente feliz cuando hay un flujo libre de energía y una continua renovación de todos los aspectos de si misma. Los bloqueos impiden que la energía fluya libremente y eso deprime al alma.
Así la enfermedad cumple la función de un indicador o ‘despertador’: os muestra dónde estáis precisando de sanación. Aunque la enfermedad aparenta ser algo 'negativo', en el sentido de que os veis perturbados por toda suerte de síntomas y dolores, la clave radica en interpretar a la enfermedad como un indicador o guía. Al hacer esto, se vuelve fácil cooperar con la enfermedad en lugar de resistirse a ella.
Puesto que, frecuentemente, la enfermedad representa una emoción atascada que está (parcialmente) más allá del alcance de su propio horizonte de comprensión, no siempre es fácil saber qué subyace tras los síntomas, qué origina la enfermedad. A veces parece muy difícil descubrir lo que el alma trata de deciros a través de una enfermedad específica. Comprendo que muchos halléis un bloqueo añadido en el hecho de no hallar en nadie la respuesta a esa aparentemente difusa conexión. Os invoco entonces a ‘ir adentro’ y examinaros a vosotros mismos minuciosamente, en el sentido de volveros conscientes gradualmente de la clase de energía que se está manifestando a través de la enfermedad, la señal que obtenéis de la enfermedad y qué es, en definitiva, lo que trata de deciros.
Esta comprensión con frecuencia es obstruida por el mismo temor que tenéis a estar enfermos. La primer reacción a la enfermedad a menudo es de negación o de resistencia. Más bien quisiérais que la enfermedad desapareciera tan pronto como sea posible, porque os atemoriza su presencia. Os asustan el deterioro físico, la vejez, la imperfección, la degeneración y finalmente la muerte.
Esta reacción de pánico es lamentable pues os aparta de una óptica más amplia respecto a la enfermedad. Podríais considerar a la enfermedad bajo otra luz, otra perspectiva. También podríais experimentarla como un mensajero de cambio, como un retorno a algo precioso que habéis perdido.
Para comprender la ‘función de indicador’ de la enfermedad, es muy importante decir ‘sí’ a los síntomas y dolores que pueden desplegarse dentro de vuestro cuerpo. Al decir ‘sí’, al aceptar el estado de vuestro cuerpo físico, realmente habéis resuelto la mitad del problema. Lo mismo vale para los familiares del 'enfermo', muchas veces convertidos ellos mismos, a su pesar, en inconscientes obstáculos para vuestra sanación, tomando por vosotros decisiones opuestas a la aceptación. Y es que el miedo a la pérdida de un ser querido, arraigado en la profunda emoción del abandono, juega un papel clave en la confusión. Aquí el problema no es la enfermedad misma, sino aquello que ésta representa, el/los bloqueo(s) implícitos. Al volveros hacia la enfermedad y decir ‘sí’ con vuestro corazón y con vuestra alma, vosotros ya habréis solucionado una parte del bloqueo incluso sin saber precisamente qué es lo que la enfermedad quiere deciros.
Sin embargo, este ‘decir sí’, esta actitud básica de aceptación, no es fácil para vosotros. Podéis encontrar resistencia (emocional o mental) que hace que os mantengáis diciendo ‘no’ – a veces sutilmente y a veces obstinadamente – a lo que vuestro cuerpo os está indicando. Con frecuencia, el cuerpo da indicios específicos. Por ejemplo, os hace sentir que debéis hacer una pausa, abandonar ciertas tareas, ser más amable con vosotros mismos, etcétera. Aunque aún no sabéis cómo interpretar vuestras enfermedades desde un nivel espiritual, ya podéis ver muchas de estas indicaciones particulares con bastante frecuencia.
Pero si ignoráis este lenguaje del cuerpo y os mantenéis en resistencia a la enfermedad, es muy difícil llegar a la esencia espiritual y significado de la enfermedad. Hay mucha ira y temor rodeándola. Sólo lográis la verdadera libertad interior enfrentándoos cara a cara con vuestra enfermedad, con vuestro dolor y aflicción, y también con vuestros sentimientos de temor y aversión. Abrazadlos y luego preguntadles calmadamente y neutralmente: ¿qué es lo que queréis decirme?
En vuestra sociedad no se manifiesta ni se permite tener intimidad con el propio cuerpo. Hablarle a vuestro cuerpo como a un ser que merece amor y respeto no está considerado como algo natural. En vuestra sociedad se os dan muchas imágenes idealizadas acerca de qué aspecto debería tener vuestro cuerpo, mensajes acerca de qué implica tener salud y qué son unas buenas condiciones físicas, lo que se debe y lo que no se debe beber y comer. En resumen, existe toda clase de normas y a prioris acerca de cómo debería ser una vida larga y saludable.
Pero todas estas imágenes idealizadas no tienen relación con el camino del alma. El camino del alma es sumamente individual. Por lo tanto, se os pide que sintonicéis con vosotros mismos de manera sumamente individual para hallar la verdad en cuanto a la enfermedad, síntomas o simples tensiones que lleváis acumuladas. Se os pide que renunciéis a todas las ideas acerca del mundo externo y que vayáis en busca de vuestra propia verdad en lo más profundo de vosotros.
Este es un gran desafío para vosotros, porque el temor y pánico que os apresa en caso de enfermedad, hace que fácilmente acudáis a las autoridades externas (padres, pareja, instituciones sociales o políticas…), buscando en ellas consejo y confort. En el caso de una enfermedad, dicha autoridad podría estar representada también por un médico o un experto en tratamientos alternativos; tanto da básicamente. La clave es que con el miedo vosotros en ese momento hacéis entrega de vuestra propia responsabilidad y la cedéis a algún otro.
Por supuesto que no hay nada malo en escuchar los consejos de un experto y muy a menudo estos consejos son muy sensibles. Pero luego es importante llevar este conocimiento adentro y sopesarlo con vuestro propio corazón. Estimad el valor de este conocimiento. Sólo vosotros sois los jefes, los maestros de vuestro propio cuerpo, de vuestra propia vida. Sólo vosotros mismos sabéis qué es lo mejor para vuestro propio cuerpo. En el sentido más profundo de la palabra, sois los creadores de vuestro propio cuerpo y los mejor capacitados para reconocer los síntomas cuando se altera.
Recobrar la intimidad con vuestro propio cuerpo requiere práctica, no es algo evidente. Pero no os resignéis tan fácilmente. Cuando estéis tratando con tensiones o síntomas persistentes, tratad de examinarlos nuevamente. Ya sé que no es fácil, pero tomaos un momento para relajaros y luego viajad con una consciencia neutral a los lugares de vuestro cuerpo donde se manifiestan los síntomas o la energía de la enfermedad. Pedidle al dolor o a la enfermedad que tomen la forma de un ser vivo imaginario, de modo que podáis hablarle. Pedidle que se aparezca como un animal, un niño o un ser humano. O pedidle que se muestre como un guía, en cualquier forma. ¡Usad vuestra imaginación! La imaginación es un instrumento extraordinariamente valioso para descubrir los más profundos movimientos de vuestra alma.
Si hacéis esto, en cuanto notéis que vuestro cuerpo os responde – con imágenes o con sentimientos – podréis sentir alegría. Podrá haber ahí felicidad por el contacto recuperado, la intimidad recobrada. En cuanto os déis cuenta de que sois los únicos capacitados de hacer esto, de que no hay nada o nadie más excepto vosotros con la capacidad para llevar a cabo esta tarea de conocimiento del cuerpo a fondo desde adentro, os sentiréis de nuevo con confianza en vosotros mismos. Esta confianza en uno mismo hace que sea más fácil sentir lo que la enfermedad trata de deciros. Os facilita la conexión, impidiéndoos ignorar las respuestas que recibís desde vuestro ser interior, fruto de ideas mentales propias o ajenas. La intimidad con vuestro cuerpo es algo sumamente bueno, en todas las circunstancias, pero particularmente cuando el cuerpo muestra enfermedades o síntomas.
El medio para permitir que el cuerpo hable es el amor. No fomentáis la comunicación con vuestro cuerpo cuando tratáis de eliminar la enfermedad repitiéndoos a vosotros mismos ardiente y fervorosamente afirmaciones de sanación o forzando visualizaciones. Lamento deciros que ésta sigue siendo una forma de lucha o de resistencia a enfrentar el origen de la alteración. La clave consiste en que lleguéis a entender el significado de las partes enfermas de vuestro cuerpo. Si lo comprendéis, esto puede ser transformado y los bloqueos emocionales pueden ser eliminados. Así es como funciona el proceso de sanación; no luchando del modo que sea contra la enfermedad, sino aceptándola como a un amigo que quiere mostraros la dirección correcta. Esto es difícil de entender, porque los síntomas de la enfermedad y los diagnósticos de los ‘expertos’ os atemorizan y os angustian. De cualquier manera, aceptar vuestra enfermedad es el único modo, el único camino hacia la Luz. La enfermedad quiere llevaros de vuelta ‘a casa’.
El propósito de la enfermedad es obtener una mejor y más profunda comprensión de vosotros mismos. El resultado puede ser la recuperación física. Pero esto no siempre funciona así. La enfermedad no siempre desaparece en cuanto descendéis hasta la raíz del bloqueo emocional. Llegado a este punto, quisiera decir unas pocas palabras acerca de las enfermedades crónicas e incurables.
En caso de enfermedad crónica, hay síntomas físicos persistentes que se repiten, especialmente durante los períodos vulnerables, en los cuales más o menos perdéis contacto con vuestro ser interior. Esto puede ser totalmente desmoralizante. Por lo tanto, yo os pido que consideréis a la enfermedad desde una perspectiva más amplia. No tratéis de echar a la enfermedad continuamente. Tratad de verla como a un huésped bienvenido.
Las personas con enfermedades crónicas emprenden una ardua tarea. Al nivel del alma, ellos han estado de acuerdo en afrontar los miedos que se manifiestan en el contexto de su enfermedad, y en enfrentar las imágenes idealizadas de cómo se supone que uno debería desempeñarse en la vida. Asumir este desafío demuestra un enorme coraje. Quien decide venir al mundo en estas condiciones es un verdadero valiente.
Con frecuencia sucede que un alma elige una enfermedad crónica para resolver un problema específico de un modo muy enfocado. La enfermedad cada vez os refleja determinadas emociones. Hay un patrón emocional que acompaña a la enfermedad: Desesperación, abandono, pérdida de fe en la fuente de todo, etc. Tratar con estas emociones una y otra vez es una tarea totalmente pesada, pero acarrea muchos frutos para el alma. La recompensa a tan árduo esfuerzo es proporcional al coraje demostrado en afrontarlo.
Muy frecuentemente estas vidas tienen una gran profundidad y una riqueza interior que no siempre es percibida por los demás. Por lo tanto, no es sustentador luchar constantemente, o esperar un adelanto en los adelantos y condiciones médicas. El hecho es que la enfermedad suele avanzar en un movimiento en espiral, haciendo movimientos circulares hacia arriba, hacia un nivel más elevado. Aunque aparentéis recaer en los mismos síntomas cada vez, no es así como trabaja el nivel espiritual. En este nivel no retrocedéis sino que incluso alcanzan una profundidad mayor al tratar con las emociones que posiblemente hayan sido pasadas por alto durante vidas anteriores y por las que ineludiblemente se debe transitar en la espiral evolutiva del alma.
Esto también se aplica a los defectos físicos congénitos o hereditarios. En cuanto a esto a veces habláis de karma, pero yo soy cuidadoso con este concepto, porque tenéis una tendencia a asociar karma con delito y castigo, y no es así como funciona esto. Toda alma tiene el sincero deseo de conocerse al máximo y ser libre. Este es svuestro deseo más profundo. Partiendo de este ardiente deseo, a veces tomáis a vuestro cargo dolencias, enfermedades y defectos físicos que os ayudan a alcanzar vuestros objetivos. Ciertamente no es una cuestión de 'pagar deudas pasadas'. Es un profundo intento de liberarse, y a veces el mejor modo de obtenerlo es experimentando circunstancias (extremadamente) difíciles dentro de vuestro propio cuerpo. Por esta intención nosotros solamente podemos tener el mayor de los respetos. Especialmente en vuestra sociedad, en la cual se estiman las imágenes ideales inhumanas de cómo ser funcional, útil, bello y exitoso. Estos conceptos idealistas hacen que sea incluso más difícil vivir vuestra vida con un impedimento y a pesar de todo experimentarla como significativa y alegre.
Sois aquellos de entre vosotros que tenéis el coraje los que asumís tales vidas enfermizas. Ellos también irradian una clase de claridad y dignidad a aquellos cuyas vidas pueden pasarse por alto fácilmente. Cuando tenéis exito de acuerdo a los estándares prevalecientes de la sociedad, generalmente es más difícil dedicarle tiempo a descubrir quiénes sois realmente y cuáles son vuestros motivos en la vida. Especialmente aquellos que estáis enfermos y débiles tenéis una función de ‘indicador’ hacia estas personas. Sois una ‘guía’ hacia la verdad y la claridad. Porque la verdad no implica perfección, sino amor y aceptación por todo lo que hay.
Finalmente, quiero decir algo sobre las enfermedades terminales, incurables. A veces, va a ser evidente que alguno no va a sobrevivir más a la enfermedad. El cuerpo gradualmente sucumbe a la enfermedad. El ‘marco terrenal’ no persiste. A ese grado, ¿qué hace el alma que se halla dentro del cuerpo? Mientras os mantengáis resistiéndoos a la enfermedad, no podréis establecer contacto con vuestra alma, con vuestro conocimiento interior que os dice que es hora de decir adiós, de aceptar también la despedida. A veces percibís de antemano que tenéis que partir, pero la idea os afecta con tal horror y pena que continuáis luchando. Estáis impacientes esperando que esa o aquella nueva medicina sea lanzada al mercado, o estáis esperando otro tratamiento en un futuro cercano que pueda ser efectivo. A veces simplemente os entregáis ciegamente a todo tipo de tratamiento que anestesie o retrase lo evidente.
Esto es totalmente entendible y yo ciertamente no pretendo condenar esta actitud, pero os lastimáis terriblemente de esta manera. Si soltáis y permitís que la muerte se acerque, notaréis que la muerte no es un oponente, sino en cambio un amigo. El dolor no tendrá motivo de presentarse. Aceptar la muerte os libera de la lucha.
Si escucháis aquello que la muerte quiere deciros, pasaréis por varias etapas antes de que esté teniendo lugar el verdadero proceso de morir. Estas etapas tienen que ver con una liberación gradual de todas las cosas terrenales: de vuestros seres queridos, de vuestros ambientes (terrestres), de vuestros sentimientos con todo aquello que observáis a vuestro alrededor. Este es un proceso hermoso, natural.
Sería una lástima ensombrecer este proceso con una actitud de lucha, en la cual tratáseis de agarraros bien a la vida a cualquier precio. A menudo, el cuerpo ya se ha vuelto tan frágil para ese entonces que ya no vale la pena continuar apegados a la vida. Dejadla, por el contrario, ir. La muerte es un liberador, que está ahí para serviros. La muerte no es vuestro enemigo. La muerte os trae nueva vida.
Cuando estáis con alguien que tiene una enfermedad incurable y sentís que él sabe que va a morir, tratad de hablarle acerca de esto suavemente y cuidadosamente. Es un alivio para la persona que pasa por esto. La cosa más valiosa y más preciosa que podéis hacer por una persona agonizante es sentaros cerca de él y sostener su mano. No hay nada más que necesitéis saber o ser capaces de hacer al acompañar a una persona que está muriendo.
La atención a los enfermos terminales es muy importante en vuestra sociedad. Algún día, todos os enfrentaréis con esto dentro de vuestra propia familia o dentro de vuestro círculo de relaciones. Simplemente estad presentes con la persona que va a morir y sentid el momento que está llegando.
Sentid el momento extraordinario, poderoso en el cual el alma deja el cuerpo y regresa a los otros reinos, a su hogar.
No consideréis a la enfermedad que conduce a la muerte como a un enemigo que os va a derrotar al final. No es una batalla. Muy frecuentemente, la muerte viene a liberaros de incluso más dolor y sufrimiento. En absoluto sois perdedores. Simplemente continuaréis vuestro camino de otra manera.
A veces, hay asuntos particulares que os habría gustado vivir o haber superado durante esta vida, los cuales no pueden ser concluidos. Esto puede afligiros, y no sólo a vosotros sino también a aquellos que están detrás. No obstante, yo os pido que dejéis esto en paz, porque hay una sabiduría interior trabajando que os guía y que os reunirá con vuestros seres queridos en nuevas y mejores circunstancias. Algún día estaréis juntos otra vez y celebraréis la vida.
Hoy, mi mayor petición con respecto a la enfermedad realmente es: abrazad la enfermedad. Rodead a la enfermedad con amor y consciencia y permitid que ésta os lleve a una comprensión más profunda de vosotros mismos. Confiaos a la enfermedad y permitíos entrar en una comunicación más profunda con vosotros mismos. Estimular la mansedumbre o la rendición no significa ser pasivo o cruel con la enfermedad, sino cooperar con ella de un modo activo, como un amigo.
Yo os abrazo a todos con mi amor y os pido que hoy sintáis mi presencia, la energía de Cristo. Sentid el amor, disponible para todos, tanto en la salud como en la enfermedad. Hay tanto amor por todos lados alrededor de vosotros y disponible para todos vosotros, en cuanto liberáis vuestras críticas y juicios. Críticas acerca de lo que merecéis o no merecéis, acerca de lo que estáis haciendo bien y de lo que estáis haciendo mal, acerca de todas las cosas que todavía tenéis que hacer y lograr. Liberad. El Amor está presente aquí y ahora, para todos vosotros.
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