Esta canalización se mantuvo el 10 de octubre de 2004 en nuestro lugar de trabajo en Tilburg.
El texto hablado ha sido luego corregido en cierto modo para facilitar su lectura.
Este mensaje fue traducido desde el holandés al inglés por la dra. Wendy Gillissen (sitio web www.reincarnatietherapie.com), y luego desde el inglés al español por Sandra Gusella. sgusella@gmail.com
Querida gente, es para mí un gran placer estar con vosotros nuevamente.
Cuando estoy con vosotros y hablo a través de Pamela, siento vuestra presencia y os veo como energía de luz, buscando vuestro camino a través de un mundo oscuro, donde a menudo encontráis dificultades y energías con las que no sabéis cómo tratar.
Todos sois valientes guerreros. Vuestra sola presencia en un cuerpo físico en la tierra habla ya de vuestro enorme coraje y disposición para luchar con las energías oscuras y con los obstáculos que encontráis dentro de vosotros mismos. Pamela está preocupada por la palabra ‘luchar’, que uso aquí. Yo uso la palabra en este contexto porque vosotros, en cierto modo, sois luchadores: luchadores que no sólo resolvéis dificultades con el amor del corazón, sino con la espada del discernimiento.
Discernimiento significa: ser capaz de reconocer claramente cuando las energías que halláis en el camino no están en armonía con las vuestras (por ello podéis soltarlas de vuestro campo de energía). El discernimiento es la energía de la espada, la energía masculina, y la importancia del mismo, a la luz del tema que voy a discutir hoy, es grande.
Quiero hablar acerca del período de transición, como lo llamáis, el período que a veces es llamado la transición de Piscis a Acuario, o de la Tercera a la Quinta dimensión. Le habéis dado muchos nombres a esta transición energética que está actualmente aconteciendo en vuestra esfera terrestre.
Yo no quiero hablar acerca de esta transición en términos de eventos externos, en términos de predicciones sobre lo que va a suceder en vuestra tierra. Por ejemplo sobre el número de terremotos o catástrofes que aún deberían tener lugar antes de que el cambio pueda ser completado.
Prefiero hablar acerca del cambio del corazón.
En muchos de vosotros hay una necesidad de una cierta seguridad. Por esta razón, a veces os fiáis de las teorías sobre la transición y de las predicciones acerca de las que leéis o escucháis. Os dejáis llevar por motivos de temor y/o curiosidad. Pero al hacer esto, a veces perdéis de vista el hecho de que las mismas energías turbias pueden estar asociadas con esas predicciones.
Por lo tanto yo os pido que cuando leáis acerca de predicciones del futuro, acerca de este período de transición, siempre pidáis la fuente. Pedidla con vuestro corazón. Simplemente daos el tiempo para sentir de qué fuente energética provienen esas especulaciones, esas teorías sobre la transición. ¡Usad la espada de vuestro discernimiento!
Yo os aliento mucho a comprender este período de transición en términos internos.
Por consiguiente hablo de la transición de la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón. He descrito en detalle esta transformación interior en las series de los Trabajadores de la Luz, que se encuentran en el sitio web de Pamela y Gerrit. Hablo en estos términos porque se trata de una transformación interior que todos podéis sentir dentro. No hay nada fuera de vosotros que necesitéis para este cambio, y nada fuera de vosotros puede absteneros de esto. Tampoco hay un ‘límite de tiempo’, un período en el cual algo haya tenido que ser ‘hecho’ a tiempo. Es una transformación interior que vosotros, personal y singularmente, vais haciendo paso a paso.
En esta canalización quisiera ilustrar este proceso de transformación (del ego al corazón) con un tema con el cual todos estáis profundamente implicados: la relación con vuestra propia familia de nacimiento.
Cómo os relacionáis con vuestra familia, dice mucho acerca de vuestro propio progreso en la transición de la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón.
Vuestro nacimiento aquí en la tierra puede ser comparado con una especie de caída a la oscuridad, pero desprovista de conexión alguna con las nociones de pecado y culpa. Es realmente una zambullida en profundidad la que realizásteis conscientemente desde una determinada capa dentro de vuestra alma. En el momento en que os sumergís, sin embargo, quedáis sumidos en un estado de inconsciencia, inmersos en el mundo de la materia. Es en ese momento cuando arribáis al útero de vuestra madre.
Por un lado, portáis una energía muy brillante, la energía del Hogar. Todavía recordáis cómo es estar en el ‘otro lado’. Recordáis el amor que sentíais a vuestro alrededor como algo natural y la unión con todo lo que es, todo lo que vive.
Cuando descendéis a la Tierra como un embrión, estas energías del Hogar aún están fuertemente con vosotros. Pero al mismo tiempo os véis confrontados con lo que yo llamo el ‘paradigma de los padres’.
Paradigma es una palabra que significa algo así como ‘visión del mundo’, pero ésta abarca mucho más que eso. No sólo contiene los pensamientos y convicciones de vuestros padres, sino también sus sentimientos, sus emociones más profundas. Toda esa ‘red de seguridad’ es el paradigma dentro del cual os sumergísteis como una nueva alma que viene a la Tierra, al comienzo de vuestra nueva encarnación.
Estáis inmersos en la realidad de la ‘tercera dimensión’, o como a mí me gusta llamarla: el mundo de la conciencia basada en el ego, como está representado en vuestros padres. Ésta es una realidad energética en la cual predominan ciertas ilusiones.
Quiero mencionar aquí las tres ilusiones más importantes.
1. La pérdida de la maestría
Esta ilusión os hace olvidar, mientras vivís, trabajáis, y estáis vivos en la tierra, el hecho de que sois los creadores de todo lo que os acontece. No reconocéis lo que sucede en vuestras vidas como originado desde vuestra creatividad. De vez en cuando incluso pensáis que sois víctimas de las circunstancias. Creéis que hay poderes superiores a los vuestros, que pueden hacer y deshacer, planear vuestra vida. La pérdida de la maestría es, pues, la primera ilusión.
2. La pérdida de la unidad
Con la zambullida dentro de lo profundo –esa zambullida al interior del paradigma, principalmente, de vuestros padres, quienes ya llevan viviendo en la ilusión por bastante tiempo– también sucede la pérdida de la unidad con todo lo que vive. El reconocimiento del sentimiento de unidad entre vosotros y ‘el mundo’, entre vosotros y ‘el otro’, ‘los demás’, está ausente en vosotros. Dentro de la conciencia basada en el ego existe la convicción de que todos estamos separados los unos de otros, cada uno en un cuerpo separado, independiente y desvinculado. Existe la creencia de que habitamos ese cuerpo y que cuesta mucho trabajo contactar con los demás. Es la ilusión del cuerpo como una prisión. Esa es la segunda ilusión.
3. La pérdida del amor
Y la tercer ilusión que quisiera mencionar aquí es la pérdida del amor. En la esfera de la que procedéis cuando llegáis a la tierra, la energía del amor ha sido un nutrente patente y evidente. Cuando aterrizáis aquí, a un mundo relativamente oscuro, donde hay mucho desamor, miedo y violencia, comenzáis a confundir el amor con toda clase de energías que no son amor, tales como la admiración y la dependencia emocional. Más tarde en esta canalización retornaré a esta confusión.
Ahora, quisiera llevaros a aquel momento preciso en el que nacéis aquí –con un pie todavía en el cielo y el otro en la tierra. En este paradigma no termináis de ‘encajar’ del todo, verdad?. Siempre hay puntos específicos con los cuales vuestros padres están muy ligados al paradigma. También hay puntos donde ellos están libres de él, esto es decir, hay aspectos en los cuales la energía del corazón ha sido liberada en ellos. Pero siempre hay perspectivas a las que ellos permanecen muy adheridos, al paradigma de la conciencia basada en el ego.
Y ahí llegáis vosotros, como quien dice, ‘frescos desde el cielo’. Lo que sucede luego en el desarrollo del niño en relación a sus padres, es que al comienzo se apegará muy fuertemente al paradigma de sus padres, por obvias razones de supervivencia. Luego comenzará a soltar dicho paradigma, lentamente, a medida que madura y envejece. Este proceso de desarrollo individual en el entorno familiar está muy emparentado a la transición desde la energía del ego a la energía del corazón que está teniendo lugar en la conciencia colectiva de la humanidad como un todo.
Lo que está teniendo lugar a gran escala, también está, pues, sucediendo a pequeña escala, en el nivel de lo individual. La transición de la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón en un micro-nivel a menudo ocurre al trascender las energías limitantes, cargadas de miedo, que habéis recibido, en los casos más comunes, de vuestros padres durante vuestra infancia.
Quiero describir esta transformación de la conciencia a una pequeña escala, por ejemplo describiendo la relación entre padres y niños, porque es muy fácil para vosotros reconocerlo al nivel de la experiencia personal. No me gustan las predicciones o anuncios que no están a tono con la experiencia, que no pueden ser reconocidos por vuestro propio y personal corazón, por vuestros propios sentimientos. Es por esto que yo os pido de nuevo: cuando leáis o escuchéis cualquier material sobre el período de transición que se avecina, por favor cuestionadlo utilizando vuestro corazón, vuestra intuición, y ved si dicho material o información encaja con vuestra propia experiencia. Porque vosotros ya no sois estudiantes, sino maestros. Vuestra propia experiencia es la base para ejercitar vuestro criterio y discernimiento.
Vuestros corazones están llenos de sentimientos intuitivos, tiernos y apacibles, acerca de lo que está sucediendo. Confiad en ellos. Cómo se definirá, cómo tomará forma exteriormente este cambio interno de la conciencia colectiva, en la realidad física de la tierra, no es importante. Triunfaremos cuando triunfemos.
Es el paso interior de la cabeza al corazón, la transición del reino del intelecto al reino de las emociones, lo que realmente cuenta en la transición de la llamada Nueva Era.
En el momento en que comienzáis la vida aquí en la tierra, os topáis con la realidad principalmente a través de vuestros padres. Al llegar aquí traéis con vosotros la memoria del Hogar, y sentís una apacible sensación de nostalgia. Hemos mencionado anteriormente el trauma del nacimiento cósmico (ver la canalización 3 en estas series), que acarreáis como un alma, por todo el camino desde el comienzo de vuestro viaje a través de todas vuestras vidas en la tierra y en otras partes. Pero cada vez que iniciáis vuestra andadura como un niño/niña en una vida terrenal específica, también se produce un trauma de nacimiento. Ese trauma, en el sentido psicológico del término radica en el mero hecho de tener que ‘despedirse del Hogar’, así como la necesidad implícita de corregir esto, de encontrar vuestro propio camino en la energía de la tierra.
En el momento de vuestro nacimiento, vuestros padres pertenecen a la energía de la tierra, pues la han asimilado. Ellos ya se han adaptado a esta dimensión, a las leyes que se aplican aquí. Con frecuencia son leyes limitantes, en el área de las ideas y las normas sociales. Vuestros progenitores las han absorbido marcadamente. No obstante no son evidentes para el niño en absoluto.
De este modo los padres representan para el niño la primera muestra de lo que es la conciencia basada en el ego, el paradigma de las tres ilusiones anteriormente mencionadas. El niño se enfrenta a esto en el contexto del hogar paternal. El modo en el que este paradigma se ha desarrollado en los padres (y hermanos mayores si los hay), dejará una huella profunda en el niño el resto de su vida.
Por supuesto que los padres –Pamela me pide que agregue este pensamiento, porque no quiere que los padres sean puestos bajo una luz desfavorable (foco acusador)– en algún momento también han sido niños, y han ido a través del mismo proceso. Los padres no fuerzan conscientemente la impresión de sus miedos e ilusiones sobre sus hijos. Por más que eso ssuceda en la etapa en que ellos ‘traen’ sus propios hijos al mundo, los adultos, inconscientemente, han absorbido muchas energías del viejo paradigma basado en el ego, procedente de sus propios padres. El paradigma que está formado por las tres ilusiones que hemos mencionado anteriormente se transmite así, generación tras generación.
El niño accede a este esquema de la realidad, fresco y nuevo, y pronto se apercibe de que la realidad no se corresponde con su visión interna, que no está en armonía con aquello a lo que estaba acostumbrado ‘antes de nacer’. En esa fase muy temprana de su vida, el niño está en un estado de conciencia más bien pasivo. Está muy abierto y receptivo en su ser, en su mente y en sus sentimientos, y absorbe todo lo que lo rodea. Ese es su deseo y las condiciones existentes así lo favorecen. Especialmente en los tres primeros meses la habilidad del niño para absorber es increíble, asimila todo de la realidad energética que lo rodea, incorporándolo ineludiblemente al núcleo más profundo de sus células.
Se lo bebe todo, por así decirlo, de un solo trago, y lo experimenta como realidad, la realidad energética del entorno directo, usualmente la de los padres. Por otro lado, todavía se halla, preservado dentro de él, aquel ‘pedazo del cielo’, aquél núcleo de ser puro, incondicional que no es afectado por las ilusiones.
Es entonces cuando, en cierto modo, estas realidades energéticas antagonistas, chocan entre sí. Pero el ‘recién llegado al mundo’ mantiene este conflicto escondido de él mismo. Lo pone a buen recaudo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que dicho conflicto es demasiado doloroso para ser experimentado en esta etapa. Una etapa en la cual el recién nacido todavía es muy vulnerable. Para esconder esta colisión, este conflicto interior para él mismo, el niño se acomodará a su entorno. Este acto es instintivo. Recién aterrizado, busca seguridad, aceptación incondicional, quiere hallar una ratificación, en el entorno que le ha recibido –su famila normalmente–, de que estas energías de amor, de unidad, y de maestría, que aún están presentes en él en su estado natural no son ficticias. Necesita confirmación de que el amor no es algo irreal.
El niño todavía es maestro de su realidad, se siente unido y uno. Tiene amor y lo exhibe, pero quiere –necesita– que éste sea confirmado por su entorno. Comienza, pues, a buscar confirmación, pero con frecuencia recibe confusos mensajes de su entorno.
Sus padres desean sin duda darle amor, pero también hay mucho miedo en ellos. Hay mucha energía bloqueada que no puede fluir. Energía que, paradójicamente, ellos mismos no se permiten que fluya. Asímismo existe en los padres un anhelo latente, una sensación de añoranza de su propia maestría, su amor, su vínculo natural con Todo lo que Es, que se ha ido desvaneciendo, por el camino, hace mucho tiempo. Ellos se han habituado tanto a la vida en la tierra, y a todas la ilusión que ésta refleja, que han comenzado a considerar dicha ilusión como real y auténtica.
Por lo tanto, y en virtud de ello, los padres criarán, inconscientemente, a sus hijos con energías que son confusas para ellos. De nuevo quiero remarcar que, hasta cierto punto, los padres no pueden ser ‘culpados’ por ello. Probablemente se están esforzando mucho, todo lo conscientemente que se permiten, por dar a sus hijos lo mejor. L que ocurre que en muchos casos, ‘lo mejor’, no es necesariamente lo más conveniente.
Cuando un niño nace, los padres a menudo presentan y revelan una apertura, una predisposición a la llegada de más luz y amor a sus vidas y al mundo. En aquel momento, un núcleo de amor incondicional, divino será tocado en los padres. La llegada de un niño al seno de una familia es un acontecimiento ssublime. Ellos sienten el carácter sagrado del nacimiento y del pequeño ser que se ha confiado a ellos para esta vida. Al nacimiento del niño sus corazones están, en la mayoría de los casos, abiertos de par en par, y ellos están en contacto con su propio ser divino, sagrado. Pero esto con frecuencia es temporal. Tiene fecha de caducidad, porque tarde o temprano ese estado de vibrante éxtasis comenzará a declinar, a calmarse. La realidad energética de los padres que existía antes del nacimiento del niño volverá a tomar el dominio de la situación. Y así la apertura a la realidad basada en el corazón que estuvo ahí, también puede cerrarse otra vez. Y con mucha frecuencia lo hace. Los padres retroceden a sus viejos modos de pensar, sentir y querer.
¿Y entonces, qué sucede con el niño que crece?
La mayoría de los niños eligen adaptarse tan enfáticamente al paradigma paternal, que ellos pierden el contacto con la energía original de su alma, aquella de la que aún tenían mucha conciencia al comienzo de su encarnación. En esta primer fase de la vida (hasta la pubertad más o menos) ellos están tan preocupados en enfocarse en este mundo y sus reglas, en conseguir el amor y la atención de sus padres, que ellos mismos olvidan quienes son y los motivos que les trajeron, la misión que se encomendaron.
El niño tiene un desenfrenado anhelo de amor y cercanía. Cuando los padres no pueden proveerlo suficientemente, el niño se inclinará hacia donde sea, para conseguirlo de cualquier forma. Ello forzará el encuentro con sustitutos y sucedáneos de ese amor que no halla en la medida requerida, de sus propios padres. Yo las llamo imágenes ilusorias de amor. Aceptará como amor las energías inadecuadas, por ejemplo,
1. el orgullo de un padre cuando el hijo logra algo que en el mundo externo es considerado como meritoriamente inteligente o bien hecho. Esta clase de orgullo paternal en realidad no tiene nada que ver con el niño. No es un orgullo por un logro o conquista interior del niño, sino orgullo por un desempeño externo que con frecuencia no está originado ni radicado en los impulsos internos del niño. El niño puede crecer considerando a esta clase de orgullo como amor. Y a menudo, más adelante en su vida adulta, llegará a trabajar profesionalmente muy duro (más incluso de lo físicamente soportable). En el mejor de los casos será testigo de un conflicto interno incomprensible, al no entende por qué el trabajo ha llegado a ser fuente de comportamiento adictivo para él. En el peor de los casos, hallará razón y soporte a tan arduo esfuerzo, en los mismos argumentos que se le esgrimiron en su entorno familiar de niño.
2. Una segunda distorsión o imagen ilusoria del amor es cuando el niño comienza a confundir amor con dependencia emocional. Muchos padres han experimentado ellos mismos una falta de amor real durante su infancia. Ellos no se han sentido verdaderamente acogidos en una atmósfera de cordialidad y seguridad. Cuando luego ellos mismos tienen un hijo, lo abrazan intoxicados con esa confusión interna. Por un lado, está el amor genuino, por otro lado está la necesidad subconsciente de suplir la pérdida. Los padres intentan sanar sus propias heridas emocionales encontrando el amor y la seguridad emocional, que ellos perdieron en su pasado, a través de la relación con sus hijos. Cuando esto sucede, el niño recibe señales muy confusas por parte de sus padres.
Los mensajes paternos “te amo” y “te necesito” estarán indisolublemente intrincados y confundidos. Por este enredo, que podríais imaginar como una espiral de cuerdas retorcidas, el niño comienza a asociar amor con necesidad. Este enredo o ilusión es el comienzo de una relación emocional de dependencia entre padres e hijos, que puede tener un resultado muy destructivo, no sólo en la relación padre-hijo, sino también a la larga en las relaciones íntimas que el niño tendrá ya como un adulto.
En las relaciones que tenga con otros adultos, él o ella podrían fácilmente comenzar a incorporar que ‘ser necesitado’ es un ingrediente esencial del amor en cualquier relación íntima. Podrían entonces comenzar a interpretar los sentimientos de dependencia, incluso los celos y el carácter dominante, apreciándolos como una ‘forma de amar’, mientras que estas energías son diametralmente opuestas al amor.
Resumiendo esta primera parte del material, vosotros veis que, siendo niños, en el nacimiento aterrizáis a un paradigma paternal que, en el comienzo –es decir la primer mitad de sus vidas– causará totalmente mucha confusión. Es como si fueseis llevados por mal camino, y en un cierto momento entran en vuestras vidas oportunidades y posibilidades, en multitud de formas y circunstancias, que os invitan a investigar, a desenredar el nudo. Llegado ese momento podríais sufrir una crisis de identidad, en la cual ya nada es cierto tal como lo aprendísteis, y constantemente dudaríais de quienes sois o no sois. Esto se ha descrito en las series de los Trabajadores de la Luz como la primera fase de la transición del ego al corazón.
El verdadero desenredo de vuestras ilusiones y errores ve la luz cuando contactáis con la energía del corazón, también descrita en la series de los Trabajadores de la Luz. En cuanto a vuestros padres, esto significa ser realmente capaz de liberarlos y perdonarlos interiormente, para poder comenzar a seguir vuestro propio camino.
En cierto sentido, es verdad que habéis sido víctimas de vuestros padres; ellos, como representantes de la conciencia basada en el ego imperante durante vuestra infancia. Habéis vivido temporalmente y parcialmente de acuerdo a sus ilusiones y anhelos, no a los vuestros, que estaban aletargados, a la espera de vuestro ‘despertar’. En cierto modo, se puede decir que, mientras érais niños, no tuvísteis más opción. Sin embargo, trascender este estado de víctima es una de las rupturas más poderosas que podéis ejecutar en vuestras vidas. Cuando podéis reconocer las impresiones energéticas más profundas de vuestra infancia como tales, esto os devuelve la libertad personal que entregásteis, en usura, a cambio de los sucedáneos de amor que estaban disponibles entonces. Una vez reconocidas esas impresiones energéticas, podéis decidir cuáles os conviene integrar y cuáles es mejor soltar y ‘dejar ir’. En esto consiste la maestría.
Alcanzado dicho estado de consciencia, ya no os adaptaréis inconscientemente a los deseos y anhelos de vuestros padres (o de cualquier otra persona), si no están en sitonía con los vuestros propios. Pero tampoco os rebelaréis contra ellos. Podéis ver las impresiones que no os conviene integrar, simplemente como algo que no pertenece a vuestro período. No necesitáis juzgar a vuestros padres ni luchar contra ellos para tratar de evitar sus intromisiones (seguirán teniéndolas probablemente) nunca más.
En resumen, accedéis a la conciencia basada en el ego pasando por el puente que representan vuestros padres entre vosotros y la conciencia colectiva. Y ésta última hay que trascenderla pasando ese ‘puente’, de nuevo, que son vuestros padres (aunque ya no estén físicamente ‘vivos’ en este plano de realidad), liberándolos a ellos (dejándolos ir) en amor y perdón y reconociéndoos a vosotros mismos como el maestro independiente que sois. Éste es el reclamo de la maestría, el reconocimiento de que sois los creadores de vuestra vida y de todo lo que habéis elegido, incluso de los caminos equivocados que hayáis tomado.
Los Trabajadores de la Luz y sus padres
Llegado a este punto quisiera hablar específicamente sobre las almas Trabajadoras de la Luz. También ellas al nacimiento se sumergen dentro del paradigma de los padres que han elegido para ellas mismas como almas. Ahora, los Trabajadores de la Luz frecuentemente llevan con ellos una asignación extra en relación con los padres o con el paradigma paternal.
Los Trabajadores de la Luz, cuando vienen a la Tierra, tienen la intención de plantar la semilla, los brotes de la Consciencia Crística, la energía de la Nueva Era. En un sentido incluso más profundo que las otras almas, Los Trabajadores de la Luz tienen el propósito de comprender el paradigma del corazón en la realidad terrenal. Específicamente por esta razón –y esto puede parecer una paradoja- muchas almas Trabajadoras de la Luz eligen familias para encarnarse en ellas, en las cuales hay mucha oscuridad. Con oscuridad me refiero simplemente a las ilusiones de las cuales hablé anteriormente, las tres ilusiones que llevan a la pérdida de su maestría, a la pérdida de su verdadera unidad, a la pérdida del amor.
Así, cuando los Trabajadores de la Luz vienen a la tierra con una conciencia desarrollada, un refinamiento o ‘antigüedad’ en sus almas, ellos terminan en familias donde algo está sucediendo, donde una cierta ilusión es experimentada al extremo. Por la naturaleza de su misión, los Trabajadores de la Luz son como un imán arrastrado a situaciones donde la energía se ha quedado atascada, donde la energía está paralizada como en un callejón sin salida. Ellos sienten como propia la tarea de hacer que la energía fluya nuevamente ahí.
Y es por esto que los Trabajadores de la Luz frecuentemente nacen dentro de familias difíciles.
Cuando ellos comienzan la vida, los Trabajadores de la Luz a menudo tienen una fuerte confianza de que ellos encontrarán la salida, de que ellos superarán la energía limitante. Sin embargo, cuando ellos nacen como niños y crecen, están expuestos a los mismos dilemas y confusiones como cualquier otro niño. En un cierto sentido, ellos incluso experimentan esta confusión más profundamente y más intensamente. Debido a que llevan consigo mucho de la energía del Hogar, ellos (interiormente) chocan frontalmente con los modelos de energía bloqueada en su entorno y esto los hiere profundamente. Así existe un cierto riesgo implícito en el viaje de los Trabajadores de la Luz hacia aquellos lugares de oscuridad o confusión. Es una misión peligrosa. No olvidéis por qué yo os llamo valientes guerreros. Esta es la razón.
Vuestro nacimiento aquí es un aterrizaje en un paisaje inhóspito. Como equipaje solo portáis vuestro conocimiento y sabiduría interiores. Hay una baja resonancia con el ambiente que os rodea, no mucho reconocimiento y admisión de quiénes sois. Estaba previsto que así fuera. Como Trabajadores de la Luz vosotros sois los pioneros que quieren cambiar la dirección de algo, y siempres sois los primeros en hacer eso en ese ambiente. Es por ello por lo que no os encontráis con vuestros semejantes en ese momento. Y eso hiere, es duro para un alma humana. Como una entidad espiritual habéis elegido transitar este camino conscientemente desde la experiencia de ser humano. Mientras ssois niños puede ser cruel. Es por esto que yo os exhorto a sentir, reconocer y revivir ese dolor en vosotros mismos, porque sólo haciendo eso podéis trabajar con eso y liberarlo. Es el dolor de un niño que está desamparado y que nunca encuentra reconocimiento de su originalidad. El niño es un extraño en ese ambiente. Los Trabajadores de la Luz experimentan esto incluso más porque ellos 1. son muy ‘diferentes’, y 2. buscan un ambiente donde el ser diferente no sea reconocido o en todo caso aceptado con dificultad.
Todo el viaje del niño hacia la edad adulta e incluso hacia la vejez, puede ser visto como un desafío a encontrar nuevamente vuestra propia, innata luz interior. El desafío es ser, desde vuestro interior profundo, conocer y sentir otra vez: “este soy yo, y esto es lo que yo he venido a traer aquí.”
Esto es especialmente verdadero para los Trabajadores de la Luz. Vuestra asignación ante todo es llegar a manifestar quienes sois. Al hacer eso, llevais a cabo vuestra misión. No es vuestra tarea mejorar el mundo. Lo es encontraros con vosotros mismos. El mundo consecuente y efectivamente llegará a ser un mejor lugar en el que vivir debido a este trabajo que realicéis, porque su Luz entonces brillará de un modo natural, en virtud del contagio que le habréis transmitido. Pero esta no es una meta que tengáis que proponeros. Tan solo sucederá por efecto de vuestra causa.
El verdadero trabajo es, pues, soltar todas aquellas pizcas de paradigma del ego (miedo, ilusión) que absorbísteis tan profundamente cuando eran niños, durante los tres primeros meses y después.
Esta liberación es una tarea extremadamente pesada. No quiero desalentaros diciéndoos esto. Más aún, yo quiero enseñaros que podéis mostrar mucho respeto por vosotros mismos y que en efecto sois los valientes guerreros que yo conozco. El desafío es realmente ser todo lo que podéis ser en un ambiente que no es el propio. Este es el trabajo del pionero, de aquél que allana el terreno para una nueva conciencia aquí en la tierra.
Resolviendo el karma familiar
En los textos que han sido ubicados previamente en el sitio (las series de los Trabajadores de la Luz) he hablado mucho acerca de las etapas por las que debéis pasar para desprenderos de la conciencia basada en el ego y comenzar a vivir desde el corazón. Por lo tanto aquí yo no tocaré estos temas. Quiero decir algo específicamente sobre la relación con vuestros padres y quiero relacionarlo con los ejercicios de meditación que Gerrit ha realizado al comienzo.
(Esto no ha sido publicado).
Es importante tomar conciencia de todos los sentimientos implicados en la relación con vuestros padres, en particular los sentimientos que vuestro niño interior tiene hacia ellos. Por lo tanto puede ser muy instructivo invertir los roles, como sucede en el ejercicio. (En este ejercicio, vosotros escenificáis un encuentro con vuestros padres siendo ellos niños). Pueden surgir a luz cosas que ni siquiera sospechábais.
Esta inversión de roles lleva en ella una semilla de verdad. En esencia, vosotros (también) sois los padres de vuestros padres. Fue vuestra intención jugar la parte de padres cuando vinísteis a la tierra en esa familia específica: queríais conducir a vuestros padres a algún lugar, o lejos de algo; deseábais invitarlos a ellos a volverse hacia una realidad más iluminada.
A menudo pensáis que habéis fracasado en el intento, que no habéis sido capaces de ayudar a vuestros padres del modo en que lo habíais previsto.
Sin embargo eso no es verdad.
La cuestión radica en entender verdaderamente qué significa ‘ayudar’. Esto funciona de la siguiente manera:
Cuando nacéis, sois desembarcados a un paradigma al cual vosotros en esencia no pertenecéis. No obstante comenzáis a vivir de él, lo absorbéis tan intensamente que pasa a formar parte de vosotros. Y pasa a serlo en tal medida que realmente ya no sabéis más qué es parte de vosotros y qué no. Subconscientemente esto os hiere y os lleva a un conflicto interior. A medida que os váis haciendo adultos, podéis elegir volveros conscientes de este dolor y trabajar en él. Entráis al camino del crecimiento interior y de la conciencia. Estáis llegando a ser conscientes de cada una de las capas más profundas de dolor que hay en vosotros mismos, y las sanáis. El dolor de no ser reconocido, el dolor de la soledad, todas esas piezas emergen.
Y mientras estáis haciendo aquello, estáis cumpliendo vuestra tarea. haciendo esto estáis ayudando a vuestros padres, no directa sino indirectamente. Lo que estáis haciendo, en realidad, es marcar un camino, una huella energética.
haciendo esto os están elevando de un cierto valle, un área oscura donde rigen ciertas ilusiones, y dejáis una huella, un sello tras vosotros. La escalada requiere de una tremenda cantidad de fuerza y energía. Y ésta es vuestra misión, la tarea que os habéis asignado. Al despejar el camino, este ‘sello de la solución’, estará energéticamente disponible para vuestros padres, para vuestra familia y para todo aquel que quiera usarla. Es decir, todo aquel que esté en un callejón sin salida puede usar la energía de la solución, que habéis hecho disponible a través de vuestra escalada fuera de lo profundo. (Ver también la canalización ‘Trampas en el camino para llegar a ser un sanador’ para la noción de la ‘energía de la solución’).
Así, la huella que dejáis y creáis de camino hacia vuestra propia iluminación, hacia vuestra propia alegría, es el cumplimiento de vuestra tarea. Además, no es vuestra tarea ‘cargar’ también con vuestros padres o a otros seres cercanos, sobre vuestras espaldas. No tenéis que hacer que ellos cambien, hacer que ellos se separen de los viejos temores e ilusiones. Esa no es vuestra tarea. Vuestra tarea es crear una huella energética, que se manifiesta a través de vuestro propio crecimiento interior, por mediuo de la liberación de las energías ajenas que hayáis incorporado en la infancia.
sigue aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas puedes compartir algún comentario...