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viernes, 14 de diciembre de 2012

La muerte y el más allá


Jeshua canalizado por Pamela Kribbe
Traducido del inglés por Sandra Gusella

Queridos amigos, amados ángeles de luz, yo os saludos a todos vosotros.

Es desde el corazón de la energía Crística que yo, Jeshua, conocido también como Jesús o Jesucristo, abro mis brazos y os extiendo mi saludo.
Amados ángeles, sabed que sois apreciados. Sepan que sois amados incondicionalmente, incluso ahora mientras estáis residiendo en un cuerpo de carne y hueso, un cuerpo físico mortal. Incluso mientras vivís dentro de los límites de este hogar temporal, vosotros aún sois una parte incondicional de Dios, el Hogar que tanto añoráis. En realidad vosotros nunca habéis dejado el Hogar. Sin embargo no reconocéis todavía la llama eterna que permanece encendida por siempre dentro de vuestro ser. Entrad en contacto con esa luz en este momento. Apreciaos, sabed quiénes sois. Una luz arde dentro de vosotros...tan hermosa y pura. ¿Cómo pudísteis llegar a dudar?

Hoy hablamos acerca de la muerte.
Existe mucho miedo respecto a la muerte. Miedo a la aniquilación, miedo al olvido, miedo a ser devorados por el gran agujero negro que asociáis a la muerte. Como tan a menudo es el caso en la dimensión terrestre, vosotros tendéis a exponer las cosas al revés y a presentarlas exactamente del modo opuesto a como realmente son. En realidad la muerte es liberación, un regreso a vuestro origen, a la realidad que sois.
Cuando llega la muerte vosotros regresáis sin esfuerzo a vuestro estado natural del Ser. Vuestra conciencia se mezcla con la llama de luz que es vuestra verdadera identidad. Las cargas terrenales se levantan de vuestros hombros. Residir dentro de un cuerpo físico os impone limitaciones. Es verdad que elegísteis sumergiros en este estado de limitación en función de las posibilidades de experimentar que os ofrecía. Y sin embargo ser restituidos a vuestro estado angelical natural es una sensación de arrobamiento. El ángel interno que sois ama volar y ser libre, investigar libremente la miríada de mundos que constituyen el Universo. Hay tanto por explorar y por experimentar. Una vez que nacéis en un cuerpo terrestre, perdéis más o menos contacto con esta libertad angelical, con la sensación de carecer de límites.

Por favor, uníos a mí ahora. Regresemos al momento justo antes de sumergiros en vuestra presente encarnación. En un nivel interior vosotros os permitísteis comenzar esta vida terrestre. Fue una elección consciente y por lo tanto libre y voluntaria. Tal vez hayáis olvidado esto por lo que ocasionalmente os invadan dudas de si realmente deseáis estar aquí. Aún así existió un momento en el cual vosotros dijísteis “sí”. Y ésta fue una elección valiente. Es un acto de enorme coraje canjear vuestra inherente libertad angelical, y con ella esa sensación de ausencia de limitación, a cambio de la aventura de volveros humanos, de volveros mortales. Esa aventura sostiene una promesa que hace que todo sea valioso. Sentid el “¡sí!” que alguna vez salió de vuestra alma. Recordad también ser traídos hacia la Tierra. Sentid cómo os conectásteis a la realidad de la Tierra, y sentid el momento en que descendísteis al embrión dentro del útero de vuestra madre. 

Podéis notar que hay una pesadez rodeando al planeta Tierra, un cierto colorido o densidad grisácea. Hay mucho sufrimiento en la Tierra. El dolor, la pérdida, el miedo, los pensamientos negativos son parte de la atmósfera colectiva de la Tierra. Y eso es por lo que vosotros pasásteis, como alma recientemente encarnada. Vuestra luz encontró por si misma un camino a través de esta oscuridad y, haciéndolo así, un inevitable velo de ignorancia descendió sobre vuestra consciencia angelical original, ensombreciéndola. Sentid la tristeza de ese evento. Sentid también, detrás de él, vuestro indudable coraje y valentía. Vosotros mostrásteis determinación. Os dijísteis: “Voy a hacerlo. Una vez más voy a arraigarme dentro de esta realidad terrestre, zambullirme en esa densidad para encontrar desde allí mi propia luz, para re-conocerla, para re-descubrirla, y para re-transmitirla a este mundo que tanto la necesita.”

Sí, fue un salto a la ignorancia. Olvidando temporalmente quiénes sois, no recordando que vuestro estado de libertad natural del ser es parte de la condición humana. Olvidáis que estáis a salvo y sois libres, sin importar donde estéis. Siendo humanos, empezáis a reclamar esa sensación natural de libertad y de seguridad. En vuestra búsqueda podéis haber llegado a ser engañados por poderes terrenales que parecían ofreceros lo que andáis buscando, pero en realidad han estado tratando de volveros dependientes de algo externo a vosotros, algo que ellos os proporcionaban. Podéis depender de juicios procedentes de vuestra órbita exterior más cercana, juicios que os exhortaron (y quizá sigan haciéndolo) a comportaros de tal o cual modo como condición para ser amados por ellos. Estas imágenes falsas del Hogar, estos substitutos, tendieron a entristeceros y a deprimiros. 
En verdad, el viaje 'descendiente' del Cielo a la Tierra ha sido arduo. La muerte, sin embargo, os trasporta de regreso al plano del amor y de la seguridad eterna. Es al morir que os rendís a quienes siempre habéis sido. Si morís conscientemente de esto, si podéis aceptar la muerte y rendiros a ella a la grandiosidad de esta puerta de regreso a Casa, morir pasa a ser un acontecimiento alegre.

¿Qué sucede realmente cuando morís? Antes de morir pasáis por una etapa de despedidas y de liberar. Es una fase en donde decís adiós a la vida terrenal, a vuestros seres queridos. Esto puede experimentarse como algo difícil. Sin embargo, al mismo tiempo, os ofrece la posibilidad de reflejar profundamente quienes sois, y lo que habéis aprendido y realizado en la Tierra durante vuestra vida. En la aflicción que podáis sentir por dejar a vuestros seres queridos, al desconectaros de la presencia física junto a ellos, siempre se torna muy claro lo que os conecta con ellos. Es un lazo de amor que es inmortal. Este lazo es tan poderoso que sin esfuerzo pasa a través del límite que es la muerte. El amor es una fuente inagotable, que da origen a nueva vida eternamente. No temáis perder a vuestros seres queridos, porque es en el momento de decir adiós que los límites de amor incondicional se refuerzan y obtienen nueva vida. Porque es cierto: cuando partís en amor, estáis sellando la promesa de un futuro reencuentro. Os hallaréis nuevamente el uno al otro, sin esfuerzo, porque el camino más corto hacia otro siempre sigue siendo el camino del corazón.

Si tenéis seres queridos que ya han fallecido, podéis estar seguros de que están cerca de vosotros al nivel del corazón. Sentid ahora su presencia...ellos están aquí, entre nosotros, extendiéndoos sus saludos. Ellos se sienten privilegiados y libres. Están liberados de la duda que azota a tantos en la Tierra. Ellos ansían compartir con vosotros el amor y la bondad, disponibles para vosotros en todo momento.

Aquellos que quedan atrás, a menudo asocian la fase previa a la muerte de sus seres queridos con sentimientos de tristeza y pérdida. Es natural lamentar la partida de un ser querido; es natural extrañar y añorar la presencia física del ser querido, igual que cuando un amigo parte en un largo viaje. Sin embargo, nosotros os alentamos a sentir que, con su partida, se abre un portal hacia una nueva dimensión, una dimensión donde la comunicación es de una naturaleza tan pura, tan clara y tan directa que se eleva sobre los métodos de comunicación comúnmente usados en la Tierra. Vosotros podéis tener una comunicación directa con un ser querido después de su fallecimiento, desde vuestro corazón a su corazón. De este modo, una vez que vosotros os comunicáis honestamente y abiertamente con el otro, la idea falsa, el desencuentro que quizá solía habitar entre vosotros puede ser aclarado fácilmente. Su mensaje será recibido, siempre.

Una vez que vosotros mismos hayáis muerto, veréis a la gente que está viviendo en la Tierra desde una perspectiva diferente. Seréis más tolerantes, mansos y os retrobaréis con un sentimiento de sabiduría incrementada. No es que vayáis a estar, de repente, completamente equilibrados, pues hay emociones y sentimientos que os lleváis con vosotros al extenuarse vuestro cuerpo físico, al morir. Emociones que necesitan ser tratadas. No vais a ser omniscientes una vez que dejéis la vida física. Y, en realidad, eso no está tan mal, porque de este lado...aún hay mucho que experimentar y descubrir! Aún así, en la mayoría de vosotros se cobra una nueva perspectiva. La dimensión de la eternidad es tangible, y esto, respetuosamente, mitiga vuestra visión de lo que os preocupaba y de la gente que estaba vinculada directamente a vuestro entorno durante vuestra estancia en el mundo...en la Tierra.

Ahora bien, ¿qué os sucede a vosotros una vez que traspasáis los límites de la muerte?
Una vez que habéis pasado la etapa consciente del duelo, la etapa de decir adiós de despediros (si la muerte no ha sido repentina), comenzaréis a sentir a la muerte acercándose. Es cuando cambia el foco de vuestra conciencia. Al soltar el mundo externo, las personas, vuestro cuerpo, se tornará hacia adentro y se moverá más profundo dentro de vosotros. Vuestra conciencia del mundo externo va disminuyendo y esto os permite prepararos para el viaje interior en el cual estáis por embarcaros. Si aceptáis la muerte conscientemente, experimentaréis una sensación de “alistarse”, una disposición voluntariamente aceptada para realmente liberar. En lo que concierne a vuestros seres queridos, éste es el momento adecuado para que os dejen ir, porque vosotros necesitáis toda vuestra fuerza para volcaros hacia adentro y prepararos.

Morir no debe necesariamente ser un proceso doloroso. Lo que en realidad tiene lugar es de una naturaleza grandiosa y majestuosa. Morir es un acontecimiento sagrado en donde el alma se conecta consigo misma de la manera más íntima. Durante la etapa final, la persona que muere siente la dimensión terrestre de un modo desprendido: el cuerpo, los olores, los colores, y otras sensaciones físicas. Otra dimensión está entrando en su consciencia, con una radiación tan prometedora y tentadora, que ya no es más difícil rendirse y dejar atrás todas las cosas terrenales. Incluso la presencia próxima de vuestros seres queridos ahora no detendrá vuestra partida. La energía del Hogar – Dios, el Cielo, o como sea que queráis llamarlo – es tan abrumadoramente complaciente, cálida y apaciguante que os hace fácil el soltar y devolver a la Tierra vuestro cuerpo cansado y gastado.

Una vez que os liberéis en paz, vuestra alma se eleva de vuestro cuerpo suavemente y con fluidez. Os sentiréis sostenidos por fuerzas universales de amor y sabiduría. Si morís sin resistencia, vuestro entorno inmediato se llenará de una energía cálida y encantadora. Experimentaréis una indecible sensación de alivio. Sois libres, y todo se vuelve claro. Recordáis la omnipresencia del Amor, no como una idea abstracta sino como una realidad palpable. Mientras estuvísteis en la Tierra llamásteis “Dios” a esta clase de amor, y sostuvísteis una imagen sesgada, una creencia, humana, de lo que este Dios “quería de vosotros”. Estuvísteis convencidos de que este Dios os exigía cosas que vosotros no cumplíais. Pero aquí, en esta dimensión, recordáis lo que realmente es la voluntad de Dios: animaros, inspiraros, experimentar la creación a través de vosostros y finalmente re-conocerse a Sí mismo en vuestro semblante. Dios, esa energía que todo lo anima, quería volverse humano a través de vosotros. La meta de la evolución del universo eres TÚ: ¡Dios hecho humano!

Dios es la fuente de la Creación, y vosotros sois su realización. Vosotros, quienes habéis dado forma humana a la luz de Dios, NUNCA SOIS JUZGADOS por ser humanos. NO TENEIS CULPA. Al contrario, sois honrados por vuestra epopeya líbremente escogida. 
La idea de un Dios vengativo es aún otra perversión, un trastrocamiento de la verdad, instigado por el miedo. Dios se reconoce a Si mismo en vosotros, sin considerar lo que hagáis o dejéis de hacer. Cuando estéis de vuelta de este lado, os volveréis de nuevo conscientes de esto, y una camionada de autocrítica y de sentimientos de inferioridad caerá de sus hombros. Sentiréis nuevamente la alegría original de vivir, seguros en las manos de Dios.
Tras vuestro regreso aquí, veréis a seres de luz a vuestro alrededor. Habrá guías para asistiros y personas que conocíais y que murieron antes que vosotros. A veces os sorprenderá ver con quién os encontrais: personas con quienes sólo os encontrásteis por corto tiempo, pero quienes tocaron vuestro corazón profundamente...o amigos y parientes de toda la vida. Cualquiera con quien hayáis tenido una conexión basada en el amor vendrá a saludaros en algún momento. Una vez más, se torna tan claro para vosotros el hecho de que decir adiós no es más que una ilusión, que la conexión del corazón es eterna. Experimentaréis un sentimiento de agradecimiento y de admiración, a medida que accedáis a este plano de amor incondicional y sabiduría.
Una vez que llegéis a este lado, hay una fase de ajuste en la cual os acostumbraréis a vuestro nuevo entorno y lentamente liberaréis vuestras ataduras a la vida terrenal. Necesitaréis sin duda aclimataros. Habrá guías que os sostendrán y que están, por otra parte, especializados en esto. Aún tendréis un 'cuerpo' pero los sentiréis más...fluido...que el cuerpo físico al que estábais acostumbrados. Lo más probable es que dicho cuerpo tome la apariencia de vuestro cuerpo físico más reciente. Aunque hay libertad de tomar cualquier apariencia que se desee, la mayoría de las personas aprecian algo de continuidad por un tiempo. También sois libres de crear vuestras propias condiciones de vida...por ejemplo, una casa hermosa con un jardín encantador, en un entorno natural con el que os encariñásteis mientras estábais en la Tierra. Está totalmente bien vivir vuestras fantasías terrenales deseadas en este plano, plano al cual yo me refiero como el plano astral. Ésta es una dimensión o reino del ser que tiene en cuenta mucha libertad creativa, aunque aún se asemeja y está estrechamente conectado a la dimensión de la Tierra física.

Algunas personas han tenido dificultades en aceptar la muerte en la Tierra debido quizá a que su transición hacia el otro lado haya sido menos pacífica o incluso repentina o violenta. Usualmente ellos necesitan más tiempo para adaptarse a sus nuevas circunstancias de vida. A veces les lleva un tiempo antes de que realmente se den cuenta de que 'han muerto'. Algunas personas padecieron una enfermedad crónica y encuentran dificultades en quitarse de encima la idea de estar enfermo. Ellos no pueden creer totalmente que estén sanos otra vez, y a menudo requieren la paciencia y el apoyo bondadoso de un guía espiritual que los ayude a liberar su viejo cuerpo. El cuerpo viejo puede pegarse al alma, puramente como un concepto, como una forma de pensamiento. Lo mismo vale para los hábitos emocionales y los patrones de comportamiento. Pueden repetirse en el plano astral hasta que el alma descubre su libertad, su poder para liberarse y abrirse a algo nuevo.

Otra posibilidad es que el alma permanezca atada al reino de la Tierra, a los seres queridos en particular, porque murió súbitamente o de muy joven. Esto puede pasar en el caso de accidentes, catástrofes, o cuando la persona estaba en la flor de su vida. Éstas son situaciones en las cuales un alma particular no se sentía dispuesta o preparada para partir. Morir en esos casos es más o menos traumático. De este lado hay apoyo amoroso para estas almas traumatizadas, como siempre lo hay. Tarde o temprano el alma alcanzará un estado de aceptación y de comprensión de la situación. Siempre hay una razón viable para lo que parece ser una partida prematura desde el plano terrestre. Morir nunca es casual o azaroso, nunca es una coincidencia.
Mientras se extiende vuestra estancia en el otro lado, vuestro espíritu se expande dentro de niveles más amplios y más profundos de conciencia. Soltaréis cada vez más los modos de pensar y de sentir a los que estuvísteis acostumbrados en la Tierra. Esencialmente, regresáis gradualmente al centro de quienes son, vuestra alma, la chispa divina interior. Cuanto más entráis – o, mejor dicho, regresáis – a ese estado de conciencia, más os desprendéis de la personalidad terrestre y de la dimensión de la Tierra. Sentiréis un flujo del ser que se extiende más allá de ese aspecto vuestro. Entraréis en contacto con otras vidas que pasásteis en la Tierra, encarnaciones en donde personificásteis otros aspectos de vuestra alma. Tomáis consciencia del espacio sin límites que es vuestra alma y de las muchas experiencias que habéis acumulado en vuestro viaje por el universo.
Cuando ahora la gente en la Tierra se conecte con vosotros, ellos sentirán a una persona que ha ganado en sabiduría y en amor espiritual. De hecho, a medida que os aproximéis al centro de vuestra alma, estáis dejando el plano astral y estáis accediendo a lo que yo llamo el plano esencial, el reino de la Esencia. La mayoría de las personas permanecen en el plano astral por bastante tiempo después que han muerto. Ellos miran hacia atrás a su vida en la Tierra y reflexionan sobre todas las experiencias por las que han pasado. En el reino astral podéis experimentar tanto alegría como depresión, ambas emociones, positivas y negativas. Vuestros alrededores reflejan vuestra realidad psicológica interior. Las emociones, con las cuales tenéis que llegar a un acuerdo, adquieren la forma de colores, paisajes y encuentros. Con frecuencia visitáis este plano astral en vuestros sueños llenos de símbolos, así que estáis familiarizados con este campo de conciencia. En vuestra literatura esotérica, cuando los sueños hablan de muchas capas o esferas en la vida después de la muerte, extendiéndose desde la oscuridad a la luz, se están refiriendo al plano astral.
En el plano astral tenéis la oportunidad de escoger el equipaje emocional que trajísteis con vosotros de vuestra reciente vida en la Tierra. En esto sois asistidos por varios guías amorosos. En cierto momento, una vez resueltas vuestras cargas, soltaréis todas vuestras ataduras y vuestro dolor emocional y estaréis preparados para moveros por completo más allá del plano astral. Ahí es cuando pasáis al plano de la esencia. Cuando esto sucede es como una...segunda muerte. Dejáis voluntariamente atrás todo lo que no pertenece verdaderamente a vosotros, anhelos y deseos personales incluidos y os permitís fundiros con el Yo superior, vuestro centro divino. En el momento en que pasáis al plano esencial, seréis conscientes del inmenso poder que os mueve. Experimentaréis vuestra unidad con Dios.

El plano de la esencia, el plano del Yo eterno, es el asiento de la conciencia divina desde la cual se origina toda la creación. Yo os pido que os toméis un instante para conectaros con ese plano, aquí y ahora. No está lejos. Lo atraviesa todo, tanto al plano astral como al plano terrenal; atraviesa al cosmos entero. La presencia que sentís aquí es la presencia de Dios, pura y no contaminada. Podéis sentiros como un profundo silencio, completamente pacífico pero rebosante de vida y de creatividad. Desde esta fuente brota toda la creación y a esta fuente deberá retornar.
Cuando alcancéis el plano esencial en la vida después de la muerte, seréis capaces de hacer elecciones conscientes en cuanto a vuestro destino futuro. En este plano podéis planear, con la ayuda de maestros y guías, otra encarnación en la Tierra, o trazar un viaje diferente, dependiendo de vuestras metas. En el plano esencial poddéis oír claramente la voz de vuestra alma. Es desde este plano que vosotros alguna vez dijísteis “sí” a la vida en la cual os halláis ahora.

Tomáos un momento para recordar cómo se siente estar en este plano. Cuanto más conscientes os volvéis de esta dimensión durante vuestra vida en la Tierra, más fácil será morir pacíficamente y, tras vuestra muerte, moverse más allá del plano astral hacia el plano de la esencia.
La muerte no es nada más que una transición, una de las muchas transiciones que pasan en la vida. El nacimiento es una transición. La vida en la Tierra conoce tantos momentos de transición, de pasar y liberar. Tan sólo piensad en esto... El cuerpo en el cual residís ahora, en algún momento ha sido muy diminuto, un pequeño bebé vulnerable. Y aún así vuestra alma, la esencia divina dentro de ustedes, ya estaba trabajando a través de vosotros cuando érais ese pequeño bebé vulnerable. Cuando alcanzásteis la madurez, muchos de vosotros fuisteis devorados por las demandas que la vida en la Tierra puso en vosotros, y os enfrentásteis a miedos y dudas. La conciencia de vuestro centro divino, vuestra alma, fue empujada al fondo de vuestra mente, allá desde donde no pudiera impediros, en toda su magnitud, la experiencia del abandono. Sin embargo, llegaron momentos en svuestra vida en los que la dimensión de la conciencia divina se abrió otra vez. Esto a menudo sucedió en momentos críticos, durante los cuales tuvísteis que liberar, cuando tuvísteis que decir adiós a alguna circunstancia a la que os habíais apegado...Quizás fue decir adiós a un ser querido, tal vez abandonar un trabajo; cualquier argumento concebible. Tales acontecimientos son transiciones que se asemejan a la muerte, no en un sentido literal sino a un nivel psicológico. A vosotros se os pide que liberéis a un nivel profundo la luz divina que arde dentro de ustedes. Y es exactamente en esos momentos de crisis que podéis comenzar a sentir la realidad de vuestro Ser Eterno, tal como está sucediendo en estos precisos instantes. Esta realidad permanece con vosotros incondicionalmente, incluso cuando todo a vuestro alrededor se desmorona y desaparece. Y así es cuando llega a la muerte física. Si en ese momento sois los suficientemente valientes como para liberar, el plano de lo eterno os abrazará y experimentaréis una conciencia muy fuerte de quiénes sois en realidad.

Morir en rendición consciente es un acontecimiento sagrado, lleno de vida y de belleza. La majestuosidad de lo que se está desplegando será tangible para aquellos que estén presentes. Cuanto más hayan experimentado, aquellos que están presentes, “el morir en vida”, más serán llenados con una admiración y reverencia acerca de la transición que están presenciando.

Con respecto a todas las transiciones disponibles en la creación, extendiéndose desde el nacimiento físico y la muerte hasta momentos de intenso desprendimiento emocional durante la vida, la cuestión esencial siempre está no en si sobreviviréis, sino en si sois capaces de retener la conexión con vuestro propio centro divino. La cuestión es, ¿podéis permanecer en contacto con el plano de la Esencia, vuestros orígenes, el latido de la Creación? Conectaros a menudo con el plano esencial durante vuestra vida material es la mejor manera de prepararse para la muerte, y para lo que se halla más allá. Al volveros conscientes ahora – antes de la muerte física – de que el verdadero centro de quienes sois no depende del actual cuerpo físico en el cual residís, ni de la identidad que asumís e interpretáis en el mundo, os liberaréis para suavemente hacer la transición una vez que llegue el momento.
Conectaros con el plano esencial es una elección que hacéis. El simple hecho de morir no va a acercaros a eso. Después de morir seréis casi la misma persona que sois ahora, aunque dotados de diferentes posibilidades y con más amplias perspectivas. Pero la cuestión crucial siempre permanece: ¿Os recordáis? ¿Sois capaces de conectaros conscientemente con esa dimensión de eternidad que fluye a través de vosotros y que os inspira?

Vosotros sois Ángeles de Luz, profundamente amados, no-perecederos, eternos. Conservad la fe en esto porque es vuestra Realidad. Permitíos ser confortados y sostenidos por este conocimiento cuando llegue vuestra hora de morir; Entonces...y ahora también, mientras afrontáis los asuntos de vuestra experiencia cotidiana.
Para morir pacíficamente, se os pide que os desprendáis, a nivel interno, de cualquier cosa que os ate a la existencia terrenal. Practicad este desprendimiento continuamente mientras estéis viviendo, y estaréis preparados para morir. Esa práctica os conducirá, por añadidura, a disfrutar de la experiencia de vivir como nunca la habíais sentido antes.
Os podéis estar preguntando: “¿No es acaso una tragedia desprenderse de la vida, precisamente cuando la estás experimentando?” La respuesta es: “No. Desprenderse es el testamento de un Espíritu verdaderamente Poderoso.”
¿Qué significa entonces desprendimiento? Significa que prestáis atención a la esencia, que no permanecéis aferrados a asuntos no-esenciales. Significa que no contribuís a alimentar y generar drama emocional innecesario; significa que experimentáis alegría en las cosas simples de la vida. Practicar el desprendimiento y permanecer sintonizados con el plano de la esencia implica ser consciente de una dimensión oculta, la cual yace directamente debajo y detrás de lo observable. Significa renunciar a los juicios rápidos en términos de bien o mal, y confiar en una inteligencia cósmica que, en mucho, excede a la mente humana.
Muchos de vosotros estáis atrapados en una fiebre de creencias, en una vorágine de pensamiento. Pensáis en la vida, y cómo enfrentarla, febrilmente; cómo resolver los problemas, cómo llevan a cabo todas las cosas que pensáis que necesitáis/debéis hacer. El desprendimiento significa no tomaros tan seriamente este aspecto pensante de vosotros. ¿Esto es hacer algo trágico? No. En lugar de eso, trae luz y frescura a vuestra vida, a la que convierte en una experiencia lúdica. Al final todo depende de la perspectiva.

Es vuestro impulso excesivo a controlar que la vida se vuelve una lucha, agotadora y pesada. El desprendimiento trae paz a la mente, humor y atención. Ser consciente de la finitud de la vida inspira el deseo natural de cuidar de ella, de vivirla. Y es ahí donde vuestro centro divino puede fluir sin esfuerzo a través de vosotros, desde el plano esencial a vuestra realidad terrestre. Una vez que esto suceda, habréis conquistado la muerte antes de morir.

© Pamela Kribbe 2009

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