jueves, 22 de diciembre de 2011
Rendición y control (y II)
viene de parte I
3. El tercer ídolo: compadecer a los demás y acompañar su sufrimiento
Hay otro dios falso que quisiera mencionar y el cual tal vez sea el que más os preocupa en la vida diaria. Es compadecer a vuestros compañeros, compartir la carga con vuestros seres queridos, sufriendo junto con ellos. Ahora, os podéis preguntar: ¿Cómo puede ser eso un ídolo? ¿Qué hay de malo en eso? ¿No se supone acaso que estoy conectado con los demás, especialmente con mis seres queridos, y que tengo que ayudarles si puedo? De lo que estoy hablando es de una tendencia que tenéis a conectaros tan profundamente con la gente que os rodea, que sois arrastrados por ellos hacia su dolor, sus problemas y emociones negativas y perdéis contacto con vuestro propio centro y paz interior. Esta clase de lástima y co-sufrimiento no es en absoluto vuestro deber, ni tampoco es provechoso para la otra persona (la que sufre). No es tampoco correcto desde un punto de vista espiritual.
Mucho de lo que vosotros llamáis “elevada sensibilidad” se está abriendo tanto hacia la energía de la otra persona que elimina las vuestras. Vuestra empatía (es decir, la habilidad de sentir el humor y las emociones de la gente) está insuficientemente equilibrada por la perspicacia de saber que las energías negativas en esas otras personas pertenecen a ellos y no a vosotros. No estáis comprendiendo con suficiente claridad que la negatividad juega un papel crucial y viable en la vida de esa otra persona y que vosotros podéis iluminarlos a través de vuestra compasión y comprensión. Pero no sirve de nada que sufráis junto con ellos.
Por supuesto que os encantaría ver a vuestsros seres queridos llevar vidas felices y satisfactorias (ya sea vuestra esposa/marido, vuestro hijo, padre o un amigo). Quisiérais que ellos se sintieran mejor y que sus problemas fuesen resueltos. Siempre recordad que los problemas que ellos tienen son producto de sus propias creaciones y les sirven de experiencia. Los problemas de relaciones, asunto de dinero, problemas de salud, desórdenes psicológicos…todos ellos reflejan conflictos internos profundamente arraigados dentro de su alma. En algún lugar, en lo más profundo de su intención, la gente quiere experimentar estos problemas, para librarse de algo. Podría parecer que ellos son víctimas, especialmente cuando ellos corren en círculos una y otra y vez. Pero a menudo eso significa que ellos todavía quieren experimentar completamente algunos aspectos de ese problema y que aún no están abiertos a vuestra ayuda. Si de todos modos tratáis de ayudarlos, fácilmente os incomodaréis y y tenderéis a controlar sus vidas agotando con ello vuestras propias fuentes de energía. Entregáos a la rendición como forma de vida.
Dando demasiado o inapropiadamente, malgastáis vuestra energía y os enmcadenáis emocionalmente con aquél o aquella que estáis tratando de ayudar. Esto os hace dependientes de la otra persona para aliVuestras energías emocionales se confunden y ésta es una de las mayores causas de la pérdida de fuerza, vitalidad y conocimiento de uno mismo. Pocas cosas pueden descomponer vuestra energía tan fácilmente como la sensación persistente de deuda, culpa y responsabilidad por alguien más.
En tal “relación de ayuda” a menudo surgen asuntos de poder, incluso si nadie tuvo esa intención. Al dar demasiado o inapropiadamente, el ayudante en realidad trata de disimular un vacío interior que pasa desapercibido mientras uno está preocupado por alguien más. Ayudar a alguien más puede haceros sentir más fuerte y más seguro de vosotros mismos. Aquél que recibe toda la atención por parte de vosotros, experimenta esto como lindo y confortable, y ellos pronto notan que pueden influenciaros y manipularos con sus caprichosos estados de ánimo y emociones. Ellos saben que si las cosas se ponen peor para ellos, conseguirán más atención de vosotros (porque vosotros deseáis muchísimo que ellos estén bien). El “sufriente” entonces percibe que tiene poder sobre vosotros y eso da como resultado que desee permanecer en el cómodo papel de víctima. En tal relación, está teniendo lugar un fuerte intercambio de energía, y os agotará a ambos, porque no está alineado con lo que vuestras almas realmente anhelan. No hay una verdad espiritual en el modo en el que os estáis reduciendo uno al otro a roles muy limitantes. El ayudante finalmente se frustrará porque el sufriente no progresará demasiado: no tiene interés en cambiar, porque él ha invertido mucha energía en el rol de víctima, atascándose incluso más en su papel de ‘pobre de mi’; ellos se hunden en eso más profundamente, lo cual puede paralizarlos completamente. Ambos os enojaréis y os culparéis el uno al otro.
Fácilmente os compadecéis y os apenáis por la gente que está a vuestro alrededor. Especialmente las almas trabajadoras de la luz, quienes tienen un profundo impulso a esparcir luz y conciencia sobre la Tierra, son muy sensibles al sufrimiento de los demás. Es difícil para vosotros ver el sufrimiento a escala global, por ejemplo en regiones del mundo devastadas por la pobreza o por la guerra, o la destrucción y contaminación del medio ambiente. Pero cuando se manifiesta en un sufrimiento localizado que está cerca de vosotros, en vuestro ambiente personal, os afecta muy profundamente.
Es importante comprender que no ayudáis a alguien volviéndoos más pequeños. Con frecuencia pensáis que si absorbéis y tragáis parte de las emociones de la otra persona, os conectáis profundamente con ellos y por lo tanto los ayudáis. Es como si estuviérais compartiendo la carga. Pero asimilando los problemas de la otra persona, en verdad vuestro poder se fragmenta y se destroza por la negatividad en ellos. Pensaréis que no tenéis derecho a la felicidad, tranquilidad, a estar satisfechos con ustedes mismos, mientras otros sufren. Este es un grave error. En realidad, lo opuesto es lo verdadero.
Ayudar verdaderamente a alguien significa que ponéis vuestra energía al servicio de la solución del problema, no en el problema mismo. Para hacer esto necesitáis volveros más grandes en lugar de más pequeños. Cuanta más independencia y consciencia de uno mismo irradiéis, más representaréis la “energía de la solución” y más podréis interesaros por alguien más sin agotaros. Si vais a sufrir con ellos, tan sólo estaréis reafirmando el problema presentado. Si permanecéis centrados y calmos, sin resonar con las emociones pesadas del otro, dais a conocer otro ángulo, otra perspectiva de mirar el problema. Precisamente desde el momento que no resonáis con la energía del problema, estáis vertiendo nueva luz sobre él.
La verdadera guía espiritual nunca involucra resolver el problema de alguien más. Más bien significa ser un faro de luz y de consciencia para ellos, quien os refleja sus problemas de un modo que les permite a ellos echar otra mirada sobre eso. Les permite a ellos ver significado y valor en el problema; les devuelve a ellos una sensación de libertad y de responsabilidad. Algo dentro de vosotros toca su corazón y los inspira: es la energía del amor. Es la energía de la aceptación. De este modo, les ofrecéis a ellos la “energía de la solución”, no haciendo algo por ellos, sino irradiando esa paz hacia los demás. No se trata de llevar las cargas de los demás o de hallar soluciones a sus problemas. Se trata de llevar la energía de la solución en vuestro propio ser y de compartirla abiertamente con los demás. Esa es la esencia de vuestra misión en la Tierra, la esencia de lo que significa traer luz.
Ser fiel a vosotros mismos, cuidaros a vosotros mismos y escuchar lo que vuestra intuición os susurra es un prerrequisito para anclar la frecuencia del amor en la Tierra. Esto es lo que vuestra alma quiere para vosotros. Cada vez que dejéis que los demás os arrebaten vuestra energía, o deis demasiado de vosotros por miedo o por una necesidad de controlar, una parte de vuestra luz se apaga y necesitaréis recuperaros y sanaros emocionalmente para recuperar el equilibrio y vitalidad natural. Daos cuenta de cómo esto sucede en vuestra vida diaria. Si os estáis preocupando por otra persona, por cómo ellos os perciben a vosotros o por cómo deberíais ayudarlos, y vuestros pensamientos van en círculos, y las mismas emociones se repiten, entonces es síntoma inequívoco de que atascados en el surco del miedo y del control. A menudo, tendéis a entregar vuestra energía porque pensáis que estáis haciendo las cosas mejor, ayudando a las personas o resolviendo un problema donde ‘se precise’. Pero prestad atención a esto: ¿realmente vuestra contribución sirve para solucionar el problema o más bien afirma y por lo tanto perpetúa el problema? Preguntaos a vosotros mismos si no estáis realmente sirviendo a un ídolo, en lugar de servir a vuestra propia luz interior.
Tratar de controlar las cosas con frecuencia parece apropiado y razonable, pero a menudo todo se reduce a actuar obligados por el miedo a que la inacción os conecte con el abandono y la sensación difusa de no valer. Con frecuencia os sentís cansados y agotados por todos vuestros esfuerzos en diferentes áreas de la vida, pero a menudo perseveráis y sentís que estáis obligados a poner incluso más energía en eso. Pensáis que le deben eso a alguien, a alguna organización, a la sociedad o incluso a Dios. Pero cada vez que os sentís emocionalmente agotados, insistiendo demasiado, es tiempo realmente de liberar y encontrar algún lugar tranquilo para vosotros mismos. Es tiempo de soltar el mundo y volcaros hacia adentro. Cortar las sogas por un tiempo y reconectaros con vuestro niño interno es muy importante para permanecer centrado y equilibrado. Al conectaros con el niño, también despertáis al ser angelical, el cuidador del niño. Os conectáis con vuestro “ser inferior” y su “ser superior”, y al sentirlos dentro, y escucharlos cuidadosamente, comenzáis a sentir cómo ellos pudiendo jugar juntos alegremente en su presencia. Se torna claro qué cosas necesitáis hacer o perseguir para llegar a estar centrados y tranquilos otra vez.
Encontrar y seguir vuestra pasión
Cada uno nace con una pasión. Imaginad que esa pasión es una hermosa rosa roja. Imaginen que, justo antes de nacer,estáis sentados en los confines del cielo, sosteniendo esta exquisita rosa roja en vuestra mano. Aunque podáis estar dudando acerca de si dar el salto adentro del reino de la Tierra, preguntándoos, incluso tristemente, si realmente os veis capaces de cumplir con ese reto, seguís sintiendo un profundo fuego interior, una pasión, que se os presenta como la rosa roja. Ahora imaginad que dais el salto, os encarnáis, y ahora lleváis la rosa adentro, en vuestro abdomen y en vuestro corazón. Dejad que la energía de la rosa venga a vosotros ahora. Permitid que vuestra pasión original, vuestra inspiración se presente a vosotros en este momento.
Echadle una mirada a la rosa, ¿a qué se parece ahora? Tomad la primer imagen que aparezca en vuestra mente. ¿La rosa luce un poco triste y raída, o resplandece vibrantemente? ¿Veis un pimpollo o una rosa floreciente? ¿Necesita algo de vosotros en este momento? Tal vez más agua o luz del sol, o algo más de amor y atención, ¿o quiere ser trasladada a otro lugar, a un entorno donde se pueda nutrir más? Imaginad que le dais exactamente lo que necesita, y sentid cómo esto os afecta a vosotros en el nivel interior.
El rojo es el color de la Tierra y el del chackra raíz o base. El rojo es el color de la pasión. A menudo tenéis miedo de vuestra propia pasión. teméis dejar que este flujo original se exprese abiertamente en vuestras vidas, porque va en contra de lo que la sociedad o la tradición consideran apropiado, correcto y razonable. Sin embargo, en cada uno de vosotros hay una pasión original y una inspiración que es la verdadera fuente de vuestra existencia aquí y ahora. No podéis realmente sentiros realizados e inspirados hasta que no dejéis que esa energía se esparza en vuestra vida y la guíe. La esencia de la rendición como forma de vida es que os rindáis a vosotros mismos, a vuestra pasión del alma, a la inspiración que acuna vuestra vida actual.
Hay varias formas de reconocer si estáis conectados con vuestra pasión del alma.
1. Sentir inspiración – donde sea que fluya, ahí es donde necesitáis estar
La rendición como forma de vida significa que os dejáis guiar por lo que verdaderamente os inspira. La rendición no es una energía pasiva. Al rendiros a lo que realmente os motiva y los inspira, estáis abriendo la puerta a un flujo de energía interior vivaz y activo. Para descubrir ese flujo por vosotros mismos, necesitáis descubrir con qué clase de ocupación o actividad vuestra energía fluye naturalmente. ¿Qué cosas os hacen sentir felices y tranquilos? ¿En qué clase de ocupación o actividad sentís que las cosas se mueven fácilmente y con gracia? ¿Cuál es la esencia de estas cosas o actividades? Sentid la esencia de eso – y sabed que puede haber una variedad de caminos por los que esta esencia toma cuerpo y forma.
2. Ser fiel a vuestra propia naturaleza – lo que hacéis naturalmente, es para lo que sois buenos
Para reconocer vuestra pasión precisáis daros cuenta de que siempre hay algo que es muy natural para vosotros. Es algo, una actividad, ocupación o forma de expresión, hacia la cual os sentís atraídos, interesados y cuya dedicación os produce disfrute. Es algo cercano y natural para vosotros, casi evidente desde vuestra perspectiva. Para dar fruto a vuestro talento natural podéis tener que aprender algunas habilidades o seguir alguna educación formal, pero será relativamente fácil y alegre para vosotros hacerlo. Vuestra pasión es algo hacia lo cual vuestras habilidades y talentos están afinados; involucra actividades para las cuales sois buenos desde el comienzo.
3. Poner límites claros y atreverse a decir “no”
Tomaos a vosotros mismos seriamente. Vosotros estáis en el flujo de la rendición si os tomáis a vosotros mismos con la suficiente seriedad como para decir no a las cosas o personas que inhiben o interrumpen ese flujo. Sólo podéis seguir vuestra pasión si os atrevéis a decir no a lo que no se adapta o se siente apropiado para vosotros. Rendirse a uno mismo, a la inspiración original, significa ser precoz y obstinado a veces, mantenerse apartado y confiar en los mensajes del corazón incluso si la gente dice que sois tontos o ridículos. Se trata de la fidelidad a vosotros mismos. ¡Atreveos a ser grandes, atreveos a marcar la diferencia! Realmente no hay alternativa, lo sabéis. La alternativa es que vuestro flujo natural de inspiración se atasca y se seca y comenzáis a sentiros frustrados, vacíos, enojados e insatisfechos. Si no elegís por vosotros mismos, elegís en contra de vosotros mismos. La energía de la rosa, vuestra pasión, se retira y esto crea problemas psicológicos tales como soledad, desavenencia y finalmente depresión. Por lo tanto, atreveos a decir no, atreveos a ocupar un espacio con límites claros. No temáis ser “egoístas” de acuerdo a los estándares de los falsos dioses.
4. Paciencia y ritmo – caminad paso a paso
Si estáis conectados con la energía de vuestra alma, con vuestra inspiración, esto despejará vuestro camino en vuestra vida cotidiana. Las oportunidades (en la forma de personas o situaciones que encontréis) vendrán hacia vosotros a un paso y ritmo que se adapta a vosotros. Si queréis estar a tono con ese flujo de manifestación, permaneced en el presente y tomáoslo paso a paso. No tratéis de correr más allá de todas las cosas que tienen que suceder para comprender vuestros sueños y vuestra pasión. La vida os cuida, no ncesitáis cuidar a la vida. Simplemente sentid vuestra pasión y confiadla en las manos del Dios dentro de vosotros. Dejen que el ángel que está adentro proteja y vigile los sueños y deseos de vuestro niño interior. ¡Rendíos y confiad!
Muchas gracias por estar aquí hoy. Es un gran placer estar con vosotros y recordad que el yo que está diciendo esto también representa en gran medida a vuestra propia energía. Es vuestra propia energía la que os hace señas y os invita: atreveos a vivir, ¡atreveos a ser quienes sois!
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