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domingo, 2 de diciembre de 2012

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Lo medimos todo. Calculamos los pesos, volúmenes, temperaturas, velocidades, alturas, densidades, frecuencias, etc. de cualquier objeto o circunstancia que experimentemos. Lo hemos hecho desde que adquirimos la perspectiva racional de enfrentar la vida. Hace 50.000 años el homo sapiens no efectuaba mediciones. Y sin duda que seguimos conviniendo en la incuestionable necesidad de medir uno de los parámetros que más nos fascinan: nuestra antigüedad, es decir, nuestro tránsito, el lapso existente entre nuestro nacimiento y nuestra defunción. Medimos nuestra evolución haciendo uso de una dimensión llamada tiempo. Cronometramos y celebramos nuestros cumpleaños. Medimos el tiempo en 'este' mundo en función de las revoluciones (órbitas) que 'este' planeta que habitamos ejecuta alrededor de la estrella primordial de nuestro sistema solar, el Astro Rey, el Sol. Sin embargo hubo un tiempo en que no existía el tiempo...

Es científicamente demostrable que la Tierra tiene una edad determinada. Su origen es constatable y nunca ha sido negado. Desde la óptica de un evento cósmico demostrable, acaecido hace alrededor de 4.500 millones de años, los llamados doctos del siglo XX denominaron Big Bang (Gran impacto/detonación...) a una gran explosión teórica que persiste en tratar de explicar el origen del Universo entero.

Según la ciencia más reciente, los planetas de nuestro sistema solar, son 8: 1.Mercurio, 2.Venus, 3.Tierra, 4.Marte, 5.Júpiter, 6.Saturno, 7.Urano y 8.Neptuno (Plutón -GaGa para los sumerios- fue desacreditado como planeta en 2006 cuando 2500 científicos reunidos en Praga consensuaron que su diámetro -inferior al de nuestra misma Luna- y su poco habitual órbita, desautorizaban su presencia en el panteón planetario ortodoxo. Desde entonces es un 'planeta enano'). Sin embargo, la civilización sumeria, aquella que antecede a la egipcia en 1500 años, nos ha legado gráficos –en forma de tablillas de arcilla grabadas con cuñas (escritura cuneiforme) por sus herederos babilónicos– que atestiguan el conocimiento, por parte de esa antigua humanidad, de la existencia no solo ya de los 8 planetas mencionados (recordemos que Urano, Neptuno y Plutón, tan sólo han sido 'descubiertos' por la ciencia contemporanea en 1690, 1846 y 1930 respectivamente, lo cual otorga a todas luces, un crédito innegable a los registros sumerios) sino que igualmente describen –junto al Sol, 'nuestra' misma Luna, y al hoy defenestrado Plutón– la resultante presencia de un 12º cuerpo celeste íntimamente vinculado a nuestro Sistema Solar...



¿Cuál es ese duodécimo cuerpo celeste?

Según el portentoso estudio compilado por Zachariah Sitchin –fallecido en 2010 y quien, convengo con mi amigo Bob Dean, probablemente sea el erudito que recientemente más haya acreditado merecer la concesión del Nobel de la Paz–, las llamadas tablillas sumerias establecen la presencia de una órbita adicional, sumamente extraña por su forma exageradamente elíptica, y testimoniada por la presencia del cinturón de asteroides que separa a Marte de Júpiter, que pertenecería a un planeta 'intruso' que tarda 3600 años terrestres en recorrerla. Ese planeta tiene un nombre: Nibiru, el planeta del 'cruce'.

Posteriormente rebautizado como 'Marduk' por los babilonios (ver también Maldek), los registros conocidos más antiguos que relatan la existencia de Nibiru se remontan a aproximadamente 5800 años atrás. Tal como describen las tablillas de arcilla recuperadas de la antigua biblioteca del rey Assurbanipal, en la desaparecida ciudad de Nínive (en el territorio actual de Irak), Nibiru es el cuerpo celeste que atravesó ('cruzó') los dominios de nuestros vecinos planetas, determinando, en función de la ingerencia de su masa y fuerza gravitatoria, las órbitas de los mismos (hasta entonces errantes), dando, asímismo, inicio al ciclo de la vida biológica en el planeta que ahora llamamos Tierra (a la que los sumerios se refirieron históricamente como 'Tiamat', posteriormente al impacto se renombraría 'Ki') como consecuencia del impacto producido entre uno de los 4 satélites de Nibiru y la propia Tiamat. Y todo ello sucedió, tal como confirman las tablillas de arcilla, hace precisamente 4.500 millones de años, coincidiendo con la datación ofrecida por la ciencia actual.

Los sumerios por supuesto transmitieron oralmente dicho acontecimiento. Y la civilización hereditaria babilónica, lo registró de modo escrito hace alrededor de 3.500 años por medio de un relato que hoy calificamos como poético y que hemos convenido en titular (prosaica y vana costumbre contemporánea la de otorgar títulos) tal como enuncia la primera frase de dicho poema...Enûma Elish ( Cuando en las alturas...)


"Cuando en las alturas los cielos no habían sido nombrados,
la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre;
Nada salvo el Apsu (El Sol) primordial,
su progenitor (?) Mummu (Mercurio) y Tiamat (estadio previo de la Tierra), la que dio a luz a todos,
Sus aguas, como un solo cuerpo, confundían;
Los desechos del junco no se habían hacinado,
El carrizal no había aparecido;
Cuando cualesquiera de los dioses (planetas) no habían sido traídos al ser,
ni llamados con nombre, no destinados sus destinos (no establecidas sus órbitas, hasta entonces errantes),
sucedió que los dioses (planetas) fueron formados en el seno de ellas (las aguas)...
Nibiru fue visto por primera vez por nuestros científicos allá por 1987 y hemos estado sintiendo sus efectos desde 1996. Nibiru se halla ya en las proximidades de nuestro sistema solar y ha sido detectado por medio de satélites dotados de dispositivos de detección por infrarrojos (IRAS) y se dirige hacia la Tierra en su ruta rutinaria por nuestra galaxia. Es por esto que estamos sintiendo sus efectos. La NASA y otros grupos gubernamentales saben esto muy bien, por mucho que insistan en desmentirlo públicamente...


Robert Harrington (camisa blanca y corbata en el video) murió a consecuencia de un repentinamente sobrevenido cáncer de esófago, meses después de aceptar ser entrevistado por Zecharia Sitchin. La viuda del mismo Sitchin, entre otros, no dudó en atribuir su muerte a una conspiración para acallar la discordante voz del astrónomo asesor de la marina estadounidense.

Nibiru es aproximadamente entre tres y cinco veces el tamaño de la Tierra. Procedente de los confines del espacio exterior, originalmente fue un planeta puesto fuera de órbita cuando tuvo lugar la implosión/explosión de Sirio B (recuerda que Sirio B, una de las estrellas de la constelación Alpha Canis Maioris, apenas tiene el volúmen de la Tierra y sin embargo tiene la masa de nuestro Sol. Tal densidad corrobora la teoría de la implosión. No en vano es considerada una 'enana blanca').

Indudablemente los efectos de Nibiru están ya siendo sentidos por toda la humanidad. Debido a su tamaño masivo, Nibiru está ya afectando a nuestro tiempo atmosférico y nuestra frecuencia planetaria (Schumann). La presión ejercida por su masa, desplazándose, una vez más, en nuestras proximidades, está creando presión sobre el Sol. Digamos que es como apretar con la mano un tomate hasta que su piel empieza a rasgarse. Estas roturas son las llamaradas y tormentas solares. El Sol está cambiando, emitiendo más luz. Como si fuésemos una bombilla de 75 vatios mutando (metamorfoseándonos) en una de 150 vatios. Esto altera en pura lógoca nuestro ADN y activa los códigos dormidos dentro de él para empezar la transmutación de nuestros cuerpos físicos de una base de carbono a una base cristalina (silicio).

Nibiru es nuestro despertador. Una vez se acerque a nosotros lo suficientemente, se descubra y se muestre abiertamente sin posibilidad de ser ya más censurado, provocará un cambio universal en la conciencia. La humanidad entonces se despertará al hecho de que no está sola en el universo y empezará a investigar la razón y propósito detrás de este gran planeta/nave. Será entonces cuando el conocimiento ancestral suprimido por las religiones y los gobiernos de la Tierra a fin de controlar al pueblo saldrá a la luz. La verdadera identidad de la humanidad se hará patente para todos y tendremos la oportunidad de abrazarla a una escala global. Las tormentas solares están íntimamente ligadas a las tormentas emocionales que todos estamos testimoniando a nivel colectivo y por supuesto en la esfera privada. Los secretos de familia no pueden ya ser ocultados por más tiempo, y Nibiru, también es nuestra familia...

Es tiempo de que nos movamos hacia la ciudadanía galáctica. Nibiru está aquí para ayudarnos como lo ha hecho en otros mimentos de nuestra historia, y ha ayudado a otros planetas a transitar por el mismo proceso, y continuará haciéndolo por muchos millones de años. Y quién sabe, quizá un día estarás a bordo, en ruta al próximo planeta listo para Ascender.

Quizá sea hora de que empieces a aceptar que los acontecimientos cósmicos tienen directa repercusión en ti y tus circunstancias como parte indivisible que eres de una unidad llamada La Creación. No estás sol@. Nada de esto es azaroso. Simplemente no pongas ya más resistencia...(solo te serviría para seguir sufriendo) ¿Cuesta? Pues claro que cuesta soltar el control sobre todo lo que acontece, pero vencer a la adicción de controlar es el paso previo para la Libertad...Déjate llevar.

"nunca es más oscura la noche que instantes previos al amanecer" (Lao Tse)

Más sobre Sirio y su relación con Nibiru, aquí.



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