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viernes, 20 de mayo de 2011

Guerra y Globalización

Entrevista con Michel Chossudovsky
Por Roberto Franchi
Traducido del francés para La Haine por Felisa Sastre


Michel Chossudovsky es autor del best-seller The Globalization of Poverty1, publicado en 11 idiomas. Es profesor de Economía en la Universidad de Ottawa, Canadá, y director del Center for Research on Globalization, Global Research. Colabora en la Encyclopaedia Británica. Su último libro es America's War on terrorism.


Me reuní con Chossudovsky el pasado 28 de marzo durante su estancia en Trois- Rivières. Ante una sala llena a rebosar, nuestro eminente conferenciante se dedicó a criticar la avalancha de propaganda que ha constituido la base del discurso y de las actuaciones de los gobiernos occidentales desde los atentados del 11 de Septiembre.


Roberto Franchi: ¿De qué forma la agresiva expansión territorial de Estados Unidos afecta a la dinámica geo-política de Medio Oriente (Pakistán, Afganistán, Iraq,…)? Y, ¿en qué medida esta situación explosiva puede inquietar a países como China, Rusia y la India?


Michel Chossudovsky: En la región se encuentran alrededor del 70% de las reservas mundiales de petróleo y gas. Se extiende desde Arabia Saudí hasta el mar Caspio y comprende también las antiguas repúblicas de la Unión Soviética. Se concentra, pues, en Oriente Próximo y Asia Central. Los principales países productores de la zona son Arabia Saudí, Iraq, Irán y Kuwait. Se trata de una región codiciada no sólo por las petroleras anglo-estadounidenses sino también por los intereses europeos, rusos y chinos, por lo que existe una rivalidad por el establecimiento de una zona de influencia en esa macro región. Es posible detectar en la acción militar estadounidense actualmente en curso en la zona, la tentativa de expulsar de allí no sólo a los rusos y a los chinos sino, asimismo, a las empresas europeas como la petrolera franco-belga Total-Fina-Elf y a la italiana ENI2.
En cuanto a los chinos, tienen intercambios comerciales con Irán y tenían contratos firmados con Iraq. No olvidemos que China vende material militar y lo mismo podemos decir de Rusia. Por su parte, Afganistán se encuentra en la frontera occidental de China y, además, comparte una frontera común con Pakistán e Irán. Está claro que el país desempeña un papel fundamental en el plano geopolítico.


R.-F. Afganistán es como una especie de encrucijada...


M-C: Lo es, aunque Afganistán no sea un productor importante de petróleo, tiene desde luego reservas petrolíferas sin explotar. Asimismo constituye un puente terrestre para los oleoductos que se dirigen hacia el mar Arábigo. Históricamente, Afganistán ha tenido una gran importancia. Hay que recordar que en 1979 se declaró la guerra soviético-afgana, si bien no fue la Unión Soviética sino la CIA quien la provocó. En este sentido, la CIA desempeñó el papel de promotor de la insurrección islamista en el interior de Afganistán y se recordará que la insurrección se dirigió contra un gobierno pro soviético. Fue en la época del gobierno de Babrak Karmal En resumen, que además de apoyar financieramente a los mujahidines, las operaciones de la CIA son, de alguna manera, responsables de la creación de la red de Al-Qaeda. Otro factor de peso en relación con Afganistán, es el tráfico de droga que se iba a desarrollar a finales de los años setenta y principios de los ochenta. Los beneficios de ese tráfico se estiman hoy en alrededor de 100.000 millones de dólares. Una cantidad no desdeñable cuando se tiene en cuenta que la mayor parte de este comercio se lleva a cabo en pequeñas cantidades. Es decir, que las ganancias se transforman en narco dólares que absorben el sistema bancario, los círculos empresariales y el crimen organizado. Y todo ese negocio se lleva a cabo con la protección de la CIA. Después, los Talibán se hicieron con el gobierno del país con el apoyo de los estadounidenses y tras algunos años en el poder, prohibieron la producción de opio que entró en vigor un año antes de la invasión estadounidense. Durante el régimen Talibán, la producción había descendido en más del 90% pero en un sólo año de ocupación estadounidense había vuelto a alcanzar el mismo nivel que antes de la toma del poder por parte de los Talibán, lo que indica, una vez más, que la producción de drogas se lleva a cabo con la protección de los servicios de información estadounidenses.


R-F: ¿Por qué el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad provoca específicamente a Estados Unidos e Israel con la continuidad del programa nuclear de su país?


M-C: El programa nuclear iraní se inició con el régimen del Shah4, en los años setenta, con el apoyo de Estados Unidos. Al principio, era un programa destinado a las necesidades civiles. Pero la tecnología estaba ahí...y fueron los estadounidenses quienes se la proporcionaron. Quizás, en aquella época, los estadounidenses tenían la intención de introducir una capacidad nuclear en Irán que pudiera servir a sus necesidades. Lo único cierto es que el programa nuclear iraní no es nuevo. En cuanto a que el presidente de Irán diga cosas contra Israel tampoco es nada nuevo porque, desde siempre, los dirigentes iraníes han tenido actitudes negativas hacia Israel. En este sentido, creo que hay que distinguir entre la retórica y los hechos. Por parte de los políticos iraníes veo declaraciones que pueden resultar injuriosas pero el mundo no se rige por la retórica sino por actuaciones muy precisas en materia de derecho internacional, de despliegues militares, de medidas económicas, etc. Y lo que distingue a Irán de Israel, es que Israel lleva a cabo declaraciones dañinas que pueden llevar a que Jefes de Estado se conviertan en objetivo de asesinatos. Por eso hay que matizar. Los medios de comunicación han dicho que el presidente iraní estaba a punto de atacar a Israel pero, en realidad, lo que hacía era declarar que no le gustaba Israel y que no reconocía su existencia, algo que no es nada nuevo. Los mullahs5 jamás han reconocido la existencia del Estado judío. ¿Tendría que asombrarnos? A mi, personalmente, no. Lo que sí me indigna, sin embargo, es que Israel ataque con helicópteros las casas de la gente que vive en Palestina. Lo que también me indigna es una declaración como la publicada la semana pasada en los media y que cita a un miembro del parlamento israelí afirmando que se debería asesinar al militante pacifista Uri Avnery6. O cuando, a nivel político, se decide asesinar a Arafat o al jefe de Hamás. En todos esos casos, se puede hablar de una violencia oficializada. No es espontánea. Cuando se dice que se va a asesinar a un jefe de Estado, y se toma la decisión de hacerlo, se actúa en clara violación de todas las normas de las sociedades civilizadas. Si, por el contrario, se declara que a uno le gustaría que Israel desapareciera de la superficie de la tierra, no es, en mi opinión, una declaración que tenga un contenido práctico u operativo. No hay nada que indique que Irán tenga la intención de atacar a Israel. Pero los medios de información siempre están dispuestos para llamar la atención sobre las declaraciones del presidente iraní mientras que no dirán nada sobre el hecho de que en Estados Unidos existe una política de asesinatos de jefes de Estado. Algo prohibido antes, hasta que el Senado estadounidenses lo aprobó hace aproximadamente un año. Es lo que se llama doble rasero.


R-F: ¿De qué manera un ciudadano medio puede conseguir entender el lenguaje hermético que usan los especialistas para explicar las complejas interacciones existentes entre las fuerzas políticas y militares, las organizaciones internacionales de gestión (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización Mundial del Comercio (OMC), complejos militares e industriales, consorcios de los gigantes de la energía (petróleo y gas), bancos, medios de comunicación, etc. En otras palabras, ¿cómo se puede explicar, de forma sencilla, la complejidad de las relaciones de fuerza entre todos esos intereses, y con una perspectiva mundial?


M-C: La forma de explicarlo es que una guerra nunca se organiza por razones de carácter ideológico. El presupuesto de defensa nacional de Estados Unidos es de unos 450.000 millones de dólares, lo que supone casi el equivalente al producto nacional bruto (PNB) de Rusia. El fin de todo este despliegue es combatir el terrorismo y buscar a Ben Laden y su red de al-Qaeda. Como si Bin Laden y Zarqawi hubiesen sido una gran potencia militar mundial. Se trata de una farsa y una mentira porque, a fin de cuentas, los objetivos de una guerra son siempre económicos. Y esos objetivos se resumen en controlar los recursos naturales, las instituciones, las personas y su trabajo, el agua..., en resumen, un conjunto de objetivos económicos. ¿Y quiénes están detrás de esos proyectos? Las compañías de petróleo y los grandes bancos. ¿Y por qué los bancos? Pues porque son acreedores, invierten en los países objeto de operaciones militares y, al día siguiente de una guerra, se produce el fenómeno de las privatizaciones, es decir de la confiscación y expolio de las riquezas de los países conquistados. Ese es el caso de Iraq, cuya riqueza petrolera es casi cinco veces mayor que la de Estados Unidos. Iraq posee el 11% de las reservas mundiales de petróleo frente al 2,5% de Estados Unidos.


R-F.: En su libro Guerre et Mondialisation, afirma que desde una perspectiva histórica, el 11 de Septiembre constituye el peor fraude de la historia estadounidense. ¿Qué quiere decir con ello?


M-C: Que es absolutamente un fraude porque se trata de hacernos creer que el 11-S fue un acto perpetrado por terroristas islámicos cuando, cada vez más, se dispone de elementos y pruebas de que no fue así. En segundo lugar, se intenta que creamos que este suceso constituye un ataque contra Estados Unidos, lo que justificaría la guerra contra Afganistán, Iraq e Irán. La guerra contra Afganistán se puso en marcha tres semanas después del 11 de Septiembre y, si se conoce la manera de organizar las operaciones militares se sabe que una guerra no se prepara en tres semanas. La fase operativa de un ataque de esta envergadura se prepara, al menos, con un año de antelación. Y en la actualidad, en el caso de Irán, con dos. Para mí, resulta evidente que el 11-S sirvió de pretexto. Pero lo que es particularmente grave en relación con ese suceso es que las organizaciones terroristas que se supone autoras de los atentados son criaturas de los servicios de espionaje estadounidenses. Existen pruebas de ello y se encuentran en el documento Able Danger. Hoy se sabe que el Pentágono vigilaba, desde casi un año y medio antes de los sucesos del 11 de septiembre, los movimientos de esos grupos en suelo estadounidense. Se conoce también que, en la región de los Balcanes, hubo operaciones conjuntas de Al-Qaeda y de los servicios de espionaje militar estadounidenses poco antes del 11-S. Más aún, los servicios secretos pakistaníes, además de apoyar a los presuntos terroristas, colaboraban muy estrechamente con sus homólogos estadounidenses. Algo que no hubiera podido decir en 2001 o en 2002. Sin embargo, hoy tenemos las pruebas de que la explicación oficial relativa al 11 de Septiembre es directamente una mentira. El informe de Thomas Kean es erróneo, es una falsedad.


R-F: ¿Está decepcionado por la escasa movilización de la gente en las manifestaciones que han tenido lugar con motivo del tercer año de la invasión estadounidense de Iraq?


M-C: No estoy sorprendido. El sentimiento contra la guerra no desarma a un proyecto militar. Se deberían crear redes y movimientos de base contra la guerra que se desplegaran en las ciudades, en las parroquias, en las universidades. Sería necesario, en primer lugar, que existiera una red de comités locales que, consecuentemente, se unieran para ir juntos a las grandes manifestaciones. Estas redes tendrían fuerza para poner en cuestión la legitimidad de los políticos. Informarían a los ciudadanos y se dirigirían a los medios de comunicación. Pero ¿qué ocurre en la actualidad? Las personas que forman el comité contra la guerra en Montreal, por ejemplo, son estupendas y no es mi intención criticar por criticar. Pero esas personas no tienen medios, carecen de oficinas, no tienen el apoyo de los sindicatos y de las principales ONG. Algunas de éstas, han adoptado incluso una actitud ligeramente a favor de la guerra. Lo conozco porque cuando he hablado en contra de las guerras de Yugoslavia y de Afganistán, casi me han puesto en su lista negra. Decían que la de Afganistán era una guerra justa, dado que se iba allí para buscar a los terroristas. Lo mismo dijeron en relación con Yugoslavia: que era una guerra justa porque se iba a proteger a una minoría étnica. Existe mucha confusión.


La mentira de la muerte de Bin Laden, visto por el entrevistado; http://lamula.pe/barra/masvoces.org/1

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