Trabajadores de la luz encarnando en la tierra
Cuando os encarnásteis en la tierra, estábais iniciando la transición de la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón. Hemos esquematizado esta transición en cuatro pasos. Vosotros tomásteis el primer paso cuando os volvísteis conscientes de vuestro anhelo por ‘algo más’. Algo diferente de la lucha por el poder que llenó vuestras vidas anteriormente.
Esta lucha proveyó a vuestras vidas de un propósito y significado por un sustancial periodo de tiempo. Vuestra fascinación por el poder os llevó a manipular al hombre como marioneta en vuestras batallas galácticas. Todos los imperios galácticos que han existido formaron parte de esto. Pero cuando las ‘energías guerreras’ fueron transportadas a la tierra, con el hombre como su campo de juego, vosotros pasásteis a ser más observadores y dejásteis de dirigir las batallas. Observásteis lo que tenía lugar en la tierra. Visteis al ser humano desarrollándose, convirtiéndose en algo, un estado del ser, que vosotros habíais alcanzado mucho tiempo atrás. Habíais llegado a ser guerreros sofisticados, con métodos refinados de manipulación psíquica y operaciones militares. El hombre comenzó a ser lo mismo, con los implantes genéticos que operásteis en su lugar. A ello vuestros registros antropológicos lo han denominado el ‘eslabón perdido’.
Estos implantes genéticos provocaron un repentino y elevado nivel de desarrollo mental dentro del ser humano. Las funciones de instinto natural y sentimiento de la especie humana manipulada por vosotros fueron más o menos suprimidas en favor de las funciones de pensar y razonar, el intelecto del que carecía el hombre en la tierra hasta entonces.
Hemos mencionado que las influencias galácticas provocaron un elevado nivel de miedo dentro de ese humano en desarrollo. Verdaderamente este elemento de miedo estuvo estrechamente conectado con el énfasis exagerado en pensar. En una situación equilibrada, el miedo es superado o puesto en perspectiva por las naturales habilidades intuitivas y por la habilidad de sentir lo que es correcto o apropiado para hacer en cada momento. Así se comportaba el hombre que llamábais Neanderthal. Sin embargo, cuando la facultad de pensar toma la delantera, el miedo tiende a ser reforzado, ya que pensar se basa en un proceso mecánico lógico el cual no permite a la intuición o al sentir entrar en el proceso. Cuando la facultad mental es alimentada por emociones de miedo, tiende a correr salvajemente y produce ideas alucinantes. Ideas acerca de controlar todo y a todos. Los regímenes dictatoriales son un ejemplo de esta facultad mental campando salvajemente.
La respuesta al miedo nunca es pensar más.
Los temores se espantan pensando menos y confiando en el natural flujo de la vida, abandonándose al ritmo de la Creación. Es volver hacia atrás al estado de gracia primitiva, que por derecho adquirísteis al nacer. Es liberar en lugar de aferrar. Eso no significa renegar de la capacidad intelectual adquirida. Es simplemente saber utilizarla reconduciéndo sus funcionalidad para lo que fue concebida: el desarrollo del sentido común.
Cuando el dominio de la etapa del ego finalizó dentro de las almas de los trabajadores de la luz, ellos se abrieron a nuevos modos de ser. Intuitivamente alcanzásteis la energía del corazón. De hecho estábais buscando una clase de creatividad que trascendiera el simple juego de la lucha por el poder. Sentísteis que dicha lucha era destructiva y que no podía crear nada nuevo, ya que ésta mataba y asimilaba todo lo que fuese ajeno, el ‘otro’.
Al tratar de controlar y dominar la vida, ya sea dentro o fuera de vosotros, en realidad, estáis tratando de que la realidad sea estática y predecible. Eso es lo que el miedo, hijo del exceso de intelecto, desea. Finalmente, os dáis cuenta de que ejercer poder es increíblemente aburrido.
Cuando os volvéis conscientes de esto, os dais cuenta de que vuestro verdadero deseo no era tener poder, sino ser verdaderamente creativos, y eso significa lisa y llánamente estar en contacto con vuestra propia divinidad.
Puesto que sóis seres divinos, sea lo que sea aquello que hagáis o dejéis de hacer, estáis inevitable y constantemente creando alguna clase de realidad, por acción u omisión. En ello radica vuestra divinidad. Vuestro libre albedrío es el obsequio que recibísteis de vuestros antecesores y tiene consecuencias. La creatividad es vuestra verdadera naturaleza. En la fase del ego explorásteis la posibilidad de negar vuestra verdadera naturaleza. Y, en cierto modo, éste es un acto creativo en si, aunque un modo retorcido. Sin embargo, ser verdaderamente creativo es crear conforme a la vida al proceso evolutivo, no conforme a la muerte, el proceso involutivo.
Cuando esta comprensión asomó en vosotros, despertó la memoria del concepto de ‘hogar’. El vago recuerdo de un estado de pura y dichosa unidad accedió a vuestra conciencia nuevamente, y supísteis que de algún modo ésta era la llave par vuestra felicidad. Pero os sentíais desamparados e ignorantes, ya que no teníais ni idea de cómo continuar. Sabíais que en el ego, en el ejercicio del poder, no se hallaba la respuesta, pero no habíais realmente entrado aún en el reino de la conciencia basada en el corazón. Era una etapa de transición.
Al mismo tiempo, un creciente sentimiento de remordimiento y culpa surgió dentro de ustedes por lo que le habían hecho a los seres humanos de la tierra. Lo tienen los presidiarios tras haber iniciado el cumplimiento de su pena. Como es arriba es abajo.
Especialmente en la tierra, había espléndidas oportunidades para que la conciencia se expresase a si misma libremente de muchas formas diferentes. La tierra fue destinada para ser un unificador de energías diferentes, un crisol en el cual energías diferentes e incluso opuestas pudieran alcanzar un modo de coexistencia en armonía. El campo de juego energético de la tierra fue creado para alojar a una serie verdaderamente heterogénea de energías.
La diferencia entre vivir en la tierra y vivir en otros lugares en el ‘universo’ – ya sea en niveles físicos o astrales- es la enorme variedad de energías presentes en la tierra. Más aún, esta variedad no sólo está presente como un vasto conjunto de formas de vida o especies, aquello que denomináis ‘biodiversidad’. Está realmente presente dentro del mismo ser humano como entidad individual. El ser humano es capaz de contener un espectro de energías que tiene un rango más amplio de lo que cualquier otro ser pueda ser capaz. Vosotros albergáis en vuestro interior la energía de un potencial asesino y a la vez la del santo, la energía del niño, del maduro y del anciano, la energía masculina y la femenina, la energía activa y la pasiva, la racional y la emocional, la energía del agua, del aire, del fuego y de la tierra, etc. Esto puede parecer trivial, así expresado, o simplemente natural para ustedes, como un ser humano, pero para cualquier otro ser en el universo, eso es totalmente una hazaña. Es totalmente una hazaña ser cualquier humano, sin tener que haber hecho nada en especial.
La cualidad más específica del hombre es la habilidad de fusionar energías que antes parecían incompatibles. El hombre no sólo fue diseñado par sostener todas estas diferentes energías, sino para ser un mediador, un constructor de puentes entre ellas.
La razón por la cual el Espíritu o Dios, es decir ‘Todo lo Que Es’, apareció con el concepto del ser humano, fue que el universo se había estancado en una situación de éxtasis. La conciencia, a medida que explora la vida ‘fuera de la unicidad’, tiende a experimentar diferentes formas de vida, en diferentes planetas y lugares en el universo.
Cuando un alma ha experimentado todo lo que había disponible para una particular forma de vida, dicha alma se va –decide no encarnar más en ésta– y se dirige hacia otras formas de vida que respondan a sus renovadas necesidades particulares. No hay necesidad de transformar energías mientras se vive en una forma particular de vida. Cuando deseáis un cambio, cambian los cuerpos en los que os alojáis. Y esto no debe entenderse desde una perspectiva de frivolidad o pereza. La mayoría de los cuerpos –extendiéndose en densidad desde lo físico a lo astral– ofrecen rangos limitados de experiencia, y por lo tanto limitadas oportunidades para crecer o transformarse mientras se alojan en esos cuerpos. Un cuerpo no puede sostener tantas energías diferentes. Por ejemplo, si viviéseis en un planeta exclusivamente acuoso, donde estuviéseis encarnados como seres acuáticos, esto os permitiría experimentar la naturaleza del agua de todos los modos posibles. La ‘sensación’ de ser líquido, no rígido, fluido, con movimiento, es en verdad maravillosa. Pero cuando solicitáis la experiencia de ser fijo e inmóvil, necesitáis abandonar ese cuerpo líquido y vivir dentro de una montaña por un tiempo. Cuando vivísteis como seres galácticos en busca de dominio y poder, no pudísteis realmente cambiar vuestra conciencia dentro de aquel cuerpo.
La consecuencia de este rango limitado o especializado dentro de un cierto cuerpo fue que el mundo creado de formas quedó atascado. No pudo crecer o expandirse, y quedó encerrado en una clase de éxtasis, como dije.
El ser humano fue diseñado para cubrir un inmenso rango de energías. No se pensó para la especialización. La división entre los sexos trajo consigo, es cierto, algo de especialización, pero es que las energías masculinas y femeninas estaban ya tan segregadas y desequilibradas por aquel entonces, que fue simplemente muy complicado sostenerlas en iguales dosis dentro de un único cuerpo. Si se hubieran vertido por igual en un ser en sus estados desequilibrados, ssimplemente os habríais destruido.
El único poder del ser humano es el poder de sostener un amplio conjunto de energías y llevarlas a un estado de equilibrio creativo dinámico (no estático). En realidad, este poder equivale a la habilidad de transformar oscuridad en luz, por ejemplo, el poder de la alquimia espiritual. Aquello que lleva a las energías antiguamente opuestas a un estado de armonía dinámica, es la energía crística, la energía que mantiene la unidad en la fase de la dualidad. Ésta es la misma energía que transforma la oscuridad, aceptándola y de este modo permitiéndole al miedo transformarse en alegría. La energía crística es la ‘tercer energía’, la cual une aceptando. Su fuerza alquímica yace en su cualidad de ser completamente abrazadora, completamente aceptadora, integradora e intrépida.
Vosotros, como seres humanos, sóis los únicos seres que tienen esta habilidad para la alquimia espiritual. Ni las plantas, ni los animales, ni los ángeles, ni los ‘señores de la oscuridad’ tienen este poder.
Todas las almas pueden experimentar cómo es ser luz, cómo es ser oscuridad, cómo es ser todas las diferentes clases de seres que viven en el universo, pero ellas no pueden experimentar lo que es transformar oscuridad en luz mientras se permanece en su forma de vida presente. Ellas no pueden imaginar cómo es cambiar en niveles interiores de tal modo que vosotros creáis una realidad diferente (física o espiritual) para vosotros mismos mientras seguís andando.
Las almas que están encarnadas en otras formas de vida diferentes a la humana también ‘crean su realidad’ y tienen libre albedrío, pero tienen menos posibilidades de cubrir estados de conciencia altamente diferentes e incluso opuestos mientras permanecen en el mismo cuerpo, en la misma forma (humana). Vosotros, como humanos, sois constructores de puentes – o alquimistas espirituales- y esto es lo que hace únicos a la tierra y al ser humano.
Ahora retornamos a nuestra historia de las almas de los trabajadores de la luz, aquellos que se sintieron angustiados y arrepentidos a causa de su interferencia con los seres humanos. Ellos se dieron cuenta de que sobre la tierra se había establecido un juego completamente nuevo, un juego lleno de promesa, al cual ellos habían hecho su mejor parte para suprimirlo en su propio beneficio. Ellos sentían dolor por esto. En algún nivel, ellos también sabían que habían bloqueado su propio camino espiritual hacia la luz y la verdadera alegría por sus actos de egoísmo.
También, cuando ellos despertaron de sus sueños de ego, vieron que la tierra era un lugar de tal belleza, un verde planeta efervescente de vida. Muchos de vosotros trabajadores de la luz os sentís conectados a la cultura o territorio de Lemuria o Mu, como nosotros preferimos llamarlo. Mu es en verdad un ‘paraíso hundido’. Éste perteneció a una era que no puede realmente localizarse en vuestro marco de espacio-temporal actual. Perteneció a una dimensión diferente o tiempo establecido. La tierra no había perdido su inocencia entonces. En aquella dimensión, vosotros fuisteis parte de los tiempos paradisíacos sobre la tierra, como seres angelicales que nutristeis y cuidásteis de la vida. Como hemos expuesto anteriormente, vosotros sóis seres multidimensionales, habitando diferentes lugares de realidad al mismo tiempo. La idea de tiempo, por lo demás, no es tan fija y lineal como pensáis. Cuando desempeñábais vuestro lado oscuro como guerreros galácticos, también – en otro marco de tiempo- desempeñásteis un aspecto luminoso y puro de ustedes mismos, en Mu, donde preparásteis el planeta para la llegada de las almas terrestres. Vosotros contribuísteis al florecimiento del planeta verde, y en algún nivel, lo sabíais cuando salísteis de vuestro estadio ‘guerrero’ de conciencia. Supísteis que habíais estado destruyendo aquello que habíais ayudado a crear.
Cuando os dísteis cuenta de la promesa y belleza en la Tierra, sentísteis la urgencia interior de ir allí y reparar lo que había sido dañado. Os encarnásteis entonces en cuerpos humanos con la intención de traer luz y crear valores basados en el corazón en un medio ambiente que estaba esencialmente dominado por valores egoístas. Queremos expandirnos un poco en este tema de traer luz, ya que hay algo en esto que frecuentemente causa confusión y malentendidos.
Cuando os encarnásteis en la tierra, en realidad comenzábais un proceso de transformación interior, en el cual completaríais vuestra transición desde la conciencia basada en el ego a la basada en el corazón. Estábais en el camino de liberar completamente la conciencia basada en el ego, y la vida en la tierra os otorgó la oportunidad de tratar con lo que quedaba dentro de vosotros de la energía basada en el ego. Las energías que deseábais limpiaros, las encontraríais en los auténticos seres que habíais manipulado y en quienes ahora habitaríais: dentro del ser humano, dentro de vosotros mismos.
Vuestra motivación más profunda a la hora de aceptar vuestra llegada a la tierra fue venir a terminar con vuestra propia oscuridad interior, y aceptásteis encontraros con esta oscuridad interior como seres humanos.
Aunque con frecuencia penséis que estáis aquí para ayudar a otros o ayudar a la madre tierra, la razón más fundamental por la cual estáis aquí es conseguir vuestra propia sanación. Este es vuestro verdadero trabajo con la luz. Todo lo demás es secundario.
Vuestras almas, en el nivel más profundo, desearon hacerse responsables de la oscuridad que había sido esparcida. Sin embargo, haceros responsables de vuestro lado oscuro es una aventura solitaria en principio. Eso no involucra la necesidad de ayudar o curar a otros. Sólo os implica a vosotros mismos. Vuestra voluntad ayuda a otros en el proceso, pero esto es un efecto secundario. Es importante destacar el orden correcto de las cosas aquí, ya que, ya lo sabéis, tenéis la tendencia a ser muy diligentes en ayudar a otros. Este entusiasmo en ayudar a otros llega a ser una trampa, ya que vuestras energías quedan atrapadas en la otra persona y, muy a menudo, acabáis sintiéndoos agotados y desilusionados. Por favor recordad, dar más de lo que se recibe no es noble o basado en el corazón, es simplemente un error. El error es que en parte os creeis responsables de la situación o estado mental de algún otro. Esto no es verdad. Cada uno es responsable de su propia felicidad o desgracia. Y esto en verdad es una bendición, ya que le da a cada uno el poder de crear y de este modo modificar su propia realidad.
No estáis aquí para ‘corregir’ a otras personas o salvar a la madre Tierra. Estáis aquí para sanar las heridas profundas dentro de vuestro propio ser. Por favor, vigilad este asunto y todo las demás piezas del puzzle acabarán encajando sin ningún esfuerzo por vuestra parte.
Cuando llegásteis primigéniamente a la tierra y os encarnásteis en cuerpos humanos, os sentísteis inclinados a combatir las energías que deseábais derrotar. En esta etapa, estuvísteis en una situación paradójica. Por un lado, sabíais que queríais ‘algo más’ que simplemente “poder”, y os odiábais por lo que habíais hecho mal con anterioridad. Pero no estábais libres de aquello que odiábais en vosotros mismos. Aún no estábais libres del dominio del ego. Cuando llegásteis a la tierra, tuvísteis la tendencia de enfermaros a causa del enfado que os producía la oscuridad, y vuestra reacción fue combatirla. La paradoja consiste en que quisísteis pelear contra las energías egoístas a través de la lucha, la auténtica energía que en verdad deseábais dejar ir.
Aún no érais conscientes de las verdaderas implicaciones de una conciencia basada en el corazón. Cuando observáis desde el corazón, no existe batalla entre el Bien y el Mal. La realidad del corazón los trasciende a ambos. El corazón no se opone a la oscuridad. La conciencia basada en el corazón está fundada en la aceptación de todo, de cada cosa que existe. Es un tipo de conciencia que libera la idea de que la lucha resuelve algo.
Aunque anhelábais un modo pacífico, no combativo de tratar con la realidad, no teníais experiencia con pasar realmente a este ideal. Estábais en una realidad ‘entre zonas’, una pieza de territorio no humano antes de que accediéseis a un nuevo reino de conciencia.
Por lo tanto, empezásteis a cometer toda clase de ‘errores’, en el sentido de caer en modos de ser que queríais dejar ir. Estuvísteis ansiosos por cambiar o convertir a cada individuo, o cada grupo de ellos, que desplegara un comportamiento basado en el ego o que abrazara valores basados en el ego. Ellos, de todos modos, os respondieron como solo sabían hacerlo, violentamente, muchas veces incluso sin entender realmente qué estábais tratando de comunicarles. Los trabajadores de la luz han sido perseguidos por siglos, como brujos, paganos o agitadores (políticos). A los ojos del mundo parecían estar dirigidos por ideales para los cuales dicho mundo no estaba preparado. Parecían diferentes y no encajában en él. Hallaron toda clase de resistencia conocida.
Lo que sucedió aquí es que asumísteis un nuevo rol, el de víctima, después de haber estado jugando el papel de ofensores por bastante tiempo en los reinos galácticos. Vuestro ‘enojo espiritual’ había provocado respuestas agresivas en vuestro entorno, y pasásteis a convertiros en las víctimas, experimentando humillación, profundo dolor y falta de autoridad. El trauma de ser rechazado y/o expulsado repetidamente en varias vidas ha dejado cicatrices en vuestras almas. Terminásteis sintiéndoos desautorizados y mal recibidos. Muchos de vosotros en este tiempo de vida os sentísteis agotados y sintiendo profunda nostalgia de un mundo más amoroso, pleno y significativo.
Es muy importante que comprendáis que el papel de víctima es precisamente el papel que jugáis. Es una interpretación de los hechos de entre todas las posibles, pero es una manera limitada y distorsionada de manifestar la realidad. Ni sois víctimas ni sóis agresores. Sois las conciencias de las almas que han creado papeles a vuestra medida para ser jugados/interpretados por un tiempo. No sois realmente las víctimas de un mundo propenso al materialismo y al egoísmo.
De hecho, los encuentros que tuvísteis con energías agresivas y no cooperativas, en muchos de vuestros anteriores tiempos de vida, simplemente reflejaron vuestros propios anclajes a la conciencia basada en el ego, vuestra propia dependencia a ella. Si buscáis resultados a través de la lucha, recibiréis la energía de la lucha. ¡Esto es/fue vuestra propia energía regresando a vosotros! Y esto es el –único significado del Karma.
La tendencia a combatir la ‘maldad’ está basada en la creencia de que lo malo está fuera de vosotros y que debe ser desterrado de la realidad. Durante cada una de vuestras encarnaciones se os ha invitado a reconocer y aceptar vuestro propio lado oscuro y comprender vuestro papel y propósito como trabajadores de la luz.
La invitación más profunda es olvidaros de vosotros y descubrir vuestra inocencia. Sois inocentes y siempre ha sido así. ¿Podéis realmente comprender esto? Si lo hacéis, no querréis cambiar el mundo o luchar contra la injusticia nunca más. Vaís a querer jugar, tener alegría y disfrutar cada momento de vuestras vidas simplemente siendo quienes sois y compartiendo eso con otros.
Cuando vosotros, trabajadores de la luz, os liberéis de la idea de que hay que luchar, por algo o por alguien, no estaréis más enfrentados por el ‘mundo externo’, por la sociedad o por otra gente en general, por ser diferentes. No querréis cambiar nada. Ese es en verdad el modo de evitar las resistencia. Sabréis que sois bienvenidos, que vuestra contribución a esta realidad es valiosa y que sois valorados por los otros.
Cuando hayáis liberado completamente la conciencia basada en el ego, sabréis que estáis exentos de persecución o amenaza externa. Habréis dejado atrás los papeles de víctimas y acusadores; vuestro viaje habrá recorrido el círculo completo. Habréis liberado vuestras cargas kármicas y seréis totalmente libres de crear todo lo que deseéis.
Estáis a punto de nacer a una nueva conciencia. Ésta es una clase de conciencia que ha liberado completamente la necesidad de controlar o poseer algo. Está libre de miedo. Es la conciencia Crística. Cuando Jesús vivió en la tierra, él quiso deciros que la espiritualidad no radica ni consiste en una batalla entre la luz y la oscuridad. Se trata de hallar un nivel de conciencia que va más allá del bien y el mal, un lugar desde el cual podáis comprender y aceptar todas las cosas. “El reino de Dios está dentro”. Todo lo que necesitáis está dentro. La paz, la alegría y la tranquilidad son vuestras cuando realmente os dais cuenta de quiénes sois: seres divinos manifestándose.
Sólo cuando os deis cuenta de esto estaréis aquí para transformaros y sanaros a vosotros mismos, cuando las cosas comienzan realmente a cambiar, para vosotros, y, como un efecto colateral, para otras personas que os rodean. El mundo es lo que es y lo más elevado que podéis hacer por él es simplemente amarlo por lo que es. Amad y observad la belleza de cada simple y sencillo ser que está viajando a través de este plano de la realidad.
Muchos de vosotros estáis motivados por la energía de Jesús. Esto es porque él es vuestro pariente. Jesús fue simplemente un trabajador de la luz no cargado con ataduras kármicas, un trabajador de la luz en posesión de un elevado nivel de conocimiento de sí mismo. Vosotros estáis tocados por su energía porque sabéis que es la energía hacia la que os estáis moviendo. La energía de Cristo es la energía de vuestro propio ser futuro.
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