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viernes, 28 de septiembre de 2012

El fin de la hipocresía

En el umbral de una nueva era, en esta generalizada y forzosamente catárquica "lavativa" que nos está centrifugando y poniendo a todos y cada uno de nosotros en el lugar que nos corresponde, continuamos aferrándonos, aún al borde mismo del colapso, a nuestra desvirtuada convicción de imponer nuestra autoridad e incluso establecer límites punitivos a los niños. Tratar denodadamente de establecer fronteras ante los abusos externos, que ahora se revelan como intolerables, conlleva el riesgo de meter a los niños en el mismo saco de los egos ya forjados de los adultos.

Hablamos de la imperante necesidad de aplicar baremos de sostenibilidad en nuestro ecosistema cuando la realidad es que los mismos esquemas mentales que nos gobiernan y a los que nos hemos estado aferrando desde el inicio de la era industrial están colapsando calamitosamente. Y eso es gloriosamente debido a su endémica insostenibilidad. Sin amor nada es sostenible.

Padres y educadores intentando por todos los medios de poner límites a sus hijos y alumnos, tratando de inocular viejas y trasnochadas soluciones a retos interrelacionales nuevos. Un sistema educativo caduco, apuntalado por mentes anquilosadas en su costumbre de reprimir y reprimirse, tratando de contener a las nuevas e incontrolables oleadas de seres humanos, libres e íntegros, que están "aterrizando" en el planeta. Una libertad, la de nuestros hijos, que clama por tomar contacto con la nuestra propia para rescatarla. Pedíamos respuestas?...ahí lo tenemos. Que sepamos verlas, esa es otra cuestión...

Creemos que "creamos y traemos hijos al mundo". Nos decimos que así contribuimos a perpetuar la especie, cuando desde el primer día les aleccionamos respecto a cómo encajar en el delirante mundo que vana y orgullosamente hemos pensado. Oscilamos entre ponerles límites punitivos o no ponerles ningún límite, cuando lo cierto es que ellos son quienes nos están rescatando a nosotros de nuestro naufragio. Ellos son quienes están girando vigorosamente el calcetín de nuestros inflexibles principios.

¿Quieres poner fin a la hipocresía del sistema? Permite la llegada de un hijo en tu vida y atrévete a AMARLE sin (ponerle) límites. No es fácil. Es cierto. Pero tampoco es fácil, de entrada, atreverse a decirlo y proponerlo. Y muchos lo están haciendo, por mucho que sean tildados de locos.

Tenemos la insana costumbre de matar al mensajero cuando el mensaje nos incomoda. Estos tiempos harán historia desde una perspectiva más amplia, desde la macrovisión de la escena global de acontecimientos.

Cuando te robaron la infancia, cuando tu dignidad ha sido abusada y consigues llegar a la vida adulta bien pertrechado con un manojo de personalidades antropo/egocéntricas, entonces tienes todos los números para que te pongan límites. Consecuentemente tendrás una incontenible pulsión a defenderte (agrediendo) de tu entorno del mismo modo y en similar medida a como fuiste abusado. Esta escuela de experimentación que llamamos "la vida", se autoregula (aunque nos parezca injusto) siempre del modo más conveniente para tu capacidad de asimilación. Y lo hace enfrentándote al dolor que tanto llevas tratando de negar, de reprimir. Y será así hasta que te des cuenta del dolor que tu propio narcisismo irresuelto ha generado en tu entorno. Y cuando eso suceda no podrás (no consentirás) seguir engañándote. Y pedirás que el liberador caos alcance hasta los más recónditos rincones de tu vergüenza, hasta sus últimas consecuencias, que salpique a toda la hipócrita y egoísta sociedad, hasta que toda la rabia que contienes salga de ti y quedes exhaust@ y purificad@, libre al fin de represión. Y entonces, y solo entonces, conectarás con tu espiritualidad. Sin esfuerzo. Solo entonces sentirás tu paz brotar de tu interior, donde siempre ha estado. "Verás" donde antes estabas ciego. Y podrás observarte con compasión y ver también compasivamente a tus confusos semejantes, perdidos en sus propias arenas movedizas emocionales. Verás a través de sus caparazones al niño y a la niña aterrorizad@s en su interior clamando por compasión y comprensión...suplicando amor. Sabrás que ellos y tu sois uno, esencialmente lo mismo. Y no te bastarán las lágrimas...Y tendrás la capacidad para pedirle perdón a tu niñ@ intern@, por tu ignorancia, por la pereza y protectora cobardía en las que nadaste. Y solo entonces recobrarás tu dignidad. Reverenciarás a cada una de las criaturas que salgan a tu encuentro, pájaros, hormigas, peces, perros, gatos, caballos, elefantes, plantas, montañas, lagos y océanos, y honrarás a tu hermano Sol, a tu hermana Luna, a todas las estrellas de la galaxia. Caerás de rodillas frente al espejo suplicando perdón por haber ignorado al ser herido que portas a rastras, a fiestas sórdidas y reuniones pobladas de complejos de edipo y electra sin resolver. Te disculparás ante tu cuerpo emocional, el que llevas negando desde Dios sabe cuando.

Y el mundo se te revelará entonces como el paraiso que siempre fue. Ya no te considerarás abandonado, porque recordarás que nunca caminaste esta travesía en solitario. Reconocerás a todos los ángeles abnegados y a sus huestes que te han acompañado a lo largo del camino. Reconocerás que hubo, hay y seguirá por siempre habiendo (siendo) compasión en cada uno de los rincones de la creación, pues todo está regido por la poderosa fuerza del amor. Entonces, amig@ mí@, ya no tendrás miedo, pues todo lo negado y que finalmente es abrazado, otorga la clave a la vida eterna.

 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Que la alegría sea tu guía


Myriam canalizada por Pamela Kribbe

Queridos amigos,

Yo soy Myriam y represento al aspecto femenino del ser Crístico.  Hoy os saludo a todos y quisiera permitiros participar de la alegría y la paz que está disponible para vosotros y que pertenece a la verdadera esencia de quienes sois. Vosotros no estáis aquí en este mundo para sufrir, para luchar ni meramente sobrevivir. Estáis aquí en la Tierra para tener alegría, para ser quiénes sois y para experimentar el milagro de eso. Sois hermosos tal como sois. No se necesita cambiar o  mejorar nada. No tenéis que convertiros en nada. No hace falta seguir luchando. Todo está bien. Permitid que esto llegue a vosotros.

La esencia de la creación es la alegría. La energía que lo es todo (a la que habéis convenido llamar Dios) no os creó por un propósito serio y duro de soportar. Ella os creó por la alegría y el placer de la exploración. Ella quería descubrir la vida a través de vosotros. Todos vosotros sois la expresión del amor y la alegría creativa de Dios, y es por eso que a vosotros se os permite experimentar eso, cada momento del día. Yo os invito a reconectaros a este flujo original de energía, la alegría de la creación de Dios, el cual fluye a través de cada uno de vosotros.

Vosotros tendéis a hacer la vida demasiado pesada y seria. Comprended aunque sea por un instante que no estáis aquí para alcanzar una meta, sino simplemente para ser vosotros mismos, incluyendo las partes vuestras percibidas como oscuras, vacilantes o atascadas. Sí, esas partes también son bienvenidas, son parte de la experiencia completa de la dualidad que es la vida como humanos, en todos sus aspectos. Confiad en que esto os conduce hacia algo hermoso, algo mágico, hacia un nuevo mundo. Siempre estáis moviéndoos y transformándoos. No hay un propósito fijo, un destino final. Estáis constantemente en el camino. Ahora disfrutad estando en el camino, disfrutad las corrientes cambiantes de la vida, y esa carga pesada se os descargará.

Ahora os pido que me acompañéis en un viaje al pasado, al momento antes de que naciérais en la Tierra en este cuerpo. No dudéis de que esto es posible o no. Tan sólo viajad en vuestra imaginación. No importa si pensáis que lo estáis inventando. Confiad en vosotros mismos y permitíos sentir cómo una vez estuvísteis libres del cuerpo físico. Erais entonces independientes de la forma física, sintiéndoos infinitos. Todo era posible. La vida era mágica. Desde esta dimensión de gran libertad vosotros sentísteis un tirón procedente de la Tierra. 
Vuestra atención fue halada, desde todos los lugares, hacia este pequeño planeta con potenciales tan grandiosos; potenciales tanto de luz como de oscuridad, de amor y de miedo. Sentísteis un tirón. Os preguntásteis acerca de la naturaleza de la realidad existente allí y sentísteis que teníais algo que hacer al respecto. Sentísteis que había algo ahí que queríais experimentar.

Como un espíritu libre decidísteis lanzaros a la aventura y encarnaros en la Tierra. Sentid como incluso ahora, habiendo pasado por tantas experiencias en la Tierra, aún permanece esa sensación original de interés, de curiosidad y de atracción que una vez tuvísteis. Sentid cuán especial es el hecho de que estéis aquí ahora, que vuestra conciencia se haya limitado para poder ajustarse a un cuerpo terrestre con todas las limitaciones que eso conlleva, percibiendo la realidad a través de los sentidos físicos como la vista, el oído y el tacto. Este modo particular de percibir la realidad no es el modo natural; vuestra perspectiva original es mucho más amplia y menos limitada. Aún así elegísteis esta limitación porque algo increíblemente valioso iba a ser provisto ahí.

Vosotros estáis aquí, en la Tierra, para expresar la libertad y la magia de los reinos espirituales de los cuales procedéis. Estáis aquí para traerlos a la forma y la materia y dejarlos disponibles tanto para vosotros como para los demás. Sí, sois portadores de luz, donde la luz representa la libertad, la facilidad y la alegría. Y habéis estado en la Tierra anteriormente, con el mismo deseo e ímpetu de encender la luz de la creación aquí y esparcir alegría y conocimiento. Permitíos sentir esto otra vez. Sabed quiénes sois. No necesitáis ser o hacer algo especial aquí, no tenéis que lograr algo excepto recordar quiénes sois y permitir que la alegría os colme nuevamente. Ése es vuestro trabajo: regresar a vuestro estado original de admiración y alegría en medio de energías que parecen apuntar a una dirección totalmente diferente.

Sin embargo sucede que os habéis sentido presionados. La realidad de la Tierra, el modo en que la gente piensa y se relaciona, las creencias de la sociedad pueden sobrecargaros excesivamente y empaparos de una cierta amnesia durante un tiempo. Recordad que sois la divinidad hecha carne. La luz está fluyendo a través de vosotros ahora mismo, a través de vuestras manos, a través de vuestros ojos, sentidlo. Nunca os ha dejado, pero a todos se os dijo en algún momento de vuestra vida que esta luz no puede fluir libremente al descubierto. Habéis creido que teníais que esconderla y mantenerla adentro, por miedo a ser vistos como “diferentes”. El constreñimiento a ser normal, a encerrarse en lo que otras personas pudieran pensar de vosotros, ésa sea probablemente la peor prisión en la Tierra. No es estar en el cuerpo lo que os limita tanto. La verdadera limitación proviene de admitir las numerosas creencias pesadas y aprensivas de la sociedad y permitir que ella aminoren vuestro resplandor divino.

Mi deseo es mostraros un camino de salida, y la calve es: atreveos a recibir la alegría otra vez en vuestra vida, ¡sentid que es vuestro derecho de nacimiento! Es simplemente quienes sois, la alegría de Dios manifestada. Y para ser esto no necesitáis lograr nada, alcanzar ninguna meta, en el sentido mundano de la palabra. Tan solo necesitáis ser uno con quien sois. Necesitáis volver a sentir que estáis armonizados con lo que sois aquí y ahora. No hay nada que no podáis alcanzar, no hay nada que esté faltando. Abrazad la totalidad de quienes sois ahora, incluidos vuestros miedos, vuestros bloqueos emocionales, y al mismo tiempo, la sensación profunda de admiración y vitalidad en el fondo de vuestro ser. La vida misma fluye a través de vosotros y desea impartir en vosotros vuestros numerosos dones milagrosos. Habéis emprendido el viaje de la encarnación en este cuerpo, en esta sociedad, en esta dimensión material. Eso es suficiente. Naciendo en la Tierra en estos momentos ya habéis mostrado vuestro enorme coraje y fe. Ahora confíad en que se os permite recibir todo lo que necesitéis en vuestra vida. Sentid la pura alegría de estar en este momento. Permitíos relajaros en eso.

Imaginad que de ahora en adelante no hay nada que “debáis hacer” en vuestra vida. Si realmente os concedéis esa libertad, vuestras vidas fluirán consistentemente serenas y suaves. Yo entiendo que esto está en contra de mucho de lo que os han dicho vuestros padres, maestros, jefes, etcétera. La sociedad imparte en vosotros la idea de que tenéis que trabajar duro y diligentemente para desarrollar las destrezas y habilidades necesarias para arreglároslas en la vida. Os dice que os mantengáis pequeños y que os enfoquéis en lo que es posible –y ha sido posible anteriormente– antes que en lo que soñáis y esperáis. No sólo la sociedad os dice esto, incluso muchas enseñanzas espirituales tienen un punto de vista bastante estricto y disciplinario para alcanzar la iluminación.

Imaginad que liberáis la verdadera idea de metas y logros. Imaginaos diciéndoos a vosotros mismos: Yo soy como soy, y estoy completamente conforme con lo que soy. ¡Qué liberación! Si podéis permitiros ser esto de forma relajada, las cosas comenzarán a fluir en vuestras vidas, y veréis que sucede exactamente lo opuesto a lo que la sociedad os dice que debéis esperar y que va a suceder. Las cosas comenzarán a sucederos sin tener que trabajar duro para eso. Si podéis ser uno con vosotros mismos y aceptar las cosas y las circunstancias tal como vienen, tal como son, invitaréis a que un flujo de paz os traiga milagros a vuestra vida. Al aceptaros tal como sois, estáis diciendo “si” a la vida, a estar aquí en la Tierra, y os permitís recibir todo lo que queráis simplemente por ser quienes sois, una parte indeleble de Dios, apreciada y amada incondicionalmente.

Si halláis esa paz en vuestro corazón y soltáis vuestras expectativas tensas y nerviosas, entonces permitís que la magia de la vida cuide de vosotros. Os rendís a su flujo y ritmo. Yo os digo, para comenzar a encontrar verdadera satisfacción en vuestra vida, para comenzar a encontrar el trabajo justo, la relación adecuada o la casa apropiada en la cual vivir, comenzad por permitiros experimentar alegría nuevamente. La simple alegría de ser, la alegría de ser vosotros, de existir. La espiritualidad está intimamente vinculada con la simplicidad y la facilidad. Se trata de sentir cómo un niño puede sentir, no pensar en el mañana, sino simplemente disfrutar el presente y hacer cualquier cosa que uno tenga ganas de hacer.

Yo sé que creéis que esto ya no es posible para un adulto. Eso es una tragedia. Hay tal tristeza en el hecho de que os hayáis sentido obligados a renunciar a vuestra parte más espontánea y despreocupada. Extendedle las manos al niño interior que ha preservado su espontaneidad para vosotros. Profundamente adentro, aún está ahí, el niño que quiere jugar y disfrutar, el niño que quiere explorar la vida y que confía en que todo va a estar bien. Este niño sabe que la Tierra es un lugar seguro para que os expreséis. Sentidlo y dejad que os hable otra vez. Escuchadlo. Tal vez quiera daros un mensaje ahora mismo. Si aún no sentís nada, eso está bien también. Lo que importa es que estéis deseando llegar hasta ese niño, que digáis sí al flujo interior de espontaneidad, a su inspiración del alma. Estáis llenos hasta el borde de ideas de que esto no es posible o deseable, de que tenéis que volcaros al exterior más que al interior para encontrar guía en vuestra vida. Pero no es así. La vida debe ser vivida según otros principios.

El verdadero poder creativo, realmente manifestando creaciones positivas en vuestra vida, siempre sucede desde un estado de simplicidad y holgura. Es precisamente cuando os sentís totalmente relajados y divinamente despreocupados acerca de las cosas, sin sentiros forzados a hacer o ser nada, que atraéis los cambios más positivos en vuestra vida. Si simplemente acariciárais vuestros sueños y deseos, y luego los soltárais como quien deja libre a una paloma después de haber curado sus alas heridas, y dejárais que las cosas sigan su curso, vuestra confianza hará que la paloma regrese a vosotros. Ni siquiera esperaréis que dichas circunstancias sucedan, ya que estaréis muy ocupados disfrutando de vosotros mismos en el presente. La vida es exquisitamente simple.

Nosotros estamos con vosotros y comprendemos muy bien por lo que estáis pasando. Os pedimos que confiéis en este mensaje y que tengáis fe en la benevolencia de la vida y en la alegría que fluye a través de cada ser vivo. Echadle una mirada a la naturaleza. Los animales, las plantas y las flores están todos inherentemente ajustados a la expresión de la belleza y la armonía. Ellos no dudan de si mismos. Ellos se valoran de un modo perfectamente natural y pacífico. Conectad con esa energía natural de validación y sabed que vosotros estáis contenidos dentro de esa misma red de vida. Estáis a salvo. Dios está justo aquí con vosotros, y nunca se irá de vuestro lado. Atreveos a confiar a la magia de la vida, la cual no es nada más que el flujo divino de vuestra propia alma, ¡y disfrutad!

Fe de erratas

Cuando editas entradas en un medio de acceso público, como lo es un weblog, existe el riesgo de que se cuele entre lineas una parte arrogante y sabionda de ti mismo. A lo largo de estos casi 5 años es probable que una parte de las entradas de este blog no hayan sido comunicadas desde el corazón, lamentablemente, sino desde la más que voluntariosa de las ignorancias. Confío, no obstante, en que tu discernimiento sabrá separar el grano de la paja.

Abrazos y bendiciones.

martes, 25 de septiembre de 2012

Agradezco

Un comentario hallado en la imperdible abundancia infinita.com
"Hola. Toda mi vida he vivido rodeado de una escasez tan ininterrumpida que ya no sé que hacer para tener la prosperidad económica que siempre he querido. Me siento desesperado porque estoy lleno de deudas y me pesa enormemente no sentirme liberado de estas cadenas financieras. He leído "El Secreto", sobre la Ley de Atracción, y otros temas y no he obtenido resultados... En estos momentos me encuentro muy deprimida. Qusiera cambiar mi situación económica. Pero cada día que pasa es más de lo mismo. Agradeceré la ayuda que me puedan brindar en este sentido."

Respuesta inspirada de abundancia infinita.com

La prosperidad está muy vinculada a la valoración (pensamiento) que tenemos sobre nosotros mismos, sobre LO QUE CREEMOS MERECER. Ambos sentimientos forman parte de lo que "aprendimos" en el pasado, no solo durante la infancia, sino incluso en la etapa fetal. Para saber qué nos mantiene alejados de la abundancia y la prosperidad es necesario tomar consciencia (aceptar, darse cuenta) de cuáles son nuestras creencias y principios con respecto al dinero. Algunas creencias típicas son: 
- "Tengo que trabajar mucho y duro para ganar suficiente dinero para conseguir la seguridad que necesito para mi y para los que dependen de mi".
- "Las personas ricas son egoístas. No son personas espirituales (como yo)".

- "El dinero, está demostrado, no hace la felicidad."
- "Hay que pagar un precio muy alto para ser rico."
- "Sólo los ricos atraen dinero."
- "El dinero vuelve distante, arrogante y materialista a la gente." 
- "Es utópico realizarse en lo que a uno le complace y ganar mucho dinero. Nadie que gane mucho dinero se dedica a lo que le gusta."
- "Los artistas, las personas creativas, son bohemios. No ganan suficiente dinero con el arte. No ganar dinero es una buena señal. Los artistas son recordados. A los ricos nadie les pone una placa conmemorativa cuando mueren. A fin de cuentas el dinero no te lo llevas a la tumba."
- "Estoy destinado (condenado) a trabajar en un empleo que no me 'llena' pero que al menos me paga las facturas…"
- "No puedo evitarlo: el dinero se me escapa de las manos.. Nunca hay suficiente. Siempre sale más del que entra."
¿De quién has heredado estas creencias? Estos pensamientos...¿SON VERDADERAMENTE TUYOS, o los asimilaste de tu entorno más 'familiar' ese inconsciente colectivo que reinaba (y sigue reinando) cuando eras todavía demasiado frágil para independizarte de él? ¿Te ves capaz de emanciparte AHORA de esa 'basura mental' ?
¿Cuáles son tus creencias sobre el dinero? 
¿Cuáles son tus "convicciones"?
¿Qué escuchabas en tu casa? ¿qué energía se respiraba en tu casa? Acaso se respiraba el temor a que en cualquier momento pudiesen cambiar las circunstancias y todo lo que tenías se te pudiese arrebatar?
Otro aspecto clave – El Agradecimiento
Para sanar nuestra relación con el dinero es importante ante todo saber “agradecer”. Cuando agradecemos lo que ya 'tenemos', le estamos diciendo al Universo: "reconozco mis bendiciones y abro la puerta a más regalos. Agradecer es darme cuenta que yo soy parte irremplazable de la rueda de la abundancia universal. El universo (al igual que la 'sociedad') no 'algo' externo a mi, y se sirve de mi (soy su servidor) como instrumento para hacer llegar la abundancia universal a mis hermanos. Por lo tanto DAR es parte ineludible del AGRADECIMIENTO. Si no acepto convertirme en canal de abundancia universal, estaré sembrando la semilla de mi carestía de mañana. Si ya experimento carestía hoy, es consecuencia de mi desconexión con mi generosidad.
Cuando, desde la carencia, pedimos, nos estamos concentrando, desde el ególatra narcisista que llevamos dentro, en lo que no tenemos. Si le decimos al Universo, “estoy cansado/a de este trabajo aburrido y estúpido”, no estamos conectando con la energía de la abundancia que está presente pero NO QUEREMOS VER.
Sin embargo, si le decimos al Universo, “Agradezco este trabajo porque cumplió su misión. Me ha permitido abastecerme en este mundo y ser independiente. También me ha permitido ejercer mi generosidad. Era un trabajo en el que tenía que aprender a aceptar, pues he experimentado dolor. Cuando ya no huyes del dolor sino que lo abrazas y permites que éste te suceda, estás abriéndote a la fuente de la abundancia, a una ocupación donde mis talentos y aptitudes disfruten del terreno donde poder florecer y también sean indudablemente gratificadas económicamente”. CONECTAR con esta actitud respecto a la vida es un pasaporte seguro al caudal universal de abundancia infinita. Dios te ama y desea tu disfrute. Reconocer que es uno mismo quien se lo niega (huyendo, aterrados, del 'insoportable' dolor) es el primer paso para revertir la deriva autohiriente.
Escribe una lista de agradecimiento 
Una manera rápida de conectar con la fuente de la abundancia Universal es escribir una lista, todos los días, de 50 cosas que agradeces de tu vida. Hasta las más insignificantes, como: el agua caliente de nuestra ducha, nuestra cama reconfortante y calentita, nuestro abrigo que nos protege del frío, el café que nos tomamos todas las mañanas, el transporte, etc…Cosas que forman parte YA de la abundancia que tenemos pero NO VEMOS.

¿Te mereces prosperidad? 
Otro aspecto importante para que tu situación económica 'mejore' es creerte merecedor/a de la abundancia: ¿Te crees  merecedor de prosperar económicamente? ¿O no eres lo suficientemente bueno/a, listo/a, etc.., como para merecer la prosperidad que deseas? Quieres conectar con esa fuente de abundancia, pero te sientes maniatado/a a una manera de pensar, anclada en tu mente, autolesiva. Te es más 'fácil' creer que no vales. Infravalorarte te resulta más 'comodo', más 'natural' que afirmar tu valor. Un valor que por supuesto desconoces. ¿Cómo valorarte (amarte) si desconoces tu valor (no te amas)? Son muchos años conviviendo en un entorno (familia) donde la miseria moral (racismo, abandono, juicios, críticas, etc.) y económica (avaricia, envidia, miedo a perder...) como para revertir eso de la noche a la mañana.
Tener una ocupación laboral que no nos gusta, donde se nos pagan mal (no somos retribuidos adecuadamente por nuestro trabajo) en algún lugar de nuestra mente tenemos la profunda convicción de que NO VALEMOS lo suficiente como para trabajar o ganar dinero realizando lo que nos apasiona. Debemos plegarnos  a la demanda del mercado.
Es necesario creerse merecedor de la prosperidad en la vida que HEMOS ESCOGIDO para acceder al canal de abundancia. Sentirse merecedor no es la meta en sí, sino la Consciencia de que igual que merezco recibir también soy fuente de abundancia. En mi reside, como parte que soy de todo lo que es, la fuente de la abundancia. Todo lo que ahora reconozco que he recibido, PUEDO DARLO.

RESPONSABILIDAD
Ciertas actitudes alejan el dinero y la prosperidad como: No creerse merecedor de lo bueno. No agradecer lo que ya tienes. No valorarte. Ser tacaño/a, no dejando propinas y pidiendo siempre descuentos…No devolver las invitaciones recibidas. Manifestar envidia por la prosperidad o el éxito de los demás. Faltarle al respeto a los demás robándoles el tiempo al no agradecérselo (y retribuirselo convenientemente). Llevarte cosas (robar) del trabajo, clips, bolis, folios, libretas, etc. Hacer tus fotocopias y llamadas personales desde el trabajo. Descargarte películas o música de modo fraudulento, o robar toallas, ceniceros, etc.. de hoteles, líneas aéreas, o restaurantes, justificándolo en la convicción de que "ellos tienen mucho dinero y se lo pueden permitir. Además seguramente lo hayan robado". Quejarte constantemente de la economía, de los precios, de la escasez...
Actitudes que atraen dinero y prosperidad:
Sobre cada una de estas actitudes se podría escribir un tratado entero. De momento baste con enunciarlas...

· Honrar tu tiempo y tu valía.
· Dar y recibir con los brazos abiertos
· Abrir tu corazón
· Esperar Siempre lo mejor
· Actuar con Integridad y honestidad
· Aplaudir el éxito de los demás
· Tomar las riendas de tu vida
· Creer en tu merecida abundancia
· Creer en ti, confiar en ti y amarte tal como eres
· No tener expectativas acerca de actores y situaciones externos a ti
· Considerarte a ti mismo la fuente de toda abundancia
· Seguir el camino de la vida con alegría y amor
· Expresar gratitud y agradecimiento por las cosas más pequeñas
· Pensar en objetivos claros
· Centrarte en lo que anhelas y apostar por ello
· Darte permiso para tener bienes materiales
· Confiar en tu capacidad de crear abundancia y prosperidad

Por último comparto una historia:
Monty Roberts, autor de “El hombre que susurraba a los caballos”, tuvo que escribir un trabajo para su clase del instituto sobre “lo que quería ser cuando fuese mayor”. Monty escribió que quería tener su propio rancho de 80 hectáreas y criar caballos de carrera de pura raza. El profesor le suspendió porque dijo que un chico que vivía en una caravana jamás podría llegar a obtener eso. Monty le respondió: “usted quédese con el suspenso, yo me quedo con mi sueño”.
Actualmente, Monty vive en su granja de 62 hectáreas en California, cría caballos de raza y forma a cientos de domadores de caballos para que los entrenamientos sean más humanos.
Por encima de todo, no creas en los “robasueños” y cree en TI. En tu capacidad de crear la vida que deseas Y TE MERECES: ¡una vida llena de PROSPERIDAD Y ABUNDANCIA!
extraído de Abundancia infinita

sábado, 22 de septiembre de 2012

Yo eres tu

Quizá así lo sientas. Sin palabras...

LÁGRIMAS DE SALMÓN from catalina carrasco on Vimeo.

 

viernes, 21 de septiembre de 2012

aceptar el dolor

 

Todos sabemos que tenemos el poder para atraer (por medio de estratagemas seductoras) todo lo que conscientemente deseamos. Pero no es menos cierto que en ese proceso, también magnetizamos todo aquello que desde un nivel más profundo, y poco atendido, el inconsciente pugna por solventar.
Pongamos que en un momento determinado encuentro a mi hijo robando algo en un negocio. Resulta que ya me habían avisado sus amigos con anterioridad. Pero no quería creerlo. Después de juzgarlo, (quizá, también, después de haberle dado una reprimenda), me doy cuenta (tomo consciencia de), de que esa actitud me socava porque es un reflejo de mi (de mi inconsciente): "mi irritación es prueba de que estoy presenciando un lado oscuro de mi mismo que mi hijo, el 'otro', me está revelando –sin ser, obviamente, consciente de su rol como 'maestro'– algo que me incomoda en este encuentro nada casual que estamos teniendo.

¿Qué enseñanza se supone que extraigo, a parte de proponerme dejar de culparme por haberle 'condenado' tan rápidamente (castigado a quedarse sin vacaciones de verano, etc...)? ¿He de aceptar ver que mi hijo aprendió a robar (estafar, manipular situaciones, personas, a su conveniencia, porque lo aprendió del patrón que yo, como progenitor masculino, le expuse SIN DARME CUENTA (inconscientemente)? ¿He de aceptar VER al ladrón en mi? Pongamos que consigo 'rendirme' y 'confesar'(aceptar)..."me acepto"...¿Pero en qué consiste aceptar-se? ¿Se trata tan solo de asumir el miedo que me daba reconocer que soy un cleptómano? De acuerdo, tenía miedo de sentirme juzgado. Por eso traté de ocultarlo. Pero es obvio, a juzgar por la actitud 'heredada' de mi hijo, que la represión no ha surtido efecto. ¿Qué hago con esa vergüenza, una vez destapado mi secreto?
– Mirar adentro.
–¿Y qué es 'mirar adentro'? ¿Como aceptar al cleptómano en mi?

Abrazar los miedos es mirarlos con amor y perdonar-se. Mirar adentro y reconocer lo que profundamente en nuestro interior (cuerpo emocional) esconde el ladrón que tratamos de disimular en el contexto presente, pero que nuestro hermano (hijo, amigo, cuñado...) insiste 'obstinadamente' en restregarnos en la cara del único modo posible: comportándose del modo que más nos avergüenza.
El concepto de Ego, tan en boca de los psicoanalistas durante todo el siglo XX, está empezando a popularizarse entre la gente corriente, lejos de los divanes. De hecho cada hogar puede decirse que se está destapando actualmente como un verdadero centro de terapias de sanación psíquica, aunque solo sea por las desatadas catarsis que están teniendo lugar en el seno de las parejas, por no hablar de la crisis de los vínculos paterno-filiales, extrapolables a la relación entre docentes y alumnos o incluso entre élites dirigentes (corporaciones, iglesia, sistema educativo y político: los cuatro jinetes del Apocalipsis) y las 'clases trabajadoras'.

Para permitir que la transformación (metamorfosis), el acceso a la Consciencia, se opere en nosotros no queda otra salida que conectar, SENTIR las motivaciones, hasta ahora inconscientes, que me arrastraron a robar en su día (de pequeño). Y sentir, créeme, solo es posible desde la catarsis NO VERBALIZABLE, de las emociones contenidas en el cerebro límbico e incluso en el reptiliano.

Quien más quien menos presume de no sentir culpa por nada. Pero cuando la vida te coloca frente a situaciones 'avergonzantes' (un suspenso: soy un vago. Una multa de tráfico: qué despistado soy, me lo merezco, ¿Por qué no he estado más atento?. Un reproche, un abandono, cuando nos ignoran...) es cuando evidenciamos que 'nos sentimos culpables'. Algo tenemos que haber 'hecho mal' para que nos causen dolor...Y no hablemos ya si el mismo sistema judicial dicta sentencia una condenatoria. Somos CULPABLES. Sin subjetivsmos.

El Cristianismo en tanto que sistema de poder, nos ha inoculado la convicción de que somos culpables, exortándonos a entonar el execrable mea culpa...

"por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa,..."

...prolongando así la lesiva tradición judaica, consignada en el libro del Génesis, concerniente al pecado original. El castigo lo venimos padeciendo desde que al hombre se le sentenció a ganarse el pan con el sudor de su frente, y a la mujer a parir con dolor. Sin embargo estas creencias no nos han mostrado el camino de la liberación de la carga de dicha culpa, que el Islam, por ejemplo, no contempla. En el Islam no existe la noción de pecado original, más bien se rechaza rotundamente. De acuerdo con el Corán, la transgresión cometida por Adán y Eva —considerada responsabilidad de ambos, y no de Eva en mayor grado— quedó zanjada con el castigo recibido, es decir, con la expulsión del Paraíso. El Islam no condena a la naturaleza humana como tal, a diferencia del judaismo, y además rechaza explícitamente que otro pague por los errores de los demás: "Nadie cargará con la culpa ajena" (Sura 17, versículo 15). La ausencia del pecado original acentúa, en el Islam, la moderna idea de responsabilidad individual, eje central del credo islámico.

Hoy, los occidentales herederos de las tradiciones judeocristianas estamos descubriendo que para liberarse de la culpa y dejar así atrás las adictivas penitencias, es necesario descargarse, exonerarse de la culpa, "Dis-culpar-se". Y he aquí que nos hallamos frente al reconocidamente más difícil de los actos humanos, pues la rendición muy frecuentemente se confunde ya sea con capitulación o resignación.

Disculparse o pedirse perdón ("perdóname") es la clave para disfrutar de la anhelada redención.

–pero ¿A quién le pido perdón?

– En primer término a ti mismo. A tu divinidad. A tu esencia trascendente. Pretender pedir perdón a otro sin antes haber hecho las paces con uno mismo es literalmente una entelequia.

– Pero eso es desquiciante. Si me pido disculpas, ¿eso significa que estoy escindido?

– Significa que has permanecido ignorante de la escisión operada en tu mente hasta que tomas consciencia de que los ídolos a los que rendías pleitesía (el cuerpo físico, tus creencias acerca de la vida y de la muerte, tus principios y postulados inamovibles, tu rigidez mental...) eran castillos de naipes. Pasajeros castillos en el aire, rodeados de vanidad por tu falso yo, el ego. Pedirte perdón es algo nadie puede hacer por ti. Es la base de tu libre albedrío. Ahí radica tu grandeza. Tu óptica de la realidad es tu responsabilidad. Al final todo depende del color de las gafas que te proporcionó tu ego con las que has estado observando la realidad. Puedes, si quieres, dejar de usarlas para verla. Existe, no obstante, un necesario proceso de aclimatamiento , pues no estás preparado para asimilar la radiante verdad, la realidad, desprovisto de tus enquistados lentes. No la soportarías. No la asimilarías. A menos que te perdones.

– y ¿Qué se supone que he de perdonarme?

– Todo aquello que jamás te has perdonado. Te has creido que eras culpable: culpable de ser un 'mal' (no lo suficientemente buen...) hijo, esposo, esposa, culpable de ser un mal padre de familia, una mala madre...un mal empresario, un mal vecino. Culparnos por la muerte de un perro, de papá o de mamá. O incluso de la muerte de un hijo (quizá de todas la más pesada de las culpas...) culpas hay para todos los gustos. Cada cual que revise su carga.

Se trata de que te exculpes. Pero claro, para alcanzar eso, debes 'contactar' con la culpa. Y eso es doloroso. Como si de un hijo no reconocido y desterrado se tratase, al que vas a restituir su herencia. No podrás ser libre de la culpa por haberlo 'olvidado' de tu conciencia hasta que consigas reintegrarlo en tu seno. Pídete perdón y te librarás de la culpa. Como diría Mayra Gómez Kemp, "...y hasta aquí puedo leer..."

El riesgo en ese instante, radica en que haga acto de presencia el orgullo, una de las máscaras (personalidades) tras la que se esconde el miedo (ego), la más férrea de las defensas tras las que te ha s parapetado.

Cuando somos exhortados a pedir perdón es común que el ego, revestido de la máscara del orgullo salga "al rescate" afirmando que "no hay nada por lo que deba avergonzarme, por lo tanto nada por lo que disculparme. Lo hecho hecho está. En todo caso, nos defendimos –dice el ego, robándote la palabra– legítimamente de multitud de claras agresiones. Y punto. No hay máscque hablar."

Lo que el ego no entiende es el daño que, en su desquiciada y demente deriva, has permitido que te causara desde que le encomendaste la tarea de defenderte.

– ¿Yo le pedí que me defendiera?

– Algo así. Obviamente no eres consciente de eso. Fue instantáneo. Sucedió al poco de nacer, seguramente antes de los tres años de edad. Te "bebiste" una poción amnésica que mantuvo el dolor (que estabas a punto de experimentar) a "buen recaudo". La consecuencia fue que te distrajo de tu verdadera y eterna esencia y te proporcionó una identidad mortal con la que discriminarte y discriminar al resto de identidades. Una identidad con la que poder identificarte. Así han funcionado las cosas en este plano (planeta) hasta la fecha. Pero todo está empezando a cambiar radicalmente. El velo de la ilusión (Māya para la tradición védica) está cayendo. La cuestión es: ¿Te indignas?,¿Te enfureces?, ¿Te aterras?, ¿Te defiendes?, o ¿Te permites fluir con los acontecimientos, contagiado de la confianza en que no necesitas seguir luchando contra los molinos quijotescos?

Reconocer la culpa lastrante es ya una tarea de valientes. Tomar la decisión de liberarse de la culpa implica un gran coraje, pues significa adentrarse en el pozo del dolor reprimido. Significa "desandar" los pasos danzados sobre la vana escena. Para librarse de la culpa hay que deconstruir la vieja armadura oxidada, "perdonarse" por la narcisista deriva autoimpuesta, perdonar-nos por haber permanecido ajenos a nuestra inmaculada y eterna santidad. Perdonarnos por haber creído que éramos culpables de haber mordido la "manzana" adámica, de haber osado dar un salto evolutivo mordiendo del árbol del conocimiento, cuando en realidad fue la serpiente (Oannes/Enki) quien, contra la voluntad de su hermanastro Enlil, le dio a su 'semejante' criatura, nuestro más reciente antepasado (Adán y Eva), la capacidad para "conocerse", es decir reproducirse autónomamente. Fue una intervención que quizá contravino una ley universal, y que a la otra "mitad" de Yahweh no le sentó entonces muy bien...

Wikipedia: Los árboles del paraíso son dos árboles que aparecen en el Antiguo Testamento en la historia del Jardín del Edén. Uno de ellos es conocido como el "Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal" (simplificado como Árbol del Conocimiento; en hebreo עֵץ הַדַּעַת טוֹב וָרָע "Etz haDaat tov V'ra"),1 y el otro es el "Árbol de la Vida". Según el Génesis, estaba prohibido para Adán y Eva comer del primero, y luego de la desobediencia del mandato divino, éstos son expulsados para evitar que también comieran del segundo, igualando a Dios.

No atender a las motivaciones profundas que nos impulsan a coger algo que no es nuestro (robar) para tratar de estar 'mejor', es saltarse una página de la partitura de una pieza musical llamada SANACION que estamos interpretando, simplemente porque es la más difícil de aceptar porque nos enfrenta con la RESPONSABILIDAD, la actitud que menos entrenada tenemos, la que más vértigo da. Reconocer el dolor, que en un INSTANTE CLAVE de nuestra vida decidimos esquivar (anestesiarnos) para sobrevivir, es la única vía para la expiación. Es la liberación de la losa de los recuerdos dolorosos, los que justamente mi hijo se encarga –para eso decidió voluntariamente nacer en el seno de mi familia– de hacer emerger a la superficie del lago de las vergüenzas que he tratado de mantener ocultas.

El pasado solo se puede dejar atrás cuando el narcisismo, que rige tiránicamente mi presente, es comprendido y SENTIDO, como lo que verdaderamente es: un complejo no resuelto... De lo contrario estamos actuando como esos expertos en nutrición que juzgando (diagnosticando) de trastornada a la persona anoréxica por no amarse (alimentar su cuerpo) dirigen todos sus esfuerzos hacia la dieta alimenticia, sin atender a las motivaciones que empujan a alguien a dejar de nutrir su cuerpo.
Es cierto que hemos venido a disfrutar, pero no hay disfrute (está comprobado después de 60.000 años) cuando huyes de algo. Compruébalo: repudia a (huye de) tu madre o padre, de tu mujer o marido y de tus hijos (porque no te comprenden/no los soportas...) y búscate una nueva familia. Tu pasado (la culpa) te perseguirá donde quiera que vayas. Y te consumirá lentamente, "obligándote" a regresar, en una nueva vida, a un escena que te resultará familiar...
Hemos venido a acompañar a la Tierra en un parto a una nueva consciencia. Dicho así suena bonito, sin duda. Pero los partos, siempre que hay resistencias a sentir dolor (y créeme que ahora las hay) son dolorosos. El dolor es parte de la vida. Aceptar el dolor es decir sí a la vida con mayúsculas.
El mundo nos está conduciendo inexorablemente a una situación límite. Cuando nada puedes (ni quieres) hacer por cambiar tu vida, será mejor que dejes, sin oponer resistencia, que tu vida te cambie a ti.  

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Sí a la vida!

Hoy he pasado frente a un centro de enseñanza secundaria de la ciudad más próxima a mi lugar de residencia. Iba de camino a una entrevista con un cliente (en la matrix vengo desde ace algo más de una década interpretando el papel de diseñador gráfico).

Se trata, me dije, de la generación que nos sucederá a los que ya pasamos de los cuarenta-y-tantos, representada aquí por los cerca de quinientos hombres y mujeres de entre 13 y 16 años que estaba observando. No recordaba la última vez que sentí la chispa y la efervescencia de la adolescencia. En presencia de estos futuros adultos, he conectado con la ebullición de la energía del ser humano propia de la etapa de la humanidad en que empezamos a sentirnos parte integrante del mundo que nos rodea.

Los adultos tendemos a ver el mundo que nos rodea desde la perspectiva de nuestro narcisista ombligo generacional olvidando recurrentemente que nosotros también fuimos adolescentes con ganas de cambiar el mundo, convencidos de que todo era posible, de que el libro de nuestro futuro no estaba predeterminado de antemano.

Se me ocurre implantar una suerte de ceremonia iniciática en la que los adultos y los adolescentes escenificásemos la entrega del "testigo de la vida". Una especie de acto simbólico en el que representar el cambio de ciclo de la vida en el ámbito generacional. Un mirarse a los ojos y hacer entrega (por parte de los padres, tutores y demás adultos) de las riendas del sistema. Dirás que eso ya existe. Que la transferencia de los conocimientos necesarios para que los jovenes asuman su futuro rol ya la realiza el sistema educativo. Pero yo voy más allá. No me refiero a la herencia de los datos compendiados, de las citas memorizadas, incluso de las aficiones y pasiones legadas de padres a hijos...me refiero a una fiesta de hermanamiento multigeneracional donde la soberbia, la autosuficiencia y la intelectualidad de los adultos occidentales, infectados con el virus de la rígida impronta patriarcal, queden aparcados para dejar paso a la entrega consciente del testigo.
Confesar que has cometido errores como padre o madre, que el modo en que te 'enseñaron' a educar a tus hijos probablemente no fue el más apropiado, o que en el mejor de los casos, estuvo cojo pues le faltó la parte esencial, el amor, es sin duda un reto para el ego. Y no propongo escenificar un humillante ejercicio de autoflagelación destinado a purgar pecados (por mi culpa, etc...) por medio del dolor físico (para eso ya existen los penitentes en Semana Santa), sino de aceptación del cansancio acumulado en la lucha por encontrar nuestro lugar en el mundo. El cansancio por haber retenido hasta la extenuación el testigo generacional para acabar entregándolo impregnado de la culpa. Un testigo que solo somos capaces de soltar poco antes de que se nos conceda la extrema unción.
Sabemos que detrás de (todas) las máscaras yace el pacífico y armónico Eldorado de la contrafernización de todos los hombres y mujeres, independientemente del color de piel, del sexo, de las creencias y de la edad cronológica que figure en sus documentos de identidad. Invocar a la juventud de Espíritu es aceptar deconstruirse, dar algunos pasos atrás oara revisar el baúl de las vergüenzas reprimidas. Solo así se puede decir sí a la vida sin condiciones, tal como brota, sin importar las arrugas del alma y el cuerpo físico. Sí a la vida en cualquier forma que se muestre, en toda su magnífica diversidad.

Sí a vivir. Sí a convivir. Sí a no esperar nada de la vida, salvo que nos suceda.

 

martes, 18 de septiembre de 2012

¿A dónde vamos?

Décadas y décadas de confusión acerca del sentido del la vida, empantanados en estrategias defensivas, enfrentamientos, litigios, juicios, condenas, batallas y guerras entre facciones opuestas, están conduciendo a muchos buscadores de la verdad a plantearse preguntas existenciales. Muchas de ellas ya fueron planteadas por las escuelas filosóficas griegas y más recientemente por los precursores del existencialismo moderno de finales del s.XIX. Una de estas preguntas es "¿Pero a dónde vamos?" "¿Cuál es el destino de esta civilización?" Una pregunta que sin duda hoy, en los albores de un 'cambio radical' de forma de concebir las relaciones en sociedad, tiene una vigencia para muchos más que perentoria.

Preguntarse a dónde vamos desde esta sociedad en franco colapso estructural, sin tratar de indagar sobre quiénes somos o cuáles son nuestros orígenes es, salvando las distancias, como preguntarse cuando me podré comer mi trozo de la tarta en esta fiesta de aniversario a la que he sido invitado por sorpresa, sin tan siquiera preguntarme "¿quién cumple años?"

"A dónde vamos" encierra en el fondo una necesidad de saber si estaremos 'mejor' de lo que estamos. La búsqueda, sin duda frenética, de nuevos mundos, con ecosistemas a los que adaptarnos, encierra un temor ancestral a sentirnos perdidos al afrontar un arcaico sentimiento de abandono. Pareciésemos no haber tenido suficiente tiempo de adaptarnos al entorno de nuestro planeta en tanto que seres 'sapientes'.

Hace muy poco, visto desde la perspectiva evolutiva, que el advenimiento del 'hombre pensante' (homo sapiens sapiens) supuso un salto evolutivo sin duda vertiginoso, que como contrapartida implicó una cierta y paulatina desconexión con los ritmos de la Tierra a los que tan bien adaptados estábamos tras 4500 millones de años. Poder pensar supuso una inesperada 'mejora' de nuestro sistema operativo que, reconozcámoslo, nos ha costado asimilar. Por mucho que la escolástica antropológica nos haya adoctrinado sobre la secuencia evolutiva de las especies, conviene recordar que el incremento sorpresivo de volumen de la cavidad cerebral de los homínidos –de la que disfrutamos respecto de nuestros ancestros más inmediatos (Homo Erectus)– tan solo data de 300.000 años atrás. En nuestra 'versión' mejorada (Homo Sapiens Sapiens = Cro Magnon) tan solo hay que remontarse a escasos 70.000 años. El hombre "sapiente", el sumerio Lulu Amelu (=trabajador mezclado), que tiene sabiduría (sapiencia) acerca de su singular identidad individual (contrariamente a la conciencia tribal y grupal propia del Australopitecus Afarensis, nuestros predecesores del valle del N'goro N'goro en Tanzania), irrumpe sorpresivamente en la Tierra y rápidamente se desplaza desde su origen en Africa hacia Mesopotamia, y en una diáspora nunca antes conocida, hacia los confines del Planeta.

Cuentan los doctos y estudiosos que hubo un tiempo en aue el hombre vivía en respetuosa convivencia con las demás criaturas del Planeta. La vida estaba aceptadamente regulada por los ciclos naturales.

Me decía un vecino, ayer, que no sabe cómo encender su ordenador. Le replico que yo mismo nunca he logrado aprender a programar un reproductor de DVD para activar la grabación de un programa de TV. Todos tenemos la vaga sensación de que la tecnología 'ha ido demasiado rápido' y que llevamos mucho tiempo dejándonos cosas en la carrera del progreso. Ocurre que nos da vergüenza reconocer que nos viene grande nuestra capacidad intelectual. Tal es la sobredosis de esteroides y de testosterona que hemos ingerido como especie para cumplir con la hoja de ruta que se nos asignó hace 60000 años. Sobre este tema ya me extendí lo suficiente en su momento y no quiero repetirme.

Todo parece precipitarse en este inicio de milenio, como arrastrado por un devastador tsunami que está poniendo patas arriba las estructuras que considerábamos incuestionablemente sólidas. Democracia, derechos de expresión, derechos de pensamiento, acceso a recursos necesarios para la subsistencia, presunción de inocencia, ...todo parece desmoronarse como si de un escenario de cartón piedra se tratase. Para quien no haya ido realizando un mínimo proceso de adaptación de su consciencia respecto del permanente estado alterado del fenómeno que denominamos 'la vida', todos estos cambios sin duda estarán siendo experimentados como desbordantes.

Una cosa sí es cierta. Vayamos donde vayamos, iremos. Iremos porque siempre hemos ido. Siempre hemos viajado, explorado, experimentado. Somos viajeros del tiempo, descubriendo los confines del universo, de los universos y multiversos. El único 'problema', el único lastre que arrastramos es el miedo al desamparo, miedo a olvidar que NUNCA ESTAMOS SOLOS. Pero estaba previsto. Estamos ahora (cada cual a su ritmo) en el proceso de recordar lo que la autoadministrada amnesia nos ha sellado en el cajón de las emociones. Olvidar quienes somos y de dónde venimos ha sido parte de las reglas del 'juego de rol' en que consiste zambullirse en una experiencia vital de conocimiento. Exploratoria ha sido la fase por la que hemos transitado. Una fase comparable a la que experimentan los niños y adolescentes. La rebelión y las ganas de evacuar el nido paterno (cerebro izquierdo), antes cobijante, ahora asfixiante (algo muy natural) nos están conduciendo sin planificarlo, por la senda de la independencia, un estadio evolutivo hacia la madurez consciencial, la fase co-creativa, que nos va permitir reencontrarnos con nuestros hermanos de las estrellas, esa inmensa fraternidad de seres que pacientemente han estado aguardando nuestra emancipación, nuestra salida del cascarón, nuestra metamorfosis. Nuestros hermanos mayores nos aguardan con los brazos abiertos y los corazones rebosantes, deseosos de brindar por nuestra final eclosión. El salto del Homo Sapiens-Sapiens al Homo Consciens (si se me permite el atrevimiento semántico) tiene el pistoletazo de salida en este inicio de siglo/milenio y se consolidará en los próximos 160 años más o menos.

Todo está bien. Todo está sucediendo, en esencia y desde una perspectiva más amplia, tal como estaba planeado. Por ti, en calidad de embajador de la divinidad. Eres un ser eterno. Siempre has sido y siempre serás, no importa cuantas habitaciones oscuras hayas atravesado en tu periplo voluntariamente decidido. Todo está cumplido. Ya estás de vuelta. Solo resta sentir las emociones guardadas durante este 'viaje sin aliento'. En esas estamos.
Que la paz sea contigo.


 

 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Solsticio diciembre 2012: más claro, agua.

Extracto del blog de Emilio Carrillo:

Caminante11 de septiembre de 2012 14:59

Pregunta: "A veces me asaltan las dudas, y pienso ¿y si llega el 21 de diciembre y no ocurre nada? ¿y si, después de mucha paciencia, acaba el 2013 y tampoco ocurre nada? No es mi intención desilusionar a nadie, pero ¿cómo enfrentarse a tamaña decepción?

Me he dado cuenta de que espero el 21 de diciembre como el niño que, ilusionado, apenas puede dormir la noche del 5 de enero, pensando en los Reyes.

No puedo imaginar cómo sería percatarse de que esta anodina realidad es "para siempre". Descubrir que estaremos siglos y siglos sin entendernos, desconfiando, resguardándonos, esforzándonos... descubrir que la realidad es la monotonía de la oficialidad, donde nada es sorprendente sino científicamente explicable... donde nada ocurre fuera de lo académico, y los nuevos descubrimientos son sorprendentes solo para los entendidos.

No quiero dar la impresión a Emilio Carrillo y los demás participantes de que me tomo esto de una forma muy infantil, solo es que este cambio anunciado es algo que anhelo muy profundamente, hasta en sueños. Sé que es algo que espero incluso desde antes de oír hablar del 2012... es algo que espero desde que tengo memoria.

Supongo que estoy pasando por una de esas fases de "bajona" que me suelen dar a veces, pero es que, a medida que se acerca la fecha, este pensamiento es más frecuente. Espero que sea solo eso, un pensamiento; algo debido a la impaciencia.

Respuesta:

"Querido Caminante, ten la seguridad de que lo que vendrá para mucha gente tras el 21 de diciembre será una gran decepción.

La razón es muy sencilla: esperan un cambio en el exterior que no va a producirse. ¡Ni habrá “fenómenos” especiales de ningún tipo, ni nada va cambiar en el exterior a finales de diciembre!

Lo que si va a acontecer con ocasión del próximo solsticio de invierno es la Metamorfosis evolutiva y natural de un número no prefijado ni predecible de seres humanos. Y la Metamorfosis es, como vengo insistiendo en las charlas, interior, no exterior.

Esos seres humanos “metamorfoseados” sí serán plenamente conscientes de su evolución y de la que habrá experienciado la Madre Tierra.

Y aquellas personas que no vivencien la Metamorfosis en el solsticio podrán hacerlo después, a lo largo de los próximos años, lustros y décadas, pues la “puerta” de la transformación interior, en coherencia con la de la Madre Tierra, estará abierta mucho “tiempo”.

Los cambios en el exterior irán acaeciendo paulatinamente como manifestación de la Metamorfosis interior de un número creciente de seres humanos.

Abrazos y bendiciones,"

... ...

Más claro, agua.

 

Una nueva perspectiva (I)

Este texto (originalmente en inglés) ha salido a mi encuentro y he decidido compartirlo contigo.

Durante muchos años ciertos "maestros espirituales" han estado transmitiendo un mensaje aparentemente 'secreto' acerca de que tu eres "el creador de tu propia realidad", que puede constituir una enseñanza peligrosa si no es debida y completamente explicada. Hay dos cosas que debes saber acerca de esta enseñanza:

1. Debe ser aclarado que tu no "creas" nada (desde un pastel de chocolate hasta la independencia de una nación) por el mero hecho de pensar en algo y enfocándote en ello, "atrayendo" su presencia, deseando que se manifieste, por medio de repetidas afirmaciones, desde el campo dimensional de infinitas posibilidades que es el eterno Aquí/Ahora. Lo que estás haciendo es recordar, rememorar en tu consciencia algo que siempre ha sido y siempre será. El chocolate siempre ha existido, incluso antes de la aparición de la vida biológica sobre la Tierra. La independencia es algo que siempre ha existido y siempre existirá. Nada se 'crea' y nada se extingue. Todo es posible. Simplemente estás reacomodando tu perspectiva previa –y tu consecuente actitud, (es decir, tu "realidad interior") cambiando tu óptica respecto de la posibilidad de que esa realidad "externa" se pueda manifestar. Una vez adoptada la nueva perspectiva (el nuevo pensamiento/actitud) las consecuentes acciones (incluyendo el dejarte llevar por las sincronicidades: conexiones no necesariamente razonables) irán encaminadas a hacer realidad ese pensamiento. Es en este sentido que la expresión "tu creas tu propia realidad" es cierta. Reemplaza el término realidad por el de perspectiva (ángulo de visión) y la frase cobra un renovado sentido. La fe mueve montañas. Lo extraordinario no es que se muevan las montañas, sino la voluntad inquebrantable de "tener fe" más allá de la nube de pensamiento global consensuado del que comúnmente nutrimos nuestra despensa particular (mental).

2. Tienes que comprender que incluso aquello que llamamos "el acto de crear" [atraer] los eventos/acontecimientos "exteriores" no puede ser accionado por alguien en solitario. Ningún acontecimiento [materialización física] "exterior" puede ser creado por un solo individuo. Tal cosa es imposible. Toda manifestación es factible en virtud de la cadena de acontecimientos desencadenados (y las personas involucradas, no por azar) como consecuencia de la "tenencia" de la mencionada fe.

Estos dos "pequeños puntos" anteriormente mencionados no son, en absoluto, tan solo pequeñas aclaraciones. No es éste sin duda un asunto nimio. Comprender y asimilar la combinación de estos dos puntos es clave para conseguir la liberación del stress emocional y mental, de la frustración, de la presión y de los problemas derivados de imaginar que eres responsable de todo lo que debe hacerse para solucionar una situación externa en apariencia "insostenible" o "indignante" o bien culpable de todo lo que está sucediendo en el mundo, o como mínimo en tu vida personal. Estos puntos constituyen maravillosas herramientas con las que poder navegar por la vida a través de las diversas circunstancias que nos tocan (problemas, situaciones complicadas etc.) desprovistos de la culpa, la bola de hierro más pesada con la que cargamos desde que empezamos a desplazarnos exclusivamente "a dos patas". Incorporar esto, nos permite, repito, integrar las circunstancias que acontecen más fácilmente en nuestra experiencia terrenal observándolas como lecciones en un camino vital y eterno de aprendizaje. Es entonces cuando la pesada losa del perfeccionismo y de la autoexigencia, padres putativos de la culpa (que a su vez es madre de la rabia, la ira y en último extremo, la cólera) caen por su propio peso. No hay necesidad de juicio y condena cuando todo lo que sucede es una posibilidad de experimentar algo enriquecedor y no una "prueba" para evaluar nuestro rendimiento y prestaciones frente a determinadas situaciones. Esto no le va a gustar al sistema paternalista. Que le den por c...jejeje.

Así pues, echemos un último vistazo a estos dos puntos.

Punto nr.1: Puesto que todo lo que siempre ha sido, es, y por siempre será, es también lo que ESTÁ SIENDO AHORA, el acto de "pura creación" (partiendo de cero) es imposible. Aquello que llamamos "creación" es en realidad un acto de "toma de consciencia" de algo que siempre ha sido y siempre será. Es el acto de volverse consciente de una particular porción de todo-lo-que-es...

La toma de consciencia se consigue poniendo, en primer lugar, la atención en algo. Ves que algo está ahí. Pero si reconoces que está allí por –lo que parece ser– la primera vez, la observación que realizas produce la impresión de que tú has "colocado" eso ahí, de que lo has "creado". En eso consiste la Ilusión (impresión) de creer que el acto de crear es posible.

Tal como me he esforzado en aclarar aquí en múltiples ocasiones, existen dos tipos de acontecimientos en nuestra experiencia en este planeta. Los físicos y los metafísicos [meta=más allá de…]. Más sencillamente, existe "lo que está pasando", y "lo que pensamos acerca de" lo que está pasando.

Este es el modo en que pasamos por la vida: 1) algo sucede en nuestro entorno: o bien reaccionamos para defendernos, o bien permitimos que ese algo nos impacte (frecuentemente porque carecemos de las armas (el ingenio) para eludir el impacto. 2) tenemos un pensamiento acerca de lo que está sucediendo. Nuestro pensamiento persigue y caza lo que ocurre a tal velocidad que a menudo fundimos los dos primeros pasos en uno. Imaginamos entonces que lo que sucede "afuera" y lo que sucede "dentro" [nuestro pensamiento] son los mismo. De hecho no hacemos conscientemente ninguna distinción entre lo que sucede y lo que pensamos que sucede. Lo cierto es que no son lo mismo. Y este es uno de los más grandes secretos nunca ocultados a la humanidad. No se nos enseña esto en la escuela. No se nos facilita el acceso a este "secreto" en nuestra cultura. Nadie quiere que lo sepamos. ¿Por qué? Porque si lo supiésemos, si diéramos con la clave para gestionar nuestros propios pensamientos, instantáneamente tendríamos control sobre nuestra nuestra realidad. Dejaríamos de ser víctimas del "inconsciente colectivo". Todo el sistema manipulador basado en pastores y corderos se derrumbaría (esto ya está sucediendo)

¿Cómo puede una sociedad, como grupo, ser controlada si cada miembro de dicha sociedad tiene absoluto control individual sobre su propia realidad a cada instante? La meta de toda jerarquía gubernamental totalitaria es que permanezcas sumido en un mar de pre-ocupaciones. Que evites caer en la tentación de tener pensamientos propios acerca de lo que sucede. Por eso te bombardean con titulares mediáticos y desacreditan (e intentes borrar del mapa) a todo el que ose cuestionarlos. La meta es convencerte de que "adoptes" su pensamiento, arraigado por supuesto siempre en el miedo a las situaciones amenazantes que fabrican permanentemente. Todo con tal de que compres la estrategia de seguridad que el sistema trata de (y sin duda ha conseguido) proveerte, en lugar de abrazar tu propio (e intuitivo, recuerda) pensamiento.

La primera libertad, contrariamente a lo que el sistema ha tratado de adoctrinar, no es la "libertad de expresión", sino la "libertad de pensamiento". Y el acceso y disfrute de esa libertad tan solo precisa de un íntimo acto de voluntad, de una meditada toma de conciencia, a la que, por duras que hayan sido las circunstancias vitales que hayas experimentado, siempre tendrás libre acceso. Pueden disuadirte muy sutilmente para que no abraces tus propios pensamientos (Para eso tienen multitud de estrategias, a cada cual más refinada y perversa). Pero no pueden, por mucho que se esfuercen, arrebatarte esa capacidad, ese potencial que yace, latente en tu interior, anhelando ser despertado. Tu libertad de pensamiento no es algo que debas reclamar, porque no pueden robártela. Simplemente es un derecho eternamente inherente que puedes (y deberías, créeme) asimilar. Tenlo siempre presente. Esta libertad es la que te convierte en un ser divino. Es lo que te hace soberano en tu propio reino. Eso es lo que te hace "Dios". Eso es lo que significa "tener el poder de crear tu propia realidad", interiorizadamente, respecto a, y en función de, cualquier situación externa que acontezca. No tienes que luchar por tu libertad cuando integras que naciste libre y que ese es tu estado natural a menos que decidas olvidarlo y entregarle tu soberanía a algo/alguien que necesite convencerte de que debe ser protegida.

Puedes pensar lo que quieras pensar acerca de lo que sucede a tu alrededor, acerca de lo que sucedió en tu vida. Incluso acerca de un futuro que imagines pueda ocurrir. Si tienes dominio sobre este potencial, estás asimilando tu divinidad. Tus pensamientos son tus herramientas más poderosas y nadie puede impedirte que las uses.

Nelson Mandela fue la manifestación viva de que eso es posible, durante los 26 años que duró su encarcelamiento por parte de un régimen minoritario de raza blanca que había largamente controlado Sudafrica. No reaccionó contra su presidio, sino que licuó de esa experiencia la santidad que le condujo a pacificar una nación antes segregada racialmente. San Juan (también conocida como Juana de Arco) probó eso durante las invasiones y saqueos francesas en Inglaterra. Y Jesus, el Cristo, probó eso durante la segunda mitad de su vida. Otros lo probaron así mismo: Winston Churchill lo probó cuando cuando los acontecimientos provocados por la Luftwaffe (fuerza aérea nazi) podrían haberle conducido a creer que Inglaterra estaba sentenciada a ser conquistada. Jonas Sal lo probó cuando la ciencia médica ortodoxa tenía toda la intención de conducirle hasta el pensamiento de que no había cura posible para la poliomielitis.

Martin Luther King Jr., Beta Friedan, Gloria Steinem y Harvey Milk lo probaron cuando la sociedad estadounidense dijo que los negros, las mujeres y los gays no eran iguales que los hombres blancos y heterosexuales y por tanto no se les debía conceder igualdad de oportunidades, salario o derechos.

Y tu lo pruebas cada vez que decides que la sabiduría convencional acerca de cualquier cosa puede estar equivocada –o, al menos, incompleta– y de que tu, y solo tu, decides lo que es Real y Verdadero para ti. Haces eso usando los mecanismos de la mente. Así es como tu realidad interior es creada.

Nadie sumerge a nadie en un bidón de cloroformo contra su voluntad. La anestesia –por mucho que sea contraproducente– siempre es voluntaria y solicitada cuando el miedo al dolor embarga a los corderos. Cuando las ovejas despierten de su entumecedor aborregamiento, ningun pastor podrá ya domesticarlas. De hecho el "pastor", en su fuero interno (no consciente) quiere ver a sus ovejas independizarse. El tirano utiliza ahora a sus esbirros para presionar a sus súbditos para que despierten de su aletargamiento y , una vez despiertos, escriban la fecha de caducidad de ambos eternizantes y desgastantes roles.



miércoles, 12 de septiembre de 2012

Deja que suceda

Posiblemente sea hora de ser honestos. ¿Para qué seguir engañándonos? Cuando este mundo y las cosas en las que tus antepasados y tu teníais depositadas grandes expectativas –un estatus económico y social mayor, una vida sexual más placentera, estabilidad en tu vida de pareja, un futuro seguro para los tuyos...– dejan de estar a tu alcance, ya sea porque estas circunstancias se te escurren como la arena entre los dedos, o bien porque dejan de constituir una meta para ti, ya sea porque el mundo aparenta impedirte ahora el acceso al crédito financiero necesario para seguir tratando de alcanzarlas, entonces o bien has alcanzado la iluminación (en el primero de los casos), o bien has caído en un estado de desesperanzada depresión. Respecto a los iluminados, pasaremos página en la convicción de que ya están suficientemente ocupados en su tarea de iluminar los rincones oscuros de este mundo. Respecto a los depresivos, aquellos a los que les embarga la tristeza y el desconsuelo, aquellos para los que los expertos no encuentran más solución que una medicación con estimulantes de toda índole, desde Prozac hasta un cambio de aires radical, pasando por los electroshocks lamentablemente tan de moda de nuevo, acaban calificados como rémoras dispensables, lastres humanos incapaces de mantener el incesante y vertiginoso ritmo de endeudamiento impuesto. Se les asigna entonces un calendario de rescates endeudantes, todo con tal de que regresen al redil, que vuelvan a entrar en la vorágine futura de la noria del frenesí cotidiano, la montaña rusa mental-emocional, el "danzad danzad malditos".

Los estímulos, ya se sabe, son siempre sucedáneos. Sustituyen ALGO. Te voy a plantear una adivinanza. ¿Qué es aquello que los humanos nos pasamos la vida buscando? Pistas: es ALGO que está en todas partes, pero difícilmente logramos ver con los ojos, tocar con las manos u oler. Algo que se muestra abiertamente en todos los ámbitos y órdenes, y sin embargo nos parece obstinadamente elusivo, huidizo y reservado. Todos nos pasamos la vida reprochando a nuestros semejantes su incapacidad para compartirlo y sin embargo nadie nunca se atreve a pedirlo pues el orgullo labrado a base de puro instinto de supervivencia no tolera reclamar lo que es justo y nataural. ¿Qué es?

Parece ser que nos referimos al amor. Un término masticado hasta la saciedad, defenestrado y vilipendiado hasta provocar nauseas en boca de ciertas personas con solo oirlo nombrar. Y sin embargo, paradojas de la vida, lo buscamos desesperadamente en recurrentes sucedáneos. Vamos en pos de él en situaciones euforizantes, junto a personas fascinantes, deslumbrantes –superhombres o supermujeres que pretendan (simulen) poseer la clave de nuestra satisfacción, o al menos aparenten ofrecer alguna solución a nuestras dudas e inseguridades.

Al principio esos seres son nuestros progenitores. Los seres más cercanos en nuestra particular esfera. Los primeros que se nos presentan al "aterrizar" en el mundo. Obvio. Los escojimos como 'cicerones'. Son aquellos que supuestamente deben cobijar nuestra natural vulnerabilidad (no en vano se afirma que el ser humano, a diferencia de la mayoría del resto de mamíferos, no está 'terminado de hacer' al nacer. Necesita continuar su gestación fuera del útero). Es el primer entorno en el que aprendemos a contextualizar nuestra presencia en el planeta. Para bien o para mal, la familia es el escenario del primer acto de la representación en la obra vital que como actores interpretamos.

La infancia, un periodo clave del que extraeremos inconscientemente todas las pautas con las que manejarnos en la fase "adulta" de la existencia. Quien más quien menos ha afirmado alguna vez que no tuvo infancia. Pareciera que los recuerdos dolorosos dejen una impronta imborrable. Pero cuando el reloj biológico marca su hora y llega el momento de la emancipación, de levantar el vuelo y salir del nido para explorar los límites de lo conocido (algo totalmente natural en todo ser vivo) y el amor se ha obstinado en negarse a hacer acto de presencia durante la infancia, no nos queda otra alternativa que prolongar la búsqueda de esa satisfacción en el siguiente acto. 'De perdidos al río' nos decimos para nuestros adentros (inconscientemente, por supuesto). Y por el camino nos lanzamos a la búsqueda de (atraemos) circunstancias y personas cuyos particulares patrones de experiencia vital, heredados a su vez de sus propios nucleos familiares, se amolden a nuestras propias necesidades insatisfechas y las complementen (satisfagan). Pero eso es imposible.

Si, como consecuencia de una infancia de mierda plagada de abandono y vejaciones, físicas o verbales, nos hemos vuelto huraños y desconfiados, atraeremos a personas que aparenten ser confiadas y 'echadas pa'lante' (aunque en el fondo estén tan asustados como nosotros) de cuyas estrategias seductoras quedar prendados (y ellos/as de las nuestras, ojo). Cuando el amor no ha existido en la infancia aprendemos a manipular a los demás para exprimir de ellos el amor que, como agua para un sediento, tanto anhelamos. Pero no obtenemos sino sucedáneos, sustitutos que calmen nuestro desesperante síndrome de abstinencia.

Buscamos en este mundo una solución definitiva a la falta de amor, y nos rendimos a las pseudosoluciones, que se nos presentan en la medida, ya digo, que las "atraemos". Situaciones y personas que logren captar y mantener viva nuestra atención, proporcionándonos la ilusoria satisfacción de que la frenética búsqueda ha concluido. Tarde o temprano acabamos tropezando con la realidad de las verdaderas circunstancias ocultas tras las máscaras, las situaciones y personas que bajo los focos del carnaval de la vida aparentaban ser la panacea final para nuestro sufrimiento, pero que en la distancia corta acaban revelándose como irritantes espejismos, es decir, el reflejos distorsionados de nuestras propias necesidades. Es entonces cuando constatamos que la insatisfacción, que creíamos aliviada, persiste. Y nos sumergimos (de nuevo) en una sensación amarga y sufriente de depresivo y exasperante fracaso, al extremo de culparnos por haber estado ciegos, por no haber visto aquello (de lo que otros, incluso, tanto nos prevenían).

Certificamos la ruptura con la situación lastrante y emprendemos la huída de ella, rauda o anunciadamente, en busca de una nueva meta, más lejana en lo posible, de algo mejor, una relación mas respetuosa, un trabajo más digno y conforme a nuestras capacidades creativas, en definitiva, un lugar donde encajar en el mundo y conseguir "realizar nuestras metas". Una vida 'mejor'. Un propósito que se antoja encomiable, de no ser porque queda lastrado por una ignorancia supina respecto de la cíclica rueda de sufrimiento a la que esa búsqueda externa nos ancla. Una rueda a la que permanecemos enganchados y que ningún estimulo externo puede apaciguar en tanto no levantemos el pie del acelerador. Y es que el pasado del que renegamos, la historia que rehuimos, se convierte inexorablemente en ese fantasma que siempre acaba rondando nuestra morada, allá donde decidamos reubicarla. Un fantasma que clama por ser reconocido, abrazado y sentido, como esos asesinos en serie que van dejando intencionadamente huellas y pistas para que el funcionario de policía asignado a su caso no les pierda la pista y acaben en el olvido...

Regresamos, cabizbajos o eufóricos, a la noria, ya creyendo regresar al pozo de donde salimos o convencidos de haber conseguido, con esfuerzo, superar un obstáculo, cuando en definitiva estamos regresando al mismo punto de partida, donde empezamos. Cada vez, eso sí, más escarmentados, decepcionados y extenuados de esta vida. En busca, de nuevo, de una salida a esta rueda de la fortuna cuyas reglas cada vez nos convencen menos. Continuamos, dando vueltas en círculo hasta que, hartos de girar y girar, semiahogados en el pozo del desesperante sufrimiento, caemos en la cuenta de que tales situaciones son en realidad potenciales maestros (si así admitimos considerarlos), reflejos, sin duda dolorosos, del pozo oscuro de nuestros anhelos insatisfechos en la infancia.


Muy profundamente estamos cansados de danzar sin descanso tratando de 'mejorar' nuestra posición en este mundo. Cansados de dar y recibir codazos para no perder el tren de las oportunidades a las que la frenética escena nos obliga. Cansados de tener que luchar por nuestros derechos, por nuestra independencia, por nuestra dignidad e integridad. Cansados de constatar que dichas batallas a nada conducen salvo a más conflicto. Cansados de estar siempre en guardia, de tener que demostrar nuestra inocencia, de mantener el ceño fruncido esperando siempre un golpe de cualquier lado (que siempre acaba llegando, de ganto anunciarlo y temerlo). Cansados de creer que este mundo es una jungla. Cansados de tener miedo y de tener que disimularlo. Cansados de mendigar amor.

Estamos cansados de ser, no ya tan solo espectadores de los juegos malabares de aquellos ilusionistas encandiladores de serpientes que entran en nuestros hogares a través de la tele (y manipulan nuestra consciencia amparándose sin duda en nuestra atávica ignorancia), sino cansados incluso de ser los mismos actores de esta gran obra. Una obra que lleva en cartel desde los tiempos de Adán y Eva, es decir, desde que el Homo Sapiens Sapiens irrumpió sorpresivamente en la escena evolutiva. Queremos regresar a un modo amoroso de comunicación y entendimiento, sin aislamiento. Sin embargo no nos damos cuenta de que mientras sigamos reprimendo y renegando de nuestras emociones –esos "estallidos de incomprensión" que tan a menudo observamos en los niños (y que cada vez más nos cuesta gestionar pues nos recuerdan la propia represión vivida), pero que hemos etiquetado de políticamente incorrectos en los adultos– ese modo amoroso y libre de comunicar e interactuar que anhelamos no fluirá.

Cierto es que hemos explorado con fruición cada rincón de las posibilidades en esta dimensión en este planeta y que con ello hemos colaborado en la tarea de expandir los confines de la Creación. Pero ahora la búsqueda apunta hacia el interior, esa odisea tan cercana y fascinante y a la vez tan eludida. La meta es la paz interna que tan esquiva se ha mostrado cuando la hemos buscado y reclamado afuera.

Tenemos una vida por vivir. Y queremos vivirla en este precioso mundo. Con otras reglas de convivencia. Sin duda. Queremos dejar de culparnos por haber fallado, por no haber alcanzado las cotas de expectativas que nos asignaron los que nos precedieron ("¿Cuándo me vas a dar un nieto?", "¿No te parece que ya podrías echarte una novia?" "Mira a tu hermano que ha llegado a ser director de banco...", "¿Cuándo te harás un hombre de provecho?", "a tu edad tu padre ya me había pedido la mano","a tu edad yo ya tenía dos hijos", "deja de lamentarte y hazte un hombre!",...), expectativas y listones que a fuerza de percutir en nuestros oído aceptamos heredar y autoimponernos.

Quisiéramos bajarnos de la espiral de odio, condena y venganza que la historia aparenta habernos legado. Ninguna carga se hereda si no es aceptada en consigna. Ninguna batalla, por insultante que sea la afrenta, es luchada a menos que nos dejemos embargar por un encendido ánimo combativo. Y éste no se escoge conscientemente, sino que sobreviene, nos embarga, cuando obtiene su más apropiado combustible: el resentimiento, que no es sino hijo del miedo original a vivir. Dejar de luchar, igual que dejar de perseguir quimeras y espejismos, es una decisión que se puede tomar voluntariamente cuando la ira, liberada, ya no clama por ser atendida. El motor de la batalla no se activa si la pólvora está mojada. Y la pólvora solo se humedece con las contenidas lágrimas del alma.

Una sociedad que ni comprende ni quiere atender, sin juzgar, los estallidos de incomprensión (las emociones) de los niños, está abocada a la autodestrucción. Y niños hemos sido todos. La represión se perpetúa más allá de la niñez. Todos somos niños heridos en busca de un testigo que comprenda nuestro miedo y no lo juzgue (ridiculice, o trate de disuadir).

Nos dicen que hemos de aprender a aceptar aquello que no podemos cambiar. Pero nadie cae en la cuenta de que solo se puede aceptar y rendirse a algo cuando ese algo ha sido identificado y SENTIDO. Abandonar la lucha no es "bajarse del mundo". Rendirse no significa en absoluto resignarse, sino aceptar que uno no tiene el poder para cambiar el mundo y sus circunstancias, es decir, a las personas y a sus veleidosas decisiones, pero sí la perspectiva (los pensamientos) acerca de dichas circunstancias. Y para aceptar hay que perdonar. Y para perdonar hay que recordar.

El suicidio, lo sabemos, ha sido la vía de escape de muchos seres, famosos o anónimos, a los que la abrumadora existencia ha desbordado. Rendirse es aceptar que hemos adoptado una deriva combativa, a la que nos hemos afiliado sin darnos cuenta. Rendirse es reconocer que este espíritu batallador tuvo una razón de ser. Aceptar es reconocer que vamos como almas en pena huyendo del dolor. Volver a sentir es tocar el fondo de la piscina de sufrimiento. Una vez conseguido esto -y solo entonces y no antes-seremos capaces de reconocer que la lucha no nos ha conducido, individual ni colectivamente, a ninguna parte más que al "callejón sin salida" en el que nos hallamos. Perdón, corrijo: en donde se hallan nuestros egos. Y ya sabes que es momento de que dejes de identificarte con tu ego, verdad?

Oimos hablar de sanación por todas partes. Si el rio suena es que agua lleva. Las fuerzas oscuras del mundo han manipulado esta incontenible nueva oleada de despertar consciencial inoculando un mensaje egoísta al que encaminarnos por medio de la exaltación, de nuevo, del yo como forma de reivindicar la libertad tan anhelada. 'Solo si te amas a ti mismo puedes amar a los demas' es un mensaje muy sutil que frecuentemente acaba en una espiral sin solución puesto que nadie sabe cómo amarse a si mismo sin morir en el intento. Algunos deciden zambullirse en lecturas de autocompensación (El Secreto) para tratar de regalarse sin medida todo lo que anteriormente les fue negado, cual mártires en busca de redención. Pero esa solo es una parte del menú que necesitamos degustar. En definitiva, es imposible amar al mundo sin destapar las estratagemas de nuestro inconsciente personal (hijo del ego colectivo). Partir a la conquista del amor sin reencontrarse a uno mismo es una quimera que desvirtuará cualquier intención presuntamente altruista.

Pero todo cambia maravillosamente si la perspectiva adoptada es la siguiente: ya soy perfecto (Ni mejor ni peor que nadie). Simplemente perfecto. No hay nada que mejorar en mi. No tengo ningún fallo (pecado) original que purgar. Perfectamente únic@ en la diversidad. Irrepetible. Basta observar para empezar todos mis procesos biológicos perfectamente equilibrados. Estoy equipado con todo lo necesario. Mi cuerpo responde a los estímulos de mis sinapsis cerebrales. Y mi cerebro es el mejor receptor de mi eterna y nómada inteligencia, residente, de momento y por propia voluntad, en este contexto espacio/temporal. Solo me queda poner en práctica desde mi corazón, el mecanismo mismo que logró, sin duda desinteresadamente, ponerme en el mundo antes incluso de que yo tuviese conciencia de mi mismo, cuando quizá todavía era un ser unicelular, legítimamente experimentando el darwiniano trance de la evolución. Y puesto que sin duda no me creé a mi mismo, algo debió hacerlo. Por ahí hace miles de años que hablan de un tal Dios. Quizá sea hora de dejar de creerme tan soberbio como para creerme mi propio creador, cuando a lo máximo a lo que puedo aspirar es a clonar lo ya creado.

El vago y a la vez vasto y sobrecogedor sentimiento de frustración que no solo individualmente sino como colectivo (especie) nos embarga es difícil (perdón, imposible) de explicar con palabras, lo cual es doblemente bendición, porque te ahorra finalmente el coste del diván psicoanalítico. A Freud le debemos mucho, pero igual que Darwin, él también cumplió su papel. Y le damos las gracias.

Ya me entiendes.. si todo el dolor se sanase con palabras, este mundo sería un ejemplo deslumbrante de salud mental y física. Pero no. Difícilmente hay palabras para describir lo que anhelamos todos, sin excepción. Sin embargo el río de la vida sigue fluyendo, diferente cada vez. No trates de explicar el porqué de su sinuoso curso, ni analizarlo, simplemente respétalo y permítete contemplarlo con el éxtasis de quien es testigo de un milagro. El río de la vida anuncia cambios. Haz caso a Sancho Panza y no luches contra los gigantes. No son más que molinos o deando al viento. Deja que la vida te suceda...

When I find myself in times of trouble
Cuando me encuentro en tiempos turbulentos

Mother Mary comes to me
La Madre María viene a mi

Speaking words of wisdom, let it be.
Me habla con sabias palabras: "deja que suceda".

And in my hour of darkness.
Y en mis horas oscuras

She is standing right in front of me
Ella está de pie, justo frente a mi

Speaking words of wisdom, let it be.
Me habla con sabias palabras: "deja que suceda."

Let it be, let it be. Let it be, let it be.
deja que suceda, deja que suceda.

Whisper words of wisdom, let it be.
Susurra palabras sabias: "deja que suceda."

And when the broken hearted people
Y cuando las personas con el corazón roto

Living in the world agree,
Que viven en el mundo se pongan de acuerdo

There will be an answer, let it be.
Entonces habrá una respuesta. Deja que suceda.

For though they may be parted
Pues aunque ellos quizá estén separados,

There is still a chance that they will see
Todavía existe la posibilidad de que vean

There will be an answer, let it be.
Habrá una respuesta. Deja que suceda.

Let it be, let it be. Let it be, let it be.
Deja que suceda (x4)

There will be an answer, let it be.
Habrá una respuesta. Deja que suceda.

And when the night is cloudy,
Y cuando la noche es nebulosa

There is still a light that shines on me,
Incluso entonces hay una luz que brilla sobre mi

Shine on until tomorrow, let it be.
Continua brillando hasta mañana, deja que suceda.

I wake up to the sound of music
Despierto al sonido de la música

Mother Mary comes to me
Madre María viene a mi

Speaking words of wisdom, let it be.
Con sus sabias palabras: deja que suceda.

Let it be, let it be. Let it be, let it be.
Deja que suceda...

There will be an answer, let it be.
Habrá una respuesta, deja que suceda.

Let it be, let it be. Let it be, let it be.

Deja que suceda...

There will be no sorrow, let it be.
Ya no habrá más aflicción, deja que suceda.


Whisper words of wisdom, let it be.

Susurra palabras sabias: deja que suceda.