Muchos de nosotros tenemos uno o varios temas, circunstancias adversas e incómodas que se repiten recurrentemente en nuestra vida cotidiana y representan un desafío. Miedos frente a los que comúnmente manifestamos dos actitudes opuestas: resignación o enfrentamiento.
Estas circunstancias, traumáticas siempre en mayor o menor grado, están habitualmente arraigadas en miedos profundos y ocultos, nunca antes expresados. Dependiendo de la personal perspectiva con que las abordemos, cada una de estas cuestiones se convertirá, bien en el foco de nuestros problemas o en una oportunidad de transformación. Cuando escoges observar estas circunstancias y percibirlas decidida y voluntariamente, no como incómodos productos del azar, sino como oportunidades que, como lecciones, se brindan para ser aprendidas, probablemente seas más capaz de transformar esos miedos en herramientas de aprendizaje. Como ácidos limones de los que extraer un delicioso jugo, estos miedos circunstanciales, abrazados con aceptación, te pondrán ineludiblemente en la senda de una vida más feliz.
Estas circunstancias, traumáticas siempre en mayor o menor grado, están habitualmente arraigadas en miedos profundos y ocultos, nunca antes expresados. Dependiendo de la personal perspectiva con que las abordemos, cada una de estas cuestiones se convertirá, bien en el foco de nuestros problemas o en una oportunidad de transformación. Cuando escoges observar estas circunstancias y percibirlas decidida y voluntariamente, no como incómodos productos del azar, sino como oportunidades que, como lecciones, se brindan para ser aprendidas, probablemente seas más capaz de transformar esos miedos en herramientas de aprendizaje. Como ácidos limones de los que extraer un delicioso jugo, estos miedos circunstanciales, abrazados con aceptación, te pondrán ineludiblemente en la senda de una vida más feliz.
A continuación tienes ejemplos de los temas esenciales, las emociones más comunes, los miedos (formas de pensar) vinculados a ellas y sugerencias para trabajarlos:
- Abandono – "No le importo a nadie. Estoy solo. Mi presencia no tiene importancia."
- Arrogancia – "Soy mejor que todos vosotros. Soy la ostia. Yo tengo razón y tú estás equivocado."
- Heridas – "Algo está mal en mi. Soy un fracaso. Tengo algún fallo."
- Inferioridad – "No soy suficientemente bueno. Soy estúpido. No tengo valor ninguno. Soy un aburrido. No hay nada que hacer conmigo."
- Rechazo – Soy una carga. No me desearon. Nadie quiere malgastar su tiempo conmigo.
- Vergüenza – Soy malo. Perverso. Soy un error de la naturaleza, un monstruo. Soy desagradable. Estoy poseído.
Las emociones mencionadas generalmente están originadas en escenas familiares de la infancia. Pueden ser el resultado de mensajes negativos que nos han impactado a fuerza de:
1· erosionar nuestra confianza en la vida, por sernos repetidos multitud de veces, por nuestros padres u otras personas influyentes en nuestras vidas (tíos, hermanos, profesores…)
2· Una de estas creencias puede haber calado hondo en nuestro interior (subconsciente) debido a una o varias experiencias traumáticas (violentas) en la infancia.
Algunas personas subliman esa erosion (dolor) por medio de sobrecompensaciones. Si ese es tu caso, probablemente harás –inconscientemente, es decir sin darte cuenta– todo lo que puedas para que parezca que ninguna de estas emociones están vinculadas a ti. Por ejemplo, alguien con un acusado complejo de inferioridad arraigado en un miedo profundo indeterminado, puede actuar de modo muy dominante hacia afuera, por ejemplo en el lugar de trabajo (habitualmente tendrá a personal a sus órdenes a quien someterá. Entre iguales, la pulsión se sublima hacia el mobbing laboral o escolar) Y sin embargo esto oculta un miedo soterrado a ser inferior. Una persona muy vergonzosa puede sobreactuar mostrandose excesivamente amable tratando de tapar el miedo a su maldad (enfado) real. Si te cuesta identificar alguna de las emociones arriba descritas, puedes averiguar si alguno de tus comportamientos inconscientes se opone a ellos.
Ejemplos de comportamiento sobrecompensatorio
- Abandono – Siempre tengo necesidad de formar parte de algo (una asociación, un club, etc…), adherirme a cualquier movimiento.
- Arrogancia – Actúo con excesiva humildad, camuflando con esta actitud la profunda y arraigada creencia de que nadie puede igualarme.
- Heridas – Me presento siempre como grande, me inflo como un pavo real en presencia de otros, impidiendo con ello que mis problemas personales puedan ser tema de conversación.
- Inferioridad – Macho, dominante, Necesito probar constantemente que soy mejor que los demás (políticos, deportistas de élite…).
- Rechazo – Me presento en público como increíblemente deseable, aunque disfruto rechazando a los demás (síndrome de la viuda negra).
- Vergüenza – Exageradamente amable y generoso. Exhibo mi competencia en determinados temas de forma desaforada. Aunque secretamente temo ser descubierto como impostor.
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