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lunes, 28 de enero de 2013

No aprendemos

En momentos como estos en que el pozo de la estupefacción parece no tener límites, en el que la decadencia impregna todos los órdenes y rincones de éste mundo, quizá te estés preguntando: "¿qué se puede hacer para construir un mundo mejor?. Si eres de los que se hacen esa pregunta ya has dado un primer paso hacia la utopía que tanto anhelas. Si, por el contrario acabas pensando que alguien debe pagar ya los platos rotos, podrías ser fácil pasto de mentes incendiarias, las que apelaron en el pasado a soluciónes finales (no dejes de hacer click en los enlaces a medida que lees). Si éste es tu caso te recomiendo que no sigas leyendo. Lo que sigue a continuación podría alterar más, si cabe, tu estado de ánimo y afilar más el lápiz de tu ofuscación e indignación. Incluso podrían entrarte ganas de crucificar al mensajero. No sería la primera vez. Correré el riesgo...

Está visto que el Dios de los antiguos, –aquél al que nos obligaron a rezar de pequeños...–, no tiene, según José Sacristán, perdón de Dios. Está claro, Yah wehs, que la carrera tecnológica, la de los dispositivos electrónicos que nos inundan –por no hablar de la carrera espacial (la publicitada y la oculta)– ha superado con creces nuestra capacidad de asimilación. En nuestra devota apología por la ciencia des-corazonada, nos hemos dejado por el camino, probablemente lo más sagrado de nuestra herencia, el respeto por la infancia –la nuestra y la de quienes tomarán el testigo... ¿Nos hemos quedado ciegos de leer tantos libros sin extraer el jugo práctico, la esencia de sus enseñanzas? ¿Es posible volverse dependiente de la racionalidad hasta el punto de ser adictos a nuestra capacidad intelectual?

Más de una persona me ha confesado que lo único que reconduciría el actual desbarajuste sería una guerra mundial. Este mundo, en la búsqueda desesperada de la paz entendiéndola como la solución a una guerra, vomita a diestro y siniestro la rabia desesperanzada de la frustación colectiva, hija de todas las frustraciones individuales, sin darse cuenta de que la más cruda de las guerras, el más sórdido de los combates, ya está teniendo lugar en el más propicio de los campos de batalla: la mente colectiva. Natural. No re-cordamos lo que es ser amados. ¿Cómo vamos a dar los buenos días en la cola del supermercado, si ni Mamá ni Papá nos daban los buenos días por las mañanas. La confianza da asco...nos repetimos, desconectados del origen de nuestro des-contento. ¿Tanta es nuestra insatisfecha necesidad de reconocimiento? Sí.

Llevamos a nuestras espaldas el pesado fardo del olvido. Es imposible amar, sin hacer exámen de consciencia de los motivos por los que seguimos reclamando intereses. Normal, si no fuimos amados desinteresadamente, ¿cómo vamos a saber lo que es amar desinteresadamente? Estar permanentemente enfocado en satisfacer MIS expectativas, sin atender a las necesidades de quienes quienes me encuentro oor el camino, de quienes dependen de mi. Presuponer que todo desconocido es sospechoso de querer perjudicarme (robarme, pegarme,...) y no conectar la escena presente con un patrón anclado en el pasado inconsciente, es permanecer preso de la cadena hereditaria de pensamientos. Dos más dos cuatro...Es de sentido común.

No solo no fuimos amados sino que además fuimos manipulados, utilizados por nuestros antepasados y sus intereses (necesidades) insatisfechos, a su vez, en su propia infancia. Y no te vayas demasiado lejos en el tiempo, la mierda que peor huele es la más reciente y por ello fresca, la que guardas entre algodones de devoción en tu álbum de fotos familiar (¿le molesto a tu ego?...recuerda que te lo advertí)...aprendiste a honrar a tus ancestros y olvidaste que el hijo es la sagrada semilla de la humanidad. Todos somos hijos. Y al hijo que fuimos y somos, y a los que son, debemos honrar.

El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado. (Jn. 23).

Te hablaron del corazón como de un dominio antagonista de la cabeza. La Razón enfrentada a la Emoción. Las mujeres (perdón, los seres humanos primordialmente derechocerebrales) apelan al corazón como el reino desde el que todas las decisiones deben nacer, desde donde son claras como el agua, desde el que todos los espejismos desaparecen, un lugar donde reside esa paz que tanto buscan en ti tus próx(j)imos y que tanto quisieras emanar. Pero no te lo acabas de creer, porque viste quizá a demasiadas mujeres de tu vida (madre, tías, hermanas...) ahogadas en el vaso de sus propias emociones. Y luego están esos que dicen misa, pero que luego no predican con el ejemplo. Esos que pervirtieron el mensaje de aquél hombre-amor, los mismos herederos (aunque oficialmente aborrezcan del judaísmo) de aquellos que lo vendieron por 30 monedas. Los mismos que elevaron luego su figura a unos inalcanzables altares que forraron de oropeles deslumbrantes desde los que reclamaron devoción. Lo llamaron Cristianismo, pero tu y yo sabemos que había gato encerrado. Su perversa propuesta fue tan sutil que incluía parte de la clave para tu liberación, pero condicionaron tu salvación a un argumento insostenible se mire por donde se mire: "Cristo murió por nuestros pecados." (Corintios 3:4)...lo cual nos remite a la madre de todas las ofensas cometidas por el hombre, el llamado 'pecado original'. Resulta que ofendiste a Dios por desobedecerle al morder una manzana 'prohibida'...¿Cómo no vas ibas a reclamar tu apostasía, denominarte agnóstico (ignorante) y hasta ateo?…quién se toma al pie de la letra el relato de la expulsión de Paraíso está actualmente invitado a cuestionárselo y a leer entre líneas, documentándose más extensamente en las tablillas sumerias.

 

Final y felizmente tanta insensatez (la de ellos y la nuestra) tiene una solución: Dios existe, pero no es tal como nos lo han relatado sus 'ministros'...

Recuerdo que hubo una época, cada vez más remota ya afortunadamente, en la que la idea de la muerte me producía un vértigo indescriptible. Cada vez que pensaba en si habrá algo después de la "muerte", ese ocaso físico que constatan los médicos cuando las llamadas 'constantes vitales' se ausentan durante más tiempo del tolerado por las estadísticas médicas, y me veía como frente a un precipicio, todo me daba vueltas. Eran pensamientos muy recurrentes. Solía suceder por las noches, antes de irme a dormir. Tenía pesadillas en las que me veía enredado en una zarza de espinos informe. Eran sueños de empantanamiento, de atasco. También soñaba que flotaba en el negro espacio y que la Tierra se iba alejando. Hasta que caí en la cuenta de que lo que me alteraba era precisamente la naturaleza de esos recurrentes pensamientos. Eso coincidió con la aparición en mi camino de autores especiales como Shirley Mc Laine, Ramiro Calle, Shakespeare, Platón, Racine, Frankl, Louise Hay, Og Mandino, Osho, Janov...y muchos otros autores de libros que seguramente tu también has leido, escritos por gente que 'sabe' cosas que no se enseñan todavía en las escuela y que constituirían un punto de inflexión en mi vida. Libros que, ya sabes, caen en tus manos cuando más desesperado estás, cuando mayor es el peso de las preguntas existenciales que has estado haciéndote, cuando -paradójicamente- más 'preparado' estás (aunque ese no sea sino el primer peldaño de una laaarga escalera al cielo). Lecturas que precedieron a fases de esa 'oscura noche del alma' en la que mis sentimientos de abandono se conectaron con la realidad de un parto poco feliz y una infancia 'desasistida', por usar un eufemismo. Entonces cesaron 'ese' tipo de pesadillas (aunque luego aparecieron otras que luego te contaré). A todos nos llega el momento de la lectura. No necesariamente cuando nos obligan a ello; de hecho odié los libros hasta que los descubrí por mi mismo (sí, ya sé, a ti también te pasó). Libros muy místicos que discernían entre realidad y sueño, que hablaban sobre mundos sensibles y mundos inteligibles.

Cuando optas por permitir que una cierta apertura se opere en tu mente, muchas cosas suceden 'curiosamente' a tu alrededor. Te puede parecer que tu entorno habitual cambia. Tus hábitos cambian. Tus amistades cambian. Y duele. No entiendes por qué, hasta que te das cuenta, un día, que no son ellos los que se alejan (por mucho que así lo parezca) sino que eres tu el que estás cambiando. La vida, como dice Paulo Coelho, conspira, permanentemente para abrise paso entre los resquicios de tu mente, las puertas que inevitablemente vas abriendo, sin darte necesariamente cuenta. Y la vida acepta el espacio que le damos hasta que acaba sacando(te) esas puertas completamente de quicio.

No viene a traerte paz, sino a despojarte de la mierda mental con la que obstruyes el flujo, de otro modo natural, de tu propia paz. Tal es su misión: desmontar todas las estructuras mentales a las que te has habituado y tras las que te has parapetado generación tras generación (¿no te es familiar el término karma?). Sacarte de tu ya indignante y denigrante comodidad (la material solo es un reflejo de la mental) para cogerte por las solapas y reclamarte que recuperes tu dignidad, que rememores tus orígenes, que recuerdes quien eres y cuál es tu destino, el que nos es común a todos.

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.

 

Concluido "el tiempo", el plazo que nos dimos para permanecer in-conscientes de nuestra eterna naturaleza, y 'cansada' (perdón por las comillas pero comprenderás que son necesarias) de esperar que vayamos a por ella, la Vida viene a por nosotros para cogernos por las solapas y sacudirnos todo ese lastre y rémoras mentales que precisamente eran la fuente de nuestra indignidad.


Por mucho que los esos "espabillati" (también llamados illuminati) traten de soliviantar y exacerbar tus ánimos, apelando a tu indignación, desde la que incendiar tu ofuscación y proyectarla contra tu entorno, lo cierto es que, sin darse cuenta (maravillas de Dios), están precísamente facilitando tu regreso (recuerdo) a la Dignidad perdida, la que se operó al optar voluntariamente por zambullirnos en este 'juego de roles' que es la experiencia humana. Por medio del caos (en el que ellos mismos también están envueltos –no olvides esto–) están provocando el necesario terremoto que tus estructuras mentales reclaman desde el fondo de tu corazón, pero que tu querencia por la comodidad siempre obstaculizó. Harás bien en agradecerles su inconsciente papel (igual que a ti mismo por el tuyo). Alguien tiene que hacer de 'malo-malísimo' en la película de la dualidad. Y es que no en vano son tus "hermanos de la oscuridad", reflejo de ese lado tuyo que aún permanece en la penumbra de tu mente, ese que tanto fuiste inducido a aborrecer cuando todavía estabas en la edad de la inocencia (no te toques ahí cochino, no comas con las manos, no cometas errores, no puede fallar, no saltes que te caerás, no grites, no cantes que me molestas, no rías que ha pasado algo muy grave,
no llores, se fuerte, qué insensato/a eres, hazte un hombre de provecho...), un lado del que tanto has escapado arrastrando, en tu huída envenenada, a todos aquellos (hijos, alumnos, subordinados, súbditos...) a quienes entregaste tu testigo y que te sucedieron...aquellos en quienes no pudiste por menos que ver reflejados los mismos defectos que fueron juzgados en ti. Y es que no tuvieron paciencia contigo cuando más la necesitabas. Ahora no sabes lo que es ser paciente con tus hijos, sobrinos, subordinados, clientes o súbditos. De tal palo tal astilla...Que el mundo es un espejo donde te proyectas tu mismo ya no es una expresión tan incomprensible.

Aceptar tu lado oscuro no significa, tal como promociona el sistema, darle carta de manifiesta autenticidad a tu psicopatía (ahora lo llaman bipolaridad) cuando la has reconocido (gracias a que alguien con una bata sentado detrás de una mesa de nogal en un despacho repleto de títulos enmarcados la haya diagnosticado), y dejar que campe libre a sus anchas ("como, en el fondo, no tengo la culpa de nada de lo que haga..."). Reconciliarte con la totalidad de tu esencia implica re-conocer (re-encontrarte) con las otras partes de ti, que permanecían ocultas, reprimidas (aunque no lo creas, por voluntad propia)...tus sentimientos, embajadores de la intuición que habita en tu activo intangible más preciado: tu alma. Reconciliarte contigo, implica –aparte de dejar de indignarte por las locuras que ves difundidas en los medios de comunicación de masas– implica sentir el dolor que has causado alrededor mientras negabas la naturaleza divina de tus hermanos, como la tuya propia. Y descuida, que para eso no te hace falta ningún seminario o taller. Con hacer examen de tu Consciencia tienes más que suficiente...Y revisar tu consciencia requiere hacer 'revisión de daños' sufridos.




Sin embargo, por trágico que se nos antoje el hundimiento de esta anquilosada civilización progresista, maniatada a una concepción clasista de la vida, no entraña más dolor que el que atraviesa una oruga en su proceso de mutación a mariposa. Esta es una enseñanza que muy pronto será transmitida a los niños en las escuelas. Transmitida por los que mañana serán maestros (más aún, si cabe) de las generaciones futuras.

Aceptar sentir dolor, cuando se presenta, incontenible ya, es algo que más pronto que tarde acabaremos comprendiendo como una parte intrínseca de la naturaleza humana. Ser Humano es esa experiencia sensorial desprovista, hasta ahora, de consciencia de si misma. Hasta ahora hemos acumulado conocimientos, hemos calculado (medido, pesado...) las dimensiones físicas de este escenario. Sabemos, en tanto que hemos completado la fase Sapiens. Ahora que todo lo sabido está siendo revisado, pasando bajo el ojo del escrutinio global, es cuando nos estamos metamorfoseando en hombres y mujeres conscientes. El límite de la sapiencia linda con otro territorio, el de la consciencia. Un territorio que un día no tan lejano nos comprometimos a incorporar a nuestro actual estadio de ignorancia (el del adolescente a punto de abandonar el nido paterno) una vez que ésta hubiese completado su ciclo.

Ya sabemos que el monje es quien hace el hábito. Y lo hace a base de cuestionarse todo lo incuestionado, procedan de donde procedan las lecciones, a base de renunciar valientemente a la comodidad a la que sus prójimos tanto se han habituado.

No estamos en esta vida para estar cómodos. Muy en el fondo, debajo de todas esas capas de juicios y pensamientos que incluso puedan conducirte a crucificar este texto, lo sabes. Cuando renuncias a la capacidad de sorprenderte, a tu espíritu aventurero, a cambio de estar cómodo, es cuando sellas la puerta de tu celda y mancillas el origen de tu procedencia, la libertad.

 

Pirámides apareciendo por todas partes emergidas y sumergidas...Ahora des-cubrimos que no hemos estado aprendiendo nada.

No aprendemos, tan solo recordamos.

 

El Cielo es Real



Aquí, Colton Burpo, entrevistado en la Contra de la Vanguardia

martes, 22 de enero de 2013

Bob Dean 2009-2012

Me satisface saber que un día podré contarle a mi hija, cuando tenga la edad para comprenderlo, que su madre y yo tuvimos la oportunidad de conocer en persona y departir con un Ser Humano valiente, lleno de coraje y comprometido como pocos, desde el fondo de su corazón, con la humanidad como fraternidad: Bob Dean.

 

jueves, 17 de enero de 2013

Se trata de ti

Iraq, Afganistán, Pakistán, Libia, Egipto, Siria, ahora Mali, mañana Argelia...Irán...Quizá te digas que los juegos de geoestrategias internacionales te vienen muy grandes, que escapan a tu comprensión y que ya tienes más que suficiente con evitar perder la cabeza, tratando de controlar todo lo que (crees que) todavía permanece dentro del radio de acción de tu control: hacer equilibrar tu presupuesto mensual, que la casa esté ordenada, que tus hijos te respeten y vuelvan a casa a la hora que has decretado, mantener a raya el narcisismo de tu suegra/o, las depresiones o evasivas de tu pareja, todo por tratar de impedir que tu ya reconocido síndrome bipolar te haga pisar, un día, más de lo aconsejable el acelerador y dar un golpe de volante fatal que te saque, de un modo rápido e indoloro te dices, de este ya a todas luces insufrible mundo.

Sean o no reales todas las conspiraciones destinadas a mantener al mundo colectivo sumido en las sombras, lo cierto es que existe un tirano en ti. Hace 100 años Sigmund Freud lo llamó Ego. Esto es un hecho. Al parecer se instaló un día en una 'parte' de ti...en tu mente, uno de los tres sagrados dominios (cuerpo, emoción, mente), en los que se descompone, en este particular mundo y a modo de Real Trinidad, la esencia que te anima: tu Espíritu.
Es hora ya de identificar a esa entidad "intrusa", te dices. Hablamos del epicentro de todo el caos mental. Ese mono parlanchín que no te deja en paz, libre, ni a sol ni sombra (a menos, por supuesto, que demuestres fehacientemente tu intención de mantenerlo a raya) y que insiste en su firme propósito de perpetuar tu adormecedor y distorsionante estado de inconsciencia al que interesada-mente te indujo. Y lo hizo el día que habiendo comprobado por primera vez que en este mundo quien reina es el egoísmo y no el amor. Un mundo regido por las sombras donde nada se da desinteresadamente, un mundo repleto de desesperados náufragos. Ese es el mundo al que llegaste el día que naciste. Entonces pediste desconsoladamente, entre gritos ahogados de auxilio, la asistencia de un aliado. Y ahí el ego escuchó tu llamada de socorro. Y raudo se aprestó a proveerte de su delirante lógica. Te inoculó el gérmen de la lucha, de la competitividad. Bien te convenció de que todo es producto del azar, o bien te hizo adepto de alguna de las confesiones religiosas más populares. No te quedó más opción que aceptar el brazo que te tendía. ¿Que no es verdad?...Ya ni te acuerdas.

No puedo postergar más un secreto a voces, te dices. No puedo seguir 'echándole la culpa' de todo lo que repetitivamente me pasa a causas 'externas'. El Ego, un intruso que me está causando más problemas que entuertos de los que haya logrado sacarme. ¿Evasión o victoria? te dices, apelando al título de la famosa película de John Houston...

¿Inducido al sueño?...sí, pero no demasiado, no sea cosa que dejes de mantenerte en la lucha, esa dinámica tan interesante para el ego, esa creación tuya (de eso nadie te quita el mérito) a la que C. G. Jung identificó como hija del "inconsciente colectivo". Una creación irreal per se que logra no obstante mantenerte dormid@ y a la par en inquietante tensión, a la defensiva (y listo para atacar) ante cualquier amenaza –la que él mismo sin duda difunde. Una de cal y una de arena. Generación tras generación perpetuando la negación respecto de nuestra eterna naturaleza desde la engañosa estrategia de ensalzar a nuestros pequeños yoes. En pequeña y gran escala, desde el microcosmos de las relaciones personales, hasta la globalidad de la convivencia en sociedad.

Muchas veces, generalmente después de regresar de una experiencia eufórica, te dices, invadido por la extenuación, que ya no te queda combustible, que quisieras bajarte del frenético tren, que ya no te hacen efecto los Prozacs o Valiums, que desearías que tu vida volviese a ser como 'antes'. ¿Cuántas veces has deseado poder remontarte hasta el mismo momento en que toda tu responsabilidad se reducía a decidir qué ropa te ponías. ¿Cuántas veces al día (¿a la noche?) sueñas con regresar a la placidez de la inconsciencia de tu infancia?. Pero la inconsciencia es tan cómoda para quien no se sabe esclavo de ella como lo es para el canario que cree disfrutar de las exiguas dimensiones de su jaula de barrotes de oro. La comodidad, la sociedad del bienestar, otra gran mentira que deconstruir.

Tarde o temprano (qué más da el tiempo, puesto que es relativo, verdad?) el dolor contenido detrás del perpetuo chirriar de dientes que provocan los estados de tensa alerta –dolor camuflado tras aficiones/adicciones/compulsiones anestesiantes– aflora de forma desatada en contextos incontrolables, en situaciones donde las estrategias defensivas desplegadas poco éxito pueden tener. Y lo hace expresándose a mandíbula batiente, para anunciarnos, paradojas de la vida, que ha llegado el momento de recobrar la libertad. Una libertad no perdida sino entregada voluntariamente en usura. Recuperar nuestro libre albedrío...¿una utopía? Sin duda el primer paso consiste en re-conocer que hubo un día en que fuimos libres. Y un día en que dejamos de serlo. Que ese sentimiento es legítimo y Real.

"No pain, no gain", reza una sentencia que ha sido estandarte de la cultura vigoréxica desde mediados del siglo XX, acuñada por los comerciantes de esteroides. Sin dolor no hay beneficio, un lema abanderado por una sociedad anabolizada que busca redención huyendo hacia adelante, huyendo del lobo irracional que aloja en su inconsciente. Un recurso que, no obstante, recobra su verdadero sentido si la ganancia REAL, a la que alude la frase, es desvinculada de la competitividad y la lucha por ganarnos un puesto de relevancia a los ojos de la sociedad (en Realidad papá y mamá) y se conecta con la recuperación, la restitución de algo muy preciado que ha permanecido oculto...olvidado en el sótano de nuestra memoria como especie: nuestros sentimientos.

Dejar de necesitar seguir en la agotadora y sufriente brecha pide bajar los brazos y abandonar las armas. Dejar de continuar luchando por defender a ultranza las murallas (creencias, ideas, postulados, principios) de nuestro sempiterno bastión, para dejar de seguir manteniendo inflada la musculatura intimidante (y atenazada) del Sistema, ese agresivo (y defensivo) esquema de convivencia que hemos inventado y experimentado, y que tras mucho tiempo ha revelado abiertamente su doble filo, demostrando su capacidad autodestructiva per se (autodestrucción de la que estamos siendo gloriosamente testigos de excepción), –y hablamos de una deriva seriamente adictiva– requiere justa y necesaria-mente asumir (re-conocer, re-cordar..) que la lucha es consecuencia natural de haber estado huyendo de una amenaza primigenia: sentir el dolor.
Nadie tiene especial interés en huir del recuerdo experiencias dolorosas cuando el dolor han sido atravesado. Quien más pánico tiene al dentista es aquél que siempre ha solicitado que llegado el momento se le aplique cualquier tipo de anestesia. Todo con tal de no sentir.

Sin embargo el dolor reprimido (no sentido) es el que más terror causa puesto que se magnifica mentalmente: es cuando aparecen los pre-sentimientos (nada que ver con las corazonadas): recordar no solo implica en primer término restaurar el cuaderno de bitácora de nuestro pasado inmediato, nuestras experiencias (traumas) particulares en esta vida actual y concreta, nuestra infancia reciente, sino que concierne a nuestros mismos albores como miembros de la especie humana, hacer frente a la realidad del abandono ancestral, ese trauma muy REAL padecido cuando fuimos expulsados del plácido jardín edénico en el que disfrutamos tras haber sido genéticamente actualizados a imagen y semejanza de los Elohims. Es lo que nos pasa a los herederos de las tradiciones judeo-cristianas (por mucho que nos creamos ateos o agnósticos 'en esta vida'). Las experiencias acumuladas y padecidas durante vidas y vidas, transcurridas en el contexto de credos y creencias intensamente vividas desde las que sin duda hemos contribuido a escribir con sangre la historia, ahora acumulada en libros, nos remiten siempre al evento original, cuyo doloroso recuerdo ya no podemos seguir reprimiendo ni dejando de incorporar a la parte consciente de nuestra mente: el abandono cósmico.

Igual que es doloroso tomar la decisión de separarse de un maltratador psicológico (marido, esposa, padre, madre, empleador,...) a quien uno ha estado vinculado durante un periodo prolongado por propia decisión, también es doloroso abandonar las creencias estrechas y lacerantes que niegan nuestra verdadera dimensión. Creencias firmes y sólidamente ancladas en tradiciones (traiciones?) generacionales que nos han aislado del resto de la fraternidad estelar. Creencias a las que nos tuvimos que apegar como clavos ardiendo para sobrevivir en este mundo infestado de miedo. El orgullo es el primero de los dementes hijos del ego. Un orgullo que sin duda nos ha servido de coraza ante las agresiones externas, pero también nos ha impedido ver la realidad tras el espejo, a un hermano detrás del aparentemente obvio agresor.
El orgullo impide tomar la sanadora perspectiva respecto de nuestra odisea exploratoria como especie, obligándonos a percibirla como una interminable penitencia encadenante...el orgullo que impide pedirse disculpas, dis-culpar-se por el atropello autoinfligido a base de negarnos mútuamente (padres a hijos y así sucesivamente). El orgullo impide re-conocer las consecuencias de los errores cometidos. Impide pedir disculpas y abrazar la redención que conlleva el perdón recibido. El orgullo posterga sine die la voluntad de observarnos libres de tomar decisiones por nosotros mismos, inoculándonos la necesidad de delegar cada decisión en autoridades divinizadas, negando nuestra propia naturaleza divina. El orgullo es la divina herramienta que nos permitió zambullirnos voluntariamente en este mundo de sufrimiento, sin fenecer en el intento. Una herramienta que devino en arma a la que hemos llegado a idolatrar.

El ego colectivo está quemando todas sus naves en su afán por impedir que recordemos nuestra naturaleza de embajadores de la divinidad, cocreadores del universo, delegados de Dios (no el Yahweh de los judíos) la causa primordial de todo lo que es. Pero no se da cuenta (normal, es inconsciente) de que en esa hoguera de amnesia también arden las vanidades de los propios incendiarios. El fuego destructor también es purificador.

Abandonar una dependencia es doloroso. Y si no lo crees, pregúntaselo a cualquiera que esté tratando de librarse de una adicción. ¿Por qué no aceptar que eso es precisamente lo que nos está sucediendo a nivel colectivo? ¿Por qué no aceptar que éste es el momento, precísamente ahora que nuestras Consciencias están debidamente predispuestas, tras decenas de miles de años de experiencia acumulada en un mundo de densa dualidad, para asimilar que lo que llamamos vida no es todo lo real que creíamos. Vigilia y sueño confunden sus fronteras...Heisenberg y su principio de incertidumbre...el pricipio holográfico (por el que Gerhard t'Hooft recibió el premio Nobel en 1999) no han caído en saco roto. El mito platónico de la caverna es tanto más vigente hoy en día cuanto que la saturación informativa nos remite irremisiblemente a la verdadera necesidad, la de recuperar nuestra conexión con el verdadero hogar, lejos del zumbido de lo dispensable, nuestra conexión con una realidad más allá de este delirante mundo. Una re-conexión que nos permita plasmar el plan al que todos nos comprometimos: traer el cielo a la tierra.

 

martes, 8 de enero de 2013

Redención pide rendición

Sin duda que el aire que respiramos se ha vuelto nauseabundo. Y no me refiero al oxígeno que expelen los árboles. Éste nunca ha sido más puro, a pesar de la contaminación industrial. Se trata del denso y tóxico ambiente que estamos generando con nuestra resistencia a rendirnos a lo evidente. La mente colectiva de la humanidad completamente desquiciada en un contexto de reajuste cósmico que sin duda implica el colapso del modo, el "sistema", por medio (por miedo?) del que nos hemos vinculado. Nuestro ADN se está adaptando a unas nuevas condiciones. Una especie humana más consciente de su lugar en el orden universal está siendo parida. Es imparable. Un cambio de proporciones bíblicas. Quien abra su mente (más allá del ángulo de visión conspirativo) y acepte dicha metamorfosis interna va a estar permitiéndose estar en la posición tan anhelada: ser testigo de excepción de la consecución de un plan concebido hace cientos de miles de años...A este acontecimiento se lo ha venido en llamar 'la cosecha'.

Millones de niños están viniendo al mundo para sacudir nuestras anquilosadas consciencias. Y lo hacen con la fuerza incontenible del amor, el verdadero motor detrás de nuestra humana odisea en este planeta. Niños sin duda incomprendidos, altamente sensibles y a la vez dotados de una entereza de espíritu, una indestructible conexión con su Ser Superior trascendental. Niños que no se amoldan a los esquemas del pasado de un modo mucho más patente que nosotros lo hicimos (y eso que nosotros fuimos rebeldes con causa evidente). Es el momento de darnos cuenta de que procrear descendencia implica asumir la consciencia de estar entregando el testigo a las nuevas olas generacionales que restablecerán "el vínculo" con nuestra trascendencia esa que con tanto esfuerzo y denuedo hemos 'creído estar destruyendo'; en realidad no hemos hecho mas que contribuir a la plasmación de la profecía, a plasmarla sin darnos cuenta, es decir, inconscientemente. Nuestra única responsabilidad es recuperar esa consciencia. No se nos exige nada más. Y nada menos...Y responsabilidad no es culpa. La culpa no existe más que en la mente inconsciente, la que nos gobierna tiránicamente...por tanto no se puede 'echar' ni consecuentemente 'tener' culpa. Todo, bueno o malo, errores y aciertos, ha sido parte de la hoja de ruta planeada. Tan solo se trata de reacomodar nuestra mente permitiéndonos sentir el dolor por el "desacomodo" a que nos obligamos al iniciar nuestra odisea. Dotados del libre albedrío, a diferencia de los animales y plantas, hemos podido experimentar nuestro destino entre rosas y espinos. Ahora es nuestro momento de gloria...convertirnos en la generación elegida que se liberará, aceptando el dolor que eso inevitablemente implique, de las cadenas del pasado, para sí poder dejar de juzgar con rencor a los que nos precedieron, respetando a sus hijos en tal que embajadores del porvenir común al que todos estamos intimamente ligados, en tal que seres eternos, sin principio ni fin.

Deshacer los nudos del rencor implica sentir el origen del mismo y liberarlo, con todas las lágrimas que contenga...Y el dolor ya está aquí. La crisis es la salvación, el punto de inflexión en el biorritmo de la especie. Ha llegado el momento de dejar de retener el dolor. Y así está siendo. Es inapelable, inaplazable y necesario. La excursión de los intrépidos llega a su conclusión para quienes tomen consciencia y acepten que la carrera competitiva por la supervivencia es una regla de juego obsoleta, de que ya no es más necesaria. El fin de la lucha para los miembros de esta generación que dejará de idolatrar y reverenciar por inercia (simplemente porque había que hacerlo) a las generaciones pasadas, que decidirá cortar el cordón umbilical paternalista que ha estado impidiendo a la misma especie desplegar las alas que nos son propias... y volar; expandir nuestras mentes hacia el infinito océano de probabilidades y posibilidades que es la experiencia de las vidas, como los divinos diseñadores de nuestros destinos que somos. Y los ancianos (y los que ya se fueron, abandonando esta dimensión al desprenderse de sus cuerpos físicos) nos lo agradecerán infinitamente, porque ellos también se agotaron de ejercer tanto control paternalista, ese al que se volvieron adictos y que, sin realmente quererlo, insistieron en inocularnos...por nuestro bien. Quizá no lo digan abiertamente, porque sus egos se aficionaron a meternos miedo, a advertirnos de los peligros que acechaban. Peligros ciertamente inexistentes. Ficticios. En cualquier caso alevosamente inflados, aprovechando la adicción que tenemos a leer (y creernos) lo que dice la prensa y la televisión). Ya sea porque sectamente temen la represalia de la juventud...Peligros que fabricaron de la nada para perpetuar lo que aprendieron de sus padres: la obediencia debida en la senda del temor a lo desconocido. Nosotros que cometimos esos mismos errores en el pasado, milenios antes de este instante, ahora abrimos los ojos a nuestra humildad, que es nuestra libertad, a nuestra liberación karmica y a la de toda la especie humana y hacemos entrega a los niños de hoy, adultos del mañana, del más preciado tesoro, la más valiosa herencia que podemos legarles: el respeto por la biodiversidad en todo su abanico, el amor por todos nuestros semejantes, por toda la Creación.

Exhumando nuestros inconfesos miedos (pecados, los ha venido llamando la tradición judeocristiana) y abrazándolos nos permitimos incinerarlos reverentemente al aire libre, devolviéndolos al polvo según el protocolo de la salud mental, plenamente conscientes de que conocer nuestro pasado nos permite recuperar la vigilia y permanecer así libremente alertas para no repetir los pasados errores. Habrá sin duda nuevos errores, pero binvenidos sean cuando lleguen...esta escuela no tiene fin.

Queridos amigos, la vida se abre paso a pulmón abierto en una nueva partitura, no en blanco sino cargada de experiencia conscientemente registrada, ergo...libre de dependencias del pasado, de intereses de demora, de usuras esclavizantes. Una nueva vida que se escribe en clave de amor, donde todos tenemos ya el poder de componer sobre ella en completa libertad, porque a más voces más bella deviene la armonía.

Alabada sea la fuerza cósmica que nos ha animado siempre y seguirá animándonos. Somos hijos de la luz y a la luz estamos regresando. Todo está bien, todo sigue su curso. No vamos a desaparecer...Despierta a tu lucidez. La vida es sueño, como se atrevió a afirmar el sabio; siempre lo ha sido y tu lucidez la convierte en el paraíso que quieras crear. Tu creencia es tu creación. Tu creación es el fruto de tu creencia. Toda la evidente belleza que envuelve este sueño, es, desde la perspectiva de nuestra recuperada lucidez, desde nuestra consciente vigilia, digno de ser bendecido, disfrutado, experimentado con todos los sentidos (TODOS, no tan solo los cinco a los que hemos estado habituados hasta ahora). Igual que el verano se inicia prácticamente cuando los días empezan a acortarse y el solsticio de invierno marca el prolongamiento de la luminosidad, también tu perspectiva y responsabilidad despertadas están operando la revitalización programada desde el mismo instante en que decidimos 'desprogramarnos', allá cuando fuimos expulsados del E.Din (Edén).

En nombre de la fraternidad que todos constituimos, gracias por haber participado en esta odisea. El mismo Gilgamesh sonrie tras las cortinas, tras el velo de Isis que, aún como semidiós no pudo atravesar en vida y que ahora se está levantando. Todos nos vamos reencontrando, desempolvándo, atónitos, nuestro asombro por todos los papeles interpretados encarnación tras encarnación, en este magnífico teatro multiescénico que ha sido la experiencia en este maravilloso ser que llamamos Ti.Erra, Jord de los escandinavos, Earth, Erde para los anglosajones...la sumeria E.ridú, aquel 'hogar en la lejanía' de los Elohims, aquellos Anunnaki a cuya imagen y semejanza nuestros ancestros neanderthales fueron genéticamente modificados hace 300.000 años y a los que llamamos Dioses, sin ser realmente otra cosa que nuestros hermanos mayores.

Esta obra ha concluido. Menuda sinfonía de experiencias. Estás presenciando su epílogo.





lunes, 7 de enero de 2013

Dolor por omisión

A estas alturas, si has seguido las entradas con cierta regularidad, te habrás dado cuenta de que este blog transita a lo largo de una linea fundamental: los sentimientos y su manifestación. Todos parecemos disponer de un regulador del umbral de dolor más allá del cual decidimos no sentir nada. No sentir nos protege de ser heridos, nos permite marcar las distancias frente a las situaciones ante las que no podemos (queremos?) asumir responsabilidad. Hemos aprendido a ser desconfiados. Creemos que es fundamental para sobrevivir. Los expertos dicen que eso es debido a cientos de miles de años de impacto negativo del entorno, de constantes amenazas salvadas finalmente gracias al ingenio (intelecto), del que hemos extraído tácticas y dispositivos defensivos con los que mantener nuestra vulnerabilidad a salvo. Y es cierto que en el mejor de los casos conseguimos sobrevivir...propósito cumplido, nos dijimos. Pero ¿cuántas veces te has repetido eso de que 'esto no es vida'?
Cada niño que nace – y tú lo has sido– es un caudal de confianza ilimitada en la vida y un vórtice de amor incondicional, que amenaza a sus adultos permanentemente, tanto con sus desinhibidas sonrisas como, posteriormente, con sus francas y crudas aserciones. Los niños no son hipócritas. Están programados para ser honestos. No mienten...hasta que censuramos su honestidad (que atenta contra nuestra hipocresía). Entonces les reprimimos...les enseñamos a mentir. Solo se puede enseñar algo demostrándolo con hechos. Les enseñamos a mentir mintiendo. Guardamos secretos emponzoñantes y sin embargo somos obscenamente deshinibidos para cosas que los niños no están preparados, cuando está de más, y eso sucede porque de pequeños nos reprimimos, pues no nos permitieron decir las verdades del barquero ("cuidado con lo que dices o te rompo la cara"), porque nos enseñaron que mentir es lo normal en este mundo. Afortunadamente para la consciencia evolutiva, los niños de hoy, en un grado mucho mayor que en generaciones anteriores, no tienen pelos en la lengua.
Las verdades duelen, pero no matan...Y reprimir algo que en el fondo, por vertiginoso que parezca, no mata, no es sino postergar la verdadera sanación.
Todos hemos sido niños y algunos nos hemos propuesto mantener (mejor dicho, restituir) ese vínculo estrecho con el mágico y refrescante aspecto nuestro que nunca muere en nuestro interior. Los niños no escatiman una sonrisa. Tampoco ningún llanto. Nuestro éxito consiste básicamente en recordar que fuimos niños y niñas, y lo que ese estadio de la vida implicó en todos los aspectos. Respetar la vida implica respetar sus albores, su gestación y todo el propósito que la envuelve.
Por obvio que suene nunca será suficientemente expuesto que las madres de los paises subdesarrollados son las que desarrollan y construyen un vínculo de contacto más estrecho con sus vástagos. Les hablan poco pero se comunican intensamente con ellos. Eso nos lleva a reflexionar acerca del impacto que el desarrollo intelectual ha tenido efectivamente sobre la civilización occidental. Quizá digas que tus padres, mal que bien, dispusieron de los medios para asegurar tu supervivencia, que te cuidaron todo lo que supieron y pudieron. Probablemente ahora encumbres sus figuras desde la perspectiva que dan los años, 'comprendiendo' el esfuerzo que les costó darte lo que te dieron. Sufrieron para conseguir darte quizá todo lo que ellos nunca tuvieron. Estudios, la entrada de una vivienda...Si esa es tu visión y nada conseguirá bajarte de ella, agradecemos tu lectura, pero te aconsejamos que no sigas leyendo.

¿Sigues ahí? Recuerda que lo haces por tu cuenta y riesgo...

Bien, supón ahora, por un instante, que tus necesidades "básicas", las que precisabas para creer en tu adecuación a la vida y confiar en ella como ese mar infinito de posibilidades que es, no coinciden con las que tus padres dicen que se esforzaron en satisfacerte (y que quizá tanto te han reprochado no haber sabido aprovechar...). Supón que tuviste todo eso que en occidente se da a los niños (juguetes, estudios, oportunidades económicas...) pero que nada de eso en realidad te llenó (aunque aprendiste a ignorar esa cada vez más difusa sensación de insatisfacción). Llamemos a esas satisfacciones...'secundarias'. Supón que creciste con necesidades 'primarias' insatisfechas.

Supón que no tuviste por ejemplo el contacto físico que todo bebé necesita. Sin mala intención, por supuesto, tu madre te dejó llorar en la cuna para que no te "malacostumbraras" a que te cogieran en brazos. Es un suponer...Supón que pasaron los años, creciste y te hiciste un hombre o una mujer y que sientes que por el camino te dejaste la consciencia de que hubo necesidades perentorias, apremiantes e inaplazables que precisaban ser satisfechas con urgencia...y no lo fueron (recuerda que has aceptado seguir leyendo, no la tomes conmigo ahora)...
Supón que intuyes que no tuviste de bebé todas esas caricias que tan desesperadamente buscas ahora (y que inexplicablemente tan esquivas te son). Supón que sentiste que tus padres no tenían tiempo para ti, que fuiste incluso un estorbo, una molestia para sus aspiraciones personales incompletas o que te ridiculizaron o incluso llegaron a vejar (moral y/o físicamente) porque eras el perfecto colchón en el que ahogar sus frustraciones. Por supuesto que no tuvieron la culpa. Nadie la tiene. En el mejor de los casos lo hicieron con la mejor de las intenciones. En el peor, simplemente no sabían lo que hacían...aunque ya sabes, «Ignorantia juris non excusat»...Supón que no sabes (porque no lo recuerdas) que necesitabas (y debías) ser querido, adorado, abrazado y protegido. Comprendido y contenido. Este mundo es un lugar muy incomprensible para los niños. Quizá en lugar de pretender meterte con calzador las expectativas que se marcaron fruto de la herencia, pudieron haber manifestado compasión, única salida verdadera ante tu ahogo emocional. Supón que no sabes aún que la manera correcta de dirigirse a los niños es con amabilidad y ternura, que es deber de los adultos preguntar por sus sentimientos, que deben ser tenidos en cuenta, por 'pequeño' que uno sea...Supón que no haces más que repetir patrones de conducta heredados, ergo...no son tuyos. Supón que ignoras que fuiste ignorado, escuchado y que esa es la razón profunda por la que te quejas permanentemente de que nadie te escucha en el aquí/ahora...¿Qué sucede en tal caso?

–Se supone que la ignorancia exime del sufrimiento...

–Lo que 'se supone' es lo que tú supones, lo que crees. Pero tu no eres tus creencias, ¿verdad?. Tu cuerpo físico, como el algodón impregnado de la grasa de los azulejos en el famoso spot publicitario, no engaña. El cuerpo se manifiesta siempre, aún cuando la mayor parte de nuestra mente permanece inconsciente, secuestrada por nuestras creencias, nuestras suposiciones, nuestros aprioris. El cuerpo es testigo del dolor cuando éste hace acto inevitable de presencia...y lo manifiesta. El cuerpo nunca miente. No sabes que había necesidades en ti que 'pedían' ser colmadas porque poco a poco decidiste crees que no tenían importancia, que debías olvidarlas por tu bien, hasta que las escondiste en el doble fondo de tu memoria, aquella 'caja negra' a la que se solo se accede conscientemente tan solo cuando existe voluntad de hacerlo. Escondemos ciertos recuerdos porque están asociados a un sentimiento doloroso, inasumible por una criatura de tres, dos años, meses incluso...lo hicimos intencionadamente para protegernos, para sobrevivir, para evitar sentir el dolor que te ocasionaría experimentar su impacto. Pero la ingente tarea de reprimir un sentimiento tiene como precio el sufrimiento. Se generan lagunas de memoria que nos dejan inoperativos en muchas áreas de nuestro potencial.

Afortunadamente no es viable esconder eternamente la verdad. O te agotas (y te mueres) de tanto reprimir o colapsan tus numantinas defensas y te arrastra la crisis hacia...la salvación. Ese momento está ha llegado. Está aquí aproximadamente desde 1992.

Reprimiste tus sentimentos hasta que, con décadas de posterioridad, y quizá debido a un abrazo que alguien cercano te dio desde el fondo de su corazón, conectaste con ellos. Un abrazo como quizá nunca antes lo habías recibido. Un abrazo que, de hecho, te dolió en el alma porque te recordó todos los que no recibiste (ni te permitieron dar) cuando más los necesitabas. Y lloraste. ¿Por qué crees que las mujeres viven más que los hombres si no es por su mayor capacidad (libertad) de liberar emociones? Boys don't cry...

"Tenía 12 años y un día fui a casa de un amigo. Su madre estaba en la cocina, preparando no se qué, y conversando al mismo tiempo con mi amigo y sus hermanas acerca de cuestiones de la vida. Volví a casa y les comenté a mis padres, durante la cena, lo que había visto. Mi padre me vociferó...nunca supe por qué. Debieron pasar dos hasta que comprendí que se trató de un reproche, un rechazo hacia aquellos padres de mi amigo, porque trataban a sus hijos como personas. Sucedió que estaba yo saliendo de un café, cuando escuché de pasada a una madre decirle a su hija pequeña: "Hija mía, la gente no es perfecta...debes aprender a aceptar a otros seres humanos, con sus virtudes e incluso con sus defectos." Fueron 5 ó 10 segundos. Pero fue suficiente. Nunca olvidaré esas palabras, ni los rostros de esas dos mujeres...Porque hasta entonces NO SABÍA que unos padres podían hablar tan respetuosamente a sus hijos. Fue un instante epifánico, mI consciencia se...'abrió'. Más tarde me di cuenta de que lo que lo disparó la expansión fue el un doloroso sentimiento que hasta entonces me había pasado inadvertido. Sentí lo que era el abandono, algo que nunca creí haber 'padecido', y ahí estaba...No se trataba de lo que mis padres me hubiesen hecho, sino de lo que nunca habían hecho: tratarme con respeto. Un sentimiento que había permanecido oculto...por eso no era consciente de él, y de que me pertenecía. Cuando ví aprendí algo que se ha quedado en mi para siempre. Y doy gracias a la Providencia.
Lo que ellos no habían hecho me dejó 'inconsciente' de mis necesidades legítimas, de mis sentimientos. Sí, fui un desastre. No podía aprender nada, no era capaz de sentarme o concentrarme (me llamaron incluso hiperactivo). En realidad la fuerza que dirigía mis pasos (actitudes) era el dolor reprimido de esas necesidades no satisfechas que desde mi inconsciente me gobernaban tiránicamente. Era esclavo de mi mente inconsciente. Un dolor que NADIE podía ver. Y sin embargo me mandaron de doctor en doctor para tratar mi persistentes secreciones mucosas por via nasal (Reprimida la secreción a través de la córnea, mis lágrimas habían encontrado otra vía para manifestarse). Te advertí que esto te iba a incomodar...
Es imposible escamotear esas necesidades ni olvidarlas eternamente porque el cuerpo sencillamente no te lo permite. Y esas necesidades no satisfechas nos van matando lentamente. Son la razón de nuestro envejecimiento/muerte prematuro (¿de nuestro envejecimiento/muerte 'a secas'?). Se manifiestan más tempranamente de lo deseado en modo explosivo (ataques de corazón, ictus) o implosivo (degeneración celular e incluso cáncer). Y eso pasa porque las necesidades insatisfechas constituyen el dolor reprimido, no manifestado. Es la represión, manteniendo a los sentimientos en el fondo del armario mental, lo que nos mata. Y todo eso suceda sin que tengamos consciencia de ello...Las necesidades de las que permanecemos inconscientes.
En Occidente leemos libros sobre técnicas acerca de cómo sujetar a tu niño, cómo mirarle a los ojos con amor, y hablarle mucho. Nos es tan ajeno como leer libros acerca de las tribus perdidas del Amazonas...tan lejos hemos ido con la intelectualidad.


No se puede engañar a la madre Naturaleza haciéndole creer que todo va bien cuando las señales demuestran lo contrario. Ella te alcanzará con su (cruda?) sabiduría cuando estés desprevenido.



Arriba: logo de la Clínica Barraquer en Barcelona.
Es sencillamente curiosa la similitud que se puede extraer del conducto nasolagrimal (g) en referencia al OJO DE HORUS...










Intencionadamente feliz


Qué travesía tan apasionante la que estamos presenciando hacia un mundo sin constricciones ni ataduras. ¿Os habéis dado cuenta cómo este 're-encendido' o re-arranque está generando en vosotros una mucho más vasta consciencia acerca de quienes Realmente sois, de lo verdaderamente infinitos que sois? ¿Os dais cuenta de lo vitalmente importantes que sois para el Plan Divino en este Planeta de experiencias tan profundas? Cada día es un día de sensacional intensidad y…sí, también de intenso agotamiento. Es bueno saber, no obstante que este agotamiento procede de las energías que se están poniendo en marcha. Y no hay nada malo en eso.

Abraza a tus niños/as internas. No estás loc@. Todas esas fracciones de tu pasado existen. Recuerda a Einstein ("La energía ni se crea ni se destruye, tan solo se transforma..."). A fuerza de ser ignorada esa energía se convirtió en el tirano desde el que has estado disparando dardos envenenados a diestro y siniestro, muchas veces sin darte cuenta. El resentimiento puede ser camuflado (distraído, ignorado, ridiculizado...) durante un tiempo, pero como sucede en toda olla a presión, ha buscado permanentemente una válvula de escape. Y ahora la está encontrando. Todo el dolor que experimentas es, lo creas o no, sanador, pues te ofrece una alquímica oportunidad de hacer las paces contigo mismo.

Estamos viéndonos re-confeccionados volviendo a asumir nuestra simbiosis natural con el tejido de la Creación. Estamos siendo re-iniciados para ser catapultados hacia un vastísimo oceano de infinitas posibilidades. Difícil, complicadísimo, describirlo con palabras, y éstas se quedan cortas...La dimensión de experiencia hacia la que nos encaminamos, las maneras, los medios, no es 'comprensible' del modo (mental) al que estamos hasta ahora acostumbrados. Personal y colectivamente estamos atravesando un 'túnel de lavado', una experiencia trascendental comparable solo al 'rewind' que se opera en un terrón de azúcar cuando sus granos son 'reagrupados'...La comprensión va más allá de lo que lo que cualquier mente haya podido nunca imaginar. Cuán infinitamente fascinantes y sorprendentes somos! Todo es posible! Y si encima sintonizas con lo que está sucediendo ya ni te cuento...

viernes, 4 de enero de 2013

Arthur Janov. Terapia Primal (II)

Una mañana de 1970 John Lennon recibió un libro por correo. Se titulaba "El Grito Primal" por Arthur Janov. El subtítulo del libro era: "Terapia Primal: La Cura para la Neurosis".
Tras la decepción que para Lennon había supuesto la Meditación Trascendental propuesta por el Yogui Maharishi Mahesh (un ex agente del KGB cuenta cómo Mahesh fue introducido en los EEUU para robotizar a la juventud), este nuevo método de psicoterapia pasó a captar toda la atención de John. Iba a ser el siguiente peldaño en su búsqueda de respuestas existenciales. Poco después, el Dr. janov fue invitado a pasar tres semanas en la casa de John Lennon y Yoko Ono en Tittenhurst Park, para que pusiera en práctica y demostrara la validez de su terapia. Poco después John Lenon y Yoko Ono viajaban a Los Angeles para ser tratados con este tipo de terapia en el Instituto que 2 años antes había creado por el Dr. Janov.

En el año 2000 Arthur Janov fue entrevistado al respecto por John Harris para la revista musical MOJO

-¿Cómo se dio que Ud. llegase a tratar a John y Yoko?
-Creo que mi editor le envió a John un ejemplar de reseña de 'El Grito Primal' (El primer libro que el Dr. Janov escribió acerca de este tópico) sin comunicármelo. A continuación Él o Yoko me llamaron y me preguntaron si yo podía desplazarme hasta Inglaterra. Les dije que de ninguna manera, y colgué. Pero por entonces mis dos hijos eran preadolescentes (10 y 13) e idolatraban a los Beatles. Cuando supieron de mi actitud cogieron una rabieta impresionante. me dijeron que tenía que aceptar y llevarles conmigo. Los saqué del colegio y nos fuimos. Fue el mejor tiempo de sus vidas.

-¿Recuerda Ud. el primer encuentro?
-[recordando] Oh. ...hicimos mucha terapia en Tittenhurst Park. Esa enorme casa blanca. Mucho tuvo lugar en el estudio de grabación, mientras estaba en construcción. Eso dificultaba la cosa. Sin embargo fue muy, muy bien. John acumulaba tanto dolor como nunca he visto en mi vida. Era un paciente muy disciplinado. Se lo tomaba verdaderamente en serio. Cuando le dije, "tendrás que venir conmigo a Los Angeles ahora, no puedo pasar el resto de mi vida en Inglaterra". Me dijo "de acuerdo", y fue.

Muchos de los libros acerca de Lennon mencionan el tratamiento recibido muy melodramáticamente: "John gritaba desesperanzadamente como un niño, al tiempo que el Dr. Janov le arrastraba profundamente hasta los rincones más oscuros de su pasado..."
[con dolor] Oh Dios. Eso son tonterías. Nosotros no hacemos nada de eso con nuestros pacientes.

Respondió bien a la terapia en todo caso, no?
Sí. Él tenía un enorme entendimiento acerca de lo que estaba atravesando. Esta mañana me he enterado de que se está reeditando el 'álbum Primal' [John Lennon/Plastic Ono Band]. Si te fijas en ese album, se evidencia el jugo que le extrajo. Me encanta ese álbum. Tras grabarlo, nos lo envió, y lo puse para un grupo de 50 personas, todos perdieron el control de sus sentimientos y se pusieron a llorar. Realmente todos comprendieron lo que él estaba haciendo. Todos conectaron con un Primal. John encontró una nueva dirección a su creatividad, el nivel de simplicidad alcanzado era simplemente fascinante.

¿Sabía Ud. que el album fue compuesto en Los Angeles?
Él y Yo comentamos mucho acerca ese tema. Me decía: "Art, ¿que hay de la Religión?'. Yo le contestaba algo así como, 'La gente que sufre a menudo ha buscado redención por la via de la religión'. Él contestaba entonces, 'Oh, sin duda que Dios es el concepto mediante el que medimos nuestro dolor'. Algunas de aquellas canciones salieron de esas conversaciones.

¿Le habló él a Ud. acerca de los ácidos y sus efectos en él? 
Bueno, yo lo sabía. MI ética profesional me impide revelar nada más específico al respecto, pero lo que sí puedo decir que el LSD es lo más devastador para la salud mental que jamás haya existido. Aún hoy vemos a personas que estuvieron colgadas del LSD y demuestran tener patrones de onda cerebral diferentes...como si sus defensas estuviesen totalmente rotas. Los efectos permanecen.

Timothy Leary se postuló siempre a favor de la idea de destruir el Ego. ..
En mi opinión él destruyó a mucha gente al hacer apología del LSD. Es una droga muy, MUY peligrosa.

¿En qué medida influyeron las autoridades inmigratorias estadounidenses en la evolución de la terapia iniciada por John?
Un día John vino a mi y me dijo, 'Yoko y yo tenemos que irnos del país'. Los servicios de inmigración (y también Nixon, creía él)
  iban a por él. Me dijo '¿Podrías mandarme a un terapeuta a Méjico?' Le contesté 'No podemos hacer eso, John'. Teníamos demasiados pacientes de los que cuidar como para concederle tal privilegio por muy. Ni bien habían empezado, ambos (John y Yoko) cortaron la terapia. Habíamos acabado de empezar, como quien dice.

En los dos años inmediatos a la publicación de Plastic Ono Band, John regresó a Los Angeles en el peor de los estados mentales -drogas, bebida...
No me sorprendió. Acabábamos de 'abrirle su caja de Pandora', y no nos dio tiempo a recomponérsela antes de irse. Le advertí que debía terminar lo empezado, que era imprescindible, pero...he olvidado lo que pasó entonces...en fin, se mudaron a Nueva York, así que fue imposible.

¿Lo lamenta?
"Me pasa con cada paciente que lo deja a la mitad. John era verdaderamente un genio, pero para mi era tan solo un paciente más. Nos ocupamos de cada una de las personas a las que tratamos, y nos esforzamos en no dejar que se vayan demasiado pronto.

Ha usado la palabra 'genio'. ¿Piensa ud. que hay mucho de cierto en esa noción?...
[Enfáticamente] Oh, por supuesto. Él podía ver el interior de las personas de un modo que difícilmente he vuelto a observar en otros.

¿Llegó Ud. a percibir, en el momento de la publicación y divulgación del álbum Plastic Ono band, que se había puesto de moda mencionarle a Ud.?
Sí, sin duda. John quiso poner un anuncio en el San Francisco Chronicle que dijese "Esta es la madre del codero: la Terapia Primal." [en inglés: This is it, Primal Therapy] Yo le dije, "No quiero que hagas eso. Esta terapia es más importante que los Beatles desde una perspectiva más amplia de la historia, y pienso que merece poder sostenerse por si misma." No pude pararlo...Desde entonces hemos hecho un enorme trabajo de investigación científica al respecto, y se sostiene.

Vivian Janov (ex mujer del Dr. Janov) interviene: "Para ser honestos John hizo tal exhuberante afirmación porque hacía eso con todo. Ni siquiera yo misma lo haría. Nada es la panacea de nada. La Terapia Primal puede llegar a serlo para las personas que han bloqueado la salida de la carga de dolor desde la infancia y siempre están anegados en el sufrimiento, tratando de contenerla, no permitiéndose así ser libres. Pienso que cuando John dijo, "OK, el Maharishi me ha decepcionado, Janov es la verdadera solución", se pasó de la raya y opino que Arthur puede haber representado para él el nuevo y brillante padre que John nunca tuvo.
La terapia realmente consiste en liberar la tensión y el dolor reprimido de la infancia temprana. Y la liberación llega para empezar, hablando de tu vida, llorando por el dolor y a veces hay gente que incluso grita, pero esto de gritar no es en absoluto lo más usual. El llanto es la expresión más usual.

Por medio de esa liberación emocional, la gente consigue sentirse muy libre de su basura mental reprimida, al volverse muy conscientes de lo que les sucedió en su pasado (y habían tratado de ocultar toda la vida desde que eran niños. En Terapia Primal la gente revive las escenas, las escenas dolorosas de sus vidas sacando sus emociones (y luego las incorporan a la esfera intelectual), expresando los sentimientos que no pudieron expresar cuando eran niños. Eso es la gran diferencia y lo que es tan terapéutico."

jueves, 3 de enero de 2013

Nadie a quien acudir

El dolor padecido por las sociedades subdesarrolladas (perdón, desheredadas) tecnológica e infraestructuralmente siempre nos ha parecido una obviedad, fácil de identificar (y denunciar). Los mass media del 'primer mundo', esos perros de presa que nutrimos desde nuestra inconsciente servidumbre/esclavitud intelectual, nos han servido en bandeja el dolor ajeno y no nos ha queadado más alternativa que culparnos, ante la inviabilidad de poner solución al drama del desequilibrio ("Cómete las lentejas que en Africa los niños se mueren de hambre"), y así conseguir mantenernos anestesiados de nuestras propias e inconfesables miserias (Mal de muchos, consuelo de...infelices). Atados, en el interim, a la 'comodidad del progreso', en el primer mundo nos íbamos extinguiendo, languideciendo de desamor, de abandono, de desconexión con el corazón, envueltos en montañas de regalos que con las mejores de las intenciones pretendían reemplazar nuestra incapacidad de los padres para amar a sus hijos. El abandono padecido, cuando no es asimilado por la mente consciente, precisa ser re-transmitido en su denodada búsqueda de una vía de redención...Es la única via para la esperanza en la libertad futura. Y así vamos, viviendo envueltos en los oropeles de expectativas futuras huyendo de dramas inconfesos del pasado. Los fantasmas, como la memoria, buscan denodadamente ser tenidos en cuenta. Y estos son tiempos de la muy necesaria recuperación de la memoria. Y no hay en ello ninguna incompatibilidad con estar en el cacareado "Aquí y Ahora". Si el pasado no está integrado en la mente, corre serio riesgo de ser repetido.


El sordo sufrimiento de los miembros del hemisferio opulento del mundo, (es decir tu y yo) ha ocultado un ingente conglomerado de tabúes (religión, muerte, sexo,...) en el doble fondo de la ignorante moral judeocristiana. Tabúes reprimidos con miedo, padre éste, en último término, del orgullo. Descubrir al Ser Esencial (Superior) latente y guarecido en el fondo de tu corazón, el organo/centro desde el que opera la llamada inteligencia emocional, implica identificar y despojar al miedo de todos sus embajadores: celos, pereza, ira, vergüenza, timidez, soberbia...hasta tomar contacto con el epicentro emocional. Existió un punto de partida inicial en la experiencia humana que el Ser voluntariamente pensó experimentar y cuya conclusión estamos dando por concluida. La sociedad occidental arrastra tal calibre de represión emocional que simplemente aturde los sentidos. Esto me trae a la memoria un reciente artículo...

"Cayó en mis manos una entrevista realizada a Patrick Stewart, el actor. Él siempre sabía cuando su padre llegaría a casa con ganas de descargar su ira. Si al llegar al hogar familiar procedente del pub cantaba canciones populares irlandesas, los niños y su madre podían dar gracias a Dios y sentirse a salvo. Pero si la tonada era de temas militares, se avecinaban problemas... En tal caso su padre buscaría (y encontraría) cualquier excusa para armar una violenta tangana familiar. Concluido el 'terremoto' la madre acababa en el suelo sangrando. Cuando Patrick conseguía llamar a la Policía, los agentes del 'orden' se las ingeniaban para echarle la culpa a la madre por haber provocado a su esposo, tras lo cual se iban sin levantar ningún informe.

La cuestión es, ¿qué haces cuando la persona que se supone debe protegerte se convierte en el foco de peligro? La madre es demasiado débil para defenderte, así que ¿a quién acudir cuando incluso las fuerzas de orden público se revelan como parte del problema? Ahí es donde las drogas alivian temporalmente el tormento interno que nunca cesa...

Pongamos el caso de un incesto. Lo he visto docenas de veces; la niña padece un abuso de su padre. Tras la primera vez acude raudamente a su madre (si hay una). Comúnmente la madre culpa a la criatura de provocar a papá. ¿A dónde irá la niña? Adentro. Su protector se convirtió en el peligro del que no se puede huir a los 8 años o 12 años de edad. La madre se convierte en cómplice del crimen. No solamente la criatura ha sufrido un abuso horrible, sino que también es culpada por ello. Un doble crimen perpetrado por ambos progenitores del que sin duda no se recuperará inmediatamente, pues lleva mucho tiempo tan solo empezar a aproximarse al daño moral recibido.


Es doloroso decirlo pero está comprobado que la psiquis de una madre en muchos de estos casos actúa alegrándose de que la niña sea quien cargue con el deber marital al que la madre hace tiempo que sin duda ha rechazado plegarse. Incapaz de hacer frente al marido violento, alivia su culpa descargándola en su hija. Lleva meses e incluso años sentir todo eso e integrarlo. La sordidez de la violación de la libertad sexual es directamente proporcional al tiempo que la víctima tarda en recuperarse y restituir su integridad escindida. La orientación psicológica actual y las terapias analíticas no ayudan. El impacto es demasiado profundo para ser abordado exclusivamente desde un plano intelectual. No hubo ayuda cuando sucedió. Nadie a quien contarlo o en quien apoyarse. La niña se siente totalmente abandonada a su suerte. No hay liberación. Y la huella permanece. Sí, la niña crecerá, se hará una mujer y buscará foros, terapias grupales donde poder compartir sus traumas, profesionales que le transmitan su comprensión. Pero obviamente es un apoyo anacrónico. No se trata tan solo de obtener un alivio por medio de la comprensión intelectual de los eventos. El daño fue ocasionado en la misma linea de flotación del Ser, los sentimientos. Y es al dominio de los sentimientos al que hay que hay que apelar, al Reino al que debemos dirigirnos. Y ese Reino se halla en el pasado.

Regresar al lugar y momento del crimen (una vez que el paciente asume que ese 'viaje' es posible) y revivir la dolorosa circunstancia puede parecer algo inasumible, demasiado duro de soportar. Estoy de acuerdo en ello, pero visitar retrospectivamente el foco del sufrimiento presente, ese que impide al sujeto integrarse quizá en una relación afectiva presente sana, es la única vía para coser una herida que de otro modo permanecerá abierta hasta que el coraje de cerrarla intervenga. El dolor (físico y moral) renegado debe ser afrontado y sentido. Poco a poco, por supuesto, en la medida y progresión que el sistema defensivo (que ocasiona el sufrimiento/neurosis presente) se vaya derrumbando/debilitando.

La estructura emocional (el reino inconsciente) que alberga los sentimientos, contiene esos recuerdos almacenados permanentemente y no permitirá bajo ningún concepto que dichos recuerdos sean 'superados' y dejados atrás hasta que sean aceptados, 'desclasificados' y asimilados por la estructura mental consciente, con toda la agonía propia de un incidente de tales características. Una agonía que en su momento el sistema emocional (ese sagrado 'colchón' que nos permite encajar los impactos en edades demasiado tiernas y sobrevivir en este inhóspito mundo) salvaguardó impidiendo la asimilación de dicha experiencia.

Para visitar ese reino hay que tener la voluntad y el coraje de hacerlo. Y créanme que ese 'reino' existe...Muchos de nosotros no queremos ir allí, pero no hay otra opción si queremos comprender cómo se opera la liberación del sistema/cuerpo emocional. Si queremos detener nuestro sufrimiento –es decir nuestras tiránicas adicciones (que cada cual haga examen de conciencia y revisión de daños)–debemos regresar a la 'escena del crimen'. ¿A alguien se le ocurre cómo resolver un crimen sin visitar el escenario donde tuvo lugar, tratando de conseguir las evidencias desde la distancia?


El crimen permanece prístino y puro, encerrado en nuestro sistema límbico a la espera de ser re-conocido y sentido en el momento en que estemos listos. Y para eso necesitamos ayuda. Nadie puede hacerlo (o al menos iniciarlo) en soledad. Y si el terapeuta escogido no cree en que el sufrimiento presente proviene de un daño histórico y que éste permanece fresco a pesar del tiempo transcurrido, entonces el paciente perderá toda esperanza de liberación."

Arthur Janov, PhD
Traducción: Lars Quetglas


En este blog he alternado más recientemente entradas con mensajes 'trascendentales' –que invitan a apartar el velo de la ignorancia respecto de una realidad 'superior', a conectar con una esencia nuestra más allá de los barrotes de esta vida física– con otros aparentemente más 'terrenales' vinculados a la salud emocional en juego y propia de la experiencia humana. Algunos me han preguntado si existe una conexión entre ambos temas. En esta ocasión quisiera aportar luz sobre ello. Modestamente opino que ambos tópicos no solo son compatibles sino que están estrechamente ligados, como lo está lo divino y lo humano. Comprender y asimilar el lado sutil y descarnado de la existencia no solo no exime de asumir la realidad de los impactos recibidos y ocasionados por los innegables "roces" sufridos durante la vida sino que está intrínsecamente vinculado a ello. Pretender trascender la experiencia humana deslizándonos en una suerte de arrobamiento, como de puntillas, por encima de nuestra historia emocional inconfesa equivale a ir directamente al dulce postre apartando el plato principal, ya frio, de una típica comida familiar siempre teñida de desavenencias aparentemente irreconciliables, por supuesto, tras haber postergado tantas veces su ingesta. Es la historia inconfesa de la experiencia humana. La experiencia...experimentar ser humano no es, muy ciertamente, más que eso, 'probar a ver qué tal' se me da revestirme de humano. La comprensión intelectual de esta dimensión implica un desapego, un dejar de estar a-pegados a lo falso, a la experiencia. Y el desapego duele. Pero es la única via para liberarse de la creencia de ser el papel que interpretas...

"Sanar", un término, éste, tan denostado en el ámbito hispanohablante por las connotaciones semánticas que lo vinculan históricamente con técnicas curativas primitivas o por lo menos no homologadas por la medicina oficial. Sin embargo la cultura anglosajona acepta sanación de buen grado como el término más adecuado para calificar el estado de liberación de las ataduras mentales, de la excesiva seriedad, pero también de la neurótica hilaridad, ambas vias de escape de la delgada linea del equilibrio por la que los valientes caminan toda vez que su mente consciente ha asimilado la irrealidad y falsedad de los conjuros del ego.


Con el Dr. Janov probablemente nos hallemos frente a una renovadora y visionaria perspectiva acerca de cómo sanar con las llamadas 'enfermedades mentales'. Su simple postulado acerca de la práctica viabilidad de sanar la mente, algo radicalmente descartado hasta la fecha por el academicismo médico, le coloca –a pesar de sus ya 84 años de vida y sus más de 40 años de experiencia– en primerísimo término de la rampa de salida de una nueva praxis médica que en un futuro no muy lejano verá aplicados sus descubrimientos de forma natural en el contexto de la salud pública. Tenemos el privilegio de contar todavía entre nosotros con un visionario de la ciencia psicológica y psiquiátrica.

"Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo". (Marcel Proust. "Albertina desaparecida. En busca del tiempo perdido")

 

PS: Estamos en conversaciones con el propio Dr. Janov para conseguir que forme parte del elenco de profesionales que asistan como ponentes a una evento multidisciplinario (que comprenderá conferencias, talleres, charlas y proyecciones) que tendrá lugar en principio el próximo mes de septiembre en un lugar aún no concreto del levante español. Si estás interesado/a en acudir, contáctanos y con gusto te informaremos más detalladamente.