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domingo, 6 de noviembre de 2011

Tu música te salvará

Shakespeare dijo una vez de un hombre reprimido e incapaz de expresar sentimientos: "ese hombre no tiene música en su interior".
Cuán cierta es esta afirmación, pues la música reside allá abajo en esa parte del cerebro donde reina el sistema límbico. De hecho si cortásemos la parte externa del cortex aún podríamos responder a los estímulos de la música, y por ende de los sentimientos. Es lo que les pasa a los autistas. Desconectan la utilidad (?) del raciocinio para permanecer íntimamente ligados a los sentimientos. El autismo es lo más parecido a la innata integridad del ser humano desprovisto de defensas/armas intelectuales y en crudo contacto con el caos del mundo cotidiano.
Te preguntarás por qué somos capaces de recordar canciones de nuestra infancia y aún así reconocer las letras...Eso es porque en esa época de nuestra existencia aún no teníamos un neocortex represor plenamente funcional. Respondíamos a la música, la externa y…la interna. Y hubo música hasta que fue destruida. Eran los sentimientos los que sellaban en nuestra memoria las letras y las melodías de la música que tanto significaba para nosotros. Y esa asociación estaba carente de toda lógica. Todo era nuevo, incluido el amor. Nuestra coherencia emocional era fuerte. Cuando estábamos tristes llorábamos, cuando estábamos alegres reíamos y mientras todo eso sucedía el tiempo se detenía. No existía el tiempo.
Algunos mantienen vivo el acceso a sus sentimientos. mientras otros los han entregado en la consigna del olvido. Y es que tener que luchar en la vida, en la escuela, en el trabajo en la comunidad de vecinos, por lo que se considera natural ha acabado condenándoles a enfriar el acceso a la música interna, al disfrute de la danza de la vida.
La música ayuda a mantener los sentimientos vivos y viceversa. Son compañeros en el sendero de la vida.


Se puede reconocer a quien todavía conserva la música. Están los que no conservan el calor, carentes de amabilidad, de implicación y empatía, que entienden mucho pero no sienten nada, incapaces de emocionarse en la despedida de un ser querido. Para ellos el mundo es un lugar solitario, carente de música, de armonía, un mundo donde el mejor clavo al que agarrarse es la ironía, el cinismo, donde la panacea para salir indemne de cualquier envite es el…sentido del humor sarcástico, vertiginosamente lindante con la indignación más airada. No conjugan la armonía a la hora de dirigirse a los demás, pues no consideran su humanidad. El rencor ante un mundo tan psicótico (desconectado de la realidad de los sentimientos) les ha obligado, sin darse bien cuenta, a blindarse emocionalmente, a relacionarse con personas (?) del mismo nivel de frialdad, gente irónica y cruel con los sentimientos ajenos, incapaz de ver el sufrimiento ajeno, gente que ridiculiza todo lo que consideren pasado de moda, etiquetándolo de cursi. Gente tan dolida que, en su frenética huída hacia adelante, pertrechados con todos los dispositivos electrónicos posibles, se ha robotizado hasta extremos inimaginables. Sus visiones del mundo son similares porque oyen las palabras pero no escuchan la música, incapaces pues de bailar y abandonarse al ritmo de los latidos de su propios corazones...
…Desconfía de un candidato político que no sepa bailar, que no se haya emocionado nunca en público. Claro que para eso hace falta un pueblo tan sufrido como para no burlarse de la expresión emocional de sus dignatarios. Afortunadamente en Europa vamos finalmente de camino a eso…
Este hombre es una de las razones por las que Brasil ha logrado sacudirse el yugo del FMI (fondo monetario internacional):


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