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sábado, 10 de septiembre de 2011

Las Revoluciones que no fueron (I): Francia



El valor de la Historia reside primordialmente, se dice, en aprender de ella para extraer conclusiones de lo que está sucediendo en el presente. Tenemos la sensación, y así nos lo han inculcado de pequeños, de que los acontecimientos presentes están condicionados por el pasado hasta tal punto que la historia se acaba repitiendo indefectiblemente en ciclos, sin que nada podamos hacer por evitarlos. En otras palabras, que tropezamos repetidamente con la misma piedra. 
Sin embargo convendremos que la historia no es más que un correlato de informaciones transmitidas de generación en generación por medio de transmisión oral que nunca cuestiona la fuente de la que se nutre. Podría, por ejemplo, suceder que la historia estuviese plagada de mentiras. Después de todo, ¿qué otro modo tienes de comprobar que tal o cual acontecimeinto realmente sucedió tal y como te lo cuentan, si no es a través de los registros de sus escribas oficiales?. Reza un dicho popular que "la Historia la escriben los vencedores" (His Story).

¿Y si los libros de Historia, tal como está escrita, fuesen realmente tan tendenciosos y partidistas como confusos resultan los argumentos que los sostienen, del mismo modo que lo son los titulares de los medios masivos de comunicación actuales? Después de todo, un reportero de prensa común destinado en el frente de combate de cualquiera de los conflictos que actualmente están desangrando al mundo (Libia, Afganistán, Palestina, etc.) a lo sumo tendrá, salvo que sea un intrépido suicida, una cómoda y protegida perspectiva de los combates desde la segura terraza de algún hotel de la cadena Hilton o Marriott. Y ni siquiera entonces estará notificando más que lo que las grandes agencias de información (Reuters, etc) permiten distribuir.

Quizá aquellos que dirigen las lineas editoriales de los Mass Media tengan algo que ver en esta posibilidad. ¿Te has parado a pensar que quizá toda la vida has aceptado los titulares de los noticieros televisivos, radiofónicos o impresos, sin tan siquiera cuestionarte su evidente y tendencioso partidismo?

Recuerdo que ya en la secundaria, nuestro profesor de literatura nos decía que cotejásemos las noticias publicadas desde al menos dos medios (prensa diaria) para poder formar nuestro propio criterio y así estar informados con un mínimo de perspectiva. 
Mucho me temo que un engaño de magnitudes colosales ha estado en marcha, uno del que fueron cobayas propiciatorias tus padres, abuelos y bisabuelos, etc…Ahora te toca a ti seguir 'comulgando con ruedas de molino' o empezar a extraer de ti tu personal discernimiento. Pienso (por mi mismo), luego existo" (R. Descartes).

Tomemos por ejemplo la llamada Revolución Francesa de 1789. Al igual que la revolución bolchevique de 1917, fel levantamiento del club jacobino planeada y financiada con mucho dinero desde fuera de Francia.  Nunca pierdas de vista que las llamadas 'revoluciones' que llenan los libros de historia precisan sobretodo de dinero –MUCHO dinero– para fructificar. Hoy en día se sospecha que las revoluciones del Magreb (Tunez, Libia, Egipto, Bahrain, Tailandia, Yemen, Siria y Malasia (pronto quizá también Argelia, Marruecos, Iran y Arabia Saudí…) no responden a verdaderas y espontáneas revueltas populares sino auténticos y calculados golpes de Estado instigados desde intereses ajenos al propio país, extranjeros, con intenciones políticas y geoestratégicas que en muchos casos escapan al sentido común del ciudadano medio. Por supuesto que en el caso de Libia el intentogolpe de estado se ha convertido en una operación militar a gran escala con el apoyo de los ataques aéreos de la OTAN, esa Organización militar a la que pertenecen la práctica totalidad de los estados occidentales europeos y norteamericanos.

El diccionario define el término 'revolución' como "un repentino y violento cambio en un gobierno o en la estructura política de un estado, principalmente originado en causas internas". No obstante se sabe hoy, transcurridos 230 años desde entonces (!) que la instigación al levantamiento popular en Francia, fue producto de una planificada maquinación operada por individuos que lo último que tenían en mente era restaurar o sostener valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad. Banqueros bávaros que desde Londres y otras ciudades europeas conspiraban para subvertir unas alianzas que no era afines a sus intereses corporativos.

¿Te suena el maquiavélico 'divide y vencerás'?
Todavía hoy se sigue aceptando, incluso por parte de aquellos que siempre se han posicionado contra las guerras, que la violencia de los llamados procesos revolucionarios es inevitable y hasta necesaria como proceso regenerador. Sin embargo pocos se han preguntado cuáles son verdaderamente los gérmenes de un proceso revolucionario y los intereses que subyacen bajo las aceptables causas revolucionarias que, por ejemplo, con tanta pasión se encargó Benjamin Franklin de difundir cuando viajó a Francia para recabar financiación entre la monarquía francesa para la causa revolucionaria americana. Franklin buscaba fondos para obtener munición y buques de guerra para combatir a los ingleses y conseguir la independencia de las Colonias que tuvo lugar de modo efectivo en 1784 tras 7 años de guerra contra los ingleses.
Es probable que la llamada revolución francesa no fuese otra cosa que el efecto de una maquinación de intereses extranjeros infiltrados en Francia, tendentes a sublevar a la población contra su monarquía entre otros motivos como respuesta al apoyo que 10 años antes Louis XVI había facilitado a las insurgentes colonias americanas permitiendo con ello la creación de la Federación de Estados Unidos de Norteamérica.
Vamos a investigar esta posibilidad...


Reproducción de una pintura de Charles Mills a cargo de la Detroit Publishing Company. En el centro, W:Benjamin Franklin trabajando en una prensa de impresión.

Los libros de historia todavía relatan que previamente a la Revolución Francesa, la aristocracia francesa tenía sometidos a los campesinos al hambre y desesperación extrema hasta el punto de no hallar esperanza de futuro. En su obra The French Revolution: A Study in Democracy, New York, E.P. Dutton & Co., 1919. , la visionaria escritora Nesta Helen Webster afirmaba en completa consternación: "En Inglaterra, la verdad acerca de este acontecimiento es totalmente desconocida. No se nos ha contado lo que en realidad sucedió en Francia".
En su obra Mrs. Webster indaga y se documenta acerca de la relatada y supuesta miseria del campesinado francés de la época. Webster tuvo acceso y estudió la correspondencia del Dr. Edward Rigby, físico inglés (1747-1821) quien precisamente en 1789 había viajado por la campiña francesa, describiéndola como "extraordinariamente fértil" y "cultivada de forma inmejorable". "Los cultivos son mejores de lo que nunca pude haberme imaginado…decenas de miles de hectáreas de trigo de calidad superior a ninguno que se pueda producir en Inglaterra." Describía Rigby, asímismo al pueblo francés como feliz, próspero y contento".

Y sin embargo, en el contexto de la abundancia descrita por el Dr. Rigby, había rumores de hambre…¿Por qué?. Unos rumores que acabarían desencadenando la Revolución Francesa, del mismo modo que está actualmente sucediendo en el Magreb, Oriente Próximo y Oriente Medio.
Aún hoy se enseña a los niños la supuesta declaración que la esposa del monarca Luis XVI, la reina Maria Antonieta supuestamente realizase al ser notificada sobre ese rumor: "¿tienen hambre? Que coman pasteles". Esta falsa cita de la reina, es aún hoy manipulada para calificar a los aristócratas franceses de entonces como insensibles y crueles. Lo que en realidad sucedió es que Maria Antonieta culpó a Inglaterra de injerencia en asuntos nacionales franceses. Ella sabía lo que estaba sucediendo. También su marido.


Reproducción del retrato de la entonces Archiduquesa Marie Antoinette, por Martin van Meytens el joven, conservado en el castillo de Schonbrunn en Viena.

La Conspiración

Afirma Mrs. Webster en su libro, "Pero ¿por qué? ¿En qué se basa la creencia en la conspiración inglesa como causante de la revolución francesa? ¿Acaso en las guineas (monedas de la época) halladas en los bolsillos de los agitadores sociales? ¿en los mercenarios ingleses que se mezclaba entre los franceses durante las revueltas de Paris? ¿En los panfletos sediciosos impresos en Londres? ¿En el tráfico de correspondencia, mensajes y dinero mantenido entre inglaterra y los líderes 'rebeldes' revolucionarios? Muchos de estos líderes pasaban largos periodos de tiempo en Inglaterra, tanto antes como después de la Revolución. Estos y otros hechos no pueden ser negados. Y, sin embargo, presuponer algún grado de complicidad de parte del gobierno inglés es ilógico y absurdo"

Si los gobiernos no estaban directamente implicados en nutrir movimientos subversivos, ¿Quién entonces?
Un historiador de la Corte y testigo de las atrocidades y baños de sangre que se produjeron durante el proceso revolucionario francés, Felix Louis Montjoie, documentó el papel jugado por un familiar suyo y a la vez primo del Rey Luis XVI, el Duque de Orléans (Luis Felipe II). Luis Felipe había iniciado su vida en la corte a partir del advenimiento de su primo Luis XVI y fue encargado de un mando en la marina. Pero un partido apoyado en la reina María Antonieta logró que su primo el Rey lo revocara del cargo acusándolo de incompetente. 
En 1778, Luis Felipe había servido en la escuadra del Conde de Orvilliers y estuvo presente en la batalla de Ouessant, una batalla naval contra los británicos durante la Guerra de Independencia americana el 27 de julio de 1778. Sin embargo fue retirado de la marina, debido en parte a la desconfianza que la Reina sentía hacia él y también a su presunta cobardía y ya mencionada incompetencia.
A partir de este momento el Duque de Orleáns arraiga en su interior un odio hacia los monarcas, en especial hacia la reina, convirtiéndose así en el principal autor de los múltiples rumores en contra de ésta, extendiéndolos y acusándola poco mas o menos de ser la causante de todos los males que ocurrían en Francia sentando así las bases del proceso revolucionario y obteniendo una gran aprobación popular. Pero ¿de qué males, concretamente, estamos hablando, si las cosechas eran tan ricas tal como describía el Dr. Rigby? 

El clima de desasosiego debe entenderse en el contexto del cambio de la política de alianzas que se derivó del tratado de Versalles por el que dos bloques esenciales de poder se dibujaban en Europa, por un lado la alianza austro-francesa (al que se adhirieron Sajonia y Suecia) y por el otro la coalición anglo-prusiana fortalecidas ambas por lazos sanguíneos fuertes. Entre los quizá escasos méritos de Luis XVI, se halló que había debilitado la influencia de Inglaterra en el contexto de política internacional y había logrado mantenido la paz en Europa. La paz, ya lo sabes, es contraria a los negocios, siempre basados en conflictos que nutren los intereses de los banqueros. Y la banca, no lo olvidemos, nace en Prusia. Una carta enviada en 1777 por la Archiduquesa Maria Teresa I de Austria, a su 15ª hija Maria Antonieta, ya entonces reina consorte de Francia, ilustra perfectamente el contexto histórico.
Haciendo uso de su riqueza personal, y aconsejado por los banqueros alemanes tras haber éstos comprendido que en el Duque tenían la llave de acceso al derrocamiento de Luis XVI, Luis Felipe II compró gran parte del grano producido en Francia en 1789, provocando una depresión económica como consecuencia de la alteración del precio del grano a consecuencia de la reducción de la oferta de alimento en el mercado. Historiadores posteriores documentaron la intervención de William Pitt, primer Conde de Chatham, estadista británico, consejero privado del Rey y también del Parlamento británico. Pitt acumuló secretamente con la inestimable ayuda de la Compañía británica de las Indias Orientales (British East India Company) el grano francés –comprado por el Duque de Orleans– en almacenes depositorios en las islas de Guernsey y Jersey en el canal de la Mancha ("Porqué los franceses no tuvieron una revolución americana," por Pierre Beaudry, pag. 5.). 

  Luis Felipe II, partidario de la Revolución francesa, fue conocido por los revolucionarios como Felipe Igualdad. Al iniciar la revolución el duque se puso de parte de los revolucionarios, apoyando así a los jacobinos y a los más extremistas (Jean Paul Marat y Robespierre). Obtuvo el apoyo del tercer estado y de una minoría, pasando a formar parte de la asamblea legislativa. Fue elegido por una gran mayoría presidente de la asamblea, cargo que no aceptó.
Cuando la revolución fue tomada por los radicales –precísamente lo que los instigadores financieros prusianos habían previsto y deseado– el duque de Orleáns se puso de su parte, sin imaginar que esto marcaría su fin. Tras el derrocamiento de la monarquía francesa el duque de Orleáns se convirtió tan solo en una herramienta de los revolucionarios. Sus hijos le pidieron que se fuese a Norteamérica y que se refugiase en ese lugar. Él simplemente se negó aduciendo que en Francia él todavía tenía poder. Sin embargo no se daba cuenta que, al abolir en 1789 los privilegios de la nobleza, había firmado en 1792 la abolición de la nobleza como tal, teniendo que renunciar a su título de duque de Orleáns y a sus apellidos si quería seguir en la política. No teniendo otra opción aceptó asumiendo el nombre de Felipe Igualdad.
Luis Felipe fue asi elegido como último diputado de la nueva convención, buscando así el apoyo de los revolucionarios. Desesperado por recuperar su antaña popularidad, y tomando así una medida extrema, firmó a favor de la pena de muerte de su primo el rey Luis XVI. Sin embargo esto no aumento su popularidad entre el populacho y las hordas revolucionarias ya descontroladas, pues


 los revolucionarios tomaron posesión de su fortuna personal bajo el pretexto de que su hijo (futuro Luis Felipe I de Francia) tenía tratos con austriacos y girondinos (los mismos a los que había apoyado el decapitado monarca). Con esa excusa, fue acusado Luis Felipe II de traición y condenado a la guillotina. Cuando el verdugo le intentaba quitar las botas él dijo: "No perdamos el tiempo. Lo haréis más fácilmente cuando esté muerto. ¡Terminemos cuanto antes!", estas fueron sus últimas palabras. Fue guillotinado el 6 de noviembre de 1793. 

Inglaterra era entonces una mera 'casa de empeños' en el juego illuminati de las pseudo-revoluciones, destinadas a derrocar a los legítimos gobernantes aceptados por sus súbditos/gobernados, quienes como la familia Romanov en Rusia, no accedían a hipotecar a sus conciudadanos sometiéndose a los dictados del poder corporativo que ha dirigido hasta ahora los hilos del mundo desde la trastienda de la City londinense. Dichas pseudo-revoluciones tenían también como meta instaurar regímenes etiquetados como igualitarios (democráticos/socialistas/comunistas) que supuestamente luchaban por la libertad, y que estaban liderados por amigos de los instigadores de los levantamientos populares. Líderes atractivos y dotados de retórica y discurso elocuente, que conseguían incluso que la población celebrase, en el cénit de su ignorancia, la destrucción de su propia cultura e historia, justamente lo que 




los conspiradores e instigadores de los llamados procesos revolucionarios 

habían perseguido.

Irónicamente, hoy Francia sigue celebrando el día de la toma de la Bastilla, cada 14 de julio.
En palabras de John Robinson (Proofs of a Conspiracy. 1797)
"Los líderes revolucionarios germinales fueron, tal como hemos visto, discípulos de los Illuminati alemanes. Fueron ellos quienes los iniciaron en el arte de constituir comités políticos para llevar a cabo el Gran Plan de destruir e invertir el orden establecido, es decir la religión y el gobierno. Estos comités afloraron de los Illuminati de Bavaria…y produjeron el Club Jacobino."

La lección aprendida, en última instancia, por los líderes instruidos en Alemania, "era aprender un nuevo método de hacer negocios, y de procurarse nuevos discípulos que extendiesen sus tácticas infiltradoras".
Los illuminati operando vestidos de Jacobinos forzaron el cambio de Régimen utilizando lo que los historiadores oficialistas llaman La Revolución Francesa.
Durante la Revolución Rusa (1917), esos mismos illuminati se disfrazaron de Bolcheviques. Hoy se postulan como defensores de la causa árabe revolucionaria en el Magreb islámico.

–Me dejas perplejo. ¿Todo se redujo a un ataque de celos por parte del primo de Luis XVI? 

– Si aceptar esta nueva perspectiva te ha sacudido la Consciencia, ya te puedes alegrar. Saber que nada es tal como te lo han contado, de que has vivido creyéndote una ilusión (y sus derivaciones), lejos de provocarte indignación por un suceso ante el que nada puedes hacer ya para remediar, te va abrir los ojos a la comprensión de que todo lo que crees que es verdad no es más que una percepción anclada en los efímeros cinco sentidos físicos que posees. Y esos sentidos son altamente sugestionables en función de lo permeable que tu mente sea a creer la información que ellos te filtran.
Al operarse en tu mente un proceso inicial de cuestionamiento de todo lo aprendido, lejos de conducirte al caos, te va a llevar indefectiblemente a un nivel de comprensión más vasto, si cabe. Se trata simplemente de un peldaño en la escalera que te conducirá al paulatino y definitivo despertar de consciencia del que por todas partes se comenta.

–Si pero todo esto me genera impotencia, rabia…estoy enfadado, indignado.

–El enfado, pequeño saltamontes, como la ira, la vergüenza, la culpa, son emociones que están atascadas en una parte de ti, tu cuerpo emocional, como consecuencia de tu incomprensión acerca de este mundo. La vorágine de aparentes sinsentidos que has vivenciado desde que naciste, te provocado estados que oscilan entre la sumisión –inevitable en la infancia– a los incomprensibles dictados de los adultos, hasta la furia adolescente. Furia que has aprendido a canalizar por medio de actitudes de agresividad encaminadas a sublimar esa incomprensión.
Esa rabia es una emoción legítima que tienes todo el derecho a manifestar y expulsar. Es más, te diría que tienes el deber de hacerlo para que tu sanación mental sea efectiva, para que seas capaz de aceptar y finalmente comprender. 

Ahora bien, debes saber que quienes han maquinado todos los acontecimientos anteriormente descritos no son más que seres que como tú, personas que se vieron empujados a servirse de la manipulación como alternativa a ser manipulados. Y se aficionaron a ello, viendo que les 'iba bien' en el intento. Se han apoderado de los resortes del sistema (Matrix). Conocen perfectamente cuál es tu estado emocional, porque ellos han alimentado ese estado a lo largo de la generaciones que te han precedido, desde sus esferas inabordables de poder. Por ello ya tienen más que organizados y dispuestos todos los resortes para que tu ira discurra por los canales que ellos han diseñado, del mismo modo que hicieron en el pasado con tus abuelos y bisabuelos. Tu poder, ese del que crees que careces, reside en gestionar adecuadamente ese caudal de ira de modo que tu necesario exorcismo no se produzca de modo inconsciente y por ello tenga consecuencias en tu entorno que lamentarías y de las que acabarías siendo víctima, las que sin darte cuenta seguro que ya has repercutido en aquellos que más cerca tenías, sobretodo los que más débiles y sumisos se mostraban en sus distintas fases de vida, hijos, alumnos y subordinados en general, incluidas esposas, maridos, animales, plantas y todo ser vivo incapaz de defenderse de tu incontrolable agresividad, ya sea verbal o física. Reconoce que has formado parte inconsciente de la oculta trama y acepta las emociones que afloren…

Despertar a la hipnosis colectiva creciente a la que hemos estado sometidos durante generaciones es la meta final desde la que podrás observar el gran teatro del mundo, como el escenario donde todos, incluidos los illuminati, hemos estado interpretado nuestros diferentes papeles en el contexto de un plan evolutivo infinítamente más vasto que el expuesto por Darwin y que se remonta a cientos de miles de años atrás.

–A veces me siento tan solo…Incluso entre multitudes.

–No estás solo. Nunca lo has estado. Nunca lo hemos estado. Si tu existencia en este planeta dependiese del azar al que tanto crédito has ofrecido, nada de la armonía evidente que te rodea por doquier hubiera llegado a plasmarse.
Y sin embargo no eres la mota de polvo estelar que crees ser. El Universo no sería el mismo sin ti. Debes despertar a la responsabilidad que tu impacto, por acción u omisión, consciente e inconsciente genera, como el batir de las alas de una mariposa, en todo tu entorno. Ríndete al poder de la Creación y 'verás'. Una nueva era de gloria está a las puertas. Ponte tus mejores galas (paz, armonía, equilibrio) porque vas a ser testigo de un momento de inflexión en la historia de la humanidad.










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