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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Imagina…



El ingenio del ego para asegurar su supervivencia es enorme, mas dicho ingenio emana del mismo poder de la mente que el ego niega. Esto quiere decir que el ego ataca aquello que lo sustenta, lo cual no puede sino producir gran ansiedad. Por eso es por lo que el ego jamás reconoce la autoría de lo que está haciendo. De hacerlo estaría atribuyendo el origen de su ingenio a tu Santidad. Bien mirado es perfectamente lógico, aunque a todas luces demente, pues para subsistir el ego se está nutriendo de la única fuente que es totalmente adversa a su existencia.
Temeroso de percibir el poder de esa fuente, el ego se ve obligado a menospreciarla, lo cual amenaza su propia existencia, pues nada tiene que hacer oponiéndose al amor, alcanzando con ello un estado que le resulta intolerable. Prosiguiendo con la lógica, si bien todavía demente, el ego resuelve al fin este dilema completamente descabellado de un modo igualmente descabellado: Decide dejar de percibir que su existencia esté amenazada, proyectando dicha percepción amenazante sobre ti y decidiendo percibir a tu Ser (tu Espíritu=Dios) como inexistente. Esto afianza su continuidad si, persuadido de su lógica, te pones de su parte (=no soy más que un cuerpo) garantizando que no puedas conocer tu Seguridad, te percibas como abandonado y prorrogues indefinidamente el contrato de servicios defensivos a ultranza que te ofrece.

No existe ninguna relación entre lo que Es real y lo que tu piensas que es real.

Un Curso de Milagros
(VI. De la vigilancia a la paz)

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