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jueves, 27 de octubre de 2011

Un mundo nuevo

El mundo está loco, dicen. Basta salir a la calle y echar un vistazo. 
Solución: no podemos cambiar a quienes alimentan la locura desde cualquier instancia (gobiernos, organismos internacionales, medios de comunicación, etc…), pero sí podemos cambiar nosotros, utilizando los acontecimientos como si de un espejo se tratara, identificando los pensamientos personales (juicios, críticas…) y pautas de comportamiento basadas en energías heredadas (miedo, vergüenza, pereza, cobardía, etc…) que hemos imitado del pensamiento global. Es un ejercicio de introspección profundo pero muy liberador que precisa de una 'parada de máquinas', para poder hacer revisión de daños. A fin de cuentas el mundo somos TODOS y TODOS hemos contribuido a fabricar este pastel (sociedad consumista) a cuyo rancio sabor nos hemos acostumbrado, pero al que paradójicamente nadie quiere renunciar, ahora que nuestra diaria ración se está viendo amenazada. 


No se trata de culpabilizarnos, sino de reconocer que no era nuestra intención obrar como hicimos, dando codazos a diestro y siniestro para hacernos valer y oir en la cola de la lucha diaria por la supervivencia…Rescatar los sentimientos propios, mancillados y heridos por el camino y aceptar las emociones que vayan aflorando, es precisamente el método para reconciliarse con el mundo e incluso para pacificarlo. 

¿Alguien se ha parado a pensar si estar en este mundo ha sido consecuencia de una inversión realizada? Hay muchas cosas que todos recibimos gratis diariamente y que somos incapaces de agradecer (oxígeno para respirar, sol para calentarnos, mar donde bañarnos, el canto de los pájaros, la sonrisa de un niño, la fidelidad de tu mascota…), ocupados como estamos en reclamar daños y perjuicios a otros, cuando no somos capaces de ver la viga en nuestro ojo. Hemos hecho de la ley del talión nuestro santo y seña, agrediendo a diestro y siniestro para defendernos del miedo heredado.


Todo lo que está pasando obedece a un 'plan' mucho más vasto del que nuestras mentes puedan imaginar. Todo está sucediendo de acuerdo con la inefable ley de acción-reacción, a todos los niveles, (financiero, social, político…). ¿Te has parado a pensar que de lo único que eres responsable es tu mente?

Es hora de que empecemos a observarnos desde una perspectiva más amplia, la de una civilización que ha navegado a bordo de un buque que ya está oxidado y que va directo al desguace. Pero el buque, no nosotros. Muchos están aterrados porque la nave ha perdido el rumbo sin darnos cuenta de que está siendo dirigido a buen puerto por fuerzas cósmicas de las que todos participamos y que por desgracia escapan a la mayoría de las consciencias. Siglos y siglos de navegar a la deriva tienen esto: el miedo está tan instalado en la médula. Mordemos como perros apaleados, como gatos panza arriba cuando la vida acude en nuestra ayuda.

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