Lo que está pasando puede parecer pavoroso y no seré yo quien afirme que disfruto presenciando el espectáculo. Pero a la vez estamos siendo testigos de algo sencillamente maravilloso, digno de la mente más creativa, la de la energía creadora que todo lo ha creado. Estamos en un punto de inflexión histórico para la humanidad, una oportunidad para actualizar el software que llevamos instalado en nuestras mentes, nuestra mentalidad. Una oportunidad de oro para desintoxicarla de viejos y obsoletos esquemas que ya no sirven. Algo verdaderamente glorioso se avecina.
Como decía el sabio K. Gibran "nunca es más oscura la noche que instantes antes de amancer". El caos financiero no es el principio de un holocausto mundial o de un nuevo y más severo órden impuesto por los de siempre, como muchos están vaticinando, sino los ruidosos estertores de un sistema de interacción que ya no sirve ni va a servir en la coyuntura que se avecina. No es fácil poner en palabras lo que siento. A pesar de ello, lo intento.
La Democracia, recordemos: el calificado como el menos malo de los sistemas de gobierno, está haciendo aguas a todas luces porque ya no sirve. Algo mejor está de camino. El sistema de libre mercado en su advenimiento primigenio allá por los albores del Renacimiento (Marco Polo, ruta de la seda, los descubrimientos…), que debió haber servido a la humanidad liberada del antiguo feudalismo para que pusiésemos en práctica la solidaridad ínter pares, lo utilizamos TODOS, no obstante, para plasmar nuestra insatisfecha sed de expansión personal. Igual sucedió, salvando las distancias tras el fin del franquismo en España, por ejemplo. La máxima de Thomas Hobbes 'Homo Homini lupus' ilustró a la perfección el espiritu de rapiña que se adueñó de la mente humana cuando el hombre se liberó –lo hizo?– del yugo paternalista sus señores feudales. Y claro, como resultado la economía de libre mercado ha fagocitado las consciencias humanas alimentando el miedo al otro como bandera. Si yo quiero 'eso' y lo reclamo para mi (porque siempre me estuvo vetado) es obvio pensar que el otro también desea los mismo. El siglo XV vió el fin de las plagas de peste y dió el pistoletazo de salida a una época de batallas y conspiraciones por la lucha desatada por el poder que llegó a su cénit con la creación del concepto de endeudamiento como único paso posible para el acceso a la riqueza. Y éste, que empezó en 1913 con el advenimiento de la Reserva Federal norteamericana está llegando a su fin.
Afortunadamente, como todo, no hay mal que cien años dure. Nada puedes cambiar salvo la prespectiva desde la que observas cuanto acontece. Nada es más genuinamente tuyo que tu esencial capacidad para amar todo cuanto acontezca en tu presencia. Tu amor lo puede todo. Tu compasión derrite todos los hielos. Pero para que tengas compasión hasta de los más viles tiranos, primero has de sentir compasión por ti mismo.
Tu decides si optas por coger un buen sitio y prepararte para presenciar el giro copernicano que la conciencia humana está experimentando, o decides por el contrario incendiar tu irritación y dejarte arrastrar por la vorágine ajusticiadora que algunos van a querer abanderar y de la que querrán contagiarte. Quien se sienta indignado hará bien en urgar en su curriculum emocional, en su cuaderno de bitácora, para percatarse de cuál es el verdadero origen de la indignación. La impotencia para hacer frente verdaderamente a los sísmicos acontecimientos presentes nos obliga a acabar 'mirando adentro', el único dominio sobre el que tenemos capacidad de provocar cambios.
Los perversos ególatras que manejan los hilos de las finanzas mundiales, los corruptos funcionarios o personajes públicos sobre quienes los focos de la crispación están cayendo, simplemente están interpretando el rol de hermanos de la oscuridad, un papel necesario para provocar nuestro despertar de la dependencia del paternalismo al que hemos sido colectivamente adictos desde que el homo habilis mutó en homo sapiens. Los libros de historia contarán este lapso de tiempo desde una perspectiva muy diferente a la que ahora percibimos. La salvación está en vomitar la ira, para despojarnos del velo de la ilusión. Este mundo es un sueño, y de los sueños (pesadillas en este caso) conviene despertar lentamente, para que ese despertar no sea traumático.
Precísamente los más psicóticos son los que más ayuda precisan. No hay que hacer nada contra ellos. Recuerda la película Pesadilla en Elm Street, protagonizada por Freddy Kruegger: a la bestia se la desarma girándole la cara, ofreciéndole la espalda, ignorando su poder, dejando de prestar atención a sus juegos malabares. Los perversos ególatras, psicópatas pederastas con personalidades disociadas, que dirigen los hilos del mundo llegaron desde el patio de butacas del teatro de vanidades en el que trabajamos, a alcanzar los flashes de la escena, sencillamente porque buscaban atención desesperadamente.
Desde allí dominan los medios de información de los que te han creado una dependencia. Has llegado a creerte que lo que anuncian los titulares de los medios es la realidad. Pero tu puedes salirte del teatro. Puedes decidir dejar de pelearte y dar codazos en búsqueda de atención, de reconocimiento. Pero para eso debes exorcizar los miedos que te atenazan, que te empujaron al nivel particular de narcisismo que TODOS hemos fabricado.
La violencia no conduce sino a más violencia. Y los Freddy Krueggers de turno buscan eso. Caldear a las masas, impedir que sus demandas sean concretas, y agitar los ánimos por medio de agentes infiltrados, para que las fuerzas de orden público salgan a hacer el trabajo para el que están entrenados: aplacar la violencia.
Ha pasado otras veces. Revisa la historia y te percatarás de que el maquiavélico lema 'divide y vencerás' ha sido aplicado constantemente en todo conflicto. Se invadió Iraq y los medios pronto dijeron que el enfrentamiento entre Suníes y Chiíes hacía inviable la paz en Iraq. Luego dijeron lo mismo de Libia. Ahora es Siria. Pronto quizá Irán, o incluso Rusia. No importa. Tu tarea no es defender a los desvalidos sino consolarles.
No olvides el amor como catalizador del cambio. La Conciencia se alcanza cuando dejas de sentirte víctima y dejas de ser juzgado y criticado. Pero para amar al mundo, sin juzgarlo, para observarlo como el teatro de vanidades que es, primero hay que exorcizar los miedos internos. Y eso solo lo podemos hacer sintiendo compasión por nosotros mismos, por nuestra frenética búsqueda de paz y libertad, y ofreciendo compasión unos a otros. De otro modo nos estamos devorando. Hay mucho dolor reprimido desde la infancia, que se va heredando de padres a hijos…
Todo lo que te sucede en la vida lo estás atrayendo. Quien siembra vientos recoge tempestades.
Es tu responsabilidad operar la ley de atracción desde la Consciencia y no desde la inconsciencia. Indignarte y exigir en el exterior te desgasta…hasta que hayas descubierto la razón que te empuja a estar enfadado con todo lo que no funciona como quisieras, da, coño, da, da y recibirás. ¿Tienes hijos? Escúchalos. Dedícales el tiempo que te reclamen y sobretodo dedícatelo a ti mism@. Los niños serán los adultos del mañana y tu eres de ayer de hoy y de mañana, de siempre… si no se sienten queridos y aceptados tal como son pueden acabar convirtiéndose en los tiranos del futuro, tus progenitores en tu próxima vida. Da amor y recibirás amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas puedes compartir algún comentario...