“Yo estoy en ti y tu estás en mi, recíprocramente en amor divino.”
William Blake (pintor, grabador y poeta inglés)
Mullah, un buscador de la verdad, tras haber compartido muchos cenáculos de conocimiento y haber departido con muchos eruditos, llegó a la puerta de aquél al que llamaban maestro. ¿cómo sabré si es un verdadero maestro u otro farsante más de los que he encontrado por el camino? se preguntaba tras haber golpeado la puerta. Concluidos sus pensamientos, una voz susurrante le contestó desde dentro de la casa:
William Blake (pintor, grabador y poeta inglés)
Mullah, un buscador de la verdad, tras haber compartido muchos cenáculos de conocimiento y haber departido con muchos eruditos, llegó a la puerta de aquél al que llamaban maestro. ¿cómo sabré si es un verdadero maestro u otro farsante más de los que he encontrado por el camino? se preguntaba tras haber golpeado la puerta. Concluidos sus pensamientos, una voz susurrante le contestó desde dentro de la casa:
–¿Quién es?
A lo que el buscador respondió diciendo:
–Soy yo
Entonces la voz dijo:
–No hay lugar en esta casa para tú y yo.
Y no le fue abierta la puerta. De modo que el contrariado Mullah retornó al desierto. Ayunó y oró. Y al cabo de un año, volvió una vez más a la puerta del anhelado maestro y golpeó de nuevo su puerta. Y de nuevo dijo la voz desde adentro:
–¿Quién es?
Esta vez, el buscador, que había aprendido la renuncia de si, respondió diciendo:
–Eres tú.
Y se abrió la puerta.
…
Este cuento sufí estuvo rondándome durante muchos años. Había algo que me atraía de él pero algo que también me producía rechazo. "Renunciar a uno mismo"…¿qué significaba? Acaso consistiese en una suerte de autohumillación…Pero "rebajarse" ¿para qué?¿No ha sido suficiente ya todo el menosprecio que padecí en la escuela y en mi entorno familiar y el que yo mismo me he auto-infligido (como consecuencia de aquél), como para que ahora tenga que seguir 'pagando peaje por vivir'. ¿Acaso debo inclinar aún más la cabeza para ser admitido en la casa del maestro?…
La meta deseada (que el maestro me abriese la puerta) requería una renuncia, pero quizá no se tratase –contrariamente a lo que mi mente me insistía– de apartar, de censurarme, todo lo que con tanta rabia y frustración, tantas veces me había visto obligado a renunciar con anterioridad: unas clases de piano a los 10 años; viajar con toda la familia, juntos a alguna parte y no solo cuando mi madre iba a ver a su propia familia( síiii, ya sé que otros no tuvieron ni siquiera eso); media hora de atención completa diaria de mi estresado padre; un cumpleaños mio propio al que poder invitar a mis propios amigos (y no compartido con mi hermano porque hubiésemos nacido en fechas cercanas)…o todo lo que yo mismo me había censurado posteriormente (inconscientemente) como consecuencia de haber aceptado la norma del 'no puedo/no me lo merezco':
…
El maestro me pide que renuncie a mi 'yo' para entrar en su casa. Y una parte de mi me repite insistentemente que mi 'yo' ya ha tenido que renunciar suficientemente. Y, secretamente, otra parte de mi me susurra que no puede ser, que la condición para ser admitido en la casa del maestro consistente en esta nueva renuncia, nada tiene que ver con aplicarme una nueva censura…que mi futuro maestro debe estar refiriéndose a un yo…diferente. A otro yo.
Resumiendo…me quedan dos opciones:
1. Creer que existen dos puntos de vista enfrentados acerca del concepto yo: a) La perspectiva de aquél que podría convertirse en mi maestro. Y b) mi propia perspectiva. Aferrarme obstinadamente a esta creencia me conduce a una batalla interna para esclarecer cuál de las dos opciones o caras de la misma moneda es la más genuina. Y ya se sabe que tras una batalla NADIE sale ganando.
2. ¿Será acaso verdad eso que dicen que existen dos 'yoes' uno con mayúsculas (al que llamaremos Ser) y otro con minúsculas (al que también llaman Ego)? Si abrazo, sin a prioris, la posibilidad de que, ciertamente, cohabiten dos "yoes" en mi, es probable que el maestro tras la puerta se esté refiriendo a uno de ellos cuando me dice que en su casa no tiene cabida el concepto "tú y yo". Quizá ese 'yo' –que no obtiene permiso para traspasar el umbral de la morada del maestro– sea un yo "conflictivo" (Ego), incompatible, pues, su 'yo', sin duda de diferente naturaleza.
…
Por eso Mullah responde finalmente "eres tu". Una sentencia que habla de rendición. De aceptación. De abandono de la lucha, tanto de la batalla activamente agresiva como de la defensa a ultranza. He reflexionado acerca de la posibilidad de que Mullah respondiese: "Soy tu". En definitiva sería lo mismo. Aceptar y reconocer 'al otro' como un igual. Rendirte al amor. Girarle la cara a la lucha. Abrazar humildemente el río de la vida. No hay pues, humillación, sino Valentía y Coraje.
…
Somos uno. Estamos hechos de lo mismo. Energía vibrante. La misma de la que están creados los planetas, las galaxias, las ranas, los peces, los árboles, las montañas, los animales, todos los seres humanos aquí en este planeta y en otros planetas, en otros mundos, probablemente más ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón ¿de qué color es la piel de la energía?
…
–Y sin embargo has sufrido. Mucho, verdad Mullah?, le preguntó su ahora maestro.
–Sí. Pero bueno, como todos. He aprendido a 'hacer callo'.
–No es cierto.
–Ah no?
–No. Eso es lo que crees. Has aprendido a conformarte. Por supuesto que lo has hecho porque todos los demás así lo han hecho antes que tú. Has aprendido de ellos. Todos aprendemos de lo que vemos. Por imitación. Empezamos de niños, naturalmente. Pero llegado el momento de volar y explorar nuevas posibilidades de afrontar la vida, lejos de ser ayudados a convertirnos en lo que verdaderamente somos, seres autónomos y dotados de conciencia –capacidad de discernimiento–, continuamos apegados a la dependencia de los patrones antiguos, a los esquemas mentales –impregnados de miedo– de nuestros mayores, perdiendo nuestra innata capacidad de asombro ante el espectáculo de la vida. Pero eso, conformarte, lejos de ayudarte, te convierte en un gato aterrorizado y herido.
Si lo deseas te ayudaré a aprender a recuperar tu capacidad de asombro. De entrada no voy a ser yo quien te repita –de momento– aquello de que "esto, también pasará". Es cierto. Pasará. No hay mal que 100 años dure, dicen. Al menos no este concreto "mal"(Vendrán otros, sin duda), pero éste…pasará. Ahora bien, éste mal, este desasosiego que reconoces mora en ti, aunque vagamente localizado, te provoca una desazón y un mal rollo indescriptible. Y además te mantiene 'fuera de tu centro'', pues te hace actuar de modos y maneras que no consideras genuinos en ti. Los gatos heridos tienen reacciones inesperadas. Sin quererlo, tienes reacciones impulsivas que hieren a otros, incluso a los que quieres (y sufres por ello) y a la larga el más perjudicado eres tú mismo. Te mantiene permanentemente 'a la defensiva'. Te empuja a ver a todos como potenciales enemigos.
–Es cierto, hay algo que me corroe por dentro y me impide sintonizar con el "esto también pasará". Mi ex-novia me decía que siempre estaba peleándome con todo el mundo.
–¿Como sueles expresarlo…? ¿Te 'jode', te 'da por culo', te 'toca los cojones'? o quizá, simplemente…te entristece, te deprime tanta 'desconsideración', falta de armonía, desequilibrio, caos, destrucción, dolor, …qué mas? maldad, desidia, pereza por hacer las cosas bien…¿Qué tienes ganas de decir?
–La verdad es que, para ser sinceros, tengo ganas de liberar adrenalina.
–En eso te doy la razón. Por eso te has vuelto un adepto a los deportes de riesgo e interpretas el rol de don Juan, eterno seductor, que necesita flirtear de flor en flor para sentirse 'vivo'.
–Sí, me cuesta reconocerlo pero es cierto.
–Pero nunca tienes suficiente, verdad? Siempre hay una montaña más alta que escalar, un río más caudaloso que vadear, una medalla más por conseguir, una chica más guapa o difícil que conquistar…
–¿qué te pasa?
–…no sé, no sé, estoy cansado de esperar…estoy harto de esperar y nunca obtengo lo que busco…
–¿y qué buscas?
–…supongo que…sentirme aceptado.
–¿dónde? ¿Por quién?
–…Ahora como voluntario en una ONG que canaliza ayudas a un pais tercermundista. Pero allí no he encontrado sino más de lo mismo…corrupción, mangoneos y trapicheos, y sobretodo manipulación. Se aprovechan de mi, de mi tiempo, no sé …doy mucho de mi y obtengo poco a cambio.
–¿Cómo te sientes?
–No sé…pido algo de respeto, consideración hacia mi persona, tengo sentimientos, sabes? Me siento manipulado.
–¿Y qué buscas? ¿Qué expectativas tienes?
–…la paz en el mundo. Que haya amor y justicia en el mundo.
–Bienaventurado seas, ¿y por qué no llega esa paz ni ese amor?
– no sé, DÉJAME TU EN PAZ! con tus preguntas. No sé por qué he venido aquí. Me estoy poniendo de mal humor.
–Enhorabuena. Vamos por buen camino. Estás más cerca de la solución. ¿sabes? Eres libre de irte. Yo no te quito la paz. Tan solo te estoy ayudando a que reconozcas que no la tienes y que la buscas compulsivamente tratando de hallar aceptación en los demás. ¿qué te impide sentir paz REALMENTE? ¿Quien te la robó?
…
Una lágrima se escapa de los ojos de Mullah.
–…Que les den por culo, ya estoy hasta los mismísimos cojones de tanto despilfarro, de tanta corrupción de tanto mangoneo…a la mierda la política, a la mierda las religiones, a la mierda los gobiernos, TODOS a la PUTA MIERDA. Os odio, os ODIOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!
Mullah se pone a llorar y se retuerce en el suelo perdiendo totalmente el control. Ya no son sus compañeros de la ONG los destinatarios de sus improperios. Las palabras papá y mamá han salido a escena mezcladas con lastimeros llantos de desesperación.
Tras un rato que parece haber durado una eternidad, Mullah se incorpora, como si acabara de aterrizar de una pesadilla.
–AHORA has hecho callo por primera vez. Has conseguido cicatrizar una de tus innumerables heridas. Dice su maestro. Te espero la semana que viene…si quieres, y seguimos urgando en la basura emocional, vale?
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