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sábado, 26 de febrero de 2011

Año nuevo desde hoy



El mundo es un teatro donde cada cual interpreta un papel. Incluso hacer de público es una actuación en toda regla en esta multitudinaria representación interactiva que cíclicamente viene teniendo lugar cada tantos miles de años. Y la función, por esta vez, se acaba. Los títulos de crédito se están desplegando y a medida que vamos desperezándonos y estirando las piernas, reconociendo a los que se sentaban delante y detrás de nosotros, saludándonos, conocemos el nombre del director de la película, de los productores, incluso del gerente del teatro y todo el elenco de profesionales que han contribuido a que esta gran tragicomedia haya tenido lugar. Poco a poco las luces del teatro se van encendiendo y las pupilas van gradualmente recuperando su adaptación a la luz eléctrica y a la solar, que vamos a retrobar a la salida. Allí nos saludaremos, liberados del aislamiento al que estábamos confinados en nuestras limitantes butacas. Comentaremos las emociones despertadas, las escenas favoritas, los momentos más emotivos y, en definitiva, las que nos han enseñado a adquirir una nueva perspectiva de nuestra existencia como espíritus eternos que somos, habiendo experimentado lo que es ser un humano en la Tierra.

Es tiempo de desprenderse de lo accesorio y regresar a casa con los (verdaderamente) tuyos, los que te acompañaron hasta las puertas del cine y te prometieron que te estarían esperando a la salida. Ha sido una función larga, dividida en innumerables actos (vidas) y llena de sensaciones y momentos para enmarcar, para reir o llorar…da igual, todos esos momentos nos han enseñado. Y los bendecimos porque, sabiendo que somos los mismos que entramos, no somos ya exactamente los mismos. Algo nos ha provocado un cambio. Las cicatrices en el corazón lo hacen más bello, porque son como esas etiquetas o adhesivos que uno pega en su maleta cuando da la vuelta al mundo: el recuerdo de los momentos vividos, de las amistades y amores experimentados, y de las lágrimas vertidas.
La pesadilla ha terminado (si tu así lo ves). Somos libres y lo expresamos abiertamente.

Esto puede ser una fiesta o una tragedia, dependiendo de cómo lo veas. Este video, sin palabras, te explicará mejor lo que quiero decir:

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