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jueves, 17 de febrero de 2011

efecto mariposa

Llegan con cierta frecuencia a mi bandeja de correo, mensajes en los que se alienta a difundir convocatorias para manifestaciones, apagones de luz colectivos e intencionados…

Tengo la particular teoría de que difundir algo terrible que está o ha estado sucediendo de forma injusta en alguna parte del mundo, para hacerlo llegar a quien no se ha enterado por sus propios medios (es decir, por la providencia) por medio de redifusión de mensajes de correo electrónico (que vaya uno a saber dónde se han originado y con qué propósito) es…cómo lo diría…contribuir a la confusión, malestar y al desasosiego de las personas. Es una opinión personal que voy a tratar de argumentar aquí.

Adicciones aparte, es obvio que a estas alturas una gran parte de la humanidad conforma una intrincada, interactiva e imparable red de comunicación que ha eclosionado con el alcance de internet. Tarde o temprano todo se acaba sabiendo, es cierto, pero…insisto en que de la difusión de las degracias se encarguen otros. Yo prefiero no difundir noticias negativas y desalentadoras –con la excusa de ayudar a informar a los no informados. Otra cosa es que decida publicar en mi blog mis propias reflexiones personales acerca de acontecimientos particulares o generales.

Negándome a 'colaborar' en las tareas difusoras mencionadas, me di cuenta de que impido que gente que quiero vaya a cargarse de malas vibraciones y se vea, con ello, lastrada con preocupaciones y cargas emocionales añadidas a las que ya arrastra en su esfera y entorno personal. Por no hablar del peso que me quito de encima liberándome de la carga que supone ser 'políticamente correcto' haciendo lo que hacen los demás. No soy un contestatario porque sí, pero me gusta 'nadar contracorriente' (ya sabes a qué me refiero). Y lo dice alguien que estuvo, como voluntario, retirando chapapote de las playas gallegas. Mi compromiso medioambiental está sobradamente probado.

No contribuyendo a difundir un mensaje pre-ocupante impido que los hipotéticos destinatarios de ese reenvío (mis amigos y familiares) pasen un peor día del que podrían tener, agregando negatividad a sus vidas mientras tratan, quizá, de salir a flote en este mar de amargura que es este mundo desconsolado. Prefiero dedicarme a echar cables allí donde se me pida.
Además, de informar ya se ocupan profesionalmente los medios de comunicación (sí, lo séee, están al servicio de los poderes fácticos). No obstante no creo que sea mi deber ayudarles a hacer su trabajo, usurpando su cometido. Que lo hagan bien o mal, allá ellos con su conciencia…

Pienso que todos los que estamos despiertos a la comprensión del advenimiento de una realidad superior que involucra, entre otras muchas facetas, al desarrollo de sentidos humanos superiores, más afinados que los cinco que tenemos activos aquí (vista, oido, olfato, gusto y tacto) como la telepatía, precognición, percepción extrasensorial, telequinesia, clarividencia, etc…en definitiva todas esas capacidades de las que pronto vamos a disponer, tenemos la responsabilidad de sembrar, en la medida de mis posibilidades, el mundo con energías como la Esperanza y Compasión, más acordes con la sociedad en la que, estarás de acuerdo, deseamos vivir.

¿Qué es lo que verdaderamente nos incita a difundir cualquier drama o injusticia que llegue a nuestras manos? ¿Qué intención inconscientemente oculta albergamos?…quiero decir ¿qué actitud esperamos de quien reciba ese mensaje a través de nosotros? ¿qué tome consciencia? ¿de qué? ¿de lo mal que está el mundo? ¿de lo injusto que es?
¿Qué va a poder hacer alguien en Mexico, por ejemplo, cuando sepa –si no lo sabía de antemano– que en Perú se está exterminando a las personas, de que Marruecos lleva décadas sometiendo a una etnia –sharaui– que reclama su propio territorio nacional…?

–Si los alemanes hubiesen sabido que Hitler estaba exterminando a los judios, lo hubieran impedido.
–¿En serio crees eso? Los alemanes sabían lo que pasaba ( y los que no, es porque no querían saberlo). De hecho estaban de acuerdo inicialmente con los argumentos expansionistas de Hitler y su llamado 'espacio vital' postulado en su 'Mein Kampf'. Él les vendió su ideario de abundancia rápida. Luego, una vez en el poder –concedido por las urnas– la bestia fue incontrolable (Incendio del Reichstag) y todos decidieron cuales avestruces, meter la cabeza bajo el ala cuando el ghetto de Varsovia y los de tantas otras ciudades eran una realidad incontestable y las chimeneas de Auschwitz y Buchenwald o Mautthausen escupían el hedor nauseabundo de la carne chamuscada de los hombres, mujeres y niños pertenecientes a las razas semitas que Nazis y Pio XII (un Papa que está a punto de ser canonizado) consideraban indeseables.
Para los inconscientes alemanes de entonces, el genocidio judio era algo que se inventaba la BBC para desestabilizar el apoyo popular a su clase dirigente o bien no querían verlo, por vergüenza a retractarse de su apoyo inicial a su Führer y también por miedo a acabar ellos mismos en los campos de exterminio por contravenir al régimen nazi. Igual que en Argentina, donde la gente sabía que se llevaban a los insurgentes universitarios de las facultades de estudios humanistas, y que luego los 'desaparecían'. Es lo que sucede con el ser humano atemorizado ante el caos. Aparece un militar que promete poner orden (y devolver la tranquilidad a los potentados) y se le da carta blanca para que haga y deshaga a placer.

–Decías que no creías en la espontaneidad de los recientes levantamientos populares en medio oriente (Tunez, Egipto, Yemen, Irán, Bahrein, Libia…)

–Solo digo que es sospechoso el consecutivo contagio del desencanto popular hacia cada dirigente/tirano que como fichas de dominó que se empujan unas a otras, está tenieeendo lugar en la práctica totalidad de los países de la ribera mediterránea magrebí ¿En serio crees que los egipcios no sabían que tras la marcha de Mubarak –un déspota octogenario al que sus mentores anglosajones han ofrecido un honroso reemplazo–, no iba a aparecer desde detrás del escenario el oscuro Omar Solimán al frente de un ejército que ya no es tan amigo del pueblo? Quien cree eso insulta la integridad y dignidad del pueblo egipcio.

–Entonces ¿Qué solución propones? ¿Acaso callarse como el pueblo alemán o el argentino antes que salir a la calle como en Egipto?

–Yo me dedico a contar mi verdad, que consiste, no en juzgar a los corruptos sino en difundir las heroicidades cotidianas, la confianza en la buena voluntad que todos alojamos en el fondo de nuestro corazón y la esperanza.

–¿La esperanza en qué?

–La esperanza en un mundo que está a la vuelta de la esquina, y por el que no hace falta luchar. Un mundo sin luchas ni guerras, un mundo asombrosamente unido y creativo, donde todos participamos sin competir, donde no es necesario ya ser más que otros, ni reclamar la atención de los demás prostituyendo nuestra esencia, lo que verdaderamente somos, un mundo más allá de lo que perciben los efímeros sentidos de los que estamos haciendo uso. Un mundo donde el potencial del hombre eclosione y el restante 90% de nuestra capacidad cerebral latente se ponga en funcionamiento y deje de estar en stand by. Y para ello no es que tengamos que unirnos. No tenemos que hacer nada para unirnos (mucho menos contra algo, de eso ya se encargan los gobiernos). Los tiempos difíciles que describimos como difíciles no son sino la prueba de que algo maravilloso está por suceder. Al igual que la fiebre es síntoma inequívoco de la reacción del sistema inmunitario frente a los ataques de un agente externo, igual la especie humana, enferma tras siglos y milenios de continuas disputas y desencuentros, está finalmente –y en sintonía con el proceso de consciente sanación que se está aplicando nuestra anfitriona, el planeta Tierra– cayendo rendida al sobreesfuerzo realizado por mantener apuntalado un sistema de convivencia, una concepción de las relaciones personales, que como olla a apresión está pidiéndo a gritos una válvula de escape.

Y es que lo queramos admitir o no, ESTAMOS HECHOS DE LO MISMO. Somos uno con todo. Eso ya ES. No hay que conseguirlo. No hay discusión posible. Incluso la comunidad científica más reaccionaria ya no pone más obstáculos a esta realidad. El ADN no miente.
Ya somos una gran hermandad o fraternidad. De lo que se trata es de tomar consciencia de esa realidad.

Las batallas más calamitosas siempre han sido y siguen siendo las fratricidas, causadas por odios y rencores antiguos. En España dicen que no habrá paz hasta que todos los ajusticiados por Franco después de la guerra civil sean desenterrados de sus fosas comunes, disperas, dicen, por las cunetas del Pais, y se les de un entierro digno y honroso. ¿Pero realmente será suficiente con eso para 'hacer las paces'? ¿Cuántos garzones harán falta para que el honor, la honra y la dignidad de cada ser humano sea restituida? ¿no será cierto eso de que no hay más paz que la que uno mismo descubre en su interior?


Rendirse y dejar de luchar es abrazar el río de la vida. Entregarse a un designio más elevado que el de nuestras personales mezquindades y egolatrías. El ojo por ojo, diente por diente' (Ley del Talion) es lo que nos ha conducido a la escalada de violencia sin parangón que experimentamos desde hace 4000 años aproximadamente. Es cierto que los poderes ocultos han encendido la mecha exprimiendo a placer la máxima maquiavélica "divide y vencerás". Y nosotros, vencidos y divididos nos hemos dedicado a odiarnos y temernos, generación tras generación.


Y ahora, en la cúspide del despropósito, ardiendo en la hoguera de nuestras vanidades, seguimos echando leña al fuego. El miedo y la culpa nos han convertido en mensajeros del futuro aterrador que pronostican los augurios mediáticos. Titulares de prensa sobrecogedores, las crónicas de sucesos han pasado de ocupar una página a ser los propietarios permanentes de las portadas de los periódicos y telediarios. Y esto no es un juicio. Es el signo de los tiempos. Lo que está pasando entra dentro de la lógica más aplastante. La necesidad de seguridad, al igual que en la Alemania pre-nazi, está conduciendo al hombre a vender su alma, una vez más al diablo. Las cámaras de seguridad infestan las calles del Reino Unido, y ya se sabe que donde veas las barbas de tu vecino cortar…


Propongo que en lugar de contribuir a la vorágine negativa, pretendiendo ya sea, enarbolar la bandera de la justicia tratando de defender a los oprimidos del mundo, o difundiendo el virus del miedo, cada uno se proponga hacer un cambio de actitud personal en algo muy banal, desde la misma cotidianeidad. Algo que REALMENTE esté dentro de nuestro dominio. Una meta honestamente asumible (si es que el Ego te lo permite, claro, que esa es otra). Aprender a pintar, esculpir, dedicar más tiempo a los hijos y a descubrir sus interior…


Personalmente tengo varios propósitos de enmienda. Entre ellos una tendencia adquirida desde pequeño a ir acelerado (me estoy sanando porque ya he detectado dónde se originó), sintiendo que llego tarde a todas partes. Llevo tres meses estando atento y tratando de cumplir las normas de tráfico. No me salto ningún paso de cebra, semáforo, respetando los límites de velocidad, poniéndome el cinturón de seguridad, pasando la ITV a tiempo, etc…


–Que rollo, ¿no aumenta eso tu sentimiento de opresión frente al sistema?


–Ja, ja…No, al contrario. Estoy aprendiendo como dice Eckart Tolle a aceptar que este mundo tiene normas y que esas normas son para todos. Que no están fueron ideadas para fastidiarme personalmente. Aceptar es muy liberador, porque me permite disfrutar del paisaje, escuchar de mi música favorita y también de la sonrisa del peatón que agradece que haya respetado su prioridad de paso. Esa persona continuará su paso con un mejor talante y probablemente decida ceder su asiento a una mujer embarazada en el autobús. Esa mujer, a su vez consiga relajarse y cantarle una canción al ser que lleva en sus entrañas. Quizá ese niño nazca con un talento especial por la música…'efecto mariposa' lo llaman. Yo creo en eso.


Si autoimponerme el cumplimiento de las normas del código de circulación me conduce a experimentar ese sentimiento opresivo del que hablas, entonces me trabajo el epicentro de esa erupción/emoción.


–¿cómo?


–Tu curiosidad merece el justo premio. Cuando el alumno está preparado, aparece el maestro…

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