Dedicado a todos los/las indomables. A todos los que hemos tenido que forjarnos una armadura suficientemente resistente como para protegernos de la violencia del mundo. Es tiempo de llorar todas las lágrimas acumuladas en el corazón. Ellas aflojarán los tornillos y las oxidadas bisagras del rencor de la armadura. La función ha terminado. Volvemos a casa.
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