La Resonancia Schumann es algo así como el pulso electromagnético que poseen los procesadores de los ordenadores personales. Ese pulso lo causan las ondas que viajan por el espacio comprendido entre la superficie terrestre y la ionosfera (a 100km de altitud), que actúa de caja de resonancia. La frecuencia más o menos constante de dicha resonancia es de unos 7’8 hertzios, y constituye una especie de latido o “tempo”, como un metrónomo planetario, que ha existido en la Tierra desde hace miles de años. Esta frecuencia vibratoria (hertziana) es responsable del equilibrio biológico, y las ondas de nuestro cerebro pulsan, por simpatía, a esos 7’8hz. Experimentos realizados con astronautas en el espacio demostraron que en el espacio exterior, fuera por tanto de la resonancia Schumann, sufrían desequilibrios y enfermedades. El tiempo cronológico, tal como lo concebimos (linealmente) se ha visto afectado.
Pues bien, desde 1980 dicha pulsación ha ido aumentando progresivamente de esos 7’8hz a los 11hz, y de los 11 a los 13hz. Entonces, ¿qué ocurre con nosotros?¿seguimos pulsando a 7’8hz?
Existe un fenómeno llamado“vibración por simpatía”que nos puede ayudar a entender este fenómeno y, de paso, comprender como poder vibrar a esa nueva frecuencia.
Ese aumento del pulso electromagnético de La Tierra obedece a cambios estructurales y evolutivos del propio planeta y, por extensión, de sus habitantes. Algunos síntomas físicos son la sensación de que el tiempo transcurre más rápido: las 24h que tardaba la Tierra en rotar sobre su eje se vivencian desde el año 2000 como 16 horas. Las repercusiones a nivel físico se revelan en dolores de cabeza o espalda, etc…De algún modo, debemos empezar a funcionar bajo esa pulsión. El propio planeta ya nos empuja, pero internamente es interesante tomar la proyección correcta para acompañar ese cambio.
Después del año 2000 hasta ahora, todo el mundo está de acuerdo en que el tiempo "pasa volando". El día no alcanza para hacer todo lo que se desea hacer. Antes esperábamos que llegara Navidad. Ahora la Navidad, cumpleaños, exámenes y otros acontecimientos importantes suceden de forma precipitada, salen a nuestro encuentro sin tan siquiera esperarlos. Esto está ocurriendo en todos los planetas de la galaxia, no solo en la Tierra. Se está alterando el campo magnético de la Tierra, debilitado ya desde hace aproximadamente 2000 años como afirmó Tesla. La estabilidad mental y la memoria radican en dicho campo magnético, que es lo que sostiene nuestra memoria y nuestra cordura en niveles aceptables para la convivencia en una sociedad concebida en términos y fronteras físicas y morales limitantes.
A medida que esto sucede, la vida se vuelve cada vez más inestable en todos los sentidos. Aumenta la violencia, la rebelión, la incomprensión, los desajustes emocionales contenidos están manifestándose más fácilmente, permitiendo que afloren a la mente consciente energías acumuladas como la rabia, la culpa, la vergüenza que en muchos casos están entrando en erupción en forma de ira y necesidad de liberar corsés y constreñimientos antiguos aceptados de generaciones pasadas, tanto en el ámbito individual (familia, vecindario, escuela, trabajo…) como en el colectivo (revolución bolchevique, exterminio judío, masacre entre etnias utus y tutsis, segregación racial en Alabama-Mississipi, etc…). En otros casos la transformación está sucediendo de forma solidaria: India (Gandhi); reconciliación en Sudafrica (Mandela) si bien eso es el clímax de muchos años de esclavitud. En el planeta todos los seres vivos se están viendo afectados, al colapsar y verse desestructurados sus patrones y paradigmas mentales en las esferas personales y en los acontecimientos de orden global, ayudado en gran medida por el flujo constante de información del que nos ha provisto internet. En definitiva la forma de pensar está mutando. Las personas se vuelven cada día o bien más agresivas y temerosas, o bien más solidarias y comprensivas.
El tema de la resonancia Schumann, hasta hace muy poco, fue ocultado por los medios de masas occidentales en connivencia con los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña. Hoy en día ya se conoce, pero se ha mantenido en muy bajo perfil.
Va a haber un CAMBIO PLANETARIO, y éste es inminente. La Tierra y los planetas del sistema solar están pasando de la antigua tercera dimensión, a través de la cuarta dimensión hacia la quinta. A partir de Mayo del año 2000 (4 meses antes del colapso de las torres del World Trade Center) la entrada en la cuarta dimensión alteró la carga electromagnética de la Tierra.
LO QUE PODEMOS HACER
Formamos parte de una Unidad Divina Cósmica y la física cuántica lo ha demostrado. El observador es parte del fenómeno observado- Eso ya nadie puede negarlo. Si tomamos parte en el fenómeno y establecemos una relación con los cuatro elementos esenciales (Agua, el Fuego, la Tierra y el Aire) tenemos la oportunidad de devolvernos la armonía con ellos, pidiéndoles su colaboración.
Muchos habrán escuchado sobre el poder de la meditación. De cómo una persona o un grupo de personas (no necesariamente vinculadas a una creencia religiosa determinada), actuando al unísono, pueden revertir una situación desequilibrada.
También se entiende por qué en cualquier evento deportivo del mundo, el equipo local tiene mayor posibilidad de ganar. Es lógico que los aficionados del equipo local sean más numerosos, por lo que es mayor el número de personas unidas simultáneamente por un mismo pensamiento de victoria. Si el pensamiento es de sanación y restauración del equilibrio y la armonía, la meta adquiere tintes más epifánicos. Es de suma importante que nos desarrollemos personalmente para evolucionar espiritualmente y actuar en servicio de la humanidad.
Si pensamos en catástrofe, creyéndonos cualquier noticia que los medios de comunicación de masas nos proveen, vamos a convertirnos en coautores de la misma. TOOMAR CONCIENCIA DE NUESTROS PENSAMIENTOS es muy aconsejable, pues todo puede irse agravando cada vez más, hasta alcanzar un período crítico de no retorno, en donde todo será caótico. ES HORA DE TOMAR CONCIENCIA de que lo que vemos afuera es el reflejo directo de lo que llevamos dentro en nuestro interior, nuestras creencias y paradigmas heredados que damos por sentados. Cuando pensamos en términos de negación (no puedo, el mundo es un desastre, yo no valgo para esto…qué será de mi, los políticos son una desgracia, las guerras son inevitables, todos me quieren robar…) y nos dejamos llevar por la ira, el odio, el rencor y la avaricia, que no son sino emociones manifestadas como consecuencia del miedo ancestral por la supervivencia, estamos creando catástrofes de diferentes índoles, en otras palabras, nos estamos destruyendo día a día y a su vez. Estamos destruyendo el planeta. Somos responsables de hacer el cambio.
Es verdad que nadie por si solo puede salvar al mundo. Pero si cada ser humano emprende la sublime tarea de realizar su propio cambio positivo, se podrá lograr LA MASA CRÍTICA necesaria para que la raza humana pueda dar este GRAN SALTO CUÁNTICO y de esa manera volveremos a convivir en paz y armonía con nuestros congéneres y así sanar el mundo que, altruista y desinteresadamente, nos cobija desde hace millones de años.