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viernes, 20 de abril de 2012

Maternidad Espiritual

María habla a través de su canalizadora, Pamela Kribbe. Traducción de Sandra Gusella.
Mañanas con Jeshua – 15 de Diciembre de 2007


Queridos amigos, Hoy estoy aquí con mucha alegría y con mi corazón abierto a todos vosotros. Yo soy Maria. Yo he sido la madre de Jesús (en realidad Jeshua era su nombre). Yo represento el aspecto femenino de la energía Crística, que ahora está naciendo en la Tierra cada vez en mayor medida. La energía femenina ha estado mucho tiempo reprimida en vuestra sociedad, y en vuestros corazones también. La energía femenina es una fuerza primordial de la creación, una parte fundamental de Todo lo Que Es. Ella procrea la vida y fluye a través de todos. Sin ella vosotros no existiríais, ni como alma ni como un ser humano. El flujo femenino de energía también trae magia a esta época y quiere aliviar la oscuridad así como también vuestras luchas internas y estados de ánimo más pesados. Vosotros a veces os preguntáis cuál es el sentido de todo esto, de esta vida que vosotros tenéis en el planeta Tierra. Yo os digo que es valiosa y sirve a un propósito. Estáis haciendo un trabajo importante aquí. Vuestra presencia ejerce una influencia sobre toda la vida que os rodea, pues estáis generando cambios en el mundo. Sin embargo, eso no tiene que ser el foco de vuestra atención. No necesitáis para nada enfocaros en los demás para generar un impacto. El secreto en enfocaros en vosotros mismos y en la integridad de vuestro ser. A medida que contactáis con vuestra conciencia amorosa, con la aceptación de quiénes sois en todos los aspectos, creáis un canal a través del cual la luz llega hasta vosotros fácilmente y automáticamente también fluye hacia los demás. En realidad sólo necesitáis prestaros atención a vosotros mismos. Esa es la 'misión' que habéis venido a cumplir aquí en la Tierra. En este contexto hoy quiero hablar acerca de cómo podéis ser una madre espiritual para vosotros mismos independientemente del sexo físico del que estéis revestidos. Yo represento la energía de la madre. ¿Pero qué significa eso realmente? La maternidad es un aspecto crucial de la energía femenina; la madre es vista como el aspecto de la naturaleza que transmite vida, que nutre y cuida. ¿Pero es ésta una imagen completa? En las imágenes que se han evocado sobre mí en el curso de la historia, mucho ha sido falsificado y tergiversado. Debido a eso quisiera contaros un poco más acerca de mi vida en la Tierra, cuando fui la madre de Jeshua. A menudo he sido retratada como una 'Santa', incluso idolatrada, pero podéis estar seguros de que no fui una santa durante mi vida en aquél entonces. Yo fui una mujer normal de carne y hueso, pasé por grandes trubulaciones emocionales y estoy familiarizada con todo lo que ahora estáis atravesando en vuestras vidas. En la familia en la que nací, llegué tarde. Fui la séptima y última niña con muchos hermanos y hermanas mayores que yo. Era una niña bastante obstinada. Siendo la más pequeña, pronto aprendí que tenía que cuidar de mí misma y no depender de los demás. Mis padres me atendían pero las circunstancias impedían que yo fuese el centro de su atención que hubiese deseado. Y esto, sin embargo, en cierto punto se adecuaba a mi naturaleza, porque a mí me encantaba estar en mi propio mundo de fantasía y salir de casa sola. Para lo que es una niña yo era totalmente intrépida y aventurera. También tenía un fuerte sentido interior sobre las cosas y no me desviaría fácilmente de esa guía. No me preocupaba mucho por lo que los demás pensaran de mí. Yo tenía hermanos mayores quienes de vez en cuando me fastidiaban y me tomaban el pelo, por lo que pronto comprendí que era necesario construirme mi propio orgullo y autoestima, para poder ser quien era. Yo era un poco diferente. Podía percibir energías y tenía una predisposición a “penetrar en el interior” de las personas. Con frecuencia, mientras ellos estaban charlando, yo podía sentir que ellos estaban ocultando cosas, emociones oscuras que eran violentas o pesadas, mientras su comportamiento consciente se revelaba calmo y sereno en la superficie. Esto me confundía siendo una niña. Yo sentía que algo estaba mal y me preguntaba por qué, pero nadie me explicaba. Eso me hizo volverme algo solitaria, a menudo me sentía incomprendida. Me encantaba estar afuera en la naturaleza y me encariñaba con los animales que andaban alrededor de la casa. Lo peor que me pasó en la infancia fue la muerte de mi madre. Esto sucedió mientras yo era aún muy joven, una adolescente; mi madre era de edad avanzada ya que yo había llegado tarde. Su muerte fue para mí la primer confrontación con la pérdida. Fue una experiencia profundamente dolorosa y yo me sentí destrozada y abandonada. Mientras estaba sentada cerca de ella en su lecho de muerte, sentía como si hubiese perdido una parte de mí. Una parte de mí parecía desvanecerse irrevocablemente. Y yo no podía agarrarme de eso, tenía que soltar. Esto de hecho resultaría ser la mayor lección que tendría que aprender en mi vida: soltar.


Ahora doy un gran salto hacia adelante, hacia la época en la que nació mi hijo Jeshua. Al igual que cualquier mamá, yo adoraba a mi pequeño bebé y quería protegerlo del daño. Al principio yo no me daba cuenta tanto de que había algo especial en Jeshua. Lo que yo supe – toda mi vida – era que había una mano invisible guiando nuestras vidas. Yo sentía que algo más grande estaba trabajando a través de nuestras vidas, algo que no podíamos dirigir de acuerdo a nuestra voluntad, a nuestras necesidades y deseos humanos. Yo también sabía que este poder más grande era benigno y sabio. Hay una sabiduría en eso que a menudo nosotros no podemos pescar con nuestras mentes humanas. Es sólo mucho tiempo después que nos damos cuenta de que la vida nos trae exactamente aquello que necesitamos, aunque en primera instancia no nos guste. Cuando está realmente sucediendo, puede parecer cruel e injusto. Y así es como a mí me parecía que era mientras criaba a Jeshua. Cuando él creció, pronto se tornó evidente que había algo especial en él. Él tenía dones y talentos extraordinarios y era tan obstinado como lo había sido yo de niña. Por un lado yo reconocí muy bien esa energía especial en él, pero por otro lado yo lo encontré muy difícil. Como una madre, tú quieres proteger a tu niño de los poderes malignos en el mundo. Pero mi hijo no quería ser protegido, él quería hablar claro y hacer brillar su luz abiertamente en el mundo. Él era impulsado por una misión interior, un poder más grande, que lo guiaba a seguir su verdadero camino propio de traer un cambio en el mundo. Me llevó muchos años y mucha angustia aceptar eso. Porque su aparición levantó sospechas en el orden civil y religioso establecido. Y él estaba corriendo riesgos. Él violaba ciertas reglas y límites y por lo tanto era desafiado e incluso amenazado. Yo gradualmente tuve que soltar mi miedo y mi necesidad de controlarlo, y hacer lugar para la Luz única que él vino a traer aquí. En sus términos terrenales, uno podría decir que yo tuve que soltar mi maternidad. Yo tuve que soltar esa parte mía que tendía a ser apegada, ansiosa, dominante y controladora. Hasta que finalmente me di cuenta de que él no era mi hijo. Por supuesto que él había nacido a través mío, a través de mi cuerpo, pero él no era 'mío'. Él era un alma madura por derecho propio, queriendo moldear y crear su vida a su modo. Más aún, él era apoyado en esto por poderes celestiales que sustentaban un camino especial para él. Y yo te pregunto, ¿acaso esto no es verdad para todos nosotros? Para cada niño que viene a la Tierra hay un camino especial, su camino, elegido por su alma. Esto vosotros lo tenéis que comprender como madre, y respetarlo. Tan pronto como un niño sale del vientre de una madre vientre, una tiene que aprender a dejarlo ser y confiar en su fuerza y capacidades innatas para resolver los asuntos que encontrará durante su vida, de lo contrario podéis asfixiarlo. 
Morir en la cruz fue elección de Jeshua. Él permitió que esto suceda. Yo tenía que admitir el hecho de que era su decisión, que correspondía al camino de su alma y que por lo tanto era apropiado. Yo lloré lágrimas amargas y mi corazón se llenó de oscuridad y de desesperación mientras lo observaba morir. No penséis que fui capaz de sublimar mi sufrimiento fácilmente y que pude estar en paz con lo que sucedía. Yo no era, ya dije, una 'Santa'. Fui presa de la devastación por eso y en verdad que esa fue mi ‘noche oscura del alma’. Al mismo tiempo, esta experiencia me enseñó una gran verdad y finalmente me trajo una enorme liberación. Pero esto vino después. La presencia de Jeshua en mi vida me elevó a un plano superior y al final yo me permití a mí misma ser elevada; éste fue mi acto más valiente en esa vida. La energía Crística que llegó a través de Jeshua me desafió a verlo morir en manos de asesinos brutales y aún así confiar en ese poder superior, en esa sabiduría superior que nos guía a todos. Rendirme yo misma y mi aflicción a esta fuente de sabiduría superior me despertó a niveles profundos. Despertó mi ser superior e hizo que estuviese presente en aquél entonces durante aquella vida terrestre. Yo comencé entonces a entender verdaderamente que esa paz y libertad interior, la que todos vosotros anheláis, nunca puede ser alcanzada pretendiendo tener control sobre la vida. Sin embargo, la maternidad en vuestra cultura ha llegado a asociarse con tomar y controlar. Una buena madre, se dice, pasa por el fuego y por el agua por sus niños y nunca deja de luchar por ellos. Aunque el amor incondicional a veces toma forma de perseverancia e implacabilidad, para mí la verdadera maternidad significaba que yo soltara mis miedos y expectativas acerca de Jeshua. Mi mayor logro fue soltar a Jeshua y permitirle ser quién él era. Sólo después pude sentir su abrumadora belleza y pureza y lo que él representaba. Sólo entonces pude verdaderamente estar ahí para él, como un igual, como un alma compañera, como una madre en el sentido espiritual de la palabra. Ésta fue mi tarea más pesada: aprender a ser una madre espiritual y a soltar las emociones de la madre terrenal. Cuando yo morí en aquella vida y pasé a este reino, por un lado yo estaba cansada y desgastada. Había experimentado tanto, había pasado por tantos altos y bajos emocionales. Pero por otro lado, me sentía profundamente enriquecida. Una gran Luz me había tocado y a través de ella mi ser superior fue capaz de venir y de manifestarse en la Tierra. Yo había soltado, finalmente yo había aceptado que las cosas eran como eran. Me desprendí de mi maternidad terrenal (en el sentido de una maternidad aprensiva, absorbente y controladora) y me volví una madre en el sentido espiritual. Todos vosotros estáis invitados a llegar a ser una madre espiritual para vosotros mismos. Estáis luchando intensamente con ciertas partes vuestras negativas. Estos son bloqueos emocionales o creencias negativas acerca de vosotros mismos. Tratad de mirar eso con los ojos de una madre espiritual: no de una madre que quiere resolverlo todo, sino de una madre que ve todo, que reconoce su energía única. Una madre que no quiere cambiaros sino que quiere honraros por lo que sois. Sentid por un momento esa clase de energía maternal. Vosotros podéis sentir esta energía como algo que irradia desde mí, pero que no es mío. Yo no soy dueña de esto. Es más como una vibración o nivel de conciencia al cual yo tuve que ascender para liberarme. Es universal y accesible a todos vosotros. En verdad es vuestra herencia, porque se espera que todos lleguéis a ser madres espirituales para el niño/a Crístico interior que se aloja en vuestro interior. Podéis acceder a la energía de la maternidad espiritual al dejar de tratar de resolver vuestros problemas por un momento y tan sólo observarlos, dejándolos ser por un tiempo. ¿Podéis agregar un sentimiento de amor y de aprecio por vosotros mismos, mientras estáis teniendo este o aquél problema? Ése es un comienzo. Recordad cómo una madre mira a su recién nacido. Por un lado, está la intimidad de ser físicamente tan cercano y por otro lado es como si mirárais al niño desde una gran distancia, porque estáis colmadas de reverencia y de admiración por el verdadero milagro de este ser. Una criatura tan pequeña, y aún así entera y completa, no sólo físicamente sino espiritualmente también. Un alma madura a pesar del aspecto físico frágil, quien va a seguir su verdadero camino propio en la vida. ¡Qué milagro! Ahora atreveos a miraros de este modo. Tomad una cierta distancia hacia vosotros mismos y observad cómo habéis estado caminando vuestro verdadero camino propio, toda vuestra vida, y cómo vosostros siempre habéis tratado de construir una realidad satisfactoria para vosotros mismos. Incluso cuando cometéis errores, tal como los llamáis, estáis tratando de hacer lo mejor, de crear felicidad o de encontrar la salida al dolor y a la desesperación. Tomaos un descanso por un momento y permitíos con generosidad estos errores sin juzgaros. Creedme si os digo que no estáis aquí para ser llegar a ser perfectos ni mucho menos. Es incoherente perseguir una meta que ya se ha alcanzado. Estáis aquí para vivir, para experimentar y para avanzar a través de vuestras experiencias, las que libremente habéis elegido, con una sensación de estar maravillado, incluso si son negativas. Lo peor que puede pasaros siendo un ser humano es cuando os cerráis a nuevas experiencias, al cambio. Esto sucede cuando tenéis por dentro un problema o una creencia completamente atascada. Siempre que os sintáis completamente atascados y no creáis tener ninguna otra opción más que soportar pasivamente la miseria en vuestra vida, entonces estáis espiritualmente muertos. No hay más espacio, no hay aire para respirar, no hay sensación de estar maravillado en vuestra vida por el milagro de la Creación. Si éste es el caso, tratad de tomar cierta distancia de la situación o problema. Tratad de respirar alrededor de eso. Imaginad que el problema se aloja en un lugar en vuestro cuerpo, por ejemplo allí donde hay tensiones o dolor, y dejad que vuestra respiración fluya fácilmente hacia ese lugar y rodeadlo con espacio. Sientan la suave briza del aire rodeando la energía tensa y acalambrada, y reconoced la chispa original de vuestra alma en ella. Es pura conciencia y una sensación de estar maravillado. Recordad que vuestra presencia aquí es sólo temporal, ¡no os toméis esto tan seriamente! Es un juego, un gran juego, y en un abrir y cerra de ojos estáis de vuelta en el otro lado, como los que os dejaron con antelación. No necesitáis hacer esta experiencia tan pesada, esto es sólo un momento en el tiempo, aspirad espacio otra vez y extendeos, abríos y elevaos sobre ese problema particular. Sois mucho más grandes que eso. Sentid cómo las cosas comienzan a moverse otra vez en el espacio que habéis creado con vuestra respiración. Si sentís que es sumamente imposible encontrar un espacio interior, tratad de moveros físicamente. Haced cualquier cosa salvo pensar en el problema. Salid afuera, dad un paseo, enfocad svuestra atención en otra cosa, sólo para hacer que la energía se mueva, para conectaros otra vez con el flujo de la respiración, con la sensación de estar maravillado, con la Luz que es suya. Dejar la mente a un lado os traerá nuevas respuestas, nuevas perspectivas. Las respuestas nunca vienen de vuestro deseo o de vuestra mente. Si insistís con es de que “yo tengo que averiguar ahora qué es lo que debo hacer para solventar esto", entonces os metéis presión sobre vosotros mismos y os atascáis. La respuesta siempre viene de hacer que vuestra conciencia se expanda y se abra, no de limitarla y de enfocarla firme. Y si vuestra mente es obsesiva e inquieta, y os sentís incapaces de soltaros, moveos físicamente — id a correr, a caminar o a nadar, no importa qué es lo que hagáis. El movimiento físico serena la energía atascada en la cabeza. Al conectaros por dentro con la madre espiritual, podéis daros otra vez cierto espacio. Dad un paso atrás, soltad el ego autocrítico. Eso crea nuevo espacio para Ser. A las cosas negativas también se les da espacio, ya que la madre en vosotros comprende que esas cosas están ahí por una razón y que tienen un origen determinado en el pasado. Cuando os sentís muy tristes y desilusionados, imaginad la mano de una madre en vuestro hombro. Sentid su toque delicado y aún reconfortante. Una madre genuina tan solo tiene que miraros, y ver a través de vosotros con una mirada, consolarlos. Permitid que este consuelo esté con vosotros y os acompañe, descendiendo desde el cielo y ascendiendo desde lo profundo a vuestro interior. Tranquilizaos, sabed que estáis bien: estáis haciendo lo mejor que podéis y está bien cometer errores. Los errores son parte de este juego. Daos cierta libertad para vivir: para elegir, cometer errores y luego hacer nuevas elecciones. En esto consiste vivir. De un continuo movimiento y crecimiento y descubrimiento y de un sentimiento de asombro y admiración que acompaña a todo esto. El arte de vivir es encontrar espacio para elegir en todo lo que os ocurre. Si halláis ese espacio en el cual tenéis la libertad de escoger el modo en el que experimentáis algo, sois un maestro de la vida en la Tierra. Las cosas se aliviarán, incluso en circunstancias horrendas, y vendrán a vosotros respuestas que vuestra mente no habría imaginado. Permitir que la magia de la vida se haga cargo. De eso se trata. Yo ahora resido en un reino de libertad y de alegría creativa. Las cargas de la vida terrenal ya no están más sobre mí y yo disfruto de estar aquí como una visita, conectándome con vosotros desde el corazón. Yo deseo inculcaros que vosotros podéis participar de esta misma libertad y alegría, incluso mientras estáis en la Tierra, de una manera propia y única. La libertad está disponible ahora para todos vosotros, si os atrevéis a soltar y a confiar en la mano de amor que os guía. Ahora es tiempo de celebrar la vida. Permitid la luz, el aire y el espacio dentro de vuestra vida de modo que pueda fluir nuevamente según el ritmo de vuestra alma divina.

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