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jueves, 8 de septiembre de 2011

Pensamiento y ADN


LA VANGUARDIA 09/09/2011

Bruce Lipton, doctor en Medicina, investigador en biología celular
en azul, mis propios comentarios al respecto


Podemos cambiar

No se trata de un gurú de las pseudociencias, Lipton impartió clases de Biología Celular en la facultad de Medicina de la Universidad de Wisconsin y más tarde llevó a cabo estudios pioneros de epigenética en la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford que lo llevaron al convencimiento de que nuestro cuerpo puede cambiar si reeducamos nuestras creencias y percepciones limitadoras. El problema siempre es el cómo: cómo cambiar la información del subconsciente. En su libro La biología de la creencia (Palmyra) recomienda métodos como el PSYCH-K. Y en La biología de la transformación (La esfera de los libros) explica la posibilidad de una evolución espontánea de nuestra especie.






Me enseñaron que los genes controlan la vida, que en ellos se inscriben todas nuestras capacidades y características, pero es falso.


¿Del todo?
No somos víctimas de nuestra genética, en realidad es el ADN el que está controlado por el medio externo celular.

















¿Qué significa eso?
La célula es la vida. Hablar de una célula es como hablar de una persona. Nosotros recibimos la información a través de los cinco sentidos y las células reciben las señales del entorno a través de los receptores que captan la información. El ADN es controlado por señales que vienen desde fuera de la célula, incluyendo mensajes energéticos de nuestros propios pensamientos, tanto los positivos como los negativos.

¿Somos lo que vivimos y pensamos?
Sí, y cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo es cambiar nuestra biología. Los estudios que empecé hace cuarenta años demuestran que las células cambian en función del entorno, es lo que llamamos epigenética. Epi significa por encima de la genética, más allá de ella.

¿Y?
Según el entorno y como tú respondes al mundo, un gen puede crear 30.000 diferentes variaciones. Menos del 10% del cáncer es heredado, es el estilo de vida lo que determina la genética.

¿Es el entorno el que nos define?
Aprendemos a vernos como nos ven, a valorarnos como nos valoran. Lo que escuchamos y vivimos nos forma. No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos. Somos víctimas de nuestras creencias, pero podemos cambiarlas.

Pero las creencias están inscritas en lo más profundo de nuestro subconsciente.
Cierto. El subconsciente es un procesador de información un millón de veces más rápido que la mente consciente y utiliza entre el 95% y el 99% del tiempo la información ya almacenada desde nuestra niñez como un referente. Por eso cuando decidimos algo conscientemente como, por ejemplo, ganar más dinero, si nuestro subconsciente contiene información de que es muy difícil ganarse la vida, no lo conseguiremos.

¿Entonces?
Si cambiamos las percepciones que tenemos en el subconsciente, cambiará nuestra realidad, y lo he comprobado a través de numerosos experimentos. Al reprogramar las creencias y percepciones que tenemos de cómo es la felicidad, la paz, la abundancia, podemos conquistarlas.
Lo que ocurre es que para cambiar la enraizada dinámica del subconsciente, para inhabilitar su frenética e incontrolable actividad, hay que, primero, identificarla y exorcizarla. De otro modo no estamos trascendiendo el nivel de comprensión mental, la frontera intelectual que es el reino desde el que precisamente ha sido alimentada la mente subconsciente (Ego). La 'aceptación' es común y erróneamente identificada con una pseudo-confesión de los tabúes oscuros que gobiernan esos 'bajos fondos' de la mente. Pero pocos han acertado a apuntar al cuerpo emocional como el paciente al que hay que atender. Y las emociones reclaman una terapia que hable en su idioma, uno que precisamente nada tiene que ver con el lenguaje intelectual, la llamada lógica (si bien se inicia con él). Airear y oxigenar el atenazante subconsciente es una tarea que implica responsabilidad en grado sumo hacia la sanación de la propia mente. Para conseguir la anhelada alineación de cuerpo, mente y espíritu, hay que zambullirse en el reino alienado de los sentimientos reprimidos, justo la esfera que más nos aterra, y que tanto nos hemos esforzado en poner a buen recaudo del olvido, lejos del aterrador juicio y crítica de todos aquellos que 'tanto nos quieren' (quien bien te quiere te hará sufrir…)


Me suena a fórmula feliz...
–Así es como funciona el efecto placebo. Si pienso que una pastilla me puede sanar, me la tomo y me encuentro mejor. ¿Qué me ha sanado?...

¿La creencia?
Eso parece. Al igual que los pensamientos positivos y el efecto placebo afectan a nuestra biología, existe el efecto nocebo: si crees que algo te hará daño, acabará por hacerte daño. Henry Ford decía que tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón. Si eliges vivir un mundo lleno de amor, tu salud mejorará.

– Resulta altamente gratificante que de tanto en tanto alguien se atreva a mencionar la palabra amor sin miedo al ridículo o escarnio público. 

¿Y eso por qué?
La química que provoca la alegría y el amor hace que nuestras células crezcan, y la química que provoca el miedo hace que las células mueran. Los pensamientos positivos son un imperativo biológico para una vida feliz y saludable. Existen dos mecanismos de supervivencia: el crecimiento y la protección, y ambos no pueden operar al mismo tiempo.

O creces o te proteges.
Los procesos de crecimiento requieren un intercambio libre de información con el medio, la protección requiere el cierre completo del sistema. Una respuesta de protección mantenida inhibe la producción de energía necesaria para la vida.

¿Qué significa prosperar?
Para prosperar necesitamos buscar de forma activa la alegría y el amor, y llenar nuestra vida de estímulos que desencadenen procesos de crecimiento. Las hormonas del estrés coordinan la función de los órganos corporales e inhiben los procesos de crecimiento, suprimen por completo la actuación del sistema inmunológico.

¿La culpa de todo la tienen los padres?
Las percepciones que formamos durante los primeros seis años, cuando el cerebro recibe la máxima información (yo diría más bien excesiva) en un mínimo tiempo para entender el entorno, nos afectan el resto de la vida.
– Ya está. La entrevistadora introduce en escena la palabra fatídica: la culpa, y todo parece empezar a orbitar alrededor de ella. Sin duda una palabra envenenada que merece un capítulo aparte que ya abordé anteriormente.

Y las creencias inconscientes pasan de padres a hijos.
Así es, los comportamientos, creencias y actitudes que observamos en nuestros padres se graban en nuestro cerebro y controlan nuestra biología el resto de la vida, a menos que aprendamos a volver a programarla.

¿Cómo detectar creencias negativas?La vida es un reflejo de la mente subconsciente, lo que nos funciona bien en la vida son esas cosas que el subconsciente te permite que funcionen, lo que requiere mucho esfuerzo son esas cosas que tu subconsciente no apoya (literalmente contradice y combate)


¿Debo doblegar a mi subconsciente?
Es una batalla perdida, pero nada se soluciona hasta que uno no se esfuerza por cambiar. Deshágase de los miedos infundados y procure no inculcar creencias limitadoras en el subconsciente de sus hijos.
– Ciertamente, como dice Bruce Lipton, no se trata de doblegar (combatir), es decir, tratar de cambiar con esfuerzo los pertinaces y automatizados patrones con los que opera la información almacenada en el subconsciente. Sería totalmente en vano, igual que atacar un tumor con quimioterapia, no consigue más que aplazar la evolución del mismo, incrementando su poder destructor en forma de metástasis. Ignoro de momento en qué consiste en método PSYCH-K que propone este lúcido científico, pero según yo entiendo, se trata de rescatarlos con amor, evocarlos conscientemente descendiendo lenta pero efectivamente hasta los infiernos donde habitan los demonios que nos tienen maniatada la capacidad de discernimiento, el sentido común. Un método sin duda poco 'correcto' en el contexto de las terapias conductuales comúnmente aceptadas por el sistema. Igual que para recuperar de regreso a la vida a un perro que ha sufrido malos tratos reiterados, el mejor método es ganarse su confianza pacientemente hasta que sus defensas (miedos) cedan, para desprogramar a la mente inconsciente humana es imprescindible exorcizarla con igual paciencia rescatando del olvido todos los recuerdos dolorosos (empezando por los más inocuos conducen hasta los más hirientes) hasta que las lágrimas no lloradas surtan el efecto sanador que desde la infancia doliente hemos estado postergando. Cualquier proceso de desintoxicación fructífero, implica –como demuestra el Proyecto Hombre– que el individuo se responsabilice de aceptar la ayuda que se le ofrece y de identificar y 'vomitar' las emociones reprimidas que los impactos inasumibles en la infancia, nos obligaron a comprimir y clasificar en la carpeta del olvido. Despertar es recordar. Y recordar conscientemente implica responsabailidad. Otra cosa es la hipnosis de cuyos devastadores efectos a largo plazo hablaré en otra ocasión.

Los niños son seres frágiles en este mundo pero su fragilidad (fruto de su innata inocencia) es justamente la seña de identidad de la fortaleza que portan consigo (y que han venido a enseñarnos). Están desprovistos al nacer de los recursos mentales que los adultos hemos fabricado (heredado) para lidiar con la insensatez y caótica deriva de este incomprensible y desalmado mundo.

La 'culpa' es el concepto mental, devenido en yugo, que como humanos nos hemos contagiado unos a otros. Y todo para justificar, en la medida de lo verificable, las causas de nuestras desgracias, para incriminar y ajusticiar a TODO y todos (principalmente uno mismo) los que nos vayan saliendo al paso y 'aparenten' contradecir, censurar, limitar u oponerse a la realización de los deseos platónicos que, insatisfechos desde la infancia seguimos reprimiendo y a la vez reclamando por múltiples y neuróticas vías sin cesar.

Es MUY difícil expresarlo con palabras. Las palabras siempre se quedan cortas y parecen ridículas ante la magnitud de este tema. 'El tema'. Perrault lo expuso con un lenguaje más universal (cuento) y Disney lo plasmó con imagen en movimiento. La Historia de Alicia y su páis de Maravillas es el paradigmático caso de una niña que cae en un profundo sueño…Rafa Murillo lo ha llevado al cómic:
http://rafamurillo.blogspot.com/search/label/Alicia%20Sinsentido


Supongo que mi insistencia en este asunto proviene de haber atravesado parcialmente por ese proceso, adecuadamente contenido por una persona (terapeuta) habilitada suficientemente para ello. Sé de lo que hablo, por experiencia.

Por eso digo que es fácil recomendar a alguien que se "deshaga de los miedos. Que dichos miedos son infundados. Y que procure no inculcar creencias limitadoras en el subconsciente de sus hijos". Eso es literalmente igual que observar desde una barca a alguien que se está ahogando, y recomendarle encarecidamente que nade para no ahogarse. Delirante. Aunque Bruce Lipton se acerca afortunadamente mucho al epicentro de la cuestión (este es el signo de los tiempos) y su perspectiva sea muy esclarecedora, sigue quedando en el aire la respuesta al 'cómo'. Ignoro, repito, en qué consiste el método que Lipton propone en su libro (que compraré), pero insisto en que nadie como el Dr. Arthur Janov ha dado en la diana hasta la fecha respecto a este asunto con su Terapia Primal. Me siento consagrado a percutir incansablemente en este punto hasta que sea vox populi. 

Y no se trata de culpar a nadie. Ese es un error que, aunque comprensible, solo es atribuible al Ego, que es esa parte de nuestra mente que gobierna nuestros actos inconscientes (irresponsables). Todos nos hemos hecho daño, por acción u omisión, a lo largo de generaciones. Esto no es nuevo. Padres inoculando miedo a hijos. Hijos que a su vez trasmiten los mismos miedos a sus hijos, y así incesantemente…La cadena la alimentamos todos. Ha sido indefectible. 
No, el exorcismo emocional que conduce a la liberación del subconsciente está encaminado a obtener un único resultado: la sanación. Lejos de aceptar seguir tapando agujeros, poniendo parches u ofreciendo muletas con las que seguir manteniendo el paso en esta noria que –hasta ahora– nunca había parado, un trabajo responsable y dedicado de autosanación, de expulsión de 'demonios' se revela como el método expiatorio que reparará la escisión operada en nuestra mente. Esos demonios que serán objeto de exorcismo, fueron provistos y alimentados por aquellos (inevitablemente nuestros padres o tutores) que se suponía que más 'debían' amarnos (respetarnos, comprendernos, tocarnos con ternura, satisfacer nuestras necesidades básicas –que no solo son el alimento y el techo…). Para liberar la carga que nos atenaza y que tiene hipotecada nuestra libertad, hay que afrontar responsablemente, con coraje y determinación, la verdad de todo esto. ¿Cómo? 
Primero hay que manifestar claramente estar decidido a entregarse a un nuevo y nunca antes contemplado método de liberar la mente de 'esas voces' que no paran de atosigarnos a todas horas.
Albert Einstein dijo que "No podemos solventar los problemas con las mismas herramientas que los crearon". Yo diría que para restituir la armonía de lo que se trata es de invertir el proceso del método utilizado para crear el caos. Como con el corcho de una botella de vino, para destapar la botella habrá que invertir la misma dedicación y determinación que fue utilizada para sellar la salida del preciado líquido, aunque en sentido 'inverso'. No es fácil, ni cómodo. Muchas estructuras y esquemas se sentirán amenazados como consecuencia de abordara este método expiatorio. Pero por paradójico que suene, cuanto más amenazante (para el Ego) es la solución, mayor la dosis de coraje requerida pero también mayor la paz que se alcanza. 

El método Janov junto con el estudio de 'Un Curso de Milagros' (ISBN: 978-1-883360-28-3) son las herramientas  que te ayudarán a (entrar y) salir  del pozo. Recuerda. La intención cuenta más que nada. Después de todo con los pensamientos hemos caído en la cueva y con ellos saldremos de ella.

Gracias a Inma Sanchís y a la Contra de La Vanguardia por ofrecer un oasis de esperanza entre tanta confusión reinante,


Con amor,
Lars




































































































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