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lunes, 29 de agosto de 2011

Mujeres visibles, madres invisibles


"Averigüe si fue o no un hijo feliz y sabrá ser un padre feliz"

La Contra.
La Vanguardia. Lunes, 29 de agosto 2011
LLuís Amiguet entrevista a Laura Gutman, terapeuta familiar






Laura Gutman:
–Durante generaciones, las mujeres éramos, ante todo, madres. Esa era nuestra máxima identidad social y por ella éramos valoradas.

LLuis Amiguet: 
–¿Y eso era bueno o malo?

LG:
–Eso no garantizaba a los hijos ser mejor criados: más amados ni protegidos.

¿Y hoy ya no son madres ante todo?
Hoy se valora sobre todo el papel que representamos en la esfera de lo público. Por eso, las madres sólo sentimos que "somos" si trabajamos: si somos autónomas económicamente y realizamos nuestros intereses.

Tiene su lógica.
Pero entonces entramos en contradicción con la función materna, relegada al ámbito de lo privado: silenciosa e invisible. Así que tendremos que conseguir que la función materna no entre en contradicción con las demás. Pero es complicado asumir ambas.

Si te organizas hay tiempo para todo.
No pensemos sólo como adultos. Pongámonos en la piel del niño totalmente dependiente de los cuidados maternos: su nivel de soledad y aislamiento, si su madre no le da la atención que necesita, es inmenso.
Bien dicho. La maternidad/Paternidad no es algo que le sucede a los padres y madres. Sin el sujeto paciente: el niño, no existiría tal función.

Para algo están las guarderías.
Y dale. Qué cansino.
Están bien para atender a los niños cuando las madres trabajan. Pero en ellas los niños no están conectados "fusionalmente" con sus cuidadoras. Y los hijos necesitan –al final del día– entrar en contacto profundo y amoroso con su madre, siempre y cuando esta sea capaz de conectar consigo misma emocionalmente y, por tanto, con el niño.

Además tenemos bajas maternales, subsidios, ayudas... (o al menos teníamos).
Y ayudan. Pero, cuando criamos niños, estamos muy solas. E invisibles a ojos de los demás. Por eso, nos resulta más fácil regresar al trabajo, donde somos reconocidas.

Y no las culpo por ello.
Ni yo. Es normal. Hemos perdido la tribu, la familia extendida, las comadres, las vecinas. Estamos encerrados en pisos acompañadas por la televisión, el móvil y el ordenador. Debemos espabilarnos para estar junto a otras mujeres y hombres que quieran acompañarnos en la rutina con nuestros niños.

Debe ser duro no encontrar a tu madre aunque la tengas cerca.
Dura es la vida de los niños. Y la que nosotros mismos hemos vivido siendo niños, aunque no tengamos ninguna conciencia de ello. La mayoría hemos crecido sintiendo que el mundo de los adultos estaba muy lejos de nuestro mundo emocional. Con miedos que nadie ha aplacado. Con llantos que nadie ha calmado.

Lo pasado, pasado está.
La frase hecha. Empezaba a sorprenderme que el entrevistador no recurriese a un argumento tan plano.
Pero ahora es urgente que tengamos conciencia de cual fue nuestra realidad afectiva de niños. Si contactamos con lo que realmente nos sucedió, comprenderemos por qué nos resulta tan arduo permanecer con nuestros hijos pequeños: sencillamente, porque los niños nos obligan al contacto emocional íntimo. Y eso duele, porque resuena en nuestros sufrimientos infantiles.

¿No es usted muy categórica?
Sí, lo soy. Después de treinta años de trabajar con cientos de familias, aparece una evidencia: cuanto más desamparados estuvimos de niños, más nos hemos construido un personaje para sobrevivir. Y no estamos dispuestos a abandonarlo.
Obvia pregunta para quien asimiló la teoría de la relatividad de Einstein como una patente de corso para legitimar cualquier idea como válida. 
"Nada es verdadero o falso, todo es del color del cristal con que se mire" significa que cualquier cosa será percibida como falsa o verdadera (categórica o relativa…) dependiendo de la creencia (pensamiento) del enunciante:
"There is nothing either good nor bad
but thinking makes it so 

No hay cosas buenas ni malas,
Es el pensamiento quien califica así
(W. Shakespeare, Hamlet, acto 2, escena 2)

Quizá convenga licuar el adjetivo del que Ramón Campoamor hace uso para describir a 'este' mundo. 


En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.



(Ramón de Campoamor)







¿Por qué esa recurrente tendencia de los poetas a hablar de 'este' mundo, en lugar de 'el' mundo? A menos que sea cierto que éste no es más uno de tantos mundos…

ergo…"este mundo traidor = el pensamiento"





Tal vez porque nos sigue protegiendo.
Ahí has dado en la diana. Sin quererlo, por supuesto, pero ese es el meollo de la cuestión. 'Protegernos'. Esa es la cuestión. Protegernos para sobrevivir…
Pero nos hace estar más atentos de salvarnos nosotros que de salvar al niño. Ese es el motivo por el que esperamos que los niños respondan a las necesidades de los adultos, y no al revés. Es hora de comprender a nuestro niño interno para ser capaces de acercarnos a quienes son niños hoy.

¿No mimamos a los niños demasiado?
Ahí ya has vuelto al dictado de tu mente confundida. Poco dura la lucidez en casa del ignorante.
Hoy los compensamos con objetos de consumo, pero si cuando la criatura esperó a su madre todo el día y, cuando finalmente llega, tampoco está toda ella con el alma puesta allí, le resulta enloquecedor.

¿Antes era mejor?
Tendríamos que acordar a qué nos referimos cuando decimos "antes". Hace una o dos generaciones seguramente no era mejor. Somos hijos y nietos de madres reprimidas y sometidas, a nivel sexual, económico, social. Muchos de nosotros hemos sufrido las descargas maternas de tanta frustración.

¿Qué propone?
Buena pregunta, aunque a estas alturas de entrevista, casi que bastaría con cerrar la boca y dejar que la entendida se explaye.
Que nos miremos hacia adentro. Que busquemos mecanismos para conocernos mejor, que seamos más conscientes de nuestras realidades emocionales. Y si devenimos madres, pidamos ayuda y compañía para ofrecer nuestros cuerpos y nuestros corazones abiertos a los niños pequeños.

¿De qué depende?
De la decisión consciente de ofrecer a nuestros hijos incluso aquello que no hemos recibido. Si descubrimos el nivel de desamparo del que provenimos, al menos sabremos con qué contamos y con qué no. En lugar de juzgar cómo deberían ser las cosas, o cómo debería portarse el niño, escuchémosle y tengamos en cuenta lo que nos quiere decir.

¿Cómo?
¿Cómo cortar el encadenamiento de desamparos? Con conciencia. Hay muchos sistemas de indagación personal. Yo he ido perfeccionando a lo largo de los años: la "construcción de la biografía humana" con la que intento dilucidar la distancia que hay entre lo que creo que me ha sucedido y lo que sucedió en verdad en la trama familiar.
Lástima de respuesta vaga. Sin duda precisa de una mayor extensión aunque convendremos que para 'solventar' el drama del desamparo no resuelto, llega un momento en que las palabras sobran y entra en juego la erupción de las emociones reprimidas. Eso, claro está, solamente bajo la contención de un terapeuta experimentado y desapegado, con espíritu servicial y desprovisto de cualquier juicio o crítica. Algo para lo que pocas personas en este mundo están dotadas.

Ustedes a ganar dinero con la terapia.
La frase de la frustración por no haber descubierto el tesoro que la entrevista prometía.
Le aseguro que se gasta mucho más en cosas menos necesarias.
Buena y efectiva respuesta. Enfadarse no hubiera conducido a nada, salvo a un enfrentamiento dialéctico que hubiese desacreditado, a la larga, a la entrevistada. El entrevistador ya se desacredita por si mismo.

………

Síntesis de comentarios publicados al respecto:

– desde los años 60 se_ conoce la importancia del contacto fisico y emocional para el desarrollo de los bebes. lo que ningún neurocientifico y ningún pediatra defienden es la exclusividad de la madre biológica.


– La rabia que se le despierta a mucha gente con este tipo de planteamientos es una muestra más del daño que encerramos dentro; del pánico a darnos cuenta que en el fondo nos sentimos muy poco queridos por los nuestros. Estoy harto de ver padres que defienden y justifican a capa y espada el mal-trato de sus propios padres, pero que después no tienen ningún inconveniente en descuidar y humillar a sus hijos. No hay nada peor que el que no quiere ver, porque su ceguera lo convierte en un peligro “cargado de razones”. Los padres no son culpables, pero sí responsables de sus actos. Encarar este hecho con valentía es un paso imprescindible para lograr las paz y respeto social que tanto anhelamos.


–  Mis felicitaciones a Laura por su valentía. Personalmente también considero que poner en duda el tipo de “amor” recibido por los padres es indispensable para poder evolucionar en lo personal y en lo social. Cuestionar los vínculos paternos y maternos es el gran tabú de esta sociedad porque hemos construido nuestra identidad entorno a ellos, y hay que ser muy osado para reformar los cimientos que te sostienen. Quiero añadir, que no se trata sólo de realizar una tarea de revisión, sino también y sobre todo, un proceso de revinculación positiva a la vida. Y eso requiere más allá del análisis y la comprensión, una calidad afectuosa en el trato y nuevos registros de relación. Algo posible y necesario dentro de cualquier proceso psicoterapéutico que se precie.


–  Esta mujer no juzga a las madres, solo expone una realidad. Valorar el tiempo que se pasa con lo hijos, debe ser de calidad aunque no sea todo lo que se quisiera. Solo hay que quererlos y poner los límites donde corresponda para que aprendan disciplina.


– Muchísimo más importante que el tener una infancia acompañada es el tener unos padres que aprendan a respetar las decisiones de sus hijos, una vez la "etapa de formación" ha concluido. Unos padres que con la excusa de buscar la felicidad de los hijos no les impongan sus propios objetivos. Eso sí es amor.


–  Al niño no hay que enseñarle a SER. Ya ES de por si. Ser no es una meta sino una cualidad con la que venimos 'de serie'. Ese es el gran problema de la mente adulta, que creemos que un niño es un libro en blanco donde hay que escribir algo. Creemos que nuestra responsabilidad es formarles cuando lo único que piden es que les dejemos desarrollar todos sus potenciales. Se trata más de no ponerles trabas en el camino, trabas mentales por supuesto (pórtate bien o vendrá aquél policía,…). No hay que añadir nada. Es la mente la que está confundida. Una vez que te han dicho que no vales nada, que no debes contestarle 'mal' a tu padre, que serás bueno con tu madre, etc…acaban creyendo que la clave para que les quieran es amoldarse a la neurosis de los adultos. Y así ellos mismos acaban siendo adultos neuróticos y entran en la rueda…


– Pareciera como que si desde que se encontraron otros culpables uno ya no es responsable de nada....


– L'entrevista és fantàstica. No entenc els comentaris que parlen d'involució. Sóc mare treballadora i per més que m'agradi tenir un lloc 'fora de casa' res no ens fa més humans a pares i mares que el contacte diari amb els nostres fills.


– Es hora de que aceptemos que al afectivamente inhóspito mundo que habitamos hemos contribuido todos con las armas que nos fabricamos para defendernos de él cuando nacimos. No se trata de culpar a las generaciones pasadas sino de reconocer que existe un aspecto de nosotros al que no hemos podido extraer todo el potencial pues hemos estado demasiado ocupados tratando de sobrevivir (muchas veces a base de codazos) Claro que ha habido gente buena. Faltaría más…No todo nuestro libro de bitácora está escrito por las circunstancias dictadas por el entorno, y no todos pasamos por las mismas, aunque convendría repasar qué consideramos como bueno. Los hay que hubiesen cambiado algunos regalos (quizá todos?) por más tiempo de calidad con sus padres. Pero bueno, no pudo ser. Lo pasado pasado está? Sí y no. Sí porque lo vivido está ahí. No a todos nos hicieron fregar suelos desde los 5 años, pero los efectos del abandono afectivo cada cual será responsable de afrontarlos. Y no, por que lo que mata es reprimir el recuerdo de los sentimientos heridos, no el dolor sufrido. El dolor pasa. El miedo a experimentarlo puede ser eterno. Janov y Jung lo tienen claro.


– A las adicciones (consumismo, drogas, …) se llega justamente como escapatoria frente a esta hoguera de vanidades . Tu mismo dices que el ser humano debe llegar a ser, pero todos somos codependientes. Aprenderemos a SER imitando a otros que sepan SER. Así es como aprenden los niños. De padres equilibrados despojados de la necesidad de seguir agradando a los demás, de seguir tratando de realizarse, buscando su lugar en el mundo. Ser progenitor es muy fácil. Solo hace falta un calentón. De eso habla la entrevistada. El progreso nos ha desconectado de lo que verdaderamente importa. Quien tenga oídos que oiga.

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