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jueves, 4 de agosto de 2011

La vida es un cabaret


Sin ánimo de banalizar la experiencia de la vida (todo lo contrario, pues en este blog trato –ya te habrás dado cuenta si lo sigues– de dar carta de identidad a la abierta expresión de las emociones reprimidas en el inconsciente como vía para exorcizar los miedos que te atenazan) y exhortarte a exprimirla al máximo como quien se abalanza sobre un buffet libre, dando codazos a diestro y siniestro, como si no fuese a volver a comer en su vida, lo cierto es que cuando las cosas se ponen crudas, y a veces cuesta ver una salida al final del túnel (y éste es bastante oscuro…), me gusta escuchara a la genial Liza Minelli, cantar eso que su amiga Elsie le decía:


«Empecemos por admitirlo,
desde la cuna a la tumba…
…la verdad, no es una parada tan larga,
La vida es un cabaret, vieja amiga,
tan solo un cabaret,
y yo…amo el cabaret!»





letra completa traducida aquí


Hay obras tan intensas que, como si se trataran de sueños, te transportan hasta lograr que confundas el sueño con la vigilia. Obras que te atrapan hasta dejarte literalmente clavado en la butaca. Pues bien, ésta es una de ellas.
Es hora de desentumecer los músculos, estirar las piernas y sobretodo, DESPERTAR del sueño en el que te ha sumido la función. No querrás quedarte roncando en tu butaca de platea, en tu palco, en el mismo escenario –o incluso en el camerino!– cuando se hayan apagado todas las luces, verdad?…Así que ánimo!

El cabaret ya ha estado en marcha suficientemente. Y a fe que lo has vivido intensamente. Han sido muchas las representaciones a las que has asistido. No solo como espectador sino como actor/actriz. Has reido, y has llorado, has amado y odiado, pero sobretodo has crecido y evolucionado, aunque eso sí…siempre anhelaste poder «regresar un día a casa»…verdad? Pues bien, la función está finalmente terminando. Este teatro necesita abrir las ventanas, y una nueva mano de pintura.
Es hora de ir saliendo y que, de camino al exterior, nos vamos reconociendo, saludando…Dentro dejaremos las acritudes y los resentimientos, y quedaremos afuera para ir a tomar algo y comentar el espectáculo presenciado, los diferentes papeles que hemos interpretado (cómicos a veces, otras dramáticos), las situaciones límites de las que siempre conseguimos salir, brindaremos por la experiencia vivida, por los que se fueron antes que nosotros y ahora nos esperan a la salida, por lo que se quedaron dormidos en el camerino y deberán esperar otro 'turno' para salir. Nos abrazaremos re-conociéndonos sin las máscaras y …Y luego volveremos a casa con los que de verdad nos quieren, esos hermanos del alma que un día nos acompañaron hasta las mismas puertas del teatro y nos desearon buena suerte en nuestra empresa y nos permitieron jugar al juego de la vida sin entrometerse desde afuera (aunque a veces, por mucho amor que nos profesasen, presenciar nuestros amnésicos 'palos de ciego' les costase muchas lágrimas). Son los mismos a los que el empresario del teatro insiste en llamar malvados extraterrestres, pintándolos de verde, etc. Él y algunos de sus socios (a los que conocemos con el apodo de iluminati) han decidido quedarse en el sótano del teatro, hasta que las reformas que están comenzando hayan concluido, y así poder resurgir y tomar las riendas del poder  tras las bambalinas a las que tan acostumbrados están, y así poder volver a decir aquello de: «danzad, danzad, malditos»

Los que despertamos y estamos tratando de que recuerdes algo que tu ya sabes (pero has olvidado), hemos valientemente venido a presenciar contigo la última función con la esperanza de que sea la última tanto para nosotros como para ti.

En adelante seguiremos creando universos con la sagrada y ahora más expandida de las herramientas que hemos pulido durante nuestras actuaciones: nuestra consciencia.


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