¿Qué has sentido al ver este video?
¿acaso miedo? Fantástico. Eso significa que eres un ser humano.
Tienes miedo porque no comprendes. Porque desconoces. Eso es lo que les pasa a los niños. No comprenden las reacciones de los adultos, pero no pueden evitarlas, pues emocionalmente dependen –hasta los siete años al menos– de la expresión que dichos adultos den a sus propias emociones, es decir, del modo en que las gestionen. Temer a lo desconocido es consecuencia de haber estado expuesto, de niño, a las incomprensibles (y a veces aleatorias) reacciones que dichos adultos tuvieron frente a lo desconocido, lo nuevo.
Los adultos reaccionamos con miedo frente a lo que no comprendemos. Y los niños son entidades muy receptivas que se percatan al instante de las energías que amparan a sus adultos. Es por ello que los niños acaban por imitar nuestros patrones de conducta.
Ante el miedo –una emoción vertiginosa que nos impide desenvolvernos naturalmente y tomar decisiones conscientes– que surge frente a una nueva situación nunca antes vivenciada, decidimos optar por uno de estos dos modos de reaccionar y canalizar dicho miedo:
1. Nos abandonamos a dicha emoción. Ejemplo: "Sí, acepto que hay vida inteligente ahí afuera. Me lo han contado (o lo he visto). Además estoy convencido de que son malvados y quieren invadirnos, tal como dicen en la tele y en el cine. Son peligrosos y más poderosos que yo. Necesito sentirme protegido de lo desconocido, por eso milito en este o aquel partido político, Iglesia o teoría filosófica. Por eso me creo todo lo que dicen los telediarios. No me interesan las secciones de opinión de los periódicos. Me siento seguro cuando delego en otros mi responsabilidad frente a lo desconocido. Me he equivocado muchas veces en la vida. Me siento culpable y me lamento todavía de cosas (fracasos, etc.) que pasaron hace tiempo. Los perros me asustan y los agresivos me ladran por allí donde vaya. Incluso me han atacado alguna vez.
Y negaré cualquier argumento que pretenda hacerme ver otra cosa.
2. Negar que existe: Levantar una fortificación para pretender y convencerme de que no tengo miedo. Ejemplo: "Solo los cobardes tienen miedo. Los valientes no lloran. No existen los fantasmas, los demonios, los seres extraterrestres. No quiero comprender ni integrar la posibilidad de cualquier tipo de realidad que no pueda percibir con mis cinco sentidos. No hay más vida inteligente en el espacio que la conocida en la Tierra. Todo lo demás es ridículo. Yo no tengo ni miedo ni me siento culpable por nada. Punto. Y combatiré física o dialécticamente a todo el que trate de llevarme la contraria. Y ojo, que tengo un perro al que he entrenado para servir de protección a mi y a los mios. (Es más, trataré de convencer por todos los medios a mi alcance, que mi postura es la adecuada, y de paso me burlaré de todos los miedosos y cobardes, gente inferior que no sabe valerse por si misma y a la que acabo por considerar una lacra para el progreso humano."
Estas dos posturas, aparentemente antagonistas, no son sino complementarias. Aunque una niega a la otra, ambas tienen un común denominador: el miedo a lo desconocido.
Unos escapan de lo que no comprenden, desaprovechando la oportunidad que eso les ofrece para crecer y liberarse del temor. Los otros deciden sentirse embargados por el miedo y acaban convirtiéndolo en el motor de su vida. Lo necesitan para sobrevivir. Y en cierto modo les inhibe de la responsabilidad de tomar el timón de sus vidas, pues alimentar el paralizante victimismo, inhibe la responsabilidad frente a los eventos y la consecuente oportunidad de afrontarlos y crecer.
El miedo, al igual que cualquier otra energía generada y derivada por una agente o contingencia externa, si no es aceptado y como un perro, 'domesticado', acaba convirtiéndose en un tirano para quien se abandona a él y le permite regir sus destinos como un cruel dictador que no quiere ser, y obligando a los partisanos del segundo grupo, a crearse una adicción para mantenerlo a raya, al margen de la mente consciente.
Dependiendo del potencial de cada persona en función de su carta natal, uno puede tratar de sublimar el miedo entregándose febrilmente a su ocupación laboral, haciendo deporte de un modo ferozmente competitivo, zambulliéndose en prácticas sexuales sádicas o masoquistas o cayendo directamente en la adicción a sustancias que rebasen los efectos sedantes o estimulantes de las endorfinas o dopaminas, etc, según sea el caso.
En todo caso, sean las imágenes de este video, la violación de la intimidad sexual de un menor de edad, la pérdida de tu empleo o el colapso de sistema financiero mundial, el evento acontecido, es decir la realidad (acontecimiento, agente) que provoca el miedo seguirá existiendo. Y seguirá tocando, cada vez más insistentemente, a la puerta del afectado, clamando para que la emoción contenida que ese agente originó, sea integrada en la parte consciente de la mente de la víctima.
¿Vas a seguir escapando del miedo –huyendo de él o utilizándolo como tiránico alimento– o vas a enfrentar a la fiera y la vas a abrazar, como se abraza a un hijo rebelde drogodependiente que lo que grita en silencio es que simplemente lo quieran?
Aceptar y manifestar elocuente (liberar) y conscientemente la emoción (el estallido de incomprensión) asociada al acontecimiento desencadenante, es esencial para descargar presión sobre el cuerpo emocional (alma) y evitar que las bajas frecuencias vibratorias que la contención de la emoción acarrea, repercutan en el cuerpo físico, debilitándolo y acortando una vida que podría prolongarse más allá de lo imaginable.
Aceptar las enfermedades tiene como finalidad evitar la negación, y la consecuente (e incomprensible para ella) batalla que por medio de la farmacopea se desencadena para restituir de forma ignorante la salud del cuerpo físico.
No somos tan solo un cuerpo físico. Esa es tan solo una sagrada vestimenta, necesaria para poder abrigar la presencia de una entidad espiritual, mucho más ingrávida y gentil, imperceptible a los burdos sentidos de esta dimensión espacio-temporal aquí en este planeta.
Os voy a poner un ejemplo. Imaginad a una mujer quien, en una vida previa, tuvo un marido que era totalmente posesivo y dominante. Durante un tiempo ella aceptó esta actitud de su marido en parte porque encontraba dicha actitud natural y seductora –probablemente porque su propio padre tenía ese carácter–, pero llegado un cierto punto ella experimenta un cambio de consciencia y decide que ya era suficiente y rompe la relación. Pero más tarde el marido, incapaz de soportar el abandono, se suicida. La mujer siente remordimientos. Cree que es culpable por lo sucedido. Se pregunta si acaso no debería ella haberle dado a él otra oportunidad. Ella acarrea este sentimiento de culpa durante el resto de su vida.
En otra vida ellos deciden volverse a encontrar, pues algo ha quedado pendiente de su vinculación que necesitan resolver para despedirse y seguir adelante. Se produce una singular atracción entre ellos. Al principio, el hombre es excepcionalmente encantador y ella es el centro de su atención. Él la adora. Los papeles de repiten. Comienzan una relación. A partir de entonces él se vuelve cada vez más celoso y posesivo. Él sospecha de adulterio por parte de ella. Ella se halla a sí misma en una disputa interior. Ella está enfadada y perturbada a causa de que él la acuse equivocadamente, pero ella también siente una extraña obligación a ser indulgente y a darle a él otra oportunidad. Él es un hombre herido, ella piensa, él no puede experimentar el temor a ser abandonado. Tal vez yo pueda ayudarle a superarlo. Ella justifica su comportamiento de este modo pero en realidad ella permite que sus límites personales sean violados. La relación afecta negativamente su autoestima.
La elección más liberadora para la mujer habría sido ahora aprovechar el reencuentro en esta vida y romper la relación para poder seguir su propio camino sin sentirse culpable. El dolor y miedo del marido no son de su responsabilidad. El dolor del marido y la sensación de culpa de ella los han llevado a una relación destructiva. Su relación ya estaba cargada emocionalmente a causa de una vida anterior. El significado del encuentro repetido es que la mujer debe aprender a dejar que las cosas prosigan sin sentimientos de culpa y que el hombre debe aprender a sostenerse por sus propios pies emocionalmente. Por lo tanto la única solución real es romper la relación. La solución para el karma de la mujer es finalmente soltar su sensación de culpa. El ‘error’ que ella comete en su vida anterior no fue que ella abandonó a su marido sino que ella se sintió responsable por su suicidio. La partida de su esposa en esta vida confrontaría al marido nuevamente con su propio dolor y temor y esto le ofrecería a él una nueva oportunidad de enfrentar estas emociones en lugar de escapar de ellas suicidándose.
Eres espíritu, eterno e intemporal espíritu, co-creador de toda la realidad que te rodea. Todo el caos mental que has padecido y el daño que fruto de ese caos te has infligido a ti y a los que te rodean, está muy próximo a terminar. Una justa y amorosa era de paz y armonía está tocando ya a las puertas de tu corazón. ¿Lo estás oyendo?
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