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lunes, 17 de enero de 2011

Regresar a casa

Salir del teatro de la vida es algo que sucede si uno decide hacerlo. Y para hacerlo hay que darse cuenta (tomar consciencia) –primero de todo– de que uno está presenciando una 'representación'. De que uno es observador de una representación de un argumento (guión) escrito por alguien. Ese 'alguien' (dejemos su identidad en incógnita, para más adelante, de momento) ha creado (imaginado) unos 'papeles' que están siendo 'interpretados' por unos 'personajes'. Que la vida REAL, en definitiva, está en la calle, no en el teatro.


Si tienes dificultades para asimilar esta perspectiva y, a pesar de ello, deseas obtener una respuesta a tus existenciales, puede que te estés haciendo esta pregunta.
La vida es una representación ¿Una representación de qué? ¿Cómo distinguir la realidad de la ilusión?

Es sabido que en el mundillo del espectáculo (y concretamente en el del teatro) hay muchos factores que intervienen –tramollistas, acomodadores, empresarios, actores, guinistas, libretistas, autores, músicos…. A todos les guía un interés, en función del estatus que ostentan individualmemnte en el concierto global de la obra. En función de dicho estatus/interés, cada uno posee un nivel de comprensión (nivel de consciencia) acerca de lo que se cuece en el teatro. Ese nivel de comprensión puede irse extendiendo a lo largo de su vida laboral, lo que les permite 'ascender de rango'. Buscando un símil, sería como proyectar la carrera de un botones de hotel. Si persevera y muestra interés y capacidad organizativa (normalmente van de la mano) tiene más posibilidades de llegar a ser recepcionista e incluso convertirse en un eficiente y ecuánime director de hotel, que si se conforma con su ocupación (muy respetable sin duda, pero que permite un ángulo de visión de la realidad algo limitante). De hecho TODOS los factores/participantes del mundo del teatro han pasado en mayor o menor medida por todos los oficios que el teatro ofrece (albañiles, decoradores, escenógrafos, arquitectos, tramollistas, acomodadores, vendedores de entradas, encargados de iluminación, actores, etc. (Darwin dixit)

Para empezar a entender la trama que se esconde tras la metáfora, la pregunta básica que todo buscador de la verdad debe hacerse es, ¿cuál es el factor más esencial, aquél sin el cual el teatro y toda su parafernalia no tendrán razón de ser? ¿Cuál es el 'colectivo' que desde la base de la pirámide del mundo del espectáculo, sustenta y da sentido a la puesta en escena?: Bingo!, acertaste: El de espectador.

Para no extenderme más y caer en la tentación de irme por las ramas –algo a lo que por lo general soy muy dado– me concentraré en los elementos principales de la pirámide:

· EL ESPECTADOR
Es el destinatario final del mensaje que se trata de comunicar por medio del argumento (incluso el llamado teatro del absurdo tiene una finalidad). El espectador básicamente tiene una actitud pasiva y busca ser 'entretenido' –previo pago ineludible de su ticket de acceso– mientras transita por su tediosa (hasta ahora) e irritante (ahora más que nunca) vida. Hay tres tipos básicos de espectadores en virtud del 'tiempo' que, generación tras generación, lleven acudiendo al teatro:
1.1 – El recién llegado: simbolizado por el niño al que llevan por primera vez a un teatro y se pasa la representación absorto por el impacto que el interior del inmueble le ha causado. Esencialmente este espectador no presta atención a la trama ni a las vicisitudes que los personajes experimentan pues su naturaleza está todavía estrechamente impregnada del recuerdo de su 'vida' antes de llegar al teatro. Una vida en la que su libertad no estaba constreñida y en la que podía correr, jugar, reir, saltar sin miedo a incomodar a ningún vecino de butaca. Debido a esta 'rebeldía' innata frente a la limitante realidad del patio de butacas, es habitualmente reprendido y conminado a prestar atención por parte de los guías-tutores a los que el recién llegado ha sido asignado al llegar al teatro (espectadores pertenecientes a las dos siguientes categorías). Estos –sus guías– no entienden la básica y espontánea 'insumisión' de sus jovenes tutelados. Una insumisión que pone en entredicho todas las normas imperantes en el teatro acerca de los modales, costumbres, etc. Este espectador está pasando por la etapa más dramática: el aclimatamiento.
Por lo demás, las obras a las que asiste tienen lugar en salas especiales y sus guiones son muy básicos, en las que la moraleja se revela con evidencia (Pedro y el Lobo, Los tres cerditos…)
1.2 – El reincidente: Como consecuencia de la amnesia que se ha autoimpuesto para no seguir sufriendo en carne viva el dolor de la incomprensión de sus tutores-guías, este espectador ya ha borrado de su memoria el recuerdo de su realidad previa a entrar en el teatro. De hecho está consiguiendo 'mantener las formas'. Va y viene desde su butaca a los baños, la cafetería y demás servicios, sin ayuda ni necesidad de recibir tipo alguno de represión externa. Está técnicamente 'domado'. De hecho empieza ya a identificarse fuertemente con los personajes de la escena, a los que no solo ya presta constante atención sino que encuentra fascinantes, aunque aún no logra identificar el hilo conductor que hilvana los diferentes papeles en la trama. Tampoco consigue disociar al actor del personaje que interpreta.
1.3 – El adicto: El espectador ya es un adolescente. Su paso por las dos fases anteriores le ha otorgado la perspectiva y la comprensión necesarias para percatarse de que los personajes 'cuentan' una trama y también de que, detrás del personaje se halla un actor. Halla fascinante ese 'trabajo' y desea realizarlo a toda costa. A diferencia de otros, a él no le basta con ser espectador. Se le ha despertado esa inquietud que anteriormente permanecía latente en él, la que le conduce a ser captado por los oteadores que el promotor-empresario estratégicamente tiene distribuidos por la sala, sabedor de los cíclicos periodos de despertar que experimenta el público. A esta fase se puede llegar también dando un salto intermedio, es decir, desde espectador, pasando por el rol de acomodador-vendedor de golosinas, siempre que su trabajo se realice en contacto con el público, etc., si bien esta procedencia no es del gusto del empresario, puesto que conocer demasiado los 'entresijos' del negocio puede hacer de este nuevo actor un elemento inquietante y desestabilizador para el empresario. Normalmente los acomodadores y, en general, todo el personal que trabaja de cara al público, evolucionan y son promocionados –muchas veces a su pesar– hacia puestos tras el escenario. Un ejemplo de este tipo sería Fidel Castro, Hugo Chavez.

Cada una de estas categorías se pueden 'eternizar' dependiendo del grado de voluntad de 'progreso' que experimente el sujeto. Por lo general cada fase es experimentada por varias generaciones de una misma familia.

· EL ACTOR
Es la 'herramienta' necesaria para interpretar el papel ideado por el autor de la obra. Hay varios tipos de actores:
1.1 – El inexperto: Procede del patio de butacas y disfruta de su nuevo estatus o estamento, aceptando cualquier tipo de papel con tal de establecerse en la profesión y ganarse un respeto. Este nivel de actor es necesario en la profesión para rellenar los papeles secundarios. Uno de los más manipulados tenía por nombre George W Bush. Aunque otros le siguen la estela con igual porte: José Maria Aznar, Felipe González.
1.2 – El comprometido: lleva ya un tiempo actuando y conoce su poder de convocatoria entre los espectadores. Ha puesto distancia de por medio entre su nuevo estatus y el de espectador y algunos pueden manifestar delirios de grandeza. Se resiste a ser un 'secundario' todo el tiempo. Su ego le empuja a aspirar a cotas de influencia más altas.
Algunos de estos personajes famosos son: Osama Bin Laden, Augusto Pinochet, Ben Shalom Bernanke, Tim Geitner y más anteriormente, Henry Kissinger, Lindon B. Johnson, George Bush (padre) entre muchos otros.
1.3 – La estrella consagrada: Puede haber adquirido un notable grado de dependencia del publico. Debido a su más amplia perspectiva de la realidad global, algunos de ellos, más despiertos, habiendo entrado en contacto con el colectivo de autores y guionistas acaban sintiendo el 'gusanillo' de contar sus propias historias y se plantean compaginar su trabajo de actor con el nuevo rol de productores y/directores. Independizarse suele conllevarles enfrentamientos con el empresario. Éste, sabiendo que enfrentarse a ellos puede levantar sospechas entre el resto de actores, deciden no solo no obstaculizar a los 'actores rebeldes', sino ofrecerles la explotación de una de las salas, a sabiendas que, de todos modos, las historias que se proponen contar precisan de un nivel de consciencia por parte del espectador, que pocos de ellos poseen. Muchos de estos actores ocultamente conspiran para acabar con la tiranía del monopolio del único empresario, pero acaban atrapados en la tela de araña que éste mantiene tejida y de cuya urdimbre no pueden escapar tratando de destronarle. Algunos de estos personajes famosos son: Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte, Joseph Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot. Otros se mantuvieron íntegros hasta ser sustituidos por el autor con motivo de unas 'mejoras' en el guión: John Jakob Astor IV, Isador Straus, Andrew Jackson, Abraham Lincoln y más recientemente John Fitzgerald Kennedy, Benazir Butto,

· EL EMPRESARIO (promotor teatral).
1 – su estatus: es el propietario y responsable del recinto que ha heredado de sus antepasados. Procede de una auténtica saga de empresarios, cuyo árbol genealógico se pierde en los anales de la historia del espectáculo. Su intención puede parecer, a ojos de los actores y de ciertos espectadores, la de llenar el teatro para obtener el máximo rendimiento/beneficio. Pero lo cierto es que los dividendos que le ha reportado su actividad –producto sin duda de su enfermiza tendencia a monopolizar esta actividad– son tan vastos y desorbitantes que el dinero en sí, ha dejado de ser (lo fue sin duda durante mucho tiempo) la meta para convertirse en una herramienta. Su placer oculto –que calma un creciente y secreto dolor– es el dominio que ejerce sobre todo el escalafón de subordinados que pululan bajo su influencia. La sed de poder sobre el destino de los infelices espectadores, actores y demás empleados es la droga que cada vez en mayores dósis necesita para seguir 'huyendo hacia adelante'.
La excusa (medio) que utiliza para estos fines es el entretenimiento (distracción) del espectador. Volcado desde generaciones en mantener el orden en la jerarquía/escalafón de la pirámide, recientemente se ha percatado que ha tenido lugar un inusual incremento en la llegada de nuevos espectadores al recinto, por lo que el operativo de control hasta entonces desplegado, precisa de renovados esfuerzos para la contención de más y más público. Si a eso añadimos el creciente descontento de los actores que exigen mejoras salariales y de sus condiciones de trabajo, la idea de deshacerse del excedente de espectadores, tras varias generaciones con la misma obra en cartel, vuelve a tomar forma en su enferma mente. Su dolor procede de la desorbitante cantidad de analgésicos y opiáceos que él y sus ancestros han ingerido para poder habilitar la amnesia que les permite seguir desconectados de su propio recuerdo de su vida fuera del teatro.
Personajes célebres de esta categoría serían: David Rockefeller, John Piermont Morgan o Mayer Amschel Rotschild, Allan Greenspam, Joseph Alois Ratzinger.
Dicen que hubo, no obstante, uno muy indulgente. Se llamaba Albino Luciani, aunque lo conocían por su apodo: Juan Pablo I. No duró mucho porque se saltaba el guión y trataba con condescendencia a los actores. El autor lo reemplazó por otro de carácter más dúctil.
Por lo demás sus privilegios no le eximen de su deber de correr con los gastos de mantenimiento de su activo contable, que está constituido por:
1.1 – El inmueble: Se trata de un teatro 'multisala' donde se escenifican diferentes obras en función del nivel de comprensión de los espectadores. Por lo general es un recinto muy apreciado pero desgraciadamente poco respetado. Lo han apodado algunos Gaia. Otros Pacha Mama. Unos actores llamados Sumerios lo llamaban Eridú. De ahí evolucionó hasta el inglés Earth.
1.2 – los actores: son ex-espectadores que han dado un salto cuántico de conciencia y han decidido saltar del patio de butacas a la escena, para convertirse en mensajeros, en comunicadores. Los necesita para mantener distraído al gran público.

· EL AUTOR
Es el dueño intelectual de la idea, de la trama. Algunos insisten en llamarle Dios porque nunca lo ven (en realidad sí lo vieron sus antepasados, pero a penas quedan algunas cartas que lo atestiguan), aunque él sabe que eso ese es un calificativo desorbitado. Él prefiere que lo llamen William (Shakespeare) aunque otras generaciones de actores lo llamaron Yahweh, Ra, Toth, Quetzalcoatl y Osiris. Sin duda sus primos y hermanos se parecen mucho así que la confusión está disculpada. Vive fuera del teatro y solo de vez en cuando se pasea, de incógnito, por la sala para disfrutar de su creación. Por lo general solo se muestra abiertamente durante los ensayos y a sus delegados (la familia de empresarios) con la intención de darles nuevas indicaciones del guión. Ha sido espectador, actor y empresario en multitud de ocasiones ya, y en otra ciudad. Ha aprendido que la experiencia acumulada le ha hecho crecer.
Tiene capacidad para crear las condiciones en su ciudad con la intención de concederle a sus hijos/alumnos la oportunidad de alcanzar las cotas de sabiduría que él mismo ha alcanzado. Una vez creadas las condiciones (el teatro y el libreto) y colocada en escena una nueva saga de empresarios y a los primeros actores necesarios para poder abrir las puertas, les dice a sus hijos/alumnos:
–¿quién quiere ganarse unos créditos extras para convalidar unas asignaturas del segundo curso universitario?
–¿qué hay que hacer? le contestan los interesados
–Hay que acudir a una representación teatral.
–¿Y qué es una representación teatral?
–Ya os lo explicaré. Primero de todo tenéis que ayudarme a construir el teatro. El año que viene lo inauguraremos.


Estos son básicamente los actores de la trama. Todos (salvo los recién llegados) han olvidado su realidad previa a su acceso al teatro. Para ello se han atiborrado de analgésicos (a disposición también en el mercado negro que alimenta el propio empresario) de los que obviamente se vuelve adicto. No obstante, albergan una cierta y latente sensación (intuición) de que hay algo más allá del patio de butacas. Ayudándose mutuamente por medio de terapias regresivas organizadas ocultamente en los baños durante los entreactos, solo unos pocos consiguen recordar lo que sintieron al llegar al vestíbulo y las dolorosas sensaciones de abandono experimentadas una vez allí. Milagrosamente algunos han logrado visualizar la puerta de entrada al teatro.
Otros han logrado hacer un viaje a través de dicha puerta por medio de atajos, tras haber consumido sustancias alucinógenas que los mismos empleados distribuyen en el mercado negro alternativo. Desgraciadamente a quien logra salir 'viajando' y ver, de nuevo, no se le permite quedarse afuera. Las reglas establecen que para salir indemne hay que reandar todo el sendero (rangos jerárquicos) caminado en el sentido inverso, reconciliándose y despidiéndose de (y agradeciendo a) todas las circunstancias que le acompañaron en su entrada

Para 'salir' de la ilusión, es imprescindible salir del teatro despidiéndose de todos los papeles interpretados.

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