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martes, 18 de septiembre de 2012

¿A dónde vamos?

Décadas y décadas de confusión acerca del sentido del la vida, empantanados en estrategias defensivas, enfrentamientos, litigios, juicios, condenas, batallas y guerras entre facciones opuestas, están conduciendo a muchos buscadores de la verdad a plantearse preguntas existenciales. Muchas de ellas ya fueron planteadas por las escuelas filosóficas griegas y más recientemente por los precursores del existencialismo moderno de finales del s.XIX. Una de estas preguntas es "¿Pero a dónde vamos?" "¿Cuál es el destino de esta civilización?" Una pregunta que sin duda hoy, en los albores de un 'cambio radical' de forma de concebir las relaciones en sociedad, tiene una vigencia para muchos más que perentoria.

Preguntarse a dónde vamos desde esta sociedad en franco colapso estructural, sin tratar de indagar sobre quiénes somos o cuáles son nuestros orígenes es, salvando las distancias, como preguntarse cuando me podré comer mi trozo de la tarta en esta fiesta de aniversario a la que he sido invitado por sorpresa, sin tan siquiera preguntarme "¿quién cumple años?"

"A dónde vamos" encierra en el fondo una necesidad de saber si estaremos 'mejor' de lo que estamos. La búsqueda, sin duda frenética, de nuevos mundos, con ecosistemas a los que adaptarnos, encierra un temor ancestral a sentirnos perdidos al afrontar un arcaico sentimiento de abandono. Pareciésemos no haber tenido suficiente tiempo de adaptarnos al entorno de nuestro planeta en tanto que seres 'sapientes'.

Hace muy poco, visto desde la perspectiva evolutiva, que el advenimiento del 'hombre pensante' (homo sapiens sapiens) supuso un salto evolutivo sin duda vertiginoso, que como contrapartida implicó una cierta y paulatina desconexión con los ritmos de la Tierra a los que tan bien adaptados estábamos tras 4500 millones de años. Poder pensar supuso una inesperada 'mejora' de nuestro sistema operativo que, reconozcámoslo, nos ha costado asimilar. Por mucho que la escolástica antropológica nos haya adoctrinado sobre la secuencia evolutiva de las especies, conviene recordar que el incremento sorpresivo de volumen de la cavidad cerebral de los homínidos –de la que disfrutamos respecto de nuestros ancestros más inmediatos (Homo Erectus)– tan solo data de 300.000 años atrás. En nuestra 'versión' mejorada (Homo Sapiens Sapiens = Cro Magnon) tan solo hay que remontarse a escasos 70.000 años. El hombre "sapiente", el sumerio Lulu Amelu (=trabajador mezclado), que tiene sabiduría (sapiencia) acerca de su singular identidad individual (contrariamente a la conciencia tribal y grupal propia del Australopitecus Afarensis, nuestros predecesores del valle del N'goro N'goro en Tanzania), irrumpe sorpresivamente en la Tierra y rápidamente se desplaza desde su origen en Africa hacia Mesopotamia, y en una diáspora nunca antes conocida, hacia los confines del Planeta.

Cuentan los doctos y estudiosos que hubo un tiempo en aue el hombre vivía en respetuosa convivencia con las demás criaturas del Planeta. La vida estaba aceptadamente regulada por los ciclos naturales.

Me decía un vecino, ayer, que no sabe cómo encender su ordenador. Le replico que yo mismo nunca he logrado aprender a programar un reproductor de DVD para activar la grabación de un programa de TV. Todos tenemos la vaga sensación de que la tecnología 'ha ido demasiado rápido' y que llevamos mucho tiempo dejándonos cosas en la carrera del progreso. Ocurre que nos da vergüenza reconocer que nos viene grande nuestra capacidad intelectual. Tal es la sobredosis de esteroides y de testosterona que hemos ingerido como especie para cumplir con la hoja de ruta que se nos asignó hace 60000 años. Sobre este tema ya me extendí lo suficiente en su momento y no quiero repetirme.

Todo parece precipitarse en este inicio de milenio, como arrastrado por un devastador tsunami que está poniendo patas arriba las estructuras que considerábamos incuestionablemente sólidas. Democracia, derechos de expresión, derechos de pensamiento, acceso a recursos necesarios para la subsistencia, presunción de inocencia, ...todo parece desmoronarse como si de un escenario de cartón piedra se tratase. Para quien no haya ido realizando un mínimo proceso de adaptación de su consciencia respecto del permanente estado alterado del fenómeno que denominamos 'la vida', todos estos cambios sin duda estarán siendo experimentados como desbordantes.

Una cosa sí es cierta. Vayamos donde vayamos, iremos. Iremos porque siempre hemos ido. Siempre hemos viajado, explorado, experimentado. Somos viajeros del tiempo, descubriendo los confines del universo, de los universos y multiversos. El único 'problema', el único lastre que arrastramos es el miedo al desamparo, miedo a olvidar que NUNCA ESTAMOS SOLOS. Pero estaba previsto. Estamos ahora (cada cual a su ritmo) en el proceso de recordar lo que la autoadministrada amnesia nos ha sellado en el cajón de las emociones. Olvidar quienes somos y de dónde venimos ha sido parte de las reglas del 'juego de rol' en que consiste zambullirse en una experiencia vital de conocimiento. Exploratoria ha sido la fase por la que hemos transitado. Una fase comparable a la que experimentan los niños y adolescentes. La rebelión y las ganas de evacuar el nido paterno (cerebro izquierdo), antes cobijante, ahora asfixiante (algo muy natural) nos están conduciendo sin planificarlo, por la senda de la independencia, un estadio evolutivo hacia la madurez consciencial, la fase co-creativa, que nos va permitir reencontrarnos con nuestros hermanos de las estrellas, esa inmensa fraternidad de seres que pacientemente han estado aguardando nuestra emancipación, nuestra salida del cascarón, nuestra metamorfosis. Nuestros hermanos mayores nos aguardan con los brazos abiertos y los corazones rebosantes, deseosos de brindar por nuestra final eclosión. El salto del Homo Sapiens-Sapiens al Homo Consciens (si se me permite el atrevimiento semántico) tiene el pistoletazo de salida en este inicio de siglo/milenio y se consolidará en los próximos 160 años más o menos.

Todo está bien. Todo está sucediendo, en esencia y desde una perspectiva más amplia, tal como estaba planeado. Por ti, en calidad de embajador de la divinidad. Eres un ser eterno. Siempre has sido y siempre serás, no importa cuantas habitaciones oscuras hayas atravesado en tu periplo voluntariamente decidido. Todo está cumplido. Ya estás de vuelta. Solo resta sentir las emociones guardadas durante este 'viaje sin aliento'. En esas estamos.
Que la paz sea contigo.


 

 

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