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sábado, 23 de abril de 2011

Miénteme

Recibo este texto de una amiga, que lo atribuye a un ser multidimensional, quizá el mismo Jesús de Galilea:
Només vos deman que vos estimeu
Tan solo os pido que os améis
No  fan falta altres lleis, altres ritus;
No se precisan otras leyes, otros ritos
Que vos estimeu els uns als altres,
Que os améis los unos a los otros
Que multipliqueu les trobades, les tendreses,
Que multipliquéis los encuentros, las muestras de ternura
les abraçades i les besades.
Los abrazos, los besos
Només vull que vos beseu,
Tan solo quiero que os beséis
i que poseu en comú el que teniu, el que sou.
Y que pongáis al servicio de la comunidad lo que tenéis, lo que sois
Que parleu, que vos entengueu.
Que habléis, que os entendáis
Vull que vos estimeu.
Deseo que os améis
Vull, amics meus, que vos serviu.
Quiero, amigos, que os sirváis
Que vos renteu els peus els uns als altres,
Que os lavéis los pies los unos a los otros
que vos acompanyeu, i vos ajudeu a caminar.
Que os acompañéis y os ayudéis a caminar
Que cureu les ferides,
Que curéis las heridas
que vos perdoneu i que no deixeu ningú tot sol.
que os perdonéis y que no dejéis a nadie solo
Donau-vos temps, dedicau-vos espai.
Daos tiempo y dedicaos espacio
Regalau-vos qualque coseta: un detall, un gest,
Regalaos cualquier cosita, un detalle, un gesto
com a signe d’amistat i presència.
Como signo de amistad y presencia
Ja només val l’amor.
Ya solo vale el amor
Però, fes-ho des de dintre i amb una condició, 
pero hazlo desde adentro y con una condición
que cal tenir en compte: 
que conviene tener muy presente
Estimau-vos, serviu-vos com Jo ho vaig fer amb vosaltres.
Amaos, servíos, como yo lo hice con vosotros
I res més.
Eso es todo

Es realmente conmovedor por su simpleza y claridad. Se diría el mensaje de un niño en virtud de la inocencia que exudan estas palabras. Y es que parece a simple vista muy obvio que 'amaos los unos a los otros, como yo os he amado' (Juan 13, 34) es la solución a tanta confusión. Que el amor todo lo cura lo sabemos todos, aunque a veces lo obvio es lo más difícil de ver, al igual que para contemplar la belleza de las proporciones de una obra arquitectónica conviene tomar distancia. Muchas veces debemos pasar por el mal trago de ver cómo un ser querido se distancia (largo viaje, muerte…) para recordar los buenos momentos pasados en su presencia.

Pero luego durante el día, he estado reflexionando sobre todo esto y me ha asaltado una duda: ¿qué es el amor? Quiero decir, ¿sabe verdaderamente el común de las personas en qué consiste verdaderamente amar? Abrazarse, besarse, hablarse, entenderse, curarse las heridas…todo esto son acciones sin duda muy loables a la vista de cualquiera, pero eres capaz de amar incondicionalmente?… si fuera tan sencillo todo como simplemente ponerse a 'hacer' esos actos amorosos, hace siglos que el mundo sería diferente, verdad?.

Y no me refiero a la evidencia de que hay gente en este mundo evidentemente violenta a ojos vista, no ya incapaces de hacer una 'buena acción' sino personas en perpetua disposición a causar calamidad y desasosiego en su entorno de influencia, personas manifiestamente agresivas. No no me refiero a los que sin pensarlo dos veces etiquetarías de inherentemente malvado (y te arrepentirías a la larga), sino a todos aquellos que presumen de hacer buenas acciones, los que actúan con corrección política, llenando titulares de medios de comunicación y apareciendo en hospitales y escenarios de tragedias, prestos a confortar a los que sufren –con cámaras y micrófonos, luces y taquígrafos– y que en realidad ocultan tras ellas una necesidad de hacerse notar, de que se les vea y reconozca por tales acciones. En definitiva, hacen el bien 'mirando a quien'  terminando por escenificar un altruismo patológico o como lo define certeramente Barbara Oakley, una "amabilidad de sangre fría", esa que representan no solo muchas autoridades, gobernantes y monarcas, vestidos de luto de cara a la galería, conscientes de que su acto de presencia va a tener el adecuado eco y repercusión en la opinión pública gracias a los complacientes medios de comunicación, sino –y eso es lo más perturbador– personas de a pie, como tu y yo, que sin darnos cuenta tenemos gestos y actitudes automáticas que se activan en determinadas circunstancias. Una madre me comentó hace unos días que no conseguía que su hija de 7 años durmiese en su propia cama. La madre llevaba dos años divorciada y la emoción de desamparo provocada por el abandono de su pareja había, decía, repercutido en la niña que no quería dormir sola. Ella por amor –decía– había aceptado permitir que su hija durmiera con ella. A fin de cuentas era su hija y la amaba…Pero algo dentro de ella la hacía sentirse incómoda. Se sentía 'prisionera' del supuesto acto amoroso, porque no conseguía reconducir la situación. Y se sentía incómoda. Cuando la enfrenté con la perspectiva diametralmente opuesta de que probablemente ella misma (la madre) estaba utilizando a su hija como osito de peluche para soportar mejor su propio abandono en el contexto del divorcio, no tuvo más remedio que aceptar que estaba manipulando a su hija para anestesiar su propio dolor.
Inesperadamente ello la ayudó a conectar con el abandono sufrido en su propia infancia, donde sus padres –a su vez extraviados emocionalmente por su propio desequilibrio emocional– la habían esclavizado obligándola a trabajar fregando suelos desde los 7 años y negándole, por si ello no fuera suficiente 'castigo', el acceso a estudios más allá de la enseñanza obligatoria (que por entonces concluía a la edad de 14 años). Aguantar, compasivamente, la mirada a los ojos de quien sufre ayuda a curar. La catarsis fue incontenible. Y la consecuente sensación de liberación fue proporcional a la erupción emocional.
La madre aprendió a contarle un cuento y a despedirse de su hija a la hora de dormir. Ahora la niña duerme sola. Y la madre ya no se engaña a si misma.

¿Qué es lo que compulsivamente nos impide disfrutar esos felices momentos cuando están sucediendo y sin embargo tendemos a rememorarlos lastimeramente cuando la memoria se los lleva?

"Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda" (Mt 6, 3)
Independientemente de que creas o no que esta cita proviene de aquél a quien fue atribuida y al que llamaron el Cristo, estarás de acuerdo en que, por lo menos, tiene miga. ¿Qué querrá decir? ¿Acaso que debes mantener riguroso secretismo acerca de las acciones realizadas con una mano (intención), un secretismo que te ampare para poder ser libre de comportarte todo lo contradictoriamente que las veleidades coyunturales te permitan/inciten, mostrando una intención opuesta a la inicial en una situación similar, justificando la ambigüedad de principios como norma? El refranero popular es siempre muy ilustrativo y en este caso me viene a la memoria "a Dios rogando y con el mazo dando." Las contradicciones son evidentes a ojos de los espectadores (sobretodo de los niños y animales), pero el actor de las mismas generalmente consigue autoengañarse, como le sucedía al emperador desnudo en el famoso cuento de Hans Cristian Andersen. Hizo falta que un humano con la mente limpia dijese abierta y públicamente lo que nadie veía o se atrevía a decir.
Personalmente siempre he preferido entender este encriptado pasaje del evangelio de Mateo como una clave para comprender que mantener el anonimato tras una buena acción es síntoma de grandeza humana. Las buenas acciones lo son aún más si tras realizarlas, rehuyes los flashes del reconocimiento.

"Amarás a tu prój(x)imo como a ti mismo" (Mc 12, 29-31)
Aquí estamos frente a la madre de todos los corderos. 
1. Amarás a tu próximo…
Próximo sin duda significa aquél que tengas más cerca de ti. La jota (j) es fonéticamente heredera de la equis (x) (Mexico/Mejico) lo mismo que la hache (h) lo es de la efe (f) evidente en ciertos arcaísmos (filio/hijo; fierro/hierro) Y ¿quién más cercano a uno que los miembros de la propia familia, aquellos a los que aparentemente no (recordamos que) hemos escogido?
2. Como a ti mismo. Es decir, tal (del mismo modo que) como tu te amas.
Este argumento implica que para amar, primero hay que amarse a uno mismo, de lo contrario cualquier gesto amoroso, por política o socialmente 'correcto' que aparente ser, no constituirá sino una falacia, un engaño, pues es obvio que nadie puede enseñar nada a nadie si no ha adquirido previamente el conocimiento que se propone y dispone a dispensar. De igual modo no puedes pretender saciar la sed de un sediento si tu copa no está llena y tú mismo te has saciado de su contenido.
Y aquí viene la raíz del problema: ¿que podría llevarnos a mentirnos, a autoengañarnos –sin darnos cuenta de ello, por supuesto– tratando de ayudar a otros sin tener la 'licencia' necesaria para ello? ¿Qué nos empuja a querer dar de beber a los sedientos, obviando la necesidad propia de saciarnos previamente? Sin duda que aquí entra en juego el papel que juega ese concepto tan freudiano del inconsciente. Actuar fuera de la consciencia es el mejor salvoconducto para manipular las circunstancias y las personas envueltas, sin darnos cuenta de las oculta trama que desde el inconsciente hemos urdido, siempre en la creencia que se está obrando bien…Y es que de no hacerlo nos etiquetaban de egoístas y nos culpaban por pensar primero en nosotros, antes que en los demás…Una manipulación tan maquiavélica que quien la haya inventado arderá hasta las cenizas antes de redimirse. Y todo ello sin olvidar del daño producido a la propia integridad como consecuencia de esos actos inconscientes de patológico altruismo. 
"El infierno está lleno de buenas intenciones"es un refrán que suele ser malinterpretado en el sentido de que no bastan los buenos propósitos sino van acompañadas de las consecuentes acciones. Personalmente me permito discrepar de esta visión. Quizá fuese más apropiado decir que hay intenciones consideradas "políticamente" correctas, es decir, aceptadas como adecuadas por la colectividad, pero que han demostrado ser perniciosas, una vez constatadas las manifiestamente nocivas consecuenciasderivadas de su puesta en práctica. Hay personas que creen que hay que decir siempre y en cualquier caso la verdad, sin importar el contexto ni contemplar la posibilidad de que la audiencia (público objetivo) contemplada no esté todavía preparada para asimilar el contenido de la 'verdad' en cuestión. Decir esto, sin duda molestará todos aquellos que tengan, como digo, como lema "la verdad ante todo", los mismos que se contradicen al omitir revelar a sus hijos la verdadera identidad de los actores que interpretan el papel de Magos de Oriente en la cabalgata del 5 de enero, víspera de la festividad de Reyes. Y es que también se puede mentir por amor. Los niños agradecerán que la 'magia' que les permitía identificar a actores con los personajes interpretados, les haya sido preservada hasta que circunstancias personales e intransferibles, a las que todos tarde o temprano nos vemos enfrentados, hayan desencadenado el despertar de su propia consciencia al abandonar la niñez. 


Amar es saber escuchar y comprender, a veces sin decir una palabra.


"Dominar el silencio es más difícil que gestionar la palabra." una cita atribuida a George Clemenceau, algo que se asemeja bastante al anónimo "Soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras"


Dicho esto, no hay duda de que Lennon/McCartney tenían razón cuando compusieron este sencillo himno

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