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domingo, 3 de abril de 2011

Hombres-vaca

Permanecer centrado/a y lograr un cierto equilibrio entre los cuerpos físico, emocional y mental ciertamente no ha sido tarea fácil para el ser humano a lo largo de los siglos. Ascetas y místicos trataron –en tiempos no tan remotos– de lograrlo manteniéndose alejados del mundanal desconcierto que les rodeaba. Y a fe que algunos lo consiguieron.
Hoy, más que nunca, lograr armonizar el aquí y el ahora apartando ya sea pensamientos prejuiciosos o vanguardismos cientificistas, que abanderan sin rubor la cruzada contra el dolor físico o emocional, y en favor del éxtasis sensorial, supone una tarea muy meritoria. Para los que rebasamos la cuarentena, somos testigos de excepción del derrumbe del viejo mundo que lideraron nuestros padres y abuelos. Las antiguas doctrinas patriarcales (ciertamente caducas) que regulaban la moralidad en función del miedo que atesorásemos a decepcionar a nuestros progenitores, han sido sustituidas por la dictadura de las tecnologías domóticas (computadoras, teléfonos móviles, consolas, etc.) y el culto al cuerpo como última frontera en la vanguardia del estado del bienestar. Y ahora ese anhelado bienestar se derrumba junto con las cuotas de las hipotecas insostenibles de un mundo plagado de injusticias y atropellos que ya no pueden ser ocultadas –gracias a internet– por parte de aquellos cuyo slogan consiste en reclamar de nosotros actitudes sostenibles (mientras ellos se dan la vida padre a cargo de los fondos públicos)

Hoy leo que científicos han obtenido, por clonación, vacas que producen leche genéticamente modificada hasta el punto que es literalmente leche de hembra humana. Y digo yo…¿Para cuándo mujeres genéticamente modificadas para desarrollar leche de vaca? Porque digo yo, si esas vacas van a producir leche humana (distribuida y comercializada, ojo) en cantidades ingentes, digo yo que esas vacas serán alimentadas con cereales transgénicos. Yo creo que piensan que somos tontos, sinceramente. O eso, o están tan (TAN) absortos en sus delirios de grandeza, jugando a ser Dios, que son incapaces de darse cuenta de que sus egos están siendo manipulados e inflados –por los corruptos oligarcas que se hallan tras las grandes corporaciones del sector (Roche, Cargill, Monsanto…). A veces uno quisiera bajarse de este mundo precipitado y carente de sentido común…pero algo en el interior nos dice que nuestra luz interna debe iluminar los rincones más oscuros. Que la Tierra sea un ser viviente en proceso de desintoxicación, que precise de nuestro apoyo, de nuestro amor y respeto, en devolución de tantos milenios hospedándonos sin pedir nada a cambio.

La catástrofe de Japón-Fukushima reclama la atención de nuestra conciencia, dicen. Hemos de concentrarnos en enfriar los reactores. "Parece ser que lo estamos consiguiendo", me decía una amiga mientras al volante de su vehículo y llevándome a mi de pasajero, casi atropella a un peatón que legítimamente había hecho ademán de cruzar la calzada del único modo que el código de circulación permite a los viandantes: por el paso de cebra.
Pienso que la tarea principal de cada individuo es tratar de estar presente en cada circunstancia y momento, el 'aquí y ahora' tan famosamente divulgado por Eckart Tolle, viviéndolo como si fuese de crucial importancia, esto es, estando alerta. Yo me he propuesto aprender a ofrecer mi otra mejilla a todo aquél que me veje, sabiendo que ha actuado como víctima de un estado alterado de la conciencia, que siempre es transitorio. Y cada vez que logre controlar mi impulso violento, sabré que estoy ayudando a enfriar el reactor nuclear de turno o impidiendo que el desaprensivo de Henry Kissinger consiga provocar otro terremoto o desestabilizar y balcanizar otro estado soberano en un continente prostituido como el africano. Rebajar los niveles de violencia en el dominio de la vida privada es el mejor favor que nos podemos hacer a nosotros, a los que nos rodean y a la misma Tierra.

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