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viernes, 29 de abril de 2011

La empatía nos salvará

Hola amigos,
Comprender que la tolerancia (paciencia), la empatía, la fe y la caridad, serán las fuerzas que nos ayudarán a transmutar y trascender la violencia colectiva –a la que todos hemos alimentado desde nuestras individualidades– es comprender el significado del término evolución.
Los humanos, como especie, saldremos de ésta, igual que hemos salido adelante en otras muchas ocasiones y circunstancias a lo largo de nuestra dilatada historia desde que aparecimos como especie en la Tierra. Estamos animados y constituidos de una fuerza que siempre ha salido ganadora en todas las apuestas. El amor, entendido como capacidad de empatía, compasión y comprensión, es nuestro mayor y más equilibrante activo. El tiempo, fuera de los limites de esta experiencia que llamamos vida en la Tierra, no importa.
Salir de casa, sonreir, ponerle buena cara al mal tiempo, dejar de sentirte agraviado constantemente por cualquier semejante que se te cruce por el camino, permitir que afloren tus dones personales, es la clave para sembrar la semilla de la armonía en este mundo y transmutarlo en el paraíso que puede ser. Tu tienes el poder de restituir el equilibrio global. Ninguna negatividad puede destruirte si eres capaz de conectar con tus sentimientos. Ya no tienes que fingir más tus emociones, ni seguir engañándote. Sé natural. Sé tu mismo/a. ¿Estás triste? Exprésalo sin temor o vergüenza. ¿Te sientes solo/a? ¿Desde cuándo? Deja que tu ser interno te guíe hasta la fuente de tu dolor…el epicentro de tus convulsiones emocionales. Al fin a y a la postre de lo único que eres responsable es de toimar consciencia de quién eres, tanto individualmente como parte de una colectividad llamada Ser Humana. Todo lo demás han sido circunloquios, paráfrasis, derroteros. Hasta ahora te han proporcionado caminos por los que discurrir y experimentar vivencias a veces dolorosas pero siempre instructivas. Has aprendido por el camino del dolor, verdad? Has crecido. Todos lo hemos hecho. Pero ahora ya no hace falta seguir atado a esas cadenas. ¿Te hirieron? ¿Heriste a otros? Discúlpate. Con aquellos a los que has maltratado y con tigo mismo/a por haber sido inconsciente de tus actos. No tienes la culpa. Desde el momento que te das cuenta ya no tienes la culpa. Devuélvesela a los que te la endilgaron. Que cada palo aguante su vela. Esto no es, reprobable, contrariamente a lo que puedas creer. Sujetar el propio mástil es tomar responsabilidad de que el rumbo de la propia vida solo es responsabilidad de cada cual. Y eso es una bendición. 
Ámate egoístamente. Nadie más lo hará por ti. Lo sabes. Hay un límite para vivir de la beneficencia, el mismo que marca el inicio de la responsabilidad. Y la tuya es para contigo y los que has decidido que te sucedan (tus hijos). Hazlo porque vas a necesitar equilibrio para poder regalarte tu mismo todo eso que siempre deseaste pero que nunca te había llegado y a la vez mostrarte sólido y confiable para los que vienen detrás de ti. 
Una vez que te hayas colmado de todo lo que deseas (sin vejar a los demás en el empeño, por supuesto), y solo entonces, podrás amarnos a los demás y considerarte merecedor de nuestro amor. Solo si has bebido hasta saciarte y conoces la fuente que te provee de ese maná, puedes darme de beber. Hasta entonces, buena suerte.

Rescatando las palabras de Albert Clayton Goulden (Sedona Intensive):" Debemos purificar (ya), sin excusa, los rincones enfermos del alma". Ese es el camino que despejará el velo personal de cada uno/a que actualmente oculta a la conciencia. Ahora mismo lo que de verdad importa es hacer "revisión interna de daños". Que cada cual asuma y se aplique la parte de responsabilidad que le toca. Quien tenga oidos para oir que oiga.



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