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viernes, 15 de abril de 2011

La muerte y el más allá

Jeshua canalizado por Pamela Kribbe

Queridos amigos, amados ángeles de luz, yo os saludos a todos vosotros.
Es desde el corazón de la energía Crística que yo, Jeshua, abro mis brazos y os extiendo mi saludo.

Amados, sabed que sois apreciados. Sabed que sois amados incondicionalmente, incluso ahora mientras residís en un cuerpo de carne y hueso, un cuerpo mortal. Incluso mientras vivís dentro de los límites de este hogar temporal, incluso así sois una parte incondicional de Dios, el Hogar que vosotros tanto añoráis. En realidad nunca habéis abandonado el Hogar. Sin embargo no reconocéis la llama eterna que permanece encendida siempre dentro de vuestro ser. Entrad en contacto con esa luz en este momento, apreciáos, sabed quiénes sois. Una luz arde dentro de vosotros, tan hermosa y pura. ¿Cómo pudísteis llegar a dudar de su existencia?

Hoy hablamos acerca de la muerte. Existe mucho miedo respecto a la muerte. Miedo a la aniquilación, miedo al olvido, miedo a ser devorado por el gran agujero negro asociado a la muerte. Como tan a menudo es el caso en la dimensión terrestre que experimentáis, tendéis a poner las cosas al revés y a presentarlas exactamente del modo opuesto a como realmente son. En realidad la muerte es liberación, un regreso, una remembranza de quiénes en realidad sois.

Cuando llega la muerte vosotros, sin esfuerzo, regresáis a vuestro estado natural del ser. Vuestra conciencia se mezcla con la llama de luz que es vuestra verdadera identidad. Las cargas terrenales se levantan de vuestros hombros.
Residir dentro de un cuerpo físico os impone limitaciones. Es verdad que vosotros elegísteis sumergiros en este estado de limitación debido a las posibilidades de experimentar que tenía para ofreceros. De todos modos ser restituido a vuestro estado angelical natural es una sensación de arrobamiento. El ángel dentro de vosotros ama volar y ser libre, investigar libremente la miríada de mundos que constituyen el universo. Hay tanto por explorar y por experimentar. Sin embargo una vez que nacéis en un cuerpo terrestre, más o menos perdéis contacto con esta libertad angelical y sensación de carecer de límites.

Por favor uníos a mí ahora, a medida que regresamos al momento justo antes de sumergiros en vuestra encarnación actual. En un nivel interior vosotros os permitísteis comenzar esta vida terrestre. Fue una elección consciente. Tal vez hayáis olvidado esto, y ocasionalmente tenéis dudas respecto a si realmente deseáis estar aquí. Aún así, sabed que hubo un momento en el cual vosotros dijísteis “sí”. Ésta fue una elección valiente. Es un acto de enorme coraje canjear la libertad angelical y sensación de ausencia de limitación por la aventura de volverse humano, de volverse mortal. Esa aventura sostiene una promesa que hace que todo sea valioso. Sentid el “¡sí!” que alguna vez salió de vuestra alma. Recordad también ser halados hacia la Tierra. Sentid cómo os conectásteis a la realidad de la Tierra, y el momento en que descendísteis al embrión dentro del útero de vuestra madre. Conectad con la pesadez que rodea al planeta Tierra, un cierto colorido o densidad gris.

Hay mucho sufrimiento en la Tierra actualmente. El dolor, la pérdida, el miedo, los pensamientos negativos son parte de la atmósfera colectiva de la Tierra. Y eso es por lo que vosotros, como un alma recientemente encarnada, pasásteis. Vuestra luz encontró por sí misma un camino a través de esta oscuridad y al hacerlo así un inevitable velo de ignorancia descendió sobre vuestra consciencia angelical original. Sentid la tristeza de ese evento, y trás él, vuestro coraje y valentía. Vosotros os mostrásteis determinados: “Voy a hacerlo. Una vez más voy a arraigarme dentro de esta realidad terrestre, para encontrar mi propia luz, para reconocerla, para redescubrirla, y para transmitirla a este mundo que tanto la necesita.”

Sí, ha sido un salto, un sumergirse de nuevo en la ignorancia. Una autoanestesia. Olvidando temporalmente quiénes sois, apartar del recuerdo vuestro estado libre del ser es parte de la condición para experimentar lo que es ser humano. Olvidáis con ello que estáis a salvo y sois libres, sin importar donde estéis. Siendo humanos, empezáis a reclamar esa sensación natural de libertad y de seguridad. En vuestra búsqueda podéis llegar a ser engañados por poderes terrenales que parecen ofreceros lo que andáis buscando, tratando de recuperar. Pero en realidad os están creando una dependencia de algo externo a vosotros y que ellos dominan. Podéis caer en la dependencia adictiva de juicios (pensamientos) elaborados (pensados) fuera de vosotros por otros, pensamientos que os dictan cómo comportaros para ser amados. Estas imágenes falsas del Hogar, estos sustitutos o sucedáneos, pueden parecer euforizantes a corto plazo pero siempre tienden a entristeceros y a deprimiros, pues en vuestro interior no veis verdad en ellos. En verdad, el viaje hacia abajo que habéis decidido realizar, desde Cielo a la Tierra, ha sido arduo y costoso. La muerte, sin embargo, os trasporta de regreso al plano del amor y de la seguridad eterna. Es al morir que os rendís a quienes siempre habéis sido. Si morís conscientemente, si podéis aceptar la muerte y rendiros a ella, morir pasa a ser un acontecimiento alegre.

¿Qué sucede cuando ‘morís’? Antes de morir pasáis por una etapa de despedir y liberar. Es una fase en donde decís adiós a la vida terrenal haciendo donación de los bienes materiales acumulados en vida, despidiéndoos de vuestros seres queridos. Esto pudiendo ser difícil, sin embargo, al mismo tiempo, os ofrece la posibilidad de reflejar profundamente quienes sois, y lo que habéis aprendido y realizado en la Tierra durante vuestra vida. En la aflicción que podáis sentir por dejar a vuestros seres queridos y observando la que ellos sienten, acaba clarificándose lo que os conecta con ellos. Es un lazo de amor inmortal. Este lazo es tan poderoso que sin esfuerzo pasa a través del límite que llamáis la muerte. El amor es una fuente inagotable, dando origen a nueva vida eternamente. No temáis perder a vuestros seres queridos, porque es en el momento de decir adiós que los límites de amor incondicional son reforzados y obtienen nueva vida. Porque es cierto: cuando partís envueltos en amor, os volveréis a encontrar. Os hallaréis nuevamente uno al otro, sin esfuerzo, porque el camino más corto hacia otro siempre sigue siendo el camino del corazón.

Si tenéis seres queridos que han fallecido, podéis estar seguros de que están cerca de vosotros al nivel del corazón. Sentid su presencia, porque ellos están aquí entre nosotros, extendiéndoos sus saludos. Ellos se sienten privilegiados y libres. Están librados de la duda que azota a tantos en la Tierra y ellos ansían compartir con vosotros el amor y la bondad disponibles para vosotros en todo momento.

Aquellos que quedan atrás a menudo asocian la fase anterior a la muerte de sus seres queridos con sentimientos de tristeza y pérdida. Es natural lamentar la partida de un ser querido; es natural extrañar y añorar la presencia física del ser querido. Sin embargo, os alentamos a tratar de sentir que con su partida se abre un portal hacia una nueva dimensión, una dimensión donde la comunicación es de una naturaleza tan pura, tan clara y tan directa que se eleva sobre los métodos de comunicación que conocéis, comúnmente usados en la Tierra. Podéis tener una comunicación directa con un ser querido después que él muere, desde vuestro corazón a su corazón. De este modo, una vez que os comunicáis, honestamente y abiertamente con el otro, la idea falsa (malentendido) que solía estar entre ustedes puede ser aclarada fácilmente. Su mensaje será recibido, siempre.

Una vez que vosotros mismos hayáis ‘muerto’, veréis a la gente que está viviendo en la Tierra desde una perspectiva diferente. Seréis más tolerantes, mansos y os encontraréis con un sentimiento de sabiduría incrementada. No vais a estar de repente completamente equilibrados, porque hay emociones y sentimientos que en el momento de morir os lleváis con vosotros y que necesitáis tratar. No vais a ser perfectos u omniscientes una vez que dejéis la vida física. Y en realidad eso no está tan mal, ¡porque de este lado aún hay mucho que experimentar y descubrir! Aún así, en la mayoría de vosotros incorporáis una nueva perspectiva. La dimensión de la eternidad es tangible y esto respetuosamente mitiga vuestra visión de lo que os ocupaba y de la gente que estaba directamente a vuestro alrededor durante vuestra breve estancia en la Tierra.

Ahora, ¿qué os sucede a vosostros una vez que pasáis los límites de la muerte? Una vez que habéis pasado la etapa del duelo, la etapa de decir adiós, comenzaréis a sentir a la muerte acercándose. Ahora cambia el foco de vuestra conciencia. Al soltar el mundo externo, las personas, el cuerpo, todo se tornará hacia adentro y algo se moverá profundamente dentro de vosotros. Vuestra conciencia del mundo externo disminuye y esto os permite prepararos para el viaje interior en el que estáis por embarcaros. Si aceptáis la muerte conscientemente, experimentaréis un “alistamiento”, una disposición para realmente liberar. Para vuestros seres queridos éste es el momento de dejaros ir, porque necesitáis toda vuestra fuerza para volcaros hacia adentro y prepararos.

Morir no necesita ser un proceso doloroso. Lo que en realidad tiene lugar es de una naturaleza grandiosa y majestuosa. Morir es un acontecimiento sagrado en donde el alma se conecta consigo misma de la manera más íntima. Durante la etapa final, la persona que muere siente la dimensión terrestre de un modo desprendido: el cuerpo, los olores, los colores, y otras sensaciones físicas. Otra dimensión está entrando en su consciencia, con una radiación tan prometedora y tentadora, que ya deja de ser difícil rendirse y despedirse de todas las cosas terrenales. Incluso la presencia de vuestros seres queridos ahora no detendrá vuestra partida. La energía del Hogar – Dios, el Cielo, el Cosmos/Universo o como sea que queráis llamarlo – es tan abrumadoramente complaciente, cálida y apaciguante que se torna fácil soltar y devolver a la Tierra vuestro cuerpo físico cansado y gastado.

Una vez que liberéis en paz, vuestra alma se elevará de vuestro cuerpo suavemente y con fluidez. Os sentiréis sostenidos por fuerzas universales de amor y sabiduría. Si morís sin resistencia, vuestro entorno inmediato se llenará de una energía cálida y encantadora. Experimentaréis una indecible sensación de alivio. Sois libres, y todo se vuelve claro. Recordad la omnipresencia del Amor, no como una idea abstracta sino como una realidad palpable. Mientras estuvísteis en la Tierra llamásteis “Dios” a esta clase de amor, y percibísteis una imagen sesgada (humana) de lo que este Dios “quería de vosotros”. Estuvísteis convencidos de que había ciertas demandas hechas por este Dios, demandas que usualmente no cumplíais. Pero aquí en esta dimensión recordáis lo que realmente es la voluntad de Dios: animaros, inspiraros, experimentar la creación a través de vosotros y finalmente reconocerse a Sí mismo en vuestro semblante. Dios quería volverse humano a través de vosotros. La meta de la evolución del universo eres TÚ: ¡Dios hecho humano!

Dios/amor es la fuente de la creación, y vosotros sois su realización. Vosotros, que habéis dado forma humana a la luz de Dios, nunca sois juzgados por ser humanos. Al contrario!, sois honrados. La idea de un Dios vengativo y justiciero que castiga a los infieles es otra perversión, un trastrocamiento de la verdad instigado por el miedo. Dios se reconoce a Si mismo en vosotros, sin considerar lo que hagáis o dejéis de hacer. Cuando estéis de vuelta de este lado, nuevamente os volveréis conscientes de esto, y una tonelada de autocrítica y de sentimientos de inferioridad se liberará de vuestros hombros. Sentiréis nuevamente la alegría original de vivir, seguros en las manos de Dios.

Tras vuestra llegada aquí, percibiréis seres de luz a vuestro alrededor. Habrá guías para asistiros y personas que conocíais y que murieron antes que vosotros. A veces os sorprenderá ver con quién os encontráis: personas con quienes sólo os encontrásteis un momento, pero que tocaron vuestro corazón profundamente, pueden estar ahí al lado de amigos y parientes de toda la vida. Cualquiera con quien hayáis tenido una conexión basada en el amor, vendrá a saludarlos en algún momento. Una vez más, se torna tan claro para vosotros que decir adiós no es más que una ilusión, que la conexión del corazón es eterna. Experimentaréis un sentimiento de agradecimiento y de admiración, a medida que entréis a este plano de amor incondicional y sabiduría.

Una vez que llegáis a este lado, hay una fase de ajuste en la cual os acostumbráis a vuestro nuevo entorno y lentamente liberáis vuestras ataduras a la vida terrenal. Necesitaréis aclimataros. Habrá guías que os sostendrán y que están especializados en esto. Aún tendréis un cuerpo pero se sentirá más fluido que el cuerpo físico al que estábais acostumbrados. Lo más probable es que toméis la apariencia de vuestro cuerpo físico más reciente. Aunque hay libertad de tomar cualquier apariencia que deseéis, la mayoría de las personas aprecian algo de continuidad por un tiempo. Vosotros también sois libres de crear vuestras propias condiciones de vida, por ejemplo una casa hermosa con un jardín encantador, en un entorno natural con el que os encariñásteis mientras estábais en la Tierra. Es perfectamente legítimo vivir vuestras fantasías terrenales en este plano, al cual yo me refiero como el plano astral. Ésta es una dimensión o reino del ser que tiene en cuenta mucha libertad creativa, si bien se asemeja y está estrechamente conectado a la dimensión de la Tierra física.

Algunas personas han tenido dificultad de aceptar la muerte en la Tierra y su transición hacia el ‘otro lado’ puede haber sido menos pacífica. Normalmente ellos necesitan más tiempo para adaptarse a sus nuevas circunstancias de vida. A veces les lleva un tiempo antes de que realmente se den cuenta de que han muerto. Algunas personas han sufrido una enfermedad larga y encuentran difícil quitarse de encima la idea de ‘estar enfermo’. Ellos no pueden creer totalmente que estén sanos otra vez, y a menudo requieren la paciencia y el apoyo bondadoso de un guía espiritual que los ayude a liberar su viejo cuerpo. El cuerpo viejo puede pegarse al alma, puramente como un concepto, como una forma de pensamiento. Lo mismo vale para los hábitos emocionales y los patrones de comportamiento. Pueden repetirse en el plano astral hasta que el alma descubre su libertad, su poder para liberarse y abrirse a algo nuevo.

Otra posibilidad es que el alma permanezca atada al reino de la Tierra, a los seres queridos en particular, porque ella murió súbitamente o muy joven. Esto puede pasar en el caso de accidentes, catástrofes, o cuando la persona estaba en la flor de su vida. Éstas son situaciones en las cuales un alma particular no se sentía dispuesta o preparada para partir. Morir en esos casos es más o menos traumático. De este lado hay apoyo amoroso para estas almas traumatizadas, como siempre lo hay. Tarde o temprano el alma alcanzará un estado de aceptación y de comprensión de la situación. Siempre hay una razón viable para lo que parece ser una partida prematura desde el plano terrestre. Como todo, morir tampoco nunca es aleatorio.

Mientras se extiende vuestra estancia en el otro lado, vuestro espíritu se expande dentro de niveles más amplios y más profundos de conciencia. Soltaréis cada vez más los modos de pensar y de sentir a los que estuvísteis acostumbrados en la Tierra. Esencialmente, regresáis gradualmente al centro de quienes sois, vuestra alma, la chispa divina interior. Cuanto más entráis – o mejor dicho, regresáis – a ese estado de conciencia, más os desprendéis de la personalidad terrestre y de la dimensión de la Tierra. Sentiréis un flujo del ser que se extiende más allá de ese aspecto vuestro. Entraréis en contacto con otras vidas que pasásteis en la Tierra, encarnaciones en donde interpretásteis (personificásteis) otros aspectos de vuestra alma. Os volvéis conscientes del espacio sin límites que es vuestra alma y de las muchas experiencias que habéis acumulado en vuestro viaje hacia el universo.

Cuando ahora la gente en la Tierra se conecte con vosotros, ellos sentirán a una persona que ha ganado en sabiduría y en amor espiritual. De hecho, a medida que os aproximáis al centro de vuestra alma, estáis dejando el plano astral y estáis entrando en lo que yo llamo el plano esencial, el reino de la Esencia. La mayoría de las personas permanecen en el plano astral por bastante tiempo después de morir. Miran hacia atrás a su vida en la Tierra y reflexionan sobre todas las experiencias por las que han pasado. En el reino astral podéis experimentar tanto alegría como depresión, ambas emociones positivas y negativas. Vuestra realidad psicológica interior se sigue viendo reflejada en el nuevo entorno. Las emociones con las cuales tenéis ineludiblemente que llegar a un acuerdo, adquieren la forma de colores, paisajes y encuentros. Con frecuencia visitáis el plano astral en vuestros sueños, así que estáis familiarizados con este campo de conciencia. En vuestra literatura esotérica, cuando se habla de muchas capas o esferas en la vida después de la muerte, extendiéndose desde la oscuridad a la luz, se están refiriendo al plano astral.

En el plano astral tenéis la oportunidad de escoger el equipaje emocional irresuelto que trajísteis consigo de vuestra reciente vida en la Tierra. En esto sois asistidos por varios guías amorosos. En cierto momento, soltaréis todas vuestras ataduras y vuestro dolor emocional y estaréis preparados para moveros por completo más allá del plano astral. Ahí es cuando pasáis al plano de la esencia. Cuando esto sucede es como una segunda muerte. Dejaáis atrás todo lo que no pertenece verdaderamente a vosotros y os permitís fundiros con el Yo superior, vuestro centro divino. En el momento en que pasáis al plano esencial, seréis conscientes del inmenso poder que os impulsa. Experimentaréis vuestra unidad con Dios.

El plano de la esencia, el plano del Tú eterno, es el asiento de la conciencia divina desde la cual se origina toda la creación. Yo os pido que os toméis un momento para conectaros con este plano, aquí y ahora. No está lejos. Lo atraviesa todo, tanto al plano astral como al plano terrenal; atraviesa al cosmos entero. La presencia que sentís aquí es la presencia de Dios, pura y no contaminada. Puede sentirse como un profundo silencio, completamente pacífico pero rebosante de vida y de creatividad. Desde esta fuente brota toda la creación y a esta fuente deberá retornar.

Cuando alcancéis el plano esencial en la vida después de la muerte, seréis capaces de hacer elecciones conscientes en cuanto a vuestro destino futuro. En este plano podéis arreglar, con la ayuda de maestros y guías, otra encarnación en la Tierra, o planear un viaje diferente, dependiendo de vuestras metas. En el plano esencial podéis oír claramente la voz de vuestra alma. Es desde este plano que vosotros alguna vez dijísteis “sí” a la vida en la cual os halláis ahora.

Tomáos un momento para recordar cómo se siente estar en este plano. Cuanto más conscientes os volvéis de esta dimensión durante vuestra vida en la Tierra, más fácil será morir pacíficamente y, tras esta muerte, moveros más allá del plano astral hacia el plano de la esencia.

La muerte no es nada más que una transición, una de las muchas transiciones que pasan en la vida. El nacimiento es una transición. La vida en la Tierra conoce tantos momentos de transición, de pasar y liberar. Tan sólo pensad en esto. El cuerpo en el cual residís ahora en algún momento ha sido muy diminuto, un pequeño bebé vulnerable. Y aún así vuestra alma, la esencia divina latente dentro de vosotros, ya estaba trabajando a través de vosotros cuando érais ese pequeño bebé vulnerable. Cuando alcanzásteis la madurez, muchos de vosotros fuísteis devorados por las demandas que la vida en la Tierra puso en vosotros, y os enfrentásteis a miedos y dudas. La conciencia de vuestro centro divino, vuestra alma, fue empujada al fondo de un pozo. Sin embargo, llegaron momentos en vuestra vida en los que la dimensión de la conciencia divina se abrió otra vez. Esto a menudo sucedió en momentos durante los cuales tuvísteis que liberar, cuando tuvísteis que decir adiós a alguna circunstancia o acontecimiento. Quizás fue decir adiós a un ser querido, tal vez abandonar un trabajo; cualquier argumento concebible. Tales acontecimientos son transiciones que se asemejan a la muerte, no en un sentido literal sino a un nivel psicológico. A vosotros se os pide que liberéis a un nivel profundo, y es exactamente en esos momentos de liberación que podéis comenzar a sentir la realidad de vuestro Ser eterno, la luz divina que arde dentro de vosotros. Esta realidad permanece con vosotros incondicionalmente, incluso cuando todo alrededor desaparece. Y así es cuando llega a la muerte física. Si en ese momento sois los suficientemente valientes como para liberar, el plano de lo eterno os abrazará y experimentaréis una consciencia muy fuerte de quiénes sois en realidad.

Morir en rendición consciente es un acontecimiento sagrado, lleno de vida y de belleza. La majestuosidad de lo que se está desplegando será tangible para aquellos que estén presentes. Cuanto más hayáis experimentado, aquellos que estéis presentes, “morir mientras se está vivo”, más seréis llenados con una admiración y reverencia acerca de la transición que estáis presenciando.

Con respecto a todas las transiciones disponibles en la creación, extendiéndose desde el nacimiento físico y la muerte hasta momentos de intenso desprendimiento emocional durante la vida, la cuestión esencial siempre está no en si sobreviviréis, sino en si sois capaces de retener la conexión con vuestro propio centro divino. ¿Podéis permanecer en contacto con el plano de la Esencia, vuestros orígenes, el latido de la Creación? Conectarse a menudo con el plano esencial durante la vida es la mejor manera de prepararse para la muerte, y para lo que se halla más allá. Al volveros conscientes ahora – antes de la muerte física – de que el verdadero centro de quienes sois no depende del actual cuerpo físico en el cual residáis, ni de la identidad (papel) que asumís (interpretáis) en el mundo, os liberáis para suavemente hacer la transición una vez que llegue el momento.

Conectarse con el plano esencial es una elección que hacéis. Morir por vosotros mismos no va a acercaros a eso. Después de morir (liberar el cuerpo físico) seréis casi la misma persona que sois ahora, aunque dotados de diferentes posibilidades y con más amplias ópticas y perspectivas. Pero la cuestión crucial siempre permanece: ¿os recordáis? ¿Sois capaces de conectarsos conscientemente con esa dimensión de eternidad que fluye a través de vosotros y que os inspira?

Vosotros sois ángeles de Luz profundamente amados, no-perecederos. Tened fe en esto. Permitíos ser confortados y sostenidos por este conocimiento cuando llegue vuestra hora de morir; y ahora también, mientras luchaáis con los asuntos y cuestiones diarias de vuestra vida.

Para morir pacíficamente, se os pide que os desprendáis a nivel interno de cualquier cosa que os ate a la existencia terrenal. Practicad este desprendimiento continuamente mientras estáis viviendo, y estaréis preparados para morir.

Podéis quizá preguntaros: “¿No será trágico despedirse de la vida, mientras se está en medio de ella?” La respuesta es: “No. En lugar de eso, es testamento de un espíritu verdaderamente poderoso.”

¿Qué significa desprendimiento? Significa que prestáis atención a la esencia, que no quedáis apegados a asuntos no-esenciales. Significa que no creáis drama emocional innecesario; significa que experimentáis alegría en las cosas simples de la vida. Practicar el desprendimiento y permanecer sintonizados con el plano de la esencia implica ser consciente de una dimensión oculta, la cual yace directamente debajo y detrás de lo observable. Significa renunciar a los juicios rápidos en términos de bien o mal, y confiar en una inteligencia cósmica que, en mucho, excede a la mente humana.

Muchos de vosotros estáis atrapados en una fiebre de pensamiento. Pensáis en la vida febrilmente; cómo resolver los problemas, cómo llevar a cabo todas las cosas que pensáis que necesitáis hacer. El desprendimiento significa que no os tomáis tan en serio este aspecto pensante de vosotros. ¿Esto es hacer algo trágico? No. Al contrario. En lugar de eso, trae luz y frescura a vuestra vida.

Es por vuestro impulso excesivo a controlar que la vida se vuelve una lucha, agotadora y pesada. El desapego trae paz a la mente, humor y atención. Ser consciente de la finitud de la vida inspira el deseo natural de cuidar de ella. Y es ahí donde vuestro centro divino puede fluir sin esfuerzo a través de vosotros, desde el plano esencial a vuestra realidad terrestre. Una vez que esto suceda, habréis conquistado la muerte antes de morir.

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