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viernes, 17 de febrero de 2012

Un curso de milagros (I)

 

¿Que significa para ti la palabra muerte?¿Cual es el significado que le has dado?¿De que fuente has obtenido ese significado? ¿Ha sido alguien en tu entorno familiar directo? ¿Un amigo?¿Una cadena de informaciones en los medios de difusión de masas? ¿Acaso has presenciado –e incluso constatado– el fin de la actividad orgánica de un ser cercano, un familiar, una mascota?¿Alguien te explicó que sucede después de la muerte? Si no obtuviste respuesta, ¿Qué significado te viste obligado a darle? ¿Influyó en dicho significado la emoción que experimentaste en ese contexto?¿Cómo te sentiste?¿Confuso?¿Triste?¿Abandonado?¿Pudiste saciar entonces la necesidad de expresar esos sentimientos entonces, o abiertas las compuertas del caudal emocional te viste incapaz de trascenderlas y desigues sumido todavía hoy en el caos emocional que te invadió entonces? ¿Acaso te obligaste a contener dichas emociones, influido por una convención, propia de las tradiciones de un entorno cultural totalmente desapegado?...¿Eres de esas personas que necesitan olvidar para poder abstraerse del recuerdo doloroso de la pérdida de un ser querido y del vértigo que la cuestión existencial te provoca?...¿Qué significado le das a la muerte?¿Acaso has decidido que morir es el fin de todo y ya está? ¿Es ese el significado que le dan/daban los que te rodeaban entonces, aquellos con cuyos esquemas mentales nutrías tu mente? ¿Te conforta esa idea, ese significado que le has dado a ese gran tabú para el que nadie nunca ha podido darte una respuesta coherente? ¿Te enfadas incomprensiblemente con todo aquél que afirma tener una perspectiva diferente a la tuya, por considerarla amenazante respecto a los esquemas que estructuran tu pirámide de valores?¿Tienes miedo a la muerte? ¿En qué está fundamentado ese miedo?¿Qué pensamientos afloran a tu mente con motivo del fallecimiento de un familiar?...¿Irá algún sitio?– te preguntas. Es obvio que esta persona deja de tener un papel activo en tu entorno. Los científicos (médicos) han constatado la detención de sus constantes y órganos vitales físicos. Dicen que 'ha muerto'. Pero no te dicen qué es la muerte...

En la era de los dispositivos tecnológicos más desbordantes seguimos sin tener una respuesta lógica al sentido de la vida. La razón continua negándonos su respuesta al secreto mejor guardado, ¿Quiénes somos?

Desproveer de significado a todos los objetos que observamos con nuestros ojos (físicos, y por ello finitos, es decir limitados, recuerda) constituye un ejercicio destinado a despojar de raíz la base desde la que otorgamos fundamento a la experiencia de existir en este mundo (planeta). Toda nuestra experiencia vital está fundamentada en una concatenación de significados totalmente dementes desprovistos de significado alguno, si uno se detiene por un instante a cuestionarlos con sentido común. El miedo a no tener suficiente es la base del pensamiento, ese 'sistema de significados' que sostiene el frágil (ahora ya es innegable) castillo de naipes de la convenida estructura de interacción que llamamos 'sociedad del bienestar'. El feneciente sistema financiero/prestatario, por ejemplo, está arraigado desde sus inicios en una original perversión: la necesidad de proveer un fondo inicialmente privado de estabilidad monetaria frente a hipotéticas y futuras carencias, el argumento por medio del cual se da por sentada la necesidad de pedir prestado lo que no se tiene para conseguir lo que se desea. Un sistema financiero cuya delirante rueda precisa ser nutrida, una vez consensuada y aprobada su existencia, obviamente con fondos públicos. El miedo al caos, a la inestabilidad, es, pues, el origen del sistema impositivo/tributario. ¿Te das cuenta? Detrás de cualquier a priori sobre el que se asiente una estructura de poder hallarás el miedo. Miedo a no tener, miedo al abandono, miedo al rechazo, miedo a las situaciones confusas, miedo en definitiva a sufrir. Quienes conocen que éste es el pie del que cojeas, saben que eres el ciego en un país gobernado por una oligarquía de tuertos: ellos.

Desde el momento en que una estructura cualquiera empieza a ser cuestionada automáticamente se pone en marcha el fascinante proceso de su desmontaje. Pongamos por ejemplo la defensa nacional, el sistema del servicio militar obligatorio, incuestionado hasta hace una década, ya no se concibe en la mayor parte de las naciones desarrolladas. La resignación de los pueblos a las guerras ha dejado paso a un irreversible proceso de desmantelamiento de esquemas que hasta hace bien poco se daban por sentados e incuestionables.

El miedo no se puede tocar, no se puede medir, no se puede encapsular, no se puede sentir y sin embargo es el origen, la raíz de la ausencia de armonía en el mundo. Mejor dicho, es la negación (la represión) de algo mas tangible, la huída hacia adelante en un contexto de desconcierto, lo que indefectiblemente alimenta la energía del miedo. Es el miedo lo que debe ser desenmascarado, expuesto a la luz. ¿El miedo a qué? Te preguntarás. Esa es la cuestión, ¿A qué tienes miedo en el fondo?

Para aceptar el verdadero sentido de la existencia es necesario desproveerse de los significados, accesorios con los que hemos revestido este misterioso enredo.

Este reloj, no significa nada, esta puerta no significa nada, esta llamada telefónica no significa nada, la cifra 2012 no significa todo eso de lo que se me está alertando...adelante, quítale significado a todo lo que no comprendes ni deseas compender. Por poco cabal que le parezca a tu ego, es un ejercicio de lo mas saludable, e incluso divertido.

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