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lunes, 27 de febrero de 2012

Alguien que me quiera

Una buena amiga se lamentaba ayer de que no encuentra a nadie que la quiera. Lleva un par de años sola tras algunas relaciones frustradas en las que sus compañeros siempre acababan por 'alzar el vuelo' en busca de 'otras flores que picar'.

-¿Es mucho pedir? Simplemente alguien que se comprometa conmigo, que me respete y me quiera.

-Comprendo tu sufrimiento, le respondí. ¿Por qué, en vez de eso, no pruebas a pedir que aparezca alguien a quien puedas dar todo el amor que supuestamente tienes?...Se supone que si apareciese esa persona capaz de quererte tal como necesitas sabrías darle, en justa reciprocidad, todo el amor que tanto reclamas, no? ¿Te has parado a pensar si esa persona ha aparecido ya y resulta que no supiste 'verla'?. Quizá tus expectativas respecto del amor, es decir la idea que te has fabricado -aunque no seas siquiera consciente de ello, poco importa- de una pareja, son tan inalcanzables que nadie pueda nunca colmarlas. Quizá resulte que detrás de tus súplicas tan lastimeras existe una latente exigencia, por supuesto inconsciente, que emana de ti (de nuevo, repito, sin que te des cuenta). Una cierta energía que desprendes.

- ¿me estas diciendo que tengo la culpa de que nadie me quiera?

Sabía que entraba dentro de lo posible que esa fuese su reacción. A pesar de todo, asumiendo que se podía ir, esta vez indignada, le dije con todo mi amor, «Dime, ¿Qué es lo que buscas en una relación de pareja? Tras dudar unos instantes seguramente batallando con su ego, decidió contestar. Lo cual le honra.

- Pues no creo que sea mucho pedir algo de comprensión, dulzura, espontaneidad, comprensión, tolerancia, compromiso...

-Y todo ello de un modo desinteresado, verdad?, sin cartas ocultas...

-Sí, claro.

- Ahora sé honesta. ¿Serías capaz de tener, de entrada, una actitud dulce, compasiva, comprensiva y tolerante de un modo totalmente desinteresado con esa hipotética 'media naranja' que andas buscando?

Me miró sorprendida. Creo que no comprendió. Y lo comprendo perfectamente. Cuando la necesidad de ser colmado es tan grande, cuando no vemos más que nuestra necesidad de sentirnos satisfechos, buscar que otra persona nos ame, 'nos llene', nos ciega. Estamos catalogándonos inconscientemente como 'incompletos' y dependientes de una fuente externa que nos provea de esa pieza que le falta a nuestro puzzle emocional.

Muchos creemos (yo también estaba convencido) de que la felicidad solo se alcanza estando en pareja, es decir, que sin pareja uno está como si le faltara algo. Varias veces estuve emparejado y tantas veces padecí el sufrimiento de la ruptura, pero no me daba cuenta de que era yo quien suponía una amenaza para las relaciones, el que ponía contra las cuerdas a la otra parte con mis miedos. Ahora estoy felizmente emparejado y tengo una hija, pero ya sé qué es lo que me daba miedo del compromiso. Ahora sé que la felicidad no viene de afuera sino que irradia desde dentro. No tengo miedo a estar solo. Por eso la vida me manda otra lección diferente a la de la soledad. Y de eso me beneficio yo y los que me rodean. A todos aquellos que se sienten solos les diría que si bien estar emparejado puede ser sin duda una experiencia muy gratificante, por desgracia la inmensa mayoría de las relaciones de pareja se convierten, más pronto que tarde, en irremediables campos de batalla. Y si hay hijos en común, el tsunami de retos que se genera suele ser, para muchos, inasumible.

-¿Qué te irrita profundamente en los demás? ¿Qué te frustra en tu relación con los hombres?...te lo pondré más fácil: ¿Cuáles son tus miedos inconfesables? ¿Cuáles son los que sueles etiquetar como tus 'defectos', esas actitudes de las que te avergüenzas cada vez que afloran, pero que por mucho que trates de reprimir, no puedes controlar?...¿Qué es lo que quisieras que nadie supiera de ti y sin embargo es extrañanemte 'vox populi', es decir, aquello por lo que todo el mundo te identifica? Ponle nombre a la basura mental que te atormenta...¿Qué temes perder a estas alturas de la vida?

Después de unos segundos, Marisa se decidió a confesarse. -De acuerdo..., no tengo nada que perder exponiendo mis vergüenzas. Sé que no me vas a juzgar. Verás, lo que no me gusta de mi es que soy criticona,...

- Hazte un favor, aunque no lo entiendas ahora, no digas "soy", sino "me considero". Luego te explicaré la diferencia de matiz.

De nuevo me miró con extrañeza. Sin embargo estaba decididamente entregada a lo inesperado, algo le decía que podía confiar en mi discreción, así que continuó. «Me considero una criticona, una sarcástica, tengo un humor bastante ácido, me considero una envidiosa, una rencorosa, tengo un punto vengativo, odio las injusticias...

-Es suficiente, le dije. Vaya, enhorabuena!. Cuanta honradez. Por fin tenemos algo con lo que trabajar. ¿Desde cuando arrastras toda esa basura? Quiero decir, ¿qué motivó que te juzgaras tan severamente? ¿Desde cuando acumulas tanto resentimiento?...

-...

-Te propongo algo práctico. Cuando algo no salga como esperas, cuando te encuentres juzgándote por cualquiera de esas razones, detén por un momento ese pensamiento. Visualízate desdoblándote. Trata entonces de observar a la criticona, a la enjuiciadora, a la rencorosa. Hazlo ahora. Toma una cierta distancia y obsérvate contemplando a esa 'parte de ti' tan aficionada a juzgar (la puedes llamar tu juez interno)...ahora pregúntate, ¿Quién es ese juez?...y, sobretodo ¿Quién es la que está observando la escena?

Si logras, aunque solo sea por un instante, percatarte de la escisión que existe operada en tu mente, habrás dado un salto vertiginoso hacia una renovada consciencia de ti misma. Habrás descubirerto a tu ego, tu mente inconsciente gobernada tiránicamente desde el dominio de tus emociones. Te habrás percibido de que tu parte observadora (tu ser/consciencia superior) no necesita juzgar, no necesita emitir dictámenes, no...necesita. Esa parte de ti, que observa a esa tirana que tiene secuestrada tu mente, es tu ser eterno, impecable, intachable y omnisciente, la infinita e inagotable chispa de divinidad que eres y siempre has sido. Y ese Ser superior es compasivo, comprensivo y desinteresadamente amoroso. ¿Quieres vivir, o quieres seguir sobreviviendo? Si quieres VIVIR, entonces abraza desde esa parte eterna que eres a la jueza interna, la infatigablemente enfadada con la vida, y abrázala como hace una madre con su hija desconsolada. Tras el disfraz del resentido y mordaz ego se esconde una niña asustada, aterrorizada, una niña llena de miedos para los que todavía sigue buscando consuelo. Es esa niña la que está pidiendo que la quieran. Una niña que fue encerrada en la torre más alta del castillo más inexpugnable, para que nadie pudiera volver a causarle ningún dolor. Esa niña es una parte esencial de ti, tu cuerpo/nivel emocional. Ignorar al niño interno es lo que nos conduce por la vía del resentimiento...

Le pregunté, llegado ese momento, qué música la conmovía hasta la médula...

 

 

Existía la posibilidad de que hubiese ido demasiado lejos y que, de nuevo, me tomara por loco, pero la música hizo su efecto y, al poco, empezaron a bajar las defensas y empezaron a brotar algunas lágrimas de sus ojos...

- Habla con esa niña. Siéntela como una parte muy Real de ti, como esa niña que siempre has querido tener, de la que has querido ser madre. Déjale que te cuente sus miedos y obsérvala como si fueses un adulto atendiendo a un niño desvalido en alguna misión de esas a la que te manda esa ONG con la que desinteresadamente colaboras. No es fácil porque tu ego tratará de minar tu moral. No le permitas que intervenga en este legítimo proceso de duelo. Dile a tu niña que te estás haciendo consciente de su existencia y que, de ahora en adelante, vas a permitir que sea ella quien guíe tus pasos. Escúchala porque a poco que sienta que puede confiar en ti te va a exponer una lista de peticiones...Dile que vas a dejar de hacer esos chistes tan sarcásticos que a ella tanto ruborizan y avergüenzan, dile que vas a dejar de mendigar compañía, que vas a dejar de castigar tu cuerpo con alimentos malsanos. Ella tiene la clave de tu libertad de tu paz interior. Restablecer el diálogo con todas esas niñas que fuiste dejando atrás desde la escisión que operaste en tu mente, es la llave de tu sanación, el camino para el realineamiento. Muchos en tu entorno (tu mejor amiga, tus padres, tus compañeros de trabajo...) estarán sin duda en contra de que hagas esa revisión de daños, ese 'exámen de consciencia' –que no es por supuesto el eclesial 'por mi culpa...'– pues aunque te duela saberlo, ellos te quieren triste, desconsolada y desolada. Esa es la Marisa a la que hacen caso. Y cuando tu niña te recuerde todas las situaciones en las que fuiste menospreciada, dejada de lado, ignorada, y te despierte con ello emociones que tanto te has esforzado por reprimir dentro de ti, haz entonces 'oidos sordos' a todos los que te digan que olvides. Haz caso a esa niña y escucha todo lo que tenga que decirte. Te harás un gran favor y se lo estarás haciendo al mundo. Ese será tu camino hacia la redención, la paz interna que tanto andas buscando y que crees que una pareja te aportará. Está en tu interior, no afuera. A mi me ha servido. Ya no me enfado con las situaciones. Las acepto. Y lo bueno viene a mi porque no lo necesito. Serás capaz de perdonar al mundo con el que crees estar indignada y a ti misma por haberte 'prostituido' poniéndote todas esas máscaras que ahora, en este momento, tanto detestas. Con tu ejemplo, otros reconocerán el camino, y toda la violencia desaparecerá de este mundo.

 

Con amor. De mi Ser a tu Ser.

 

 

 

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