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lunes, 7 de marzo de 2011

los apegos (I)




Todos deseamos suprimir nuestras máscaras y vivir abiertamente en paz y armonía con el entorno. Anhelamos la sinceridad, la honestidad, el amor y la conexión con todos los seres que nos rodean. Sin embargo nos cuesta mucho desenmascararnos. Hemos sido criados entre creencias y estructuras mentales ancestrales, heredadas de abuelos a padres, de padres a hijos…que han llegado a arraigarse en nuestras psiquis y que os impiden conectarnos con nuestra propia alma. Hay tres ídolos o “falsos dioses” hacia los que frecuentemente nos volcamos para obtener guía. Y sin embargo, y de hecho, son concepciones que nos descentran y sacan de quicio, pues nos alejan del equilibrio necesario para vivir rendidos a quienes realmente somos.

1. El primer ídolo: Dios como una autoridad externa a vosotros

El primer dios falso es Dios mismo, es decir su concepción como una entidad individual, amo y maestro de la creación. Ese tipo de Dios es una construcción humana, una imagen de Dios que ha influenciado profundamente nuestra cultura, no importa el credo escogido.
Muchos de nosotros pensamos que tenemos que soltar esta imagen tradicional de Dios. Decimos que no creemos ya más en un Dios crítico y castigador, erguido y elevado sobre nosotros, que contabiliza pormenorizadamente un registro de nuestros éxitos y fallos, triunfos y errores, méritos y pecados, como si de un severo maestro de escuela se tratara. Decimos que creemos en un Dios de Amor, que nos perdona todo el tiempo y que nos aprecia y nos anima. Sin embargo y paradójicamente este antiguo concepto teológico aún está muy vivo y latente en nosotros, en un niel subconsciente. Y ello se desprende del modo rígido y carente de amor con el que a menudo nos tratamos a nosotros mismos. ¿Acaso no nos repetimos, a menudo, que hemos fallado, que no hacemos lo correcto, que deberíamos haber progresado más allá, ya sea en el área de las relaciones personales, laborales, o en el terreno espiritual? Nos torturamos con ideas tales como: yo no cumplo con las expectativas de Dios, estoy desilusionando a mis guías espirituales o Ser superior, he fallado en mi misión, no estoy contribuyendo en nada significativo para el mundo.
Muchos de nosotros creemos, firme y secretamente como quien dice, que hay un orden superior al cual se supone que tenemos que responder u obedecer. Ya tenga la etiqueta de “misión del alma” o un “camino de vida” que ha sido tendido o programado para nosotros, procedente de cierta jerarquía espiritual que nos ha 'encargado' alguna tarea, o un guía espiritual que nos dice qué hacer o dónde ir… en todos esos casos creemos en la existencia de una autoridad superior, un nivel espiritual por encima de vosotros, al que sería mejor que escucháramos.

Sin embargo, lo cierto es que tan pronto como aceptamos esas creencias en una autoridad externa a nosotros, capaz de ofrecernos pautas acerca de qué es lo que deberíamos hacer en/con nuestra vida, estamos volviendo atrás, de regreso a la idea del Dios tradicional antiguo de las antiguas civilizaciones. De acuerdo con esta imagen, decidimos que hay un nivel de verdad en el cual las cosas son fijas y determinadas, y todo lo que podemos hacer es vivir, o no, conformes a eso. Esta es una falsa imagen.

Ciertamente, cuando nacemos, nuestra alma alberga intenciones para la vida que se presenta. Uno podría llamar a éstas intenciones su 'propósito superior' para esta vida, pero no ha sido ordenado por nada ni nadie 'fuera de' vosotros. Somos nosotros mismos quienes lo hemos elegido y nació de nuestros propios deseos y anhelos. Las cosas que son “predeterminadas” en nuestra vida – en el sentido de que es muy probable que sucedan, aunque nunca nada está completamente asegurado – han sido creadas y elegidas por nosotros. Nos podemos conectar con nuestro propósito de vida o inspiración superior al escuchar nuestros sentimientos, la voz de nuestro corazón, nuestros más profundos anhelos. Quisiera aconsejaros que no escuchéis demasiado las doctrinas espirituales estrictas sobre cómo deberíamos vivir. Escuchad especialmente la así llamada parte más emotiva de vosotros: las poderosas emociones que se manifiestan en vuestra vida diaria. A través de estas emociones vuestra alma está tratando de llegar hasta vosotros y deciros algo.
Si quisiérais saber qué es lo que vuestra alma quiere deciros en este momento, mirad las emociones que a menudo se reiteran en vuestra vida y que más os absorben, a veces hasta extremos adictivos. Miradlas de un modo bondadoso pero honesto. No acuséis a nadie más por vuestras emociones, no prestéis atención a causas externas; observadlas como el resultado de vuestras elecciones. Por ejemplo, si con frecuencia estáis enojados y molestos, ¿de dónde viene eso? ¿Hay algo que os falta? ¿Qué os dice la ira manifestada? ¿Cuál es el mensaje escondido en su interior? ¿Se trata de una sensación de no ser reconocido y valorado por los demás? ¿Tenéis miedo de mostrarles a ellos quiénes sois vosotros, miedo de defender vuestra verdad? ¿Con frecuencia escondéis vuestros verdaderos sentimientos y es difícil para vosostros establecer claramente vuestros límites? A menudo, a través de la ira, un mensaje sincero os está gritando: un deseo de ser quienes realmente sois, de mostrar al mundo vuestra energía original del alma. Si reconocéis, a través de la ira, vuestro anhelo profundo del alma, estáis viendo a la parte angelical de vuestro ser brillando a través de vuestro niño interior.

Vuestro ángel interno es el “ser superior” que quiere conectarse con la realidad física, encarnar y hacer brillar su luz sobre la realidad de la Tierra. Es la parte que sabe. Vuestro niño interno es la pasión de la vida misma: es deseo, emoción y creatividad. Es la parte que experimenta. Vuestro niño interno es vuestro “ser inferior”, una fuente de alegría y de creatividad si convive en armonía con el ángel interior. Pero si se aparta de las caricias del ángel y queda a la deriva, producto de una defensa frente al abandono, se convierte en una fuente de emociones corriendo salvajemente de aquí para allá.

• La incomprensión frente a los eventos caóticos o no explicados genera un enfado. Si ese enfado no es adecuadamente manifestado –y con ello liberado– se torna en ira, y ésta, a su vez, repercutirá en odio y venganza.

• El miedo no proclamado se pervertirá convirtiéndose en actitudes defensivas y proteccionistas, neurosis y frustración. La tristeza derivada degenerará en depresión y amargura.

Las emociones originales son indicadores… mensajes de la parte de nosotros que experimenta. Es el niño interno quien, a través de estas emociones, extiende sus manos hacia el ángel que se aloja en nuestro interior. Las emociones expresan la experiencia pura, sin conocimiento intelectual. Las emociones son expresiones de incomprensión. Es en la conexión con el ángel que las emociones pueden ser tomadas como indicadores y ser comprendidas. Como tales, las emociones se vuelven instrumentos para la transformación y la exploración: el niño o “ser básico” enriquece y complementa al ser superior (ángel) ya que provee, a la parte que sabe, de contenido y sentido. El ángel en nosotros cobra vida y experimenta profunda alegría si se le permite iluminar al niño. Y si el ser superior brilla a través de él de este modo, nuestro cuerpo emocional se calma y obtiene equilibrio. El fruto del confluir del ángel y del niño es un conocimiento interior intuitivo que puede imbuir nuestras vidas de luz y facilidad.
Los principios superior e inferior en nosotros, el ángel y el niño, son un todo. Los conceptos “superior” e “inferior”, por tanto, no son realmente correctos. Se trata de un jugar alegre entre la “sabiduría” y la “experiencia” juntas. Es esta interacción lo que conduce a la maestría.

Para hallar pautas respecto a cómo abordar la vida en el momento del ahora, podéis tomar contacto, en la mayor medida posible, con vuestro niño interior. Prestándole la atención que él/ella necesita. Lo estaréis bañando con vuestra conciencia superior, ese ‘toque angelical’. Para ilustrar esto, volvamos al ejemplo de arriba en el que se habló de ira y de irritación. Una vez que os hayáis conectado con esta emoción y la habéis concebido como un niño, podéis invitar al niño a venir hacia vosotros. Podéis preguntarle qué es lo que lo perturba y qué necesita de vosostros para sanarse. Dejad que el niño os responda y permitidle expresarse muy claramente. Imaginadlo hablándoos de un modo vivaz, con una expresión concreta en su cara y un lenguaje corporal claro. Tal vez os esté dando respuestas específicas, tales como “¡yo quiero que renuncies a tu trabajo!” o “yo quiero tomar lecciones de danza”, o pueden ser más generales como “yo necesito jugar y relajarme más” o “¡yo no puedo estar guapo/linda todo el tiempo!” Tomaos las respuestas seriamente y vivid conforme a eso tanto como podáis. Tal vez no podáis hacer instantáneamente las cosas que vuestro niño interior desea. Pero podéis empezar poco a poco, paso a paso a comenzar a daros cuenta de vuestros anhelos.
Si abrazáis al niño enojado, atemorizado o triste dentro de vosotros, con amor y aceptación, él será tocado por el ángel que está dentro de vosotros y el resultado es que vuestra alma os habla a vosotros. Comenzad con las emociones, encontrad el verdadero anhelo detrás de aquellas emociones, y hallad un camino para comprenderlas paso a paso.
En la imagen del ángel y del niño interior que yo estoy delineando, no hay lugar para una figura autoritaria de Dios. Lo “superior” y lo “inferior” se complementan el uno con el otro en una relación abierta, de desarrollo dinámico. El ángel no le dicta nada al niño, ni el niño tiene autoridad sobre el ángel. Es por medio de su interacción que descubrís lo que es correcto para vosotros en cada momento.
Hallaréis vuestros propósitos de vida a través de esta conexión íntima entre el ángel y el niño. En esta conexión descubrís lo que realmente os impulsa. Ninguna autoridad fuera de vosotros puede reemplazar esta conexión, o hacer la conexión por vosostros. Un maestro o gurú sólo puede recordaros y señalar esa área sagrada interior, donde vosotros podéis permitir que el niño interior sea acariciado e inspirado por el ángel en vosotros. En esta área vosotros descubrís quiénes sois y cuál es vuestra pasión. Las pautas generales acerca de cómo vivir una vida espiritual casi siempre son inadecuadas, o al menos no son de naturaleza universal. La verdad es amorfa. Cada criatura tiene su propia forma, su propio modo de vivir la Verdad. Ese es el milagro de vuestra esencia del alma original. Los maestros espirituales genuinos no enseñan lo que ‘hay que hacer’ o no, tales como “no comer carne” o “meditar dos horas por día”. Un verdadero maestro sabe que todo se trata de hallar su propia verdad, en profunda comunicación con vosostros mismos. Los maestros pueden indicar qué es lo que a ellos les ha sido útil o su propio modo de caminar, pero ellos no convertirán esto en una regla o dogma.
Si echáis una mirada al modo en que Dios ha sido retratado en la mayoría de vuestras tradiciones religiosas, veréis que eso es exactamente lo que sucede aquí con vosotros. La mayoría son tradiciones de miedo y de abuso de poder. La necesidad de reglas talladas y dogmas, y la tendencia hacia las organizaciones jerárquicas siempre muestran que el miedo y el poder están en juego. Sin embargo lo mismo también sucede en la espiritualidad de la nueva era. Tomad por ejemplo las muchas predicciones y teorías especulativas que están circulando actualmente. Si aceptáis esto sin consultar vuestra propia base de sentimientos relacionados con eso, podéis volveros inseguros y comenzar a preguntaros “¿estoy haciendo las cosas bien?”, “¿qué pasa si pierdo la nave espacial en el 2012?” o “¿está el estado de mis chakras lo suficientemente puro como para entrar a la 5a dimensión?” Este tipo de preguntas ciertamente no es útil para vuestro crecimiento interior. Yo os pido: volcaos hacia vosotros mismos. No os enfoquéis en el movimiento de los planetas o estrellas, los cambios climáticos, o el juicio de un “maestro ascendido” para determinar el nivel de vuestra propia comprensión. Sois el centro de vuestro universo, la piedra de toque de vuestro mundo. No hay Dios fuera de vosotros que sepa mejor o que determine las cosas por vosotros. No se trata sólo de que el Dios que anteriormente proyectásteis fuera de vosostros reside en vosotros, sino que este Dios tampoco es omnisciente. El principio divino en vosotros y toda la creación es una fuerza juguetona, creciendo y evolucionando de manera abierta e impredecible.
En esta imagen, lo “inferior” tiene una indudable razón para existir: es el combustible para el crecimiento y la satisfacción. La luz y la oscuridad tienen su propio rol que jugar y es en la aceptación de ambos que os ilumináis. Extenderse en la luz de un modo desproporcionado, ignorando o combatiendo la oscuridad, algo a lo que aspiran ciertos grupos espirituales, crea desequilibrio e indica una sutil resistencia a (y desprecio por) la vida en la Tierra.
Hacer las cosas mal, cometer errores, es correcto y puede incluso traeros mayor crecimiento que tratar de evitar cometer equivocaciones. En las “cosas malas” la semilla de la luz está latente. Sólo experimentando lo malo desde adentro, podéis experimentar lo bueno como hermoso, puro y verdadero. No podéis aprender “desde afuera”. Vosotros, Dios animando vuestra esencia, se ha sumergido a las profundidades (dentro de la realidad material) para volverse sabio a través de la experiencia, no para aplicar sabiduría y ‘corregir’ a la experiencia. En ese sentido, no hay muchas cosas que no sean espirituales. Toda experiencia es sagrada y significativa. No os dejéis guiar por normas externas, que dictan lo que es saludable, correcto y espiritual que debéis hacer. La piedra de toque está en vuestro propio corazón: si lo sentís como correcto, entonces está bien. Soltad cualquier otra cosa.

2. El segundo ídolo: los estándares e ideales de la sociedad

Otro dios falso que os separa de vuestra energía de alma original es la “sociedad”: los estándares y valores que controlan vuestro mundo social y os son transmitidos a través de vuestra crianza, educación y ambiente de trabajo. Muchos de los ideales de la sociedad tienen sus raíces en el miedo, en la necesidad de controlar y estructurar la vida de modo que llegue a ser un campo de juego hábilmente dispuesto. Muchas pautas de comportamiento no están muy inspiradas en lo que la gente verdaderamente siente y experimenta, sino en lo que parece desde afuera.
Tratar de cumplir con tales estándares externos de conducta puede meter mucha presión sobre vosotros. Pensad en el miedo a “no encajar en”, no haber logrado lo suficiente, no ser lo suficientemente bello, no tener relaciones lo suficientemente satisfactorias (o no tenerlas en absoluto), etcétera. Al compararos con imágenes irreales de éxito y de felicidad, vuestra energía creativa se atasca, inundada de temor al fracaso, y ya no os sentís más en casa en este mundo.
Debido a todos estos hacer y no hacer, los cuales se han vuelto como una segunda piel, difícilmente os atrevéis a explorar vuestra creatividad original. Tenéis miedo de saliros de la senda pisada. Pero es exactamente esta fuente original de energía, la energía que quiere fluir originalmente desde vosotros, ¡la que es tan bienvenida en la Tierra! Es esta parte de vosotros la que está destinada a causar la transformación de la consciencia en la Tierra en este momento.
Conectaros con vuestros impulsos creativos y expresarlos de vuestro propio y original modo, a menudo exige que os desviéis de los propósitos e ideales de la sociedad. Puede darse el caso de que vuestro ritmo natural de exploraros y luego expresar quiénes sois en el nivel material, no encaje con el esquema de la sociedad de cómo y cuándo lograr ciertas cosas en la vida. Vosotros podéis tener que atravesar primero un largo proceso de llegar a conoceros profundamente, no logrando o produciendo poco o nada en el nivel externo. Mientras esto puede parecer ineficiente o fracasado para la gente, vosotros podéis estar trabajando muy duro en el nivel interior, descubriendo muchas cosas valiosas acerca de vosotros mismos.
Tomaos svuestro tiempo para descubrir quiénes sois, a dónde os conduce vuestra energía natural, e integradla dentro de vuestro ser emocional y físico. No prestéis atención al éxito externo. Enfocaos en lo que se siente como bueno y correcto para vosotros, lo que os hace sentir relajados e inspirados. Si halláis ese modo de vivir (en armonía con los demás, sin buscar el conflicto con los demás), y experimentáis paz y sosiego por dentro, entraréis más fácilmente en contacto con vuestra energía del alma original.
Hay mucho miedo en la gente respecto a lo que la sociedad dicta y espera de vosotros. Lo extraño es que esa “sociedad” como tal ni siquiera existe. Lo que tenemos es una gran cantidad de personas juntas, cada una con sus propios anhelos sinceros y sus miedos profundamente arraigados. Cada uno desea ser libre en el sentido más profundo de la palabra: simplemente ser quienes son, sin miedo a ser juzgados por “los demás”. Por lo tanto pensad otra vez, siempre que estéis prestando mucha atención a lo que los demás piensan de vosotros. De hecho vosotros también os estáis volviendo el peor enemigo de los otros, ya que aceptando sus pautas y temiendo su crítica, colaboráis a mantener vivos los falsos ideales y os sofocáis recíprocamente incluso más intensamente, convirtiéndoos en aquellos que juzgáis en los demás, en la “sociedad” que los otros perciben.
Especialmente vosotros, pioneros de la Nueva Era, podéis ser un ejemplo para la gente que está atrapada en el miedo. Sois ese ejemplo cuando verdaderamente os mantenéis erguidos por vosotros mismos, escuchando atentamente vuestros sentimientos y anhelos, viviendo en conformidad con vuestra integridad y soltando (no batallando) los dictámenes y opiniones externas. Estas opiniones nacen del miedo, no del amor, y a menudo están basadas en viejas reglas y códigos de los que nadie recuerda ya su verdadero origen. Estos viejos estándares, que ya no mantienen conexión con el corazón humano, esperan ser transformados desde adentro, por personas que se atreven a dar a conocer nuevas perspectivas. La sociedad los está esperando; espera ideales y estándares inspirados que ayuden a las personas a conectarse con sus corazones y con sus verdaderos deseos. Vosotros contribuís a la transformación colectiva de la conciencia siendo un ejemplo de amor en lugar de un seguidor del miedo.
Atrevéos a incitar a vuestra parte juguetona, infantil. Entrad en contacto frecuentemente con vuestro niño interior: él sabe muy bien lo que quiere. A menudo vosotros difícilmente podéis sentir qué es lo que vuestro corazón verdaderamente anhela y sentís como si hubiera perdido su pasión. Esto sucede porque no le permitís más a vuestro niño interior jugar, fantasear y soñar. Cuando medís vuestro potencial a partir de códigos externos (lo que es apropiado para mi edad, género, ambiente social) os limitáis y no permitís al niño, al soñador y visionario, extralimitarse de las convenciones y conectarse con su “código interior”.
Todos naacísteis con una inspiración, un deseo de manifestar algo en la Tierra, tanto para vosotros como para los demás (“sociedad”). No habéis venido aquí para vivir en la torre de marfil. Sois parte de la conciencia colectiva en la Tierra y habéis venido aquí para ser líderes inspiradores de cambio. Eso es lo que os hará sentiros felices y realizados. Al conectaros con vuestro niño interior, y sentir una vez más la magia de esa pasión original, las fronteras ilusorias y los límites serán levantados y hallaréis vuestro camino en la vida de un modo mucho más fácil y ligero. Cuanto más os liberéis de los falsos dioses que los mantienen encorsetados, pequeños y temerosos, más viviréis desde una sensación de libertad y de rendición al corazón, y más el universo os apoyará y os proveerá los medios necesarios para dar fruto a vuestra pasión.

3. El tercer ídolo: compadecer a los demás y acompañar su sufrimiento

Hay otro dios falso que quisiera mencionar y el cual tal vez sea el que más os preocupa en la vida diaria. Es compadecer a vuestros compañeros, compartir la carga con vuestros seres queridos, sufriendo junto con ellos. Ahora, os podéis preguntar: ¿Cómo puede ser eso un ídolo? ¿Qué hay de malo en eso? ¿No se supone acaso que estoy conectado con los demás, especialmente con mis seres queridos, y que tengo que ayudarles si puedo? De lo que estoy hablando es de una tendencia que tenéis a conectaros tan profundamente con la gente que os rodea, que sois arrastrados por ellos hacia su dolor, sus problemas y emociones negativas y perdéis contacto con vuestro propio centro y paz interior. Esta clase de lástima y co-sufrimiento no es en absoluto vuestro deber, ni tampoco es provechoso para la otra persona (la que sufre). No es tampoco correcto desde un punto de vista espiritual.
Mucho de lo que vosotros llamáis “elevada sensibilidad” se está abriendo tanto hacia la energía de la otra persona que elimina las vuestras. Vuestra empatía (es decir, la habilidad de sentir el humor y las emociones de la gente) está insuficientemente equilibrada por la perspicacia de saber que las energías negativas en esas otras personas pertenecen a ellos y no a vosotros. No estáis comprendiendo con suficiente claridad que la negatividad juega un papel crucial y viable en la vida de esa otra persona y que vosotros podéis iluminarlos a través de vuestra compasión y comprensión. Pero no sirve de nada que sufráis junto con ellos.
Por supuesto que os encantaría ver a vuestsros seres queridos llevar vidas felices y satisfactorias (ya sea vuestra esposa/marido, vuestro hijo, padre o un amigo). Quisiérais que ellos se sintieran mejor y que sus problemas fuesen resueltos. Siempre recordad que los problemas que ellos tienen son producto de sus propias creaciones y les sirven de experiencia. Los problemas de relaciones, asunto de dinero, problemas de salud, desórdenes psicológicos…todos ellos reflejan conflictos internos profundamente arraigados dentro de su alma. En algún lugar, en lo más profundo de su intención, la gente quiere experimentar estos problemas, para librarse de algo. Podría parecer que ellos son víctimas, especialmente cuando ellos corren en círculos una y otra y vez. Pero a menudo eso significa que ellos todavía quieren experimentar completamente algunos aspectos de ese problema y que aún no están abiertos a vuestra ayuda. Si de todos modos tratáis de ayudarlos, fácilmente os incomodaréis y y tenderéis a controlar sus vidas agotando con ello vuestras propias fuentes de energía. Entregáos a la rendición como forma de vida.
Dando demasiado o inapropiadamente, malgastáis vuestra energía y os enmcadenáis emocionalmente con aquél o aquella que estáis tratando de ayudar. Esto os hace dependientes de la otra persona para aliVuestras energías emocionales se confunden y ésta es una de las mayores causas de la pérdida de fuerza, vitalidad y conocimiento de uno mismo. Pocas cosas pueden descomponer vuestra energía tan fácilmente como la sensación persistente de deuda, culpa y responsabilidad por alguien más.
En tal “relación de ayuda” a menudo surgen asuntos de poder, incluso si nadie tuvo esa intención. Al dar demasiado o inapropiadamente, el ayudante en realidad trata de disimular un vacío interior que pasa desapercibido mientras uno está preocupado por alguien más. Ayudar a alguien más puede haceros sentir más fuerte y más seguro de vosotros mismos. Aquél que recibe toda la atención por parte de vosotros, experimenta esto como lindo y confortable, y ellos pronto notan que pueden influenciaros y manipularos con sus caprichosos estados de ánimo y emociones. Ellos saben que si las cosas se ponen peor para ellos, conseguirán más atención de vosotros (porque vosotros deseáis muchísimo que ellos estén bien). El “sufriente” entonces percibe que tiene poder sobre vosotros y eso da como resultado que desee permanecer en el cómodo papel de víctima. En tal relación, está teniendo lugar un fuerte intercambio de energía, y os agotará a ambos, porque no está alineado con lo que vuestras almas realmente anhelan. No hay una verdad espiritual en el modo en el que os estáis reduciendo uno al otro a roles muy limitantes. El ayudante finalmente se frustrará porque el sufriente no progresará demasiado: no tiene interés en cambiar, porque él ha invertido mucha energía en el rol de víctima, atascándose incluso más en su papel de ‘pobre de mi’; ellos se hunden en eso más profundamente, lo cual puede paralizarlos completamente. Ambos os enojaréis y os culparéis el uno al otro.
Fácilmente os compadecéis y os apenáis por la gente que está a vuestro alrededor. Especialmente las almas trabajadoras de la luz, quienes tienen un profundo impulso a esparcir luz y conciencia sobre la Tierra, son muy sensibles al sufrimiento de los demás. Es difícil para vosotros ver el sufrimiento a escala global, por ejemplo en regiones del mundo devastadas por la pobreza o por la guerra, o la destrucción y contaminación del medio ambiente. Pero cuando se manifiesta en un sufrimiento localizado que está cerca de vosotros, en vuestro ambiente personal, os afecta muy profundamente.

Es importante comprender que no ayudáis a alguien volviéndoos más pequeños. Con frecuencia pensáis que si absorbéis y tragáis parte de las emociones de la otra persona, os conectáis profundamente con ellos y por lo tanto los ayudáis. Es como si estuviérais compartiendo la carga. Pero asimilando los problemas de la otra persona, en verdad vuestro poder se fragmenta y se destroza por la negatividad en ellos. Pensaréis que no tenéis derecho a la felicidad, tranquilidad, a estar satisfechos con ustedes mismos, mientras otros sufren. Este es un grave error. En realidad, lo opuesto es lo verdadero.
Ayudar verdaderamente a alguien significa que ponéis vuestra energía al servicio de la solución del problema, no en el problema mismo. Para hacer esto necesitáis volveros más grandes en lugar de más pequeños. Cuanta más independencia y consciencia de uno mismo irradiéis, más representaréis la “energía de la solución” y más podréis interesaros por alguien más sin agotaros. Si vais a sufrir con ellos, tan sólo estaréis reafirmando el problema presentado. Si permanecéis centrados y calmos, sin resonar con las emociones pesadas del otro, dais a conocer otro ángulo, otra perspectiva de mirar el problema. Precisamente desde el momento que no resonáis con la energía del problema, estáis vertiendo nueva luz sobre él.
La verdadera guía espiritual nunca involucra resolver el problema de alguien más. Más bien significa ser un faro de luz y de consciencia para ellos, quien os refleja sus problemas de un modo que les permite a ellos echar otra mirada sobre eso. Les permite a ellos ver significado y valor en el problema; les devuelve a ellos una sensación de libertad y de responsabilidad. Algo dentro de vosotros toca su corazón y los inspira: es la energía del amor. Es la energía de la aceptación. De este modo, les ofrecéis a ellos la “energía de la solución”, no haciendo algo por ellos, sino irradiando esa paz hacia los demás. No se trata de llevar las cargas de los demás o de hallar soluciones a sus problemas. Se trata de llevar la energía de la solución en vuestro propio ser y de compartirla abiertamente con los demás. Esa es la esencia de vuestra misión en la Tierra, la esencia de lo que significa traer luz.

Ser fiel a vosotros mismos, cuidaros a vosotros mismos y escuchar lo que vuestra intuición os susurra es un prerrequisito para anclar la frecuencia del amor en la Tierra. Esto es lo que vuestra alma quiere para vosotros. Cada vez que dejéis que los demás os arrebaten vuestra energía, o deis demasiado de vosotros por miedo o por una necesidad de controlar, una parte de vuestra luz se apaga y necesitaréis recuperaros y sanaros emocionalmente para recuperar el equilibrio y vitalidad natural. Daos cuenta de cómo esto sucede en vuestra vida diaria. Si os estáis preocupando por otra persona, por cómo ellos os perciben a vosotros o por cómo deberíais ayudarlos, y vuestros pensamientos van en círculos, y las mismas emociones se repiten, entonces es síntoma inequívoco de que atascados en el surco del miedo y del control. A menudo, tendéis a entregar vuestra energía porque pensáis que estáis haciendo las cosas mejor, ayudando a las personas o resolviendo un problema donde ‘se precise’. Pero prestad atención a esto: ¿realmente vuestra contribución sirve para solucionar el problema o más bien afirma y por lo tanto perpetúa el problema? Preguntaos a vosotros mismos si no estáis realmente sirviendo a un ídolo, en lugar de servir a vuestra propia luz interior.
Tratar de controlar las cosas con frecuencia parece apropiado y razonable, pero a menudo todo se reduce a actuar obligados por el miedo a que la inacción os conecte con el abandono y la sensación difusa de no valer. Con frecuencia os sentís cansados y agotados por todos vuestros esfuerzos en diferentes áreas de la vida, pero a menudo perseveráis y sentís que estáis obligados a poner incluso más energía en eso. Pensáis que le deben eso a alguien, a alguna organización, a la sociedad o incluso a Dios. Pero cada vez que os sentís emocionalmente agotados, insistiendo demasiado, es tiempo realmente de liberar y encontrar algún lugar tranquilo para vosotros mismos. Es tiempo de soltar el mundo y volcaros hacia adentro. Cortar las sogas por un tiempo y reconectaros con vuestro niño interno es muy importante para permanecer centrado y equilibrado. Al conectaros con el niño, también despertáis al ser angelical, el cuidador del niño. Os conectáis con vuestro “ser inferior” y su “ser superior”, y al sentirlos dentro, y escucharlos cuidadosamente, comenzáis a sentir cómo ellos pudiendo jugar juntos alegremente en su presencia. Se torna claro qué cosas necesitáis hacer o perseguir para llegar a estar centrados y tranquilos otra vez.

Encontrar y seguir vuestra pasión

Cada uno nace con una pasión. Imaginad que esa pasión es una hermosa rosa roja. Imaginen que, justo antes de nacer,estáis sentados en los confines del cielo, sosteniendo esta exquisita rosa roja en vuestra mano. Aunque podáis estar dudando acerca de si dar el salto adentro del reino de la Tierra, preguntándoos, incluso tristemente, si realmente os veis capaces de cumplir con ese reto, seguís sintiendo un profundo fuego interior, una pasión, que se os presenta como la rosa roja. Ahora imaginad que dais el salto, os encarnáis, y ahora lleváis la rosa adentro, en vuestro abdomen y en vuestro corazón. Dejad que la energía de la rosa venga a vosotros ahora. Permitid que vuestra pasión original, vuestra inspiración se presente a vosotros en este momento.
Echadle una mirada a la rosa, ¿a qué se parece ahora? Tomad la primer imagen que aparezca en vuestra mente. ¿La rosa luce un poco triste y raída, o resplandece vibrantemente? ¿Veis un pimpollo o una rosa floreciente? ¿Necesita algo de vosotros en este momento? Tal vez más agua o luz del sol, o algo más de amor y atención, ¿o quiere ser trasladada a otro lugar, a un entorno donde se pueda nutrir más? Imaginad que le dais exactamente lo que necesita, y sentid cómo esto os afecta a vosotros en el nivel interior.
El rojo es el color de la Tierra y el del chackra raíz o base. El rojo es el color de la pasión. A menudo tenéis miedo de vuestra propia pasión. teméis dejar que este flujo original se exprese abiertamente en vuestras vidas, porque va en contra de lo que la sociedad o la tradición consideran apropiado, correcto y razonable. Sin embargo, en cada uno de vosotros hay una pasión original y una inspiración que es la verdadera fuente de vuestra existencia aquí y ahora. No podéis realmente sentiros realizados e inspirados hasta que no dejéis que esa energía se esparza en vuestra vida y la guíe. La esencia de la rendición como forma de vida es que os rindáis a vosotros mismos, a vuestra pasión del alma, a la inspiración que acuna vuestra vida actual.
Hay varias formas de reconocer si estáis conectados con vuestra pasión del alma.

1. Sentir inspiración – donde sea que fluya, ahí es donde necesitáis estar
La rendición como forma de vida significa que os dejáis guiar por lo que verdaderamente os inspira. La rendición no es una energía pasiva. Al rendiros a lo que realmente os motiva y los inspira, estáis abriendo la puerta a un flujo de energía interior vivaz y activo. Para descubrir ese flujo por vosotros mismos, necesitáis descubrir con qué clase de ocupación o actividad vuestra energía fluye naturalmente. ¿Qué cosas os hacen sentir felices y tranquilos? ¿En qué clase de ocupación o actividad sentís que las cosas se mueven fácilmente y con gracia? ¿Cuál es la esencia de estas cosas o actividades? Sentid la esencia de eso – y sabed que puede haber una variedad de caminos por los que esta esencia toma cuerpo y forma.

2. Ser fiel a vuestra propia naturaleza
Lo que hacéis naturalmente, es para lo que sois buenos.
Para reconocer vuestra pasión precisáis daros cuenta de que siempre hay algo que es muy natural para vosotros. Es algo, una actividad, ocupación o forma de expresión, hacia la cual os sentís atraídos, interesados y cuya dedicación os produce disfrute. Es algo cercano y natural para vosotros, casi evidente desde vuestra perspectiva. Para dar fruto a vuestro talento natural podéis tener que aprender algunas habilidades o seguir alguna educación formal, pero será relativamente fácil y alegre para vosotros hacerlo. Vuestra pasión es algo hacia lo cual vuestras habilidades y talentos están afinados; involucra actividades para las cuales sois buenos desde el comienzo.

3. Poner límites claros y atreverse a decir “no”
Tomaos a vosotros mismos seriamente.
Vosotros estáis en el flujo de la rendición si os tomáis a vosotros mismos con la suficiente seriedad como para decir no a las cosas o personas que inhiben o interrumpen ese flujo. Sólo podéis seguir vuestra pasión si os atrevéis a decir no a lo que no se adapta o se siente apropiado para vosotros. Rendirse a uno mismo, a la inspiración original, significa ser precoz y obstinado a veces, mantenerse apartado y confiar en los mensajes del corazón incluso si la gente dice que sois tontos o ridículos. Se trata de la fidelidad a vosotros mismos. ¡Atreveos a ser grandes, atreveos a marcar la diferencia! Realmente no hay alternativa, lo sabéis. La alternativa es que vuestro flujo natural de inspiración se atasca y se seca y comenzáis a sentiros frustrados, vacíos, enojados e insatisfechos. Si no elegís por vosotros mismos, elegís en contra de vosotros mismos. La energía de la rosa, vuestra pasión, se retira y esto crea problemas psicológicos tales como soledad, desavenencia y finalmente depresión. Por lo tanto, atreveos a decir no, atreveos a ocupar un espacio con límites claros. No temáis ser “egoístas” de acuerdo a los estándares de los falsos dioses.

4. Paciencia y ritmo – caminad paso a paso
Si estáis conectados con la energía de vuestra alma, con vuestra inspiración, esto despejará vuestro camino en vuestra vida cotidiana. Las oportunidades (en la forma de personas o situaciones que encontréis) vendrán hacia vosotros a un paso y ritmo que se adapta a vosotros. Si queréis estar a tono con ese flujo de manifestación, permaneced en el presente y tomáoslo paso a paso. No tratéis de correr más allá de todas las cosas que tienen que suceder para comprender vuestros sueños y vuestra pasión. La vida os cuida, no ncesitáis cuidar a la vida. Simplemente sentid vuestra pasión y confiadla en las manos del Dios dentro de vosotros. Dejen que el ángel que está adentro proteja y vigile los sueños y deseos de vuestro niño interior. ¡Rendíos y confiad!

Muchas gracias por estar aquí hoy. Es un gran placer estar con vosotros y recordad que el yo que está diciendo esto también representa en gran medida a vuestra propia energía. Es vuestra propia energía la que os hace señas y os invita: atreveos a vivir, ¡atreveos a ser quienes sois!

J



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