Hoy estoy aquí con mucha alegría y con mi corazón abierto a todos vosotros. Yo soy María. Yo he sido la madre de Jeshua, aquel a quien llamáis Jesus, el Cristo. Yo represento el aspecto femenino de la energía Crística, que ahora está naciendo en la Tierra cada vez en mayor medida. La energía femenina ha estado mucho tiempo reprimida en vuestra sociedad, y en vuestros corazones también.
La energía femenina es una fuerza primordial de la Creación, una parte fundamental de Todo lo Que Es. Ella procrea la vida y fluye a través de todos. Sin ella vosotros no existiríais, ni como alma ni como un Seres Humanos. El flujo femenino de energía también trae magia a esta época y quiere aliviar la oscuridad de este mes de diciembre así como también vuestras luchas internas y estados de ánimo más pesados.
Vosotros a veces os preguntáis cuál es el sentido de todo esto, de esta vida que vivís en el planeta Tierra. Yo os digo que es valiosa y sirve a un propósito. Estáis haciendo un trabajo importante aquí. Vuestra presencia ejerce una influencia sobre toda la vida que os rodea. Vosotros estáis generando cambios en el Mundo. Sin embargo, eso no tiene que ser el foco de vuestra atención. Vosotros no necesitáis para nada enfocaros en los demás para marcar la diferencia. El secreto radica en poner el foco exclusivamente en vosotros mismos y en la integridad de vuestro Ser. A medida que os llenáis de una conciencia amorosa, de una aceptación de quiénes sois en todos los aspectos, creáis un canal a través del cual la luz llega a vosotros fácilmente. Y automáticamente también ese flujo revierte hacia los demás. Habéis pasado demasiado tiempo desatendiendo vuestra integridad tratando de hallar respuesta a todas vuestras dudas, redención a todos vuestros errores, por la vía de la dedicación a otros. Tan sólo necesitáis prestar verdadera atención a vosotros mismos, para cumplir vuestra misión aquí en la Tierra.
En este contexto hoy quiero hablar acerca de cómo vosotros podéis ser una madre espiritual para vosotros mismos. Yo represento la energía de la madre en la tradición Cristiana. ¿Pero qué significa eso realmente? La maternidad es un aspecto crucial de la energía femenina; la madre es vista como el aspecto de la naturaleza que da vida, que nutre y cuida. ¿Pero es ésta una imagen completa? En las imágenes que se han evocado acerca de mí en el curso de la historia, mucho ha sido falsificado y tergiversado. Debido a eso quisiera contaros un poco más acerca de mi vida en la Tierra, cuando fui la madre de Jeshua.
A menudo he sido retratada como una santa, pero yo a buen seguro que no fui tal durante mi vida en aquél entonces. Yo fui una mujer normal, de carne y hueso, pasé por grandes agitaciones emocionales y estoy familiarizada con todo lo que vosotros estáis pasando en vuestras actuales vidas. En la familia en la que nací, yo llegué tarde, fui la séptima y última niña con muchos hermanos y hermanas mayores que yo. Era una niña bastante obstinada. Siendo la más pequeña, pronto aprendí que no podía esperar la atención que necesitaba, que tenía que cuidar de mí misma y no depender de los demás. Mis padres estaban ahí procurando mi sustento físico, pero yo no era el centro de su atención tal como deseé. Esto sin embargo, en cierto punto, encajaba en el contexto de mi naturaleza, porque a mí me encantaba estar en mi propio mundo de fantasía y salir de casa sola.
Para lo que es una niña yo era totalmente intrépida y aventurera. También tenía un fuerte sentido interior sobre las cosas y no me iba a desviarme fácilmente de esa guía. No me preocupaba mucho por lo que los demás pensaran de mí. Yo tenía hermanos mayores quienes también de vez en cuando me fastidiaban y me tomaban el pelo, y debido a esto pronto comprendí que era necesario construir mi propio orgullo y autoestima, de modo que yo pudiera afianzarme para poder ser quien era. Yo era un poco diferente. Podía percibir energías y tenía una tendencia a “mirar a través” de las personas. Con frecuencia, mientras ellos estaban charlando, yo podía sentir que ellos estaban escondiendo cosas, emociones que eran violentas o pesadas, mientras su aparente comportamiento era calmo y sereno en la superficie. Esto me confundía siendo una niña. Yo sentía que algo estaba mal y me preguntaba por qué, pero nadie estaba capacitado para darme una explicación coherente. Por consiguiente a veces yo también era una niña solitaria, pues a menudo me sentía incomprendida. Me encantaba estar afuera en la naturaleza y me encariñaba con los animales que andaban alrededor de la casa.
Lo peor que me pasó en la infancia fue la muerte de mi madre. Esto sucedió mientras yo era aún muy joven, una adolescente; mi madre era relativamente de edad avanzada ya que yo había llegado 'tarde'. Su muerte fue para mí la primera confrontación con la emoción de la pérdida. Fue una experiencia profundamente dolorosa y yo me sentí destrozada y abandonada. Mientras estaba sentada cerca de ella en su lecho de muerte, sentía como si hubiese perdido una parte de mí. Una parte de mí parecía desvanecerse irrevocablemente. Y yo no podía agarrarme de eso, tenía que soltar. Esto de hecho resultaría ser la mayor lección que tendría que aprender en mi vida: soltar.
Ahora doy un gran salto hacia adelante, hacia la época en la que nació mi hijo Jeshua. Al igual que cualquier mamá, yo adoraba a mi pequeño bebé y quería protegerlo del daño. Al principio yo no me daba cuenta tanto de que había algo especial en Jeshua. Lo que yo supe – toda mi vida – era que había una mano invisible guiando nuestras vidas. Yo sentía que algo más grande estaba trabajando a través de nuestras vidas, algo que no podíamos dirigir de acuerdo a nuestra voluntad, a nuestras necesidades y deseos humanos. Yo también sabía que este poder más grande era benigno y sabio. Hay una sabiduría en eso que a menudo nosotros no podemos pescar con nuestras mentes humanas. Es sólo mucho tiempo después que nos damos cuenta de que la vida nos trae exactamente lo que necesitamos. Cuando está realmente sucediendo, puede parecer cruel e injusto.
Y así es como a mí me parecía que era mientras criaba a Jeshua. Cuando él creció, pronto se tornó evidente que había algo especial en él. Él tenía dones y talentos extraordinarios y era tan obstinado como lo había sido yo de niña. Por un lado yo reconocí muy bien esa energía especial en él, pero por otro lado yo lo encontré muy difícil. Como una madre, tú quieres proteger a tu niño de los poderes malos en el mundo. Pero mi hijo no quería ser protegido, él quería hablar claro y hacer brillar su luz abiertamente en el mundo. Él era impulsado por una misión interior, un poder más grande, que lo guiaba a seguir su verdadero camino propio de traer un cambio en el mundo. Me llevó muchos años y mucha angustia aceptar eso. Porque su aparición levantó sospechas en el orden establecido y él estaba corriendo riesgos. Él violaba ciertas reglas y límites y por lo tanto era desafiado e incluso amenazado. Yo gradualmente tuve que soltar mi miedo y mi necesidad de controlarlo, y hacer lugar para la Luz única que él vino a traer aquí.
En sus términos terrenales, uno podría decir que yo tuve que soltar mi maternidad. Yo tuve que soltar esa parte mía que tendía a ser ansiosa, dominante y controladora. Hasta que finalmente me di cuenta de que él no era mi niño. Sí, él había nacido a través mío, a través de mi cuerpo, pero él no era mío. Él era un alma madura por derecho propio, queriendo moldear y crear su vida a su modo. Más aún, él era apoyado en esto por poderes celestiales que sustentaban un camino especial para él. ¿Pero esto no es verdad para todos nosotros? Para cada niño que viene a la Tierra hay un camino especial, su camino, elegido por su alma. Esto ustedes lo tienen que comprender como madre, y respetarlo. Tan pronto como un niño sale de su vientre, una tiene que aprender a dejarlo ser y confiar en su fuerza y capacidades innatas para resolver los asuntos que encontrará durante su vida.
Finalmente, fue elección de Jeshua el morir en la cruz. Él permitió que esto suceda. Yo tenía que admitir el hecho de que era su decisión, que correspondía al camino de su alma y que por lo tanto era apropiado. Yo lloré lágrimas amargas y mi corazón se llenó de oscuridad y de desesperación mientras lo observaba morir. No piensen que yo pude trascender mi sufrimiento fácilmente y que pude estar en paz con lo que sucedía. Yo no era una santa. Fui devastada por eso y en verdad fue mi ‘noche oscura del alma’. Al mismo tiempo, esta experiencia me enseñó una gran verdad y finalmente me trajo una enorme liberación. Pero esto vino después. La presencia de Jeshua en mi vida me elevó a un plano superior y al final yo me permití a mí misma ser elevada; éste fue mi acto más valiente en esa vida. La energía Crística que llegó a través de Jeshua me desafió a verlo morir en manos de asesinos brutales y aún así confiar en ese poder superior, en esa sabiduría superior que nos guía a todos.
Rendirme yo misma y mi aflicción a esta fuente de sabiduría superior me despertó a niveles profundos. Despertó mi ser superior e hizo que estuviese presente en aquél entonces durante aquella vida terrestre. Yo comencé entonces a entender verdaderamente que esa paz y libertad interior, la cual todos ustedes anhelan, nunca puede ser alcanzada queriendo tener control sobre la vida. Sin embargo, la maternidad en su cultura ha llegado a asociarse con tomar y controlar. Una buena madre, se dice, pasa por el fuego y por el agua por sus niños y nunca deja de luchar por ellos. Aunque el amor incondicional a veces toma forma de perseverancia e implacabilidad, para mí la verdadera maternidad significaba que yo soltara mis miedos y expectativas acerca de Jeshua. Mi mayor logro fue que yo solté a Jeshua y le permití ser quién él era. Sólo después pude sentir la abrumadora belleza y pureza de quién él era y lo que él representaba. Sólo entonces pude verdaderamente estar ahí para él, como un igual, como un alma compañera, como una madre en el sentido espiritual de la palabra. Ésta fue mi tarea más pesada: aprender a ser una madre espiritual y a soltar las emociones de la madre terrenal.
Cuando yo morí en aquella vida y pasé a este reino, por un lado yo estaba cansada y desgastada. Había experimentado tanto, había pasado por tantos altos y bajos emocionales. Pero por otro lado, me sentía profundamente enriquecida. Una gran Luz me había tocado y a través de ella mi ser superior fue capaz de venir y de manifestarse en la Tierra. Yo había soltado, finalmente yo había aceptado que las cosas eran como eran. Me desprendí de mi maternidad terrenal (en el sentido de una maternidad aprensiva, controladora) y me volví una madre en el sentido espiritual.
Todos ustedes están invitados a llegar a ser una madre espiritual para ustedes mismos. Todos ustedes están luchando intensamente con ciertas partes suyas negativas. Estos son bloqueos emocionales o creencias negativas acerca de ustedes mismos. Traten de mirar eso con los ojos de una madre espiritual: no de una madre que quiere resolverlo todo, sino de una madre que ve todo, que reconoce su energía única. Una madre que no quiere cambiarlos sino que quiere honrarlos por lo que son. Sientan por un momento esa clase de energía maternal. Ustedes pueden sentir esta energía como algo que irradia desde mí, pero que no es mío. Yo no soy dueña de esto. Es más como una vibración o nivel de conciencia al cual yo tuve que ascender para liberarme. Es universal y accesible a todos ustedes. Es su herencia, porque se espera que todos ustedes lleguen a ser madres espirituales del niño Crístico interior.
Ustedes pueden acceder a la energía de la maternidad espiritual al dejar de tratar de resolver sus problemas por un momento y tan sólo observarlos, dejándolos ser por un tiempo. ¿Pueden ustedes agregar un sentimiento de amor y de aprecio por ustedes mismos, mientras están teniendo este problema? Ése es un comienzo.
Recuerden cómo una madre mira a su recién nacido. Por un lado, está la intimidad de ser físicamente tan cercano y por otro lado es como si ustedes miraran al niño desde una gran distancia, porque ustedes están colmadas de reverencia y de admiración por el verdadero milagro de este ser. Una criatura tan pequeña, y aún así entera y completa, no sólo físicamente sino espiritualmente también. Un alma madura quien va a seguir su verdadero camino propio en la vida. ¡Qué milagro!
Ahora atrévanse a mirarse de este modo. Creen cierta distancia hacia ustedes mismos y dense cuenta de cómo ustedes han estado caminando su verdadero camino propio, toda su vida, y cómo ustedes siempre han tratado de construir una realidad satisfactoria para ustedes mismos. Incluso cuando cometen errores, como ustedes les llaman, están tratando de hacer lo mejor, de crear felicidad o de encontrar la salida al dolor y a la desesperación. Dense un descanso por un momento y generosamente permítanse estos errores. Ustedes no están aquí para ser perfectos. Eso sería totalmente aburrido en realidad. Ustedes están aquí para vivir, para experimentar y para avanzar por sus experiencias con una sensación de estar maravillado, incluso si son negativas.
Lo peor que puede pasarles siendo un ser humano es cuando no están más en movimiento, cuando ya no están más abiertos a nuevas experiencias. Esto sucede cuando ustedes tienen por dentro un problema o una creencia completamente atascada. Siempre que se sientan completamente atascados y no crean tener ninguna otra opción más que soportar pasivamente la miseria en su vida, entonces ustedes están espiritualmente muertos. No hay más espacio, no hay aire para respirar, no hay sensación de estar maravillado en su vida.
Si éste es el caso, traten de tomar cierta distancia de la situación o problema. Traten de respirar alrededor de eso. Imaginen que el problema tiene un lugar en su cuerpo, por ejemplo donde se siente tenso o doloroso, y dejen que su respiración fluya fácilmente hacia ese lugar y rodéenlo con espacio. Sientan la suave briza del aire rodeando la energía tensa y acalambrada, y reconozcan la chispa original de su alma en ella. Es pura conciencia y una sensación de estar maravillado. Recuerden que su estadía aquí es sólo temporal, ¡no tomen esto tan seriamente! Es un juego, un gran juego, y en un parpadeo del ojo están de vuelta en el otro lado, y ustedes recuerdan. No necesitan hacerlo tan pesado, esto es sólo un momento en el tiempo, aspiren espacio otra vez y extiéndanse, ábranse y elévense sobre ese problema particular. Ustedes son mucho más grandes que eso. Sientan cómo las cosas comienzan a moverse otra vez en el espacio que han creado con su respiración.
Si sienten que es sumamente imposible encontrar un espacio interior, traten de moverse físicamente. Hagan cualquier cosa menos pensar en el problema. Salgan afuera, den un paseo, enfoquen su atención en otra cosa, sólo para hacer que la energía se mueva, para conectarse otra vez con el flujo de la respiración, con la sensación de estar maravillado, con la Luz que es suya. Dejar la mente a un lado les traerá nuevas respuestas, nuevas perspectivas. Las respuestas nunca vienen de su deseo o de su mente. Si ustedes insisten con “yo tengo que averiguar ahora qué es lo que necesito hacer”, entonces ponen presión sobre ustedes mismos y se atascan. La respuesta siempre viene de hacer que su conciencia se expanda y se abra, no de limitarla y de enfocarla firme. Y si su mente es obsesiva e inquieta, y ustedes se sienten incapaces de soltarse, muévanse físicamente — vayan a correr, a caminar o a nadar, no importa qué es lo que hagan. El movimiento físico serena la energía en su cabeza.
Al conectarse por dentro con la madre espiritual, ustedes pueden darse otra vez cierto espacio. Dan un paso atrás, sueltan la autocrítica y eso crea nuevo espacio para Ser. A las cosas negativas también se les da espacio, ya que la madre en ustedes comprende que ellas están ahí por una razón y que tienen un origen determinado en el pasado. Cuando ustedes se sienten muy tristes y desilusionados, imaginen la mano de una madre en su hombro. Sientan su toque delicado y aún reconfortante. Una madre genuina tan solo tiene que mirarlos, y ver a través de ustedes con una mirada, consolarlos. Permitan que este consuelo esté con ustedes, descendiendo desde el cielo y ascendiendo desde lo profundo dentro de ustedes. Tranquilícense, sepan que están bien: están haciendo lo mejor que pueden y está bien cometer errores. Los errores son parte de este juego. Dense cierta libertad para vivir: para elegir, cometer errores y luego hacer nuevas elecciones. De esto se trata vivir. De un continuo movimiento y crecimiento y descubrimiento y de un sentimiento de asombro y admiración que acompaña a todo esto. El arte de vivir es encontrar espacio para elegir en todo lo que les ocurre. Si ustedes encuentran ese espacio en el cual tienen la libertad de escoger el modo en el que experimentan algo, ustedes son un maestro de la vida en la Tierra. Las cosas se alivianarán, incluso en circunstancias horrendas, y vendrán a ustedes respuestas que ustedes (su mente) no habría esperado. Ustedes permiten que la magia de la vida se haga cargo.
Yo ahora resido en un reino de libertad y de alegría creativa. Las cargas de la vida terrenal ya no están más sobre mí y yo disfruto de estar aquí como una visita, conectándome con ustedes desde el corazón. Yo deseo inculcarles que ustedes pueden participar de esta misma libertad y alegría, incluso mientras están en la Tierra, de una manera propia y única. La libertad está disponible ahora para todos ustedes, si se atreven a soltar y a confiar en la mano de amor que los guía. Ahora es tiempo de celebrar la vida. Permitan la luz, el aire y el espacio dentro de su vida de modo que pueda fluir nuevamente según el ritmo de su alma divina.