"Si no compites..., ¿cómo sabes cuánto vales?"
Laia Sanz, ganadora del Dakar 2012; once veces campeona del mundo de trial
La vanguardia. La contra. 30 enero 2012
Tengo 26 años y debería aflojar un poco, pero cada vez quiero más moto, más entrenamiento, más competición. Nací en Barcelona, pero soy de Corbera. Mi padre es el culpable de que adore las motos: a los cuatro años le quité la suya a mi hermano mayor y ya no me he bajado.
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Todas las experiencias son respetables en esta vida. Todos tenemos un lugar en esta vida. Todas las experiencias son valiosas. De todo hay en la viña del señor. Todos somos ejemplos de diversidad en la experiencia multidimensional que es la existencia.
Mientras unos ya están a estas alturas en la senda de la compasión, otros todavía necesitan competir para conocerse, para descubrir en ultimo termino quienes son. Huyendo del dolor por no haber sido valorados en la infancia atraviesan su particular vía crucis. Todos quisimos una vez ser los mejores, deseamos que nuestra singularidad fuese reconocida por sobretodo. El sano egoismo de sentirse el centro de atencion de mamá y papá, el trámite narcisista que todos necesitamos atravesar cuando aterrizamos en este mundo no pudo ser cumplimentado con éxito. Es lo que tiene venir a este mundo.
Tras años tratando de comprender el mundo que me rodea y analizando las actitudes de mis congéneres, observando casos similares, éste es uno de los ejemplos más paradigmáticos de niña abandonada, a la que su padre sencillamente dejó de lado, apartó de sus afectos. Probablemente su nacimiento fue consecuencia de un 'accidente'. Necesitar obtener una valoración externa responde a la legítima, aunque insatisfecha, necesidad de reclamar la aprobación de su padre. Sucede hasta en las mejores familias. Yo mismo no fui concebido conscientemente sino que llegué como consecuencia de un desliz.
Es obvio que ella no va a reconocer su narcisismo insatisfecho porque simplemente no recuerda, es decir, borró de su mente consciente el dolor de haberse sentido marginada. El esfuerzo permanente por competir (citius, altius, fortius) revela una frenética lucha por mantener oculto ese recuerdo. Me imagino a su padre, concentrado en el mundo de las motos, un entorno inundado de testosterona, dedicando toda su atención a su hijo varón -un heredero natural a quien poder transmitir su pasión por las motos, quien probablemente no estuvo a la altura de las delirantes expectativas competitivas de su padre- forzando con ello sin darse cuenta por supuesto a su hija a mimetizarse en un mundo varonil, el único que se aceptaba en el hogar paterno. Es lo que tiene cuando el hemisferio derecho es censurado en el hombre.
La hija, marginada pues de los afectos paternos, se ve obligada muy a su pesar y desde muy pequeña, a claudicar de sus anhelos de ser aceptada tal cual es. Debe hacerse a la idea de que no va a tener más remedio que enfrascarse en una sórdida competencia con su hermano por captar la atención de su padre, a reclamar y luchar por un gesto de aprobación siquiera, hasta el extremo de robarle la moto a su hermano. Intuyo escenas hogareñas de competitividad donde el arbitrio parental brilló por su ausencia. Por supuesto que esto solo se basa en conjeturas mías, pero no creo ir muy desencaminado, sobretodo a tenor del modo en que la chica se manifiesta.
"Mi padre es el culpable de que adore las motos...", "debería aflojar un poco, pero cada vez quiero más"... Por la boca muere el pez. Alguien tan fuera de si (a juzgar por sus palabras) como esta chica, necesita liberar su inconsciente en el contexto de una simple entrevista, bajo los focos mediáticos, ante el micrófono de un periodista. Simplemente hay que estar atento a las evidencias dialécticas. Haz la prueba. Sin micrófonos el frenesí que delata carecería de sentido para ella. Lo que sucede, lo insoslayable, es que las dopaminas que el cuerpo fisico de Laia necesita segregar a destajo para tratar de adquirir un prestigio y ganarse la atención de los medios en un mundo diseñado para los hombres tienen un límite. Y una deriva hipernarcisista como ésta lleva camino de agotar los recursos de los opiáceos naturales que el cuerpo segrega para soportar ciertos picos de tensión. Mas allá de ese umbral, los órganos vitales emiten señales de alarma. Si esas señales no son atendidas, el colapso por agotamiento resulta en un paro cardíaco generalmente.
Por descontado que esto no es un juicio. Ni siquiera estoy calificando la situación. Te preguntarás que interés tengo yo en dar testimonio de los comentarios de esta mujer. Todos anhelamos ser libres, todos tenemos la extraña sensacion de vivir como prisioneros de las circunstsncias. Reclamamos libertad en todos los foros externos imaginables, pero pocos se dan cuenta de que la verdadera esclavitud tiene sus raíces en una esfera mucho mas íntima de lo imaginado. Laia ha decidido vivir su vida de este modo, compitiendo en un mundo genuinamente masculino. Probablemente no tuvo otra opción. Lo que trato de sugerirte es que ella, como cada uno de nosotros, no ha escogido libremente esa actividad frenetica. Se vio 'obligada' en virtud de sus circunstancias familiares. Pero sin duda tiene la llave para su libertad, si se percata de que su incapacidad para aflojar radica precisamente en la carrera de fondo que se impuso a los cuatro años para tratar de llamar la atención de su padre. Un día tendrá que aflojar. Es una ley física. Todo lo que sube debe bajar. Por muy lejos que lances un boomerang, éste siempre regresa. Igual que todos los asesinos en serie, que acaban dejando pistas para que les detengan porque su anhelo profundo es descubrir su paz interior, y no consiguen hallar otro medio mas efectivo para descubrirla que causando estrés en su entorno. Ya sea porque un accidente o los mismos años la dejen 'fuera de combate', tarde o temprano Laia acabará teniendo que bajarse del acelerado tren en el que esta subida. Será entonces cuando inevitablemente se vea abocada a una espiral inversa que la conducirá sin prisa pero sin pausa a enfrentarse con sus fantasmas, hasta el origen de su adicción. Ese día se está acercando para todos nosotros.
El día del dolor es la víspera de la salvacion. La libertad está cerca. Todos necesitamos tarde o temprano tocar fondo. Es la única manera de tomar impulso y salir a flote en esta cenagosa piscina de dolor y abandono en que ha acabado convirtiéndose la vida en este planeta. Este artículo tiene más que ver contigo, amig@ lector/a, de lo que crees. Todos somos victimas de lo que creemos son nuestros pensamientos, cuando no hemos hecho sino 'adoptarlos' de otros que nos precedieron, todos en suma asimilando esquemas propios de la mente colectiva.
Yo no soy ni más ni menos que nadie. No pretendo convencerte de nada. No vendo ningún mensaje. No me gano la vida escribiendo este blog (aunque si quieres agradecerme el esfuerzo y dedicación empleados en encender bombillas en tu camino, cualquier retribución que consideres tener a bien será muy bienvenida). Simplemente voy dejandote pistas por si te interesan. Trato de hacerte reflexionar. No soy perfecto del modo como mis padres quisieron que fuera, pero me considero perfecto tal como soy. Acepto mi estado evolutivo presente y la apertura de consciencia que experimento. Me acepto tal cual y suelto las expectativas inabordables que me exigí por no considerarme lo suficientemente apto para merecer un lugar en la vida. ¿Te re-suena la película? Nada de lo que lees aquí te es ajeno o extraño. Si sigues leyendo ahora es porque todo esto te resulta familiar.
Por mucho que la vida aparente estar enraizada en el caos, mi experiencia me dice (y puedo darte fe de ello) que el azar no existe. Re-conocer....volver a conocer. Ya lo sabía, pero lo habia olvidado. Escoger hacerse motorista de rallies, por libre que aparente ser esa decisión (el libre albedrío, otro tema interesante que tratar) no implica que dicha decisión se tome conscientemente. ¿Y qué es la consciencia acaso sino el estado de la mente en estado de vigilia, en contraposicion al sueño de la inconsciencia? Tu crees que estás despierto/a, pero los espejismos juegan malas pasadas. Un día llegará en que, al igual que esta chica, la humanidad recupere la memoria y consecuentemente la consciencia acerca de quienes somos como especie. Ese día habremos dado un gran salto en nuestra consciencia, habremos despertado del sueño en que estamos sumidos. Se habrá terminado la búsqueda de reconocimiento externo, la idolatría, el fanatismo, el sectarismo, los juicios, las disputas, incluso las diferencias de puntos de vista no tendrán razón de ser cuando nos reencontremos y reconozcamos como partes de una unidad, de una totalidad, como granos de un terrón de azúcar que se está reaglutinando tras haber pasado 26000 años dispersos, distanciados entre si. Seremos dueños de nuestro futuro porque estaremos en el presente con todo el sentimiento. Haremos rallies, volaremos en parapente, comeremos chocolate hasta hartarnos, exploraremos los confines del universo, o haremos el amor hasta quedar exhaustos...pero no lo haremos, dirigidos por una compulsividad, sino plenamente conscientes de nuestros actos y de sus consecuencias, con todos los sentidos puestos, sin necesidad de testigos, luces o taquígrafos. Va a ser dolorosa para algunos la transición hasta alcanzar ese estadio sin duda en la medida que han permanecido desconectados de esta verdad, pero tu sabes que solo del dolor se extraen enseñanzas.
Hasta entonces te estaremos esperando con los brazos abiertos...