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jueves, 29 de noviembre de 2012

Corazón con razón

Quienes decidimos experimentar el multifacético escenario de polaridades que es el teatro de la vida, desde la engañosamente denominada sociedad occidental desarrollada, atravesamos ahora un estado de más o menos asumida estupefacción ante la progresiva revelación (Apocalipsis) de la verdad oculta tras el velo de la mentira.

"se puede mantener engañados a unos pocos mucho tiempo. Se puede engañar a muchos poco tiempo, pero no se puede mantener engañado a todo el mundo todo el tiempo" (Abraham Lincoln)

Con el advenimiento inevitable, para bien y para mal (?) de la difusión informativa a nivel global hace 50 años, la represión y la censura operada en el inconsciente de la humanidad ha alcanzado el esperado grado de insostenibilidad, ya vaticinado por una multitud de culturas indígenas a lo largo de la historia. Felizmente todo el castillo de frágiles naipes se viene abajo y esos cuatro jinetes apocalípticos (política, ciencia, religión y economía) antes bien maquillados tras sus máscaras de correción, campan, desbocados ahora sus caballos, mostrando sus afeados rostros. Es el fin del tiempo en tal que concepto lineal. El fin de la creencia en un antes y un después. Es el ocaso de los dioses, único contexto posible frente al glorioso despertar a la divinidad interna, esa llama inextinguible que constituye nuestra Real naturaleza y que anima nuestra experienci en 'este' mundo. La oscuridad se aferra a razones para temer la luz. Pero la luz no odia a la oscuridad, y no lo hace porque no la concibe como un contrincante. La oscuridad pretende ser. La luz simplemente es...

Oleadas sucesivas de generaciones han dado forma y manifestado un despertar progresivo a la ya incontenible apertura del diafragma de esta cámara pineal que es la visión tras la percepción ilusoria. Un despertar que nos conduce al escenario final donde todos los demonios, carceleros y a la ves cautivos en la oscuridad, salen a la palestra, desprovistos de sus másacaras, revelados por el derrumbe del telón tras el que se ocultaban.

La crisis externa no es sino un reflejo de la incontenible catarsis interna, la tuya particular, la mía y la de todo ser dotado de un cerebro pensante, provisto de esa corteza nueva (Neocortex), característica del Homo Sapiens, cuya precipitada implantación, hace 50 mil años, e intentos de asimilación tantos quebraderos de cabeza nos ha ocasionado. Y eso que solo hemos podido disponer de un 10% de las sinapsis neuronales.

"Hay evidencias que sugieren la existencia de una red, más vasta que la conocida, de dendritos (las partes de las células cerebrales humanas que reciben y transmiten información entre las células), que revelaría un potencial de interconectividad en el sistema nervioso, algo que, de revelarse cierto, posiblemente conduciría a una experiencia vital más consciente" (Arthur Janov. Life before birth. NTI Uptstream, 2012).

¿Estamos en la antesala del "Homo Consciens"? ¿Estamos siendo testigos de algo glorioso?

Sabemos que frente a cualquier situación que amenace cualquier statuquo imperante, el cerebro pensante, ese pretendido y orgullosamente autosuficiente sistema paternalista (protector/controlador/censor...), atraviesa diferentes fases, ya sabemos...

1. negación; 2. negociación; 3. catarsis (cólera, ira, rabia, depresión, ...enfin todo el abanico de expresiones que el volcán emocional contenido ofrece) y finalmente...4. aceptación.

Cada uno de nosotros se encuentra ahora mismo transitando por alguna de estas fases, según la permeabilidad que su consciencia permita, si bien se puede afirmar sin temor a equivocarse que, a nivel colectivo, la primera de ellas ha sido a estas alturas ampliamente rebasada. La segunda es aquella en la que el sistema quema sus últimos cartuchos, tratando por todos los medios de evitar lo inevitable. Lo hace sacándole punta al intelecto, ponderando, analizando, desmenuzando las razones, sopesando pros y contras, juzgando y condenando, en la denodada -aunque vana- creencia que su capacidad de raciocinio va a dar con la solución o al menos va a disimular la incomprensible debacle de sus cimientos. Caminando de puntillas frente al majestuoso Tsunami emocional. Cada vez son menos los que se aferran, cual clavo ardiendo, a esta fase. Es cuestión de tiempo que el hemisferio izquierdo acabe, –exhausto ya de desplegar estrategias, defenderse, de luchar, de combatir– por dejarse bañar por los evocadores perfumes del cerebro límbico, el cerebro parasimpático, el hemisferio que gobierna la intuición y la creatividad, el reino de las emociones, esas sanitarias explosiones de incomprensión necesarias para que la aceptación de una nueva etapa en el proceso evolutivo pueda tener lugar. Dale tregua a tu razón y atiende a las razones de tu corazón. Corazón con razón...

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