Durante los últimos 5 años de la década de los 70, John Lennon, compositor de canciones tan revolucionarias –como incómodas para el paternalista establishment occidental– como "Imagine" y "Give peace a chance'', y tras su decisión de desintegrar The Beatles en 1970, había intensificado junto con su esposa Yoko Ono, su decidido activismo por la paz. En Diciembre de 1980, era abatido por cuatro balazos en la misma entrada de su residencia neoyorquina.
Los hechos son conocidos. Mark David Champan, ex guardia de seguridad en Hawaii, realizó cinco disparos contra John Winston Lennon con un revólver calibre 38 frente al edificio Dakota el 8 de diciembre de 1980. (La boigrafía de Chapman, extensamente expuesta en Wikipedia, no tiene desperdicio.)
Cuatro de los balazos alcanzaron a Lennon, quien se hallaba junto a su esposa, Yoko Ono, y otras personas. El día previo al asesinato, Chapman abordó en la calle al cantautor James Taylor. Según Taylor, "el hombre me puso contra la pared y estaba humedecido por un sudor maníaco, decía cosas raras sobre lo que iba a hacer y sus cosas sobre cómo John iba a estar interesado, y que iba a ponerse en contacto con Lennon".
En una entrevista de 1992 en la Prisión de Attica, Chapman le relató a la periodista Barbara Walters algunos detalles del homicidio. "Escuché esta voz _no una voz audible, sino inaudible_ que me decía una y otra vez: 'Hazlo, hazlo, hazlo''', dijo. El homicida repitió que su motivación fue conseguir notoriedad inmediata, pero que luego se dio cuenta de que había tomado una decisión terrible. Larry King entrevistó ese mismo año a Chapman. Una entrevista que no tiene pérdida:
Mark David Chapman confesaba a la BBC que no había sentido emoción alguna, ni rabia, ni recordaba por qué lo había hecho. Sí dijo que hubo ocasiones durante el día de autos en que llegó a plantearse su decisión, argumentando que escuchaba dos voces, una que le empujaba a irse y otra que le empujaba a cometer esa atrocidad. Se argumentó inmediatamente (sin duda en un intento de impedir cualquier investigación más profunda) que el motivo de Chapman era su necesidad obsesiva de reclamar atención. Arthur O'Connor, el detective que más tiempo que nadie pasó en la comisaría con Chapman inmediatamente después del asesinato lo vió de otro modo:
"Es definitivamente ilógico afirmar que Mark cometió el asesinato para hacerse famoso. Desde el primer momento rechazó hablar con la prensa. Es posible que Mark hubiese sido utilizado por alguien. Estuve con él la noche posterior al asesinato. Le estudié intensamente. Daba la espeluznante sensación de haber sido 'programado'."
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