Buscar este blog

martes, 22 de mayo de 2012

Contigo somos más

Tomar perspectiva es algo que nadie puede obligarte a hacer. Ni siquiera aconsejarte que hagas. Tomar perspectiva por ejemplo frente a alguna situación concreta que te sucede (el fallecimiento de un ser querido, el fin de una ocupación laboral, el abandono o separación en la pareja, una enfermedad, el fracaso de un proyecto, un accidente de circulación, una discusión intergeneracional...) es algo que tan solo depende de tu propia consciencia, del estado en que ésta se halle en el momento en que eso suceda. Y suceden cosas continuamente, permanentemente. Quizá creas que ahora están pasando cosas más 'graves' o desagradables que 'antes'.
Quienes se rasgan ahora las vestiduras porque los poderes de este mundo están cerrando el grifo de la antaña y acostumbrada –aunque a todas luces ficticia (crediticia)– abundancia harán bien en reflexionar ante el mismo concepto de abundancia. Es más, esos que ahora aplican el rodillo de la estrechez –que obliga a conectar a cada uno en particular con el umbral propio de tolerancia al ahogo y la asfixia que arrastra desde mucho más tiempo del que imagina– son los mismos que se frotan las manos observando la reacción defensiva del rebaño al que ahora han reducido la ración de forraje. Los mismos que ya tienen previstas las medidas preventivas ante la más que esperada revuelta que dicha provocación conlleve. Las manos que manejan a estas marionetas electas, son de quienes descienden de aquellos mismos linajes seculares que en su día financiaron tanto a Robespierre, Napoleón Bonaparte, Hitler y a Carl Marx o a Lenin, los mismos que se sacaron de encima a tantas figuras incómodas para el sistema (Lennon, Kennedy, Gandhi, etc...) y colocaron en el poder a mentes megalomaníacas (cualquier político que haya durado más de un mes en el poder) ávidas de reconocimiento externo, reinstauraron monarquías, y todo ello al son de los sugerentes dictados que Nicolás de Maquiavelo ofreciese hace 500 años en 'el Príncipe'. Los amos de este mundo, los calibradores de la ilusión holográfica, los manipuladores de las percepciones sensoriales son quienes en mayor medida se están resistiendo al cambio conciencial que está afectando a toda la humanidad y que desde designios indomables, incluso para ellos, está haciéndose feliz, abrumadora e irremisiblemente presente.
Lo cierto es que hay cada vez más personas con un grado mayor de consciencia respecto de su implicación directa en los eventos 'que les rodean', la realidad percibida por los sentidos. Quiere esto decir que antes observábamos esa realidad exterior como si meramente nos considerásemos parte de un público presenciando un evento. Ahora, nuestra consciencia de estar asumiendo el papel de actores, es decir parte activa de los cambios que se están produciendo, está convirtiéndose en una ineludible lavativa, muy purificadora y sanadora –aunque ciertamente dolorosa– tanto para quien no se resista como para quien se considere una injusta víctima de las circunstancias. Éste último, hará por definición, todo lo imaginable y posible (por mucho que acabe muriendo en el intento) por tratar de impedir lo inevitable. Y lo inevitable es que aflore todo el dolor reprimido.

El miedo ya no tiene la fuerza de antaño. Las paredes de la represa que el intelecto ha constituido, desde que fuimos dotados de un neocórtex, frente al empuje de los sentimientos marginados están agrietándose y cediendo ante el torrente de verdad ocultado tras la mentiras. Aleluya, pues, porque el río de la vida ya no puede seguir siendo retenido ni artificialmente desecado. Las lágrimas reprimidas regresan con más fuerza si cabe del cajón del olvido y restituyen el original caudal de la creación, derribando los muros de este paréntesis experiencial, esta excursión por los mundos inferiores de dimensiones densas y bajas frecuencias, que escogimos como última parada de nuestra cadena de vivencias y de la que tanto aprendizaje hemos extraído.
Atrás quedan las vergüenzas, la pereza, el olvido y tantas energías censoras y atenuantes. Todo es posible cuando nada se tiene que perder. Gracias pues a los hermanos de la oscuridad por arrebatar a nuestros egos aquello a lo que el ego tan ferreamente se abrazaba. Todos juntos, cada cual con su papel/máscara (villanos o víctimas) estamos contribuyendo a derribar la ilusión perceptual sobre la que se asentaban nuestras eternizantes expectativas futuras, esos sueños de bienestar y confort que nos impedían vivir en el ahora y sembrar cada instante de paz y armonía. El progresismo ha muerto. Viva la evolución. El ciclo de la vida se renueva constantemente y ahora muestra su vasta Realidad reduciendo las vanidades de los egos a meras batallitas infantiles. Desde una perspectiva más vasta, la humanidad se halla en los albores de su madurez espiritual, al final de la adolescencia como especie. ¿Quién dijo que sería fácil abandonar el nido paterno? Pero hay que hacerlo...Cueste lo que cueste.
Es un tiempo glorioso en el que estar. Un tiempo para presenciar el fin del mismo tiempo como convención incuestionable. No te resistas. No pongas palos en tus propias ruedas. Déjate llevar. Llevas miles de años yendo y viniendo. Y ahora estás aquí para aprobar las últimas asignaturas que dejaste pendientes y graduarte definitivamente. Lo has escogido. Es tu elección. Eres libre. Siempre lo has sido. Es tu mente la que está en juego. Serás esclavo si permites que tu mente así lo crea.
Has contribuido con tu granito de arena al momento que toda la humanidad está presenciando. Tu presencia es un honor. Y tu valor será recordado por toda la eternidad.

 

"El amor es aquello que trajimos al nacer en este mundo. El miedo es lo que hemos aprendido". Marianne Williamson



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes compartir algún comentario...