EDUCACIÓN / ENTREVISTA MARIA ACASO
CARLOTA FOMINAYACARLOTAFOMINAYA / MADRID / 30/10/2013 - 11.23hLa autora de rEDUvolution (Paidós) afirma durante la entrevista que «no existe Trastorno de Déficit de Atención, solo niños aburridos en clase», a sabiendas de que ha entrado en terreno cuanto menos, espinoso. A la directora de la Escuela de Educación Disruptiva (EED) de la Fundación Telefónica no le importa la controversia que generará el titular, porque está absolutamente convencida de ello. A su juicio, «medicar con anfetaminas a niños de dos años para que se concentren es, sencillamente, una barbaridad». «¿No sería mejor pensar en cambiar la educación que reciben?», se pregunta en alto esta docente. «Resulta ya un lugar común hablar de la obsolescencia del sistema educativo actual y de la apremiante necesidad de realizar un cambio tanto de contenidos como de metodología, de romper el pasado pero... ¿cómo hacerlo?».
—En rEDUvolution, su último y provocador libro, propone realizar un cambio de paradigma. ¿Es que está mal?
—No es que esté mal, es que no sirve. Los niños van con sus Mp3, sus móviles 3G... y su flauta dulce. ¡Por favor! Ha cambiado todo, y sobre todo lo que tiene que ver con la gestión del conocimiento. Igual que un médico no puede operar sin anestesia, como en el siglo XIX, hoy no se puede aprender con una lección tradicional, donde lo único que se consigue es una educación bulímica, donde te atracas de información que vomitas el día del exámen y a los tres segundos cuando has salido por la puerta has olvidado todo. Ese es el paradigma al que te lleva una educación trandicional. Hay que ir hacia una educación experiencial, motivadora, activa... Mientras que en otras disciplinas está super aceptado que el inconsciente lo que hace es modificar todo el proceso de absorción de datos, en pedagogía no. A día de hoy parece que todos los alumnos tienen que entender la clase de la misma manera, coger los mismos apuntes y decirlo igual durante el examen. El primer paso para la rEDUvolution es admitir que esto no es así. Como profesores aceptaremos que nosotros enseñamos y que los alumnos aprenden otras cosas. Tu das una clase a veinte personas y cada uno va a elaborar según su propia biografía, su creatividad, sus conocimientos... un discurso diferente. Eso es el hecho educativo.
—¿Qué supone aceptar eso?
—Ya no tiene mucho sentido programar por objetivos, porque no se van a cumplir. Quizás sea mejor elaborar en lugar de pequeños objetivos grandes metas, abiertas y flexibles.
—Su rEDUvolution conlleva aceptar las pedagogías invisibles. ¿A qué se refiere?
—Aceptar que se aprende más de lo no es explícito que de lo que es explícito. Lo explícito es lo que el profesor dice, el libro de texto, el power point... pero luego hay montones de cosas desde la iluminación de la clase, cómo va vestido el profesor, o cómo está organizado el aula que nos está dando mucha más información que lo que nos está diciendo este. Todo lo referente a las pedagogías invisibles se obvia en la pedagogía tradicional y hay que recuperarlo.
—¿Cuál debe ser el papel del profesor en esta nueva pedagogía?
—Su papel debe entenderse como un productor cultural, como un artista. Debe saber coger conceptos y remixearlos, entendiendo como remixear el sistema de producción contemporánea. Eso no es copiar. Es relacionar. Y crear tu «playlist» de la clase.
—Usted propone empezar por cambiar la función del profesor, al que se refiere como «coacher».
—Sí, el profesor debería priorizar la agenda de tus alumnos por encima de todas las cosas, especialmente por encima del centro, del sistema educativo, de tu propia agenda. en la educación tradicional el profesor impone todo, los contenidos, las formas, las metodologías, y ahora creo que debería ser muy importante aprovechar los saberes de los alumnos e incorporarlos al revés. Qué le interesa al alumno por encima de qué le interesa al profesor. Nos referimos a las ocho inteligencias de Howard Gardner.
—Eso es una utopía, tanto si tienes cinco alumnos como si tienes diez, pero mucho más si tienes treinta.
—En cualquier caso, lo que sí que hacen los profesores es negar los intereses de los alumnos. No se trata tanto de hacer treinta clases distintas, si no de decir, voy a intentar ver qué es lo que les interesa a los alumnos y de incorporarlo al aula, en general. Si les interesa el fútbol, a lo mejor puedo incorporar este deporte como recurso para explicar las matemáticas. Enseñar videoarte a los adolescentes es muy difícil, pero si les enseñas videoarte a partir de videoclips es muy fácil. Creo que los niños, los adolescentes, tienen intereses, entonces, el profesor creativo es capaz de encontrar ese link.
—¿Por eso señala la creatividad del profesorado como cualidad indispensable?
—Siempre se habla de la creatividad del alumno, pero me parece fundamental la creatividad del profesor, pero por encima de sus competencias y de sus conocimientos, un profesor creativo va a llegar a todo y va a realizar unas unidades didácticas maravillosas. Se va a olvidar del libro de texto y va a crear unas experiencias increíbles.
—Debería cambiar su formación también.
—Sí, claro. El problema que yo veo en la pedagogía es que se lleva a cabo un proceso de reproducción en la formación del profesorado. Te pasas media vida quejándote de tus profesores pero cuando tú te conviertes en uno vuelves a hacer lo mismo. Un docente novel, supertemeroso, se mete en un aula de Secundaria con cuarenta adolescentes y no sabe qué hacer y se hace el duro, sin darse cuenta de que lo que tiene que hacer es lo contrario.
[ Llegados a este punto entiendo perfectamente a dónde quiere llegar Maria Acaso. Pero decir que "lo que tiene que hacer (un docente supertemeroso) es lo contrario (a hacerse el duro) es demostrar que al argumento que postula tan brillantemente le falta un 'golpe de horno'...¿a qué se refiere exactamente con "hacer lo contrario"?. Sin duda que no está haciendo apología de la sumisión como terapia pedagógica abogando por el arrinconamiento y aceptar ser pasto de la merienda de 35 preadolescentes?]
—¿Dónde queda la Ley de Autoridad del profesor, tan necesaria en algunos casos incluso de agresión al maestro por parte del estudiante?
—Pedagogía y poder... En una estructura de control... No sólo hay que parecer democrático sino que hay que serlo. Todos somos democráticos de boquilla. Luego llegamos al aula y somos autoritarios. Si estamos hablando de democracia, no puedes llegar y hacer un monólogo. O no puedes hablar de democracia y subirte a una tarima.
[ Un argumento muy Eckartolliano, sin duda. Ahora bien. ¿Cómo se opera el milagro de tornar un docente autoritario en la figura de John Keating, el maestro flexible y estimulante interpretado por Robin Williams en la clarividente cinta "El club de los poetas muertos"? Porque esa es la cuestión. Si comparamos a un docente con miedo escénico con alguien que acaba de sufrir un naufragio entendemos que existen inicialmente dos modos de afrontar el caos: luchar por hacerse con un lugar en un bote, a costa quizá de sacar a otro de él, haciendo con ello válido la máxima "homo homini lupus" o bien abandonando toda esperanza de vida y dejando de nadar. María Caso apela, entiendo yo, a hacer ambas cosas al mismo tiempo, es decir rendirse a la realidad de la generación de humanos que pueblas las aulas y al mismo tiempo no desfallecer ni ver eso como un obstáculo insuperable sino un reto creativo. Decía Einstein que estupidez es pretender obtener resultados distintos persistiendo en los mismos métodos. Pero repito, ¿cómo abrirse a algo tan obvio como caminar por el delgado cable en las alturas, la vía intermedia entre los opuestos?
Para salir del atasco conviene regresar al orígen del mismo. Sea cual sea la estrategia de supervivencia por la que haya optado un docente a la hora de enfrentar la realidad de un aula repleta de seres humanos, lo primero que deberá recordar es que eso fue una elección libre, sujeta a una motivación personal por "cambiar las cosas", aportando un grano de arena. Recordar que hubo un momento en que eramos conscientes de ese poder creativo al que acaso apela Maria Acaso. Recordar que hubo un instante en que sabíamos que la vía del adoctrinamiento estaba ya caduca. Y para recordar la verdad, hay que sentir el dolor de la esclavitud mental, el roce de los grilletes y bozales paradójicamente autoimpuestos para acomodarnos al paradigma educativo existente. Cadenas muy antiguas que reclaman y apelan al fin de un cautiverio. Estoy hablando del sometimiento al ego. N. del blogger]
—¿Qué estrategias de cambio propone para acabar con éxito con estas rigideces?
—La primera de ellas es crear en clase una «comunidad», en lugar de la antagonía «profesor y estudiante», que además en este momento en que el estudiante tiene muchos conocimientos pro ejemplo de tecnología, ¿que vas a hacer? En la idea de la comunidad, entra el profesor como coacher, como acompañante, pero es que ni siquiera es un acompañante, los profesores y estudiantes como coachers unos de otros. Si tu tratas al alumno más como un igual, y le das más poder, sus problemas se reducen. Esos problemas aumentan cuanto más autoritario es el sistema. Si tu a un alumno le das responsabilidad, todo mejora. Si le obligas y le das disciplina solamente, al final surge el miedo. Hay que recuperar los afectos en el aula, son muy importantes. Habitar el aula
—¿Qué es y cuál es la máxima del edupunk, al que usted hace referencia?
–Más que una metodología es un nombre, un paraguas donde se recogen todas las metodologías que no son la metodología tradicional. La máxima es que tu no puedes cambiar los contenidos sin cambiar la arquitectura pedagógica. No puedes abogar por una educación diferente mediante una lección magistral. No puedes dar una clase con un mobiliario industrial si quieres hacer una clase orgánica. Hay que revisar el formato y cambiarlo.
[Hombre, acusar al mobiliario industrial de ser un obstáculo para impartir una clase orgánica es un poco tirado de los cabellos y demuestra falta de imaginación. No digo que que no entienda por donde "van los tiros" si se me permite la sin duda trasnochada expresión, pero equivaldría a lamentarse por una infancia envuelta de asfixiante control familiar y luego establecer límites estrictos a los horarios de regreso de los adolescentes a casa. Un niño no reclama total laxitud normativa sino que se le premie la confianza depositada en él/ella. No quiere padres colegas sino padres-padres. En ese sentido hacen falta escuelas de padres. La cuestión es quién impartiría esas clases...]
–También habla usted de habitar la clase.
–Claro, la pedagogía es mente, pero también es cuerpo. ¿Cómo se entiende el cuerpo en el acto pedagógico? Sentado (horas), sumiso... No es que haya niños con déficit de atención (TDA), lo que hay es niños aburridos. Es un problema superserio, cómo se está medicando de forma a lo bestia, con anfetaminas, a niños desde los dos años. Menos medicina y más Reduvolution. Es un problema terrible que vemos cada vez más, si se cambiara el sistema te aseguro que habría menos TDA. No hay que medicar a los niños, que simplemente se quieren mover, sino cambiar el sistema.
–¿Lo más próximo que tenemos a este sistema es la metodología por proyectos?
—Sí. Definitivamente sí, pero en España hay muy poca oferta en educación alternativa.
—¿Están justificadas para usted la huelga del profesorado del pasado jueves 24 y la manifestación del sábado?
—Lo que indican ambos actos es que la gente está pidiendo unarEDUvolution. Están pidiendo a gritos que el profesorado esté mejor pagado, bien considerado, bien formado... como en el modelo finlandés, donde la clave está en el profesor.
—Los profesores finlandeses también se lo ha ganado. Al parecer son los mejores de la promoción, y luego pasan evoluciones continuas.
—Es cierto, el profesor finlandés está muy bien formado, es la élite. Pero también está super reconocido socialmente. En cambio aquí la labor del profesor está desprestigiada, precarizada... El problema fundamental es la formación del profesor.
—¿Y cómo se soluciona eso?
—Cambiando el sistema. Nota de corte para pedagogía, igual que en una ingeniería.
[excelente. ¿Pero quién establece los baremos para determinar dónde hay potencial en un estudiante de pedagogía y quién no debería pasar el corte?. A final la conclusión sigue siendo lamentable. Para tener profesores finlandeses y asimilar sus métodos pedagógicos hay que ser finlandés o tener afinidad por su idiosincrasia. No se trata de importar métodos foráneos sino de licuar los propios con los mimbres de esta sociedad.
La educación en Finlandia es similar a la formación de otros países nórdicos. El sistema actual de educación básica llegó en la década de 1970: la escuela primaria de nueve años de duración llegó por etapas desde 1972 hasta 1977 años. La escuela primaria que se introdujo en Finlandia en 1866 pasó a ser obligatoria desde los 6 años de edad en 1921. En 1980 se introdujo la escuela primaria graduada. Un nuevo plan de estudios se produjo en 1994 .
Finlandia tiene la educación obligatoria , pero en realidad no están obligados a ir a la escuela . Normalmente los niños en edad preescolar acuden voluntariamente a la escuela desde el otoño en que cumplen 6 años. La escolarización obligatoria se inicia al año siguiente y, como se ha dicho, dura nueve años . La educación obligatoria termina con la escuela primaria o a más tardar a finales del año en que el alumno cumpla 17 años .
Después de la escuela general, la mayoría de ellos continúan, ya sea en una educación general teórica y la universidad secundaria preparatoria o escuela vocacional. Muchos siguen por la vía de la enseñanza politécnica y otros dan el salto a la Universidad. Junto a ellos hay una serie de otras instituciones educativas.
La educación en Finlandia es similar a la formación de otros países nórdicos. El sistema actual de educación básica llegó en la década de 1970: la escuela primaria de nueve años de duración llegó por etapas desde 1972 hasta 1977 años. La escuela primaria que se introdujo en Finlandia en 1866 pasó a ser obligatoria desde los 6 años de edad en 1921. En 1980 se introdujo la escuela primaria graduada. Un nuevo plan de estudios se produjo en 1994 .
Finlandia tiene la educación obligatoria , pero en realidad no están obligados a ir a la escuela . Normalmente los niños en edad preescolar acuden voluntariamente a la escuela desde el otoño en que cumplen 6 años. La escolarización obligatoria se inicia al año siguiente y, como se ha dicho, dura nueve años . La educación obligatoria termina con la escuela primaria o a más tardar a finales del año en que el alumno cumpla 17 años .
Después de la escuela general, la mayoría de ellos continúan, ya sea en una educación general teórica y la universidad secundaria preparatoria o escuela vocacional. Muchos siguen por la vía de la enseñanza politécnica y otros dan el salto a la Universidad. Junto a ellos hay una serie de otras instituciones educativas.
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