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sábado, 2 de febrero de 2013

Los tiempos que vienen

 

Este video es un excelente aperitivo o prefacio de la alquímica consecución de la verdadera libertad: creer en ti mism@.
No estamos solos en el Universo. Cierto. Nunca lo hemos estado. ¿A quién le cabe todavía en la mente que solo existe lo que es percibido con nuestros 5 escasos y físicamente perecederos sentidos? Por supuesto que estamos siendo ayudados en este parto cósmico. Toda la ayuda disponible está siendo desplegada en la medida que está siendo solicitada. Pero la ayuda no involucra el cambio de mentalidad. De hecho esa ayuda no es factible ni operable, del mismo modo que no es factible enseñarle de la noche a la mañana a un aborigen australiano lo que son las normas de circulación de vehículos. Fuimos dotados de libre albedrío, esa capacidad de discernimiento inherente a la condición humana y cuyo uso propicia que la toma de decisiones se decante por uno u otro lado de la balanza: consciencia o inconsciencia.

La duna en el desierto solo se desplaza –y adquiere con ello sello de entidad grupal– si los granos de arena que voluntariamente han decidido conformarla deciden avanzar unidos. Para que cada grano asuma su rol intransferible en el contexto de la duna, es imprescindible conectar con el origen de la negación, la causa del enfado endémico que arrastramos, la fuente del resentimiento: el MIEDO a vivir, a ser libre. Un miedo que está profundamente arraigado en tu Psiquis, la mía, la global y colectiva de todos, incluidos los políticos a los que calificas alegremente de corruptos y malversadores.


En la misma medida que juzgues serás juzgado... (Marcos 4, 21-25)

Un miedo que se originó en el momento en que asumiste que no ibas a ser tenido en brazos, que no eras observado con amor como se supone que es recibido cualquier ser en la terminal de llegadas de este mundo. El papel de anfitrión no se nos ha dado muy bien. Normal, cuando llegamos nosotros nos entraron ganas de volver a subirnos al avión. Afortunadamente resistimos la tentación. Y aquí estamos, "aguantando el chaparrón" unos, "luchando" otros...Sin duda que "esto no es vida".

Es difícil, pero aceptar el derrumbe global de estructuras y esquemas que está teniendo lugar y mantener la sonrisa al mismo tiempo solo puede suceder desde la convicción, manifestada en la propia consciencia individual de que estamos en los albores de una Era Dorada. Que el caos es consecuencia de la caída de lo viejo y caduco, dejando paso a "lo nuevo". ¿Y qué es lo nuevo? Mira a los niños de hoy. En sus corazones está la respuesta.

 

Para aceptar esto es imprescindible re-conocer y asumir que nuestra mente ha permanecido escindida desde el mismo momento de nuestro nacimiento, no solo el que sucedió hace 30, 50 o 70 años, sino desde la escisión acaecida desde el instante mismo en que aparecemos como especie, sorpresivamente, sobre la faz de la Tierra. Ser capaz de responderte 'quién eres' implica remontarte genealógicamente hasta las raíces de tu advenimiento en el mundo como Homo Sapiens y revisar los daños que el roce cíclico (kármico) que esta convivencia, voluntariamente decidida, ha implicado. ¿A quién se le ocurre irse de viaje, buscar un trabajo nuevo, sacarse el carnet de conducir, irse de compras, con una herida abierta en la espalda fruto de una cuchillada? Solo a un in-consciente, a un negacionista...Lo cabal es solicitar ayuda para suturar la herida y permitir que cicatrice.

Todo está ocurriendo según un plan, no el del llamado nuevo orden mundial (Novus Ordo Seclorum) patrocinado por instancias o autoridades elitistas que proyectan chipearte subcutáneamente en breve, sino diseñado por ti mism@, por TODOS, desde la UNIDAD de la que éramos CONSCIENTES y a la que estamos regresando. Regresionando. Re-cordando para coger impulso. Sí, ya sé, las iglesias han esgrimido estos argumentos durante 2000 años. Amaos los unos a los otros (mientras nosotros os robamos y engordamos nuestro 'pobre' patrimonio a vuestra costa). El demonio se vistió de corderito en Nicea...y te hizo aborrecer la lana. Pero el cordero existe. Y eres tu. El que (se) quita los pecados (las culpas) del mundo. El que tiene piedad de sus hermanos confundidos. El que da su paz.

Se especula mucho pero nadie sabe a ciencia cierta hacia dónde nos dirigimos realmente como civilización. Lo cierto es que existen almas (cada vez en mayor número) que están desempeñando su tarea de faros para esta nave colectiva. Una nave que ha navegado a la deriva por los procelosos mares del miedo. Tu fuiste una de esas almas en su momento. Hemos venido por oleadas, cada vez más consecutivas, para despertar a quienes nos precedieron. ¿A qué crees acaso que se deben, si no, los conflictos intergeneracionales? Viniste cargad@ de amor para sembrar tu luz. Y los que te siguen, están pudiendo terminar de derribar al dinosaurio obsoleto gracias a que tu les serviste de puente.

Esta nave que ha encallado en la costa está viendo arriado su desproporcionado velamen, todo para evitar daños mayores. Recortes injustos lo llaman los correveidiles mediáticos. Todo para soliviantar tu estado emicional y utilizarlo para que permanezcas distraído del glorioso trance que está sucediendo frente a tus propias narices. Una nave que no es que deba ser reparada, sino que nos invita a abandonar sus vestigios tras una expedición que ha durando varias decenas de miles de años sin tocar puerto. Vamos a rediseñar una nueva nave, desde el re-conocimiento de nuestra inalterable y eterna esencia. Solo desde el amor anclaremos la luz en este mundo las nuevas estructuras educativas, políticas, medioambientales. Solo desde la rendición al tirano que habita en tu mente, el que juzga e incluso condena todo a su alrededor, solo consagrándote a tu propia sanación mental, podrás cooperar en la sanación global. Ya estamos de nuevo 'en casa'. ¿Vas a aceptar quitarte el velo que enturbia la visión de la realidad? O ¿vas a seguir apelando a la venganza? Da vértigo entregar las armas (argumentos)de la pelea mental a la Providencia, lo sé, pero la etapa de guerrero está siendo dada por concluida. El empantanamiento está en la mente, ese es el bastión que debe ser liberado.

El motor de la consciencia solo funciona cuando está engrasado con el lubricante adecuado: la paz. Tengo paz, luego despierto automáticamente a mi consciencia. ¿No tengo paz todavía? ¿Respondo con rabia ante el menor reclamo? ¿percibo todo lo que se me dice como un reproche? No importa. No me juzgo ni me culpo (ni a nadie). Me pongo manos a la obra y busco (y rescato) mi paz en mi interior, que es donde siempre ha estado. Y mi paz probablemente me reclama gritar y llorar todos los gritos y llantos contenidos y represaliados. A medida que reconozco y devuelvo la carta de autenticidad a mi paz, y le voy concediendo ese espacio liberador, el púlpito desde el que desfogarse merecidamente, se va ampliando la llama desde la que me dedico a iluminar las celdas de la prisión que ha sido este mundo.

Nadie me 'quitó' la paz. Lo que ocurrió es que me vi forzad@ a negármela, e entregásela en usura a una creación irreal mía: mi ego. Escondida tras mis personalidades (arquetipos colectivos) quedó en un rincón tan protegido (y oculto) de mi Ser que olvidé cómo regresar a él para recuperarla. Como Hansel y Gretel, regresamos ahora al hogar paterno tras esta Odisea con el anhelo de convertir este valle de lágrimas en el recobrado Paraíso que en su día fue.

Ahora dejo de escupir veneno culpabilizando a mi entorno y asumo responsablemente la única tarea de la que puedo responsabilizarme: ir al reencuentro de mi paz.

It is the end of the world as we know it, and I feel fine (R.E.M.)

"Es el fin del mundo tal como lo hemos conocido, y yo me siento bien"

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