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martes, 12 de febrero de 2013

La Conexión (I)

Este no es un blog di-vertido ni cómodo, no es una publicación siquiera que busque ironizar. Estás ad-vertid@. Si quieres evadirte te has equivocado de sitio.
Te dijeron que la vida es un regalo, que había que disfrutarla, que nadie tiene la culpa de nada, que hay que tratar de pasarlo bien, obtener el máximo placer, después de todo es TU vida, y que solo tienes una... Consume. Usa y tira. En definitiva, todo pasa, y, como decía el poeta,...lo nuestro es pasar.Y sin embargo ha habido (y sigue habiendo) tantos momentos en los que el sinsentido es tan abrumador, tantas veces que quisiste 'borrarte del mapa'. Simplemente desvanecerte. Hacer como si nunca hubieras estado aquí.
Se hace muy cuesta arriba estar en este mundo, tan lleno de sórdidas experiencias, cuando crees (porque te han convencido) que no hay más cera que la que arde, de que solo hay esta vida. Y no es que no haya cosas por las que maravillarse en este planeta, sino que la sordidez pesa tanto...Un mundo que podría ser tan armonioso y sin embargo tan lleno de disonancias. Uno comprendería a los misántropos y a los tiranos si no fuera porque...
Llegó a mis manos el otro día, procedente de un buen amigo, un Powerpoint que gira entorno a la programación neurolingüística (PNL), esos documentos que circulan muy alegremente por la red (vaya uno a saber quién los edita y cuál es su intención) y que despiertan en uno la muchas veces irreprimible necesidad de compartir. A modo de pincelada te resumiré su mensaje:
"Observa tus pensamientos...se convertirán en palabras.
Observa tus palabras...se convertirán en acciones,
Observa tus acciones...se convertirán en hábitos,
Observa tus hábitos...se convertirán en carácter,
Observa tu carácter...se convertirá en tu destino.
...
Disfruta cada minuto de tu vida.
Qué cosa extraña es el hombre...
No pide nacer.
No sabe vivir.
No quiere morir."
Hace tiempo que ya no reenvío Powerpoints, ni siquiera esos con las fotos de delfines y de paisajes espectaculares. Respeto a quien los manda, por supuesto, pero el corazón me dice que solo tengo autoridad para emitir "cosecha propia", siempre inspirada por la reveladora Providencia. Providencia que se manifiesta de muy variadas maneras. Insondables son los caminos de Dios. Una vez filtrada la comunicación a través del tamiz del sentido común (que nada tiene que ver, ojo, con la lógica de la razón intelectual) cualquier información adquiere un cariz nuevo, fruto de una nueva perspectiva, diferente a la acostumbrada. una nueva óptica desde la que observar lo habitual. Al final lo habitual adquiere el rango de extraordinario. Hacer caso a la fuente de ese discernimiento interno, entrenado a base de mucha antigimnasia mental, me ha confirmado, en definitiva, que es bueno observar la sibilina retórica de quienes se apropian, patentan y hasta comercializan el mensaje de la llamada Nueva Era. Este post quizá te ayude a comprender mis razones.
Imagino que a estas alturas –y con mayor motivo si eres asiduo de talleres y seminarios de autoayuda– sabrás conjugar el verbo 'constelar'. Yo mismo fui un adepto del análisis de la transmisión transgeneracional. Nada que objetar de entrada. Puestos a sacarle la última gota de jugo a nuestro neocórtex, solo nos faltaba analizar el origen de nuestra crisis mental desde una mirada sistémica. Los adeptos al sistema tienen miradas sistémicas. Una mirada que recibimos en herencia y que hemos transferido de padres a hijos, sellando el caótico genograma que nos esclaviza. Te dicen que "para ocupar el lugar intransferible que por derecho te corresponde en el órden implícito de las cosas, para ser rescatados de la culpa que soportamos (y la que repercutimos?) hay que desclasificar los secretos, hacer visibles las estructuras ocultas de la organización del sistema tal como ha estado funcionando". Hasta ahí todo claro. Sigue..."Escenificando las dinámicas no resueltas "a veces desde la infancia" uno es rescatado de la culpa recreándose una "nueva imagen de solución". No muy lejos de la realidad. 90 euros. Un fin de semana. Asepsia total. Salvo en un detalle. Cuando le pedí a un facilitador de Constelaciones que me explicara qué sucede si a un 'cliente' (así llaman a quien solicita constelar) le sobreviene, en el transcurso de la teatralización un brote de catarsis emocional incontenida , me dijo que "eso ya es asunto del cliente, que un facilitador no está allí para nada más que para ayudar a abrir los ojos a los lazos del pasado que asfixian en el presente. De hecho, me dijo, lo común es que los consteladores (y por supuesto los participantes) se contengan todo lo que su rubor y desconfianza ante un entorno poco familiar como es un taller de unas horas, les permita. No hace falta mucho esfuerzo. Al volver a casa, que se las apañen. A fin de cuentas se trata de la responsabilidad de cada uno frente a las propias emociones.
Me decía una amiga recientemente que constelar le había abierto los ojos a la realidad de su esclavitud mental. Había acudido aconsejada por el médico que le diagnosticó un tumor en la mama. Iniciado el proceso, ya no podía ver con los mismos ojos a los 'elementos' de su red sistémica (sus padres en el epicentro de dicho entorno). Aparte de distanciarse de costumbres y hábitos incontestados hasta entonces, fue brotando de su interior una necesidad de resolver la incógnita del por qué en la ecuación "no me amaron". Una necesidad de respuesta que se fue tornando en un lamento desesperanzado a medida que transcurría el tiempo y la respuesta no afloraba tal como esperaba. Una respuesta que nadie podía darle. Paralelamente surgieron voces en su nuevo entorno que la alentaban a perdonar; a olvidar su pasado y a vivir la vida. entre ellas, su psicóloga. La confusión iba en aumento a medida que el baúl de los recuerdos vergonzosos iba abriéndose. ¿Perdonar? ¿Justamente ahora que des-cubro la basura mental que he ido acumulando?
"Sabemos que el cerebro está compuesto de dos hemisferios. Uno (el derecho) más "sintiente". Otro, el izquierdo, más pensante. Grosso modo. El derecho se desarrolla más tempranamente que el izquierdo y absorbe en solitario el impacto de los traumas tempranos mucho antes de que logremos comprenderlos y nombrarlos. No en vano nuestro craneo no se termina de suturar hasta pasados 15 meses aproximadamente, dejando abiertas esas fontanelas tan características en los bebés.
Las huellas traumáticas grabadas en el hemisferio derecho nos gobiernan hasta tal punto que, para cuando acabamos de nacer, tenemos alergias, somos nerviosos, necesitamos movernos constantemente (hiperactivos, epilépticos, etc...). En el mejor de los casos nos mecerán en una cuna hasta que nos durmamos; en el peor de los casos habremos pasado unas horas (días?, semanas?) en una incubadora, lejos del contacto con la piel y la voz de nuestra madre. Llegados a este punto nos llevan al médico, por los "habituales" cólicos (=temperamento col-éri-co). Masajes, paseos, chupetes...es todo lo que los médicos, aún confundidos ante estos síntomas, han 'recetado' hasta ahora, repitiendo praxis heredadas de mentes anquilosadas. Nuestra madre se llena de culpas, de temores, recurre a todo tipo de soluciones ante la falta de soluciones que la confundida sanidad oficial ofrece. Pasan los años y crecemos, mal que bien, demostrando un desasosiego que va en aumento y que se refleja ya sea en nuestra hiperactividad (no pocas veces teñida de violencia) o en una actitud apática y resignada (autismo, anorexia, etc. en los casos extremos). En realidad adoptamos ambas vertientes nacidas de un mismo conflicto: no fuimos amados. Desajustes emocionales fruto de un des-encuentro con la vida al aterrizar en ella. Mujeres sumisas que buscan en un marido al padre que nunca tuvieron y acaban maltratadas o incluso violadas y/o prostituidas...hombres agresivos y aprovechados, misóginos, violadores o tiranos. Indistintamente. Ya conoces la Ley de Murphy: Cualquier cosa que pueda torcerse, se torcerá.
Sabemos que no tenemos la culpa de nada, pero algo es evidente. Somos esclavos de nuestra mente...hasta que nos decidimos a identificar y destituir al usurpador de las sagradas funciones del cuerpo mental.
–¿Cómo se hace eso?
–Con ciencia, le contesté. Según el Dr. Janov, si atendemos al desarrollo evolutivo del cerebro hallaremos la llave para desentrañar la madeja de nudos. Lo primero es conocer la huella y cómo y cuándo se graba. Segundo: saber cómo influyen esas huellas traumáticas y traumatizantes en el sistema neurofisiológico. A continuación como se arraigan esas huellas y gobiernan desde nuestro inconsciente nuestras vidas, convirtiéndolas en esa miseria de la que perpetuamente tratamos de huir con todos los métodos edulcorantes que los espabillati nos venden hipnóticamente (un día hablaré de la hipnosis y del daño que, junto a los retomados electroshocks, causa). Seguiremos, una vez iniciado el "descenso a los infiernos del inconsciente reprimido", averiguando cómo "borrar" la huella. Pongo comillas porque en realidad nada se borra. En realidad se trata de lograr que esa huella, que no es sino una herida abierta y pendiente de ser reconocida, deje de gobernarte desde tus pensamientos, creencias, actitudes y acciones. Se trata de que dejes de degradar tu integridad mientras vomitas en tu entorno la misma mierda que recibiste "en herencia" y que tuviste que "tragarte". Es un trabajo que implica responsabilidad, un término, éste, que tardará aún siglos en asentarse en la nueva civilización que está surgiendo. Entonces no tendrá las connotaciones enjuiciatorias y culpabilizantes que hasta ahora ha tenido. Responsabilidad dejará de ser sinónimo de culpa y simplemente será ley de vida.

Seguimos. Revertir la huella puede ser hecho bioquímicamente o, de modo más efectivo, por medio de terapia regresiva consciente. Sabemos hoy que es el hemisferio derecho el que está activo cuando estamos recuperando los antiguos recuerdos y los re-vivimos. Ese es el hemisferio al que podemos (y debemos) apelar, pues fue en él donde se grabaron a fuego las "huellas". La hipnosis, por lejos que nos conduzca en nuestra expedición, volverá a influir en nuestro AQUI/AHORA; al abandonar dichos recuerdos la memoria oculta (cachée, inconsciente) regresará a hacer de las suyas...

Te aconsejo que leas los estudios de Wilder Penield: "la ciencia confirma que la mente es independiente del cerebro"). Cuando vamos a una terapia intelectual (escuela cognitiva-conductual) nunca rescataremos del inconsciente esos tempranos recuerdos que son, repito, los que rigen nuestros actos en el aquí/ahora. En terapia primal se sacan a la luz por medio de métodos no verbales, casi siempre a través de vias de descarga fisiológicas (llanto, mucosidades, gritos...) activadas por medio de estímulos que explicaré.
La cuestión es que cuando se abusa de la conversación (si no directamente del monólogo del terapeuta) como método terapéutico, el origen continúa irresuelto. Esa es la razón por la que el diálogo y el debate, por políticamente correctos que nos parezcan, nunca conducen a otra cosa que no sea fortalecer las posiciones previamente mantenidas. Afortunadamente ya poca gente cree en el diálogo como método de entendimiento entre las partes.

Solo el amor funciona. Y el amor nada tiene que ver con la lógica, la razón o el intelecto. Y eso se está demostrando en el estado de catarsis emocional que atraviesa el mundo entero. Como una espiral, el proceso catárquico transita el via crucis inevitable desde la periferia hasta el epicentro de la razón, el eje de Europa. Sí, en Noruega también cuecen habas...¿de quién crees que es este famoso cuadro?


Seguimos conservando una "memoria caché" (del francés cachée, escondida) esperando en la "cola de impresión". Cuando estimulamos eléctricamente el hemisferio derecho, esos recuerdos y pasadas experiencias tempranas afloran. Cuando un bebé o un feto sufre un trauma, se vuelve más sensible y vulnerable al estrés que encontrará y al que deberá hacer frente ineludiblemente más adelante en la vida extrauterina. Su sistema inmunológico queda sacudido de modo que se encuentra más frágil ante cosas como la enfermedad de Epstein-Barr, o al virus del herpes. En otras palabras, cuando un virus rodea el ambiente (y de ello se ha estado encargando ya sabes quien...¿te suena el trinomio Tamiflú/Roche-Pharma/Rumsfeld?) el bebé será más propenso a enfermar, especialmente si no fue deseado y, luego, privado de los necesarios nutrientes (oxígeno) in utero. (Health Psych. 2012. July 2. Fagundes CP et al.). Las enfermedades antes mencionadas no se consideran enfermedades mentales, aunque entrañan las mismas huellas que la esquizofrenia o la psicosis, por ejemplo. Tenemos, pues, un desarrreglo inmunológico. Científicamente (biológicamente) probado. Pero hay más. ¿Queremos aliviar esa disfunción o queremos curarla? Muchos médicos deberían hacerse esa pregunta. Afortunadamente las próximas generaciones no tendrán dudas al respecto...Para curarla hay que encontrar las huellas. Están allí, y cuando el paciente obtiene el acceso adecuado (no simplemente un taller de un fin de semana) accederá. Los recuerdos aflorarán para saludarle.
Sin duda hay que tratar las alergias, pero eso solo es atender a los síntomas, no a la fuente de la disfunción. ¿Qué es lo que desencadena la cura? La necesidad de conexión. ¿Conexión de qué y a qué? Conectar significa que los sentimientos se trasladan del cerebro derecho al izquierdo.

Según el Dr, Alexander Lowen, discípulo aventajado de Wilhel Reich, el cuerpo es el espejo de la personalidad y a clave palpable con la que abrir la caja de los trastornos emocionales. El Dr. Lowen demuestra que existen relaciones claras y sorprendentes entre el modo en que desplegamos nuestra personalidad y las pautas de los movimientos corporales y las tensiones musculares. La mejor descripción de lo que supone el análisis bioenergético viene dada por el mismo argumento de La Divina Comedia de Dante, que curiosamente reúne muchas similitudes con el famoso cuento de los hermanos Grimm Hansel y Gretel. Recordemos que en la obra de Dante, el poeta se encuentra –al igual que los dos hermanos expulsados del hogar paterno (¿Adán y Eva?)– perdido en un bosque. No hallando el camino de vuelta, se encuentra con una fiera –¿el lobo de la Caperucita Roja? Recordemos un cuento hadas de transmisión oral recogido, entre otros, por el francés Perrault y los mismos hermanos Grimm– que le impide continuar adelante. Indefenso y horrorizado, el poeta pide ayuda al cielo. Su petición es escuchada por su protectora, Beatriz, quien le envía a Virgilio para que le guíe de regreso al...hogar. Virgilio explica a Dante que el camino de vuelta pasa por el infierno, el purgatorio y el cielo. El infierno está lleno de peligros y escenas horrorosas; imposible atravesarlo sin un guía competente. Virgilio afirma que él mismo ya ha estado allí, y que conoce el camino. Una vez en el infierno, Dante asiste al sufrimiento de los pecadores, castigados (reoercutidos) según la naturaleza de los pecados (sin en inglés, synd en sueco –en ambos casos significa penalidad) que padecen cíclicamente (karma) en su ignorancia. Dante consigue evitar el castigo, mas no la contemplación del pecado y sus consecuencias. Con la ayuda de Virgilio, consigue atravesar el infierno quedando indemne, a apesar del terror que le producía la mera idea.
Virgilio representa sin duda al terapeuta-analista que, con anterioridad, ha hecho frente a los conflictos que se derivan de su propio carácter, y los ha resuelto. Dante es el paciente. El infierno es la crisis, es decir, el sufrimiento que le han producido sus propios impulsos neuróticos. En el purgatorio (recordemos, en la teología católica y la copta, es un estado de ánimo transitorio de purificación y expiación posterior a la muerte) Dante se libera (sana) de sus tendencias neuróticas, adicciones, actos compulsivos o frenéticos que lo atormentaban, y así puede experimentar los gozos del cielo.

Cada uno de nosotros ha de dejar de huir neuróticamente de su propio infierno y enfrentarlo, atravesándolo para al fin encontrar el camino de regreso al hogar.
Zosima a sus monjes: "El infierno es el sufrimiento de quienes son incapaces de amar." (Los hermanos Karamazov. Fiódor Dostoyevski)

(Continuará...)




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