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viernes, 19 de octubre de 2012

Euphoria (I)

Vayas donde vayas el sentimiento progresivamente más común es el de la desesperanza. Una desesperanza más o menos disimulada: "la procesión –me decía un conocido en la calle– va por dentro...". La ceguera colectiva e inconsciente que nos gobierna ante la naturaleza de los acontecimientos tiñe la cotidianeidad de frustración. "¿Cómo compensar ese estado latente de desánimo?" nos decimos para nuestros adentros. Antes de que terminemos de formular esa íntima pregunta, ya está preparada la respuesta: Euforia.

Del griego εὐφορία, Euforia es "el estado de ánimo que involucra la capacidad para soportar (combatir/contrarrestar) el dolor, para alcanzar una cierta sensación de bienestar."

En la búsqueda incesante de estimulantes que mantengan aletargado al miedo (al dolor) que nos persigue, no ya desde nuestro nacimiento en esta particular vida, sino como una sombra indisociable desde los mismos albores de nuestra experiencia humana como especie, de nuestro nacimiento cósmico, hemos nadado en un mar de sufrimiento.
Como si de una sucia y pestilente ropa interior simbólica se tratase –cuya limpieza no hemos sabido (querido?) enfrentar– nos hemos esforzado denodadamente en esconder el hedor del dolor de nuestro propio parto como especie, acaecido en el hoy todavía confuso escenario edénico.


Y Dijo Dios, Vayomer Elohim na'aseh adam betsalmenu kidemutenu veyirdu bidegat hayam uve'of hashamayim uvabehemah uvechol-ha'arets uvechol-haremes haromes al-ha'arets. "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que domine a los peces del mar, a los pájaros en los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra". (Génesis 1:26)

Más allá de apreciaciones semánticas respecto a plurales mayestáticos ("hagamos al hombre...") y del simbolismo que encierran estos versículos enigmáticos, lo cierto es que el llamado drama del Paraíso encierra un vértigo del que aún tratamos de reponernos a pesar del lastre grabado a fuego en nuestro inconsciente...


Continua el Génesis...
3:16 A la mujer le dijo: "Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará". Al hombre le dijo: "Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida.
3:18 Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.
3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás."
3:22 Y dijo el Señor Dios: "¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre."
3:23 Y echó el Señor Dios al hombre del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
3:24 Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.

Desde esta inefable espada de Damocles, ese bíblico vértigo al castigo divino por haber osado morder el fruto prohibido, empezamos hace algo más de 50000 años a transitar, como Homo Sapiens Sapiens, por la experiencia humana...a lo largo de un sendero teñido de culpa...
Nos decimos en silencio: "Si Dios expulsó a la primera pareja de humanos del Edén al ver que tapaban su desnudez, algo 'inapropiado' debieron hacer"...ergo "...Soy culpable, en virtud de mi vínculo genético con Adán y Eva, de haber ofendido a quien más me quiere (según rezan las escrituras"...a mi Creador. "Satán, el que repta (la serpiente) 'tiene la culpa', nos decimos, convencidos de la veracidad de la acusación registrada en el libro del Génesis, sin contemplar la más que probable alternativa de cuestionarnos la condena que pesa sobre el "Adversario", pues esa es la traducción del término Satanás...

Satanás o Satán es el término con que las religiones abrahámicas designan a un ser mitológico que representa la encarnación suprema del mal, personificada en el ángel caído que desobedeció y se rebeló contra los mandatos de Dios, en el caso de la religión cristiana, y en el caso de la religión musulmana Satán puede ser, tanto un genio o yinn que desobedece las órdenes de Allah, como una persona que se realiza actos de rebeldía en contra de la palabra de Allah.
El nombre Satanás -o Satán- deriva del latín Satāna, y éste a su vez del arameo הַשָּׂטָן, ha-shatán, «adversario, enemigo, acusador». Aunque luego se le menciona como un espía errante de Diossobre la Tierra, el sentido primario, de la raíz שטן (štn, «impedir, hostigar, oponerse»), sería simplemente el de «enemigo». En la tradición de la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas señala que Satán es sinónimo de Lucifer. El nombre Lucifer sería lo que en una época habría sido el nombre que recibió de Dios en persona. Antaño a la rebelión, Lucifer estaba por encima de todas las categorías de los ángeles, ya que era el más hermoso de todos. El término "Lucifer" (Luzbel) significa "Portador de luz". Pero desde que se puso en contra de Dios, su nombre fue cambiado a Satán (adversario).

¿Podría este "adversario" de Dios no ser sino una de las personalidades del atributo divino "Yahveh", ese Enki/Oannes sumerio/mesopotámico, co-artífice del salto genético, junto a Ninmah (su hermanastra) y Ningishzidha, el Thot egipcio, hermano de Ra, el Quetzalcoatl Tolteca/Maya, su hijo. ¿Somos esa 'mejora genética' operada en el indígena Neanderthal (hombre nuevo) hace alrededor de entre 50 y 60 mil años en el desierto del Ngoro Ngoro?

En fin, hace mucho de eso, ¿verdad?. Es otro tema fascinante que tratar. Sin embargo, lo cierto es que no conseguimos liberarnos del estigma de la culpa. Por agnósticos o ateos que nos definamos, la culpa subyace el inconsciente colectivo de los herederos de las tradiciones judeocristianas, como una mancha aparentemente irrevocable que ni el sacramento bautismal de la fe religiosa logra borrar en los mismos fieles creyentes, una losa que solo halla cierta dosis de redención desde una actitud de penitente sumisión (de ahí los tabúes como la vergüenza, la timidez, la virginidad, la austeridad, el 'yo no soy nada, no valgo'...). Una sumisión que sin duda necesitamos sublimar por medio de cualquier tipo de violencia (verbal o físca). 

En un mar de esquizofrenia donde todo aparenta ser envases edulcorados totalmente vacíos de contenido, vamos disimulando el dolor reprimido con un esfuerzo sin duda sobrehumano (sufrimiento) a base de estimulantes –o narcóticos, según se tercie–, de esos euforizantes (opiáceos naturales o sintéticos) que nos otorguen una cierta 'sensación de vivir', en la búsqueda por recuperar (recordar) nuestra una vez indiscutible conexión y sintonía con todo lo creado. 

Puede que te parezca una idea alocada, pero hoy creo firmemente que, desde entonces, y generación tras generación, en nuestra alocada huida hacia adelante y al tiempo que hemos expandido los límites del universo conocido (ese mérito es innegable) hemos transmitido (con la mejor de las voluntades de que el intelecto es capaz, sin duda) el testigo de la insostenible culpa a nuestros hijos, en la inconsciente esperanza de que ellos, nuestros herederos, la 'nueva savia', resuelvan de una vez por todas el acertijo de nuestra esencia y aclaren las dudas acerca de nuestra crisis existencial como especie, que nos digan finalmente quién es el Homo Sapiens Sapiens y cuál es el peldaño que nos aguarda en esta "escalera al cielo". Todo, ya digo, para soportar y amortiguar la incomprensible sensación de abandono que a nivel individual y colectivo hemos sentido desde nuestro repentino advenimiento sobre la faz de la Tierra. Un abandono que hemos perpetuado inoculándolo de padres a hijos. Claro, ¿cómo va a transmitir amor a su descendencia un ser que se sabe abandonado? Homo Homini Lupus...
El monstruo global, ese ego incansanlemente pensante, de cuya dependencia permanecimos conscientemente ignorantes hasta que Freud y Jung expusieron su influencia individual y colectiva sobre el tapete, sobrevenido probablemente tras la adquisición, por parte de aquellos primeros homínidos, de una "nueva corteza cerebral" (neocortex) –y con ella una expansión de nuestra consciencia como individuos–. Un ego que está, desde 1990, en sus últimos estertores, viviendo su ocaso, desde la vida propia de que le hemos dotado, quemando todos los cartuchos que le restan, tratando por todos los medios de mantener distraido (siquiera de retrasar) nuestro imparable despertar del sueño al que nos indujo. Y su sibilino mensaje, sustentado por sus secuaces 'espabillati' a escala global, te invoca a seguir sumido en tu sueño cotidiano, para que continúes tratando de alcanzar algo que sin embargo ya eres, tu divinidad. Su consigna es clara: euforia.




why can’t this moment last forevermore?
¿Por qué no puede durar este momento para siempre?
Tonight, tonight eternity’s an open door…
Esta noche, la eternidad es una puerta abierta
No, don’t ever stop doing the things you do.
Nunca dejes de hacer las cosas que haces
Don’t go, in every breath I take I’m breathing you…
No vayas. Cada vez que respiro, te respiro a ti.
Euphoria
Euforia
Forever, ’till the end of time
Para siempre, hasta el fin del tiempo
From now on, only you and I
De ahora en adelante, tan solo tu y yo
We’re going up-up-up-up-up-up-up
Subimos, subimos, subimos....Euphoria
EuforiaAn everlasting piece of art
Una obra de arte imperecedera
A beating love within my heart
un amor que late en mi corazón
We’re going up-up-up-up-up-up-up
arriba, arriba, arriba....
We are here, we’re all alone in our own Universe,
Aquí estamos, solos en nuestro propio universo (??)
We are free, where everything’s allowed and love comes first,
Somos libres, donde todo está permitido y el amor es lo primero
Forever and ever together, we sail into infinity,
por siempre y para siempre, navegamos hacia el infinito
We’re higher and higher and higher, we’re reaching for divinity.
Llegamos más alto, más alto, alcanzamos la divinidad (??)
etc...

...

No más rencor. No más resentimiento. No más odio ni frustración.Desata, sin vergüenza ni miedo a las represalias, toda la ira que contengas y vacíate de toda la energía reprimida. Ese es el mensaje de los niños, que no son sino nosotros mismos venidos desde el mañana, portando la llave de la sanación. Una llave que abre la caja de Pandora, la de los vientos reprimidos y represaliados. Des-anúdate. Es legítimo. Hazlo sin ensañarte. Sácalo sin cargárselo en las espaldas de tus captores. Estos, por 'malvados y tiránicos' que aparenten ser, son seres eternos, como tu, con una función clara. Poner a tus defensas 'contra las cuerdas'. Sacarte de quicio, para que te des cuenta de que no encajas en el marco. Se trata de ti. De tu salud. Y ellos son como tu. Ni más ni menos. Por muchos títulos y cargos públicos, electos o no, que ostenten, fueron niños abandonados.Detener la cadena de ira y condena, deshacer los nudos de tu resentimiento. Es una operación íntima que tan solo te involucra a ti. Probablemente ni te des cuenta, pero de hecho ya lo estás haciendo...tu inconsciente está aflorando, colándose irremisiblemente por las grietas de tu bien labrada armadura mental. Y con ello los mundos sutiles se están revelando masivamente. La realidad que te rodea lo está reflejando. Observa y abraza al epílogo de tu/nuestra gran epopeya, el gran parto que 7000 millones de almas se comprometieron a testimoniar e iluminar en estos precisos momentos.La Tierra, tu madre bajo todos los aspectos, te siente y agradece tu presencia. Quien está re-naciendo eres tu mism@...y ella contigo.Fraternalmente: Lo siento, perdóname, te amo, gracias.







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