-Entonces, si este mundo no tiene sentido, la vida debe ser fruto del azar...
-Te voy a explicar por qué esa conclusión es demente. O mejor dicho, que una cosa es este mundo y otra la vida. Asociar ambas cosas es lo que provoca tu rebeldía.
Verás, este mundo no tiene sentido porque no tiene finalidad en si, más allá de la de ser experimentado. "Azaroso" es el calificativo que usas para describir algo que es aparentemente inconexo, que no atiende a ninguna ley conocida. Pero como en este mundo las leyes son dictadas por hombres, (sujetos a error), ellos deciden que lo que está fuera de la ley es desordenado. Y entonces deciden volver a ordenar (dar órdenes). Pero tu ya sabes a estas alturas que no existen las casualidades sino las causalidades (o por lo menos has escuchado esta frase suficientes veces como para que te llame la atención). Todo es fruto de algo. Pero eso, lejos de ser un motivo para ayudarte a comprender el origen de los errores (a riesgo de provocarte irritación), puede catapultarte al empoderamiento, es decir, facilitarte que te des cuenta de que tu potencial creativo es ilimitado. Si todo sucede por una causa y la causa está en ti, tu tienes el poder de generar consecuencias distintas. Igual que has (co)creado este mundo, no hay nada que te impida crear uno distinto, 'mejor'.
En todo caso, los mundos que creas carecen en si mismos de meta alguna. Ningún premio, ningún reconocimiento se debe buscar, ni se obtendrá, por atravesar los calvarios o triunfos con que tiñes tus creaciones.
Sin embargo puedes apostar a que todo lo que es experimentado es fruto de una intención, de una idea fraguada en una mente, es decir, de una inteligencia.
-Pues no será demasiado inteligente esa mente, visto lo visto.
-Comprendo que te sientas un estúpido entre tanto delirante sinsentido, pero la decisión de crear este escenario salió, en parte, de ti y no de Dios como te han contado. El potencial de la inteligencia que aplicas a tus decisiones se desprende/procede de tu Creador (que, descuida, no eres tu). Lo que pasa es que a fuerza de aturdirte creyéndote el Creador de todo, preferiste olvidarlo. La amnesia te ha cobrado un precio muy caro: creer que la única ley válida es la del más fuerte. Pero la amnesia es como la oscuridad. Dura lo que la luz es obstaculizada.
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