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miércoles, 27 de marzo de 2013

Matar para conseguir amor

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”El motor de la violencia es el odio, que los padres han sembrado en el corazón de sus hijos. Los golpes que los niños ven caer como lluvia sobre sus madres, el machismo, el alcoholismo, el incesto. Todas esas vivencias han creado una energía negativa enorme y precoz. Están enojados con todo el mundo y necesitan pelear. La pandilla es como un país de las maravillas, que les brinda la oportunidad de descargar toda esa ira : puedes hacer lo que te da la gana, obtener lo que nunca nadie te ha dado”
Juan Carlos Molina, psicólogo.


“Cuando mi padre volvía a casa, siempre teníamos miedo de que llegara borracho o drogado. Y como siempre, todos teníamos derecho a una paliza. Yo solo tenía 4 años cuando nos abandonó. Nunca volvimos a tener noticias suyas. No lo echo extraño, ni tampoco lo quiero, por todo el daño que nos ha hecho.Creo que mi mamá se quedo muy afectada por toda la violencia que ha sufrido y por la situación económica en la que vivimos. Tengo 13 años y apenas he ido dos años en la escuela. Me gustaría tanto que me tomara en sus brazos, que me besara en lugar de gritarme y pegarme. A veces le digo: “Mamá, dame un beso”, pero ella me contesta que no soy más que un maleducado. Es verdad que últimamente me he vuelto un poco rebelde, por eso ella, a veces, me echa de casa diciendo que soy como mi padre y que no quiere volver a verme. Y en la calle están las pandillas…”
Jacobo C., 13 años.

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