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lunes, 18 de marzo de 2013

La verdad os hará libres (III)

Cuando tantas almas creen todavía en que el vínculo entre el hombre y Dios precisa de la intermediación de un Sumo Pontífice (gran artífice de puentes) –llámese Benedicto o Francisco– es por lo menos aconsejable hacer re-visión de la institución papal y de los pilares que supuestamente la cimientan. Aunque claro, si indagas más allá de lo atrevido vas a darte de bruces con un terreno infestado de medias verdades y en muchos casos de flagrantes mentiras. Como que Pedro, el pescador que negó al rabí tres veces la misma noche, nunca fue Papa; que tal cargo tiene un orígen político, pues Jesucristo nunca nombró a Simón Pedro su delegado/heredero en la Tierra; que 'El Cristo' no nació el 25 de Diciembre, pues ésta es la fecha de una celebración pagana romana; que la palabra Vaticano proviene del latín vaticinius (vaticinio, hechizería); que la construcción del templo de San Pedro y de paso la acumulación del extenso Patrimonio de la organización religiosa fue financiado con el dinero obtenido por la venta de las indulgencias papales. Indulgencias (bulas) "necesarias" para reducir el tiempo de espera en el Purgatorio. Han tenido que pasar 600 años para que el "Santo Padre" de turno, entonces Joseph Ratzinger, retracte este dogma de fe y diga que «el Purgatorio no es exactamente un lugar que pueda buscarse en los mapas o en Google Earth, sino más bien un “fuego interior” destinado a purificar a los pecadores que no hubiesen conseguido entrada directa al Paraíso.» A eso se le llama una excelente y muy inteligente estrategia para adaptarse a los tiempos...
Francisco desea y prometer una iglesia para los pobres. Un propósito que se antoja tan alejado de la realidad como que Barack Obama cumpla su promesa electoral de 2009 de desmantelar la prisión de Guantánamo. Medias verdades o flagrantes mentiras. Todo, con tal de seguir aferrados al poder, al control mediático sobre las ignorantes mentes de los sumisos corderos. Y es que las indulgencias hoy en día se conceden a cambio de la fidelidad a los medios de (in)comunicación de masas que demuestre la población sentada frente a sus televisores. Ya no sorprende la desorbitada cobertura que conceden los medios –supuestamente laicos– a la elección del heredero al trono de Pedro.Es mucha basura inteligentemente perfumada como para creer que un solo hombre, por humilde que aparente ser su actitud, va siquiera a devolverle la dignidad que nunca ostentó a una institución que está viciada desde su mismo advenimiento. No estaría de más que el Vaticano abra una investigación seria acerca de la misteriosa muerte de Juan Pablo I, acaecida 33 días después de su nombramiento...aunque, claro, eso equivaldría a pedir a la administración estadounidense que desclasifique la verdad tras los autoatentados del 11 de septiembre, o de la connivencia de la administración Roosevelt con el hundimiento de la flota amarrada en Pearl Harbour en diciembre de 1941; o de la trama verdadera tras el magnicidio de JFK, o del affair Roswell. Y la lista de 'banderas falsas' sigue...
No obstante lo dicho, la apostasía radical, la que pretendiendo cortar por lo sano, "mata" al mensajero, repudia consecuentemente el mensaje original (sin duda desvirtuado por el decapitado mensajero), corre el serio riesgo de convertirse en un remedio peor que la enfermedad abominada. Son éstos tiempos confusos, de aparente caos estructural en todos los órdenes. Paradójica y afortunadamente, muchas preguntas que han pugnado durante decenas (sino cientos) de años por obtener respuestas creíbles a cuestiones cruciales están aflorando inconteniblemente, y obteniendo en muchos casos finalmente respuesta. Y una de estas Preguntas esenciales es, cómo no, «¿Son Cristo y Cristianismo –al igual que amigo y amiguismo, socio y socialismo o capital y capitalismo– términos no solo incompatibles sino directamente antagonistas?».
"Cosas veredes, Sancho, que non crederes" (Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha)


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