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martes, 12 de marzo de 2013

Relaciones sanadoras


Jeshua canalizado por Pamela Kribbe
2013 – www.jeshua.net
Traducción del inglés por Sandra Gusella

Queridos amigos,
Soy Jeshua. Os saludo a todos con sinceridad. Estoy aquí con mi corazón pleno. Quiero compartir este instante con vosotros, porque sois mis hermanos y hermanas y siento una profunda afinidad con vosotros. No soy ni superior ni más que vosotros. Somos uno.
Juntos nos embarcamos en la odisea de plantar la semilla de la energía Crística en la Tierra, una semilla que con el tiempo lentamente crecería y brotaría a una flor totalmente madura. En esta precisa y actual época en la Tierra culmina este viaje. Es el momento en el cual muchas semillas comienzan a desarrollarse, y de muchas maneras vosotros sois las flores en ciernes. Juntos formamos una unidad, un colectivo de almas que se dedican al advenimiento de una nueva conciencia. No me veáis, pues, ya más como a un maestro por encima de vosotros tal como se os ha enseñado equivocadamente, sino como a un amigo que os sostiene de la mano y quiere compartir con vosotros su amor, porque yo os amo profundamente.
Deseáis intensamente el amor pues os es íntimamente familiar. Lo buscan en las relaciones con los demás, y también a través de la reconexión con lo divino. Pero en verdad lo que estáis reclamando yace dentro de vosotros mismos; es vuestra propia naturaleza divina, la parte de vosotros que es UNA con la alegría y el amor incondicional. Cuando lográis experimentar esta parte vuestra, sentís como un "volver al hogar". En esos instantes todo lo demás en vuestras vidas se vuelve fácil, liviano y alegre. Sois uno con vosotros mismos y no necesitáis nada externo para sentirse bien. Una sensación de segura y confiada autonomía os invade. Sois una unidad por vosotros mismos – y aun así sentís una conexión con todo lo demás de un modo íntimo y profundo.
Lo que es paradójico acerca de las relaciones es que vosotros sólo podéis estar íntimamente conectados con otra persona si sois capaces de abrazar la unidad dentro de vosotros mismos. Si estáis listos para aceptaros, con las cargas del pasado, con vuestros altibajos. Solo entonces hay espacio para otra persona integrada con su individualidad única. Es entonces cuando ya no están utilizando a la otra persona para volver al Hogar, sino que compartís el Hogar que lleváis dentro de vuestro corazón con la otra persona. Esta clase de relación pasa a ser una celebración conjunta, un verdadero compartir, y es una relación en todos los sentidos sanadora. Y ya puede tratarse de una relación con una pareja, con un amigo, o un hijo; no hay ninguna diferencia esencial. Sin embargo, las relaciones que llamáis amorosas – relaciones de pareja – son las relaciones que más demandan de vosotros. Os rozan profundamente y agitan profundas emociones, porque en ellas parece sostenerse la promesa de regreso al Hogar como ninguna otra relación lo hace.
Antes de hablar acerca de las relaciones amorosas, quisiera recordaros que el Hogar que anheláis, esa unidad original de la cual nacísteis como un alma, no está lejos. Se decir que es en el reino del tiempo desde el que fue hace muchísimo tiempo iniciásteis vuestra partida, simbólicamente hablando, el Paraíso. Cuando tomásteis vuestro propio camino como un “alma encarnada en un cuerpo”, eligísteis ateneros periódicamente a una cierta forma (especie, raza, sexo...) en la cual manifestaros y desade la que someteros a experiencias, visitando diferentes lugares en el universo.
Cuando nacísteis como un alma individual y emprendísteis vuestro viaje, renunciásteis a esa unidad original, la cual podéis imaginar como ese cálido manto de luz y amor tan familiar para vosotros. Una unidad donde siempre sentíais la presencia segura de un Padre-Madre-Dios. Nunca teníais miedo de estar solos o de ser rechazados porque eso no era concebible en dicho estado. Conectad con eso porque en verdad así fue. Estos conceptos que llamáis “negativos” ni siquiera estaban en vuestra comprensión, y sin embargo un poder arquetípico estaba trabajando en Dios, quien os dio a luz desde el útero de esta unidad Padre-Madre-Dios.
¿Cuál fue el propósito de ese nacimiento? Simplemente ¡El que todos pudiérais llegar a ser dioses independientes! El que vosotros mismos pudiérais convertiros a su vez en el punto de partida de una Fuente Padre-Madre-Dios de calidez y amor desde la cual una infinidad de seres fuesen creados, igual que vosotros lo fuisteis, y emergiesen. 
Pero la despedida, en "el comienzo de los tiempos" llegó a vosotros como una conmoción. Os dísteis cuenta de que separaros de la unidad para verdaderamente experimentar el proceso de evolución implicaba "olvidar" todo lo conocido de antemano. Comprendísteis que sólo podíais separaros de la unidad primordial y seguir vuestro propio camino como un alma individual desde un estado amnésico. Solo así pudísteis familiaarizaros con el miedo, experimentar la desolación, el abandono y la oscuridad de no saber y no comprender que sucedía y cuál era vuestro destino. Sin embargo la semilla del retorno estaba protegida en vuestro interior. Muchos autores lo han relatado en forma de cuentos como Hansel y Gretel [Hermanos Grimm] para que vuestra memoria tuviera el abono resonante.
Vosotros todavía arrastráis esa experiencia original de desconectada desolación y soledad, la cual puede resurgir muy fácil y fuertemente en el terreno de las relaciones amorosas. Pero antes de abordar esas relaciones, quiero recordaros que tenéis la posibilidad de experimentar esa conexión primordial en todo momento. Cuando dormís sin sueños, vosotros abandonáis vuestro cuerpo físico y os conectáis con la fuente más profunda de la cual provenís, con Dios, si así queréis llamarlo, o con vuestro núcleo más profundo: esa parte vuestra que nunca dejó el Paraíso y aún permanece ahí. En eso consiste que seáis multidimensionales. Y aunque eso sucedió hace miles de millones de años, la unidad aún yace dentro de vosotros, como una llama inextinguible; es una parte inalienable de vuestra conciencia. Durante la noche, si vuestra mente no está demasiado activa y os permitís rendiros al sueño y, con ello, a los reinos no físicos a los que entráis, entonces, a medida que dejáis vuestro cuerpo, asimiláis esa Fuente y de este modo refrescáis vuestra memoria, que también vive en vuestras células. También en vuestra vida diaria de vigilia, podéis establecer la conexión con esta realidad del espíritu divino, de la cual sois, repito, una parte íntima. Volviéndoos muy serenos, podéis sentir esa presencia aquí y ahora. Os invito a sentir cómo todos juntos, como si de una gran esfera multipoliédrica y multifacética que en definitiva es, todos nosotros aportamos nuestra intransferible peculiaridad constituyendo una parte de ese rostro original de Dios.
Imaginad que en el medio de vuestro pecho, en vuestro chacra del corazón, hay un cristal brillante, hermoso. Imaginadlo ahí y sentid su poder: un cristal puro, claro en el cual todas las caras simultáneamente reflejan vuestras numerosas experiencias a lo largo de todas vuestras vidas. Este corazón de cristal también está conectado con todo lo que os rodea. Los sentimientos que recibís de los demás pueden ser reflejados por este cristal, y así, al comprender sus estados de ánimos y emociones a través del cristal, llegáis a amar a toda la diversidad que os rodea. Desde este corazón de cristal comprendéis las experiencias de los demás: sus penas y decepciones se vuelven claras a vuestros ojos.
Este corazón de cristal está conectado a los corazones de todos los seres vivos, porque todos somos uno. Y sin embargo vosotros también podéis sentir que este corazón, que portáis en vuestro pecho, os pertenece: es vuestro corazón del alma. Sentid cómo ambos aspectos caminan juntos...Están conectados a nivel del corazón – un campo horizontal que os conecta con todo lo que está vivo – de tal modo que no se concibe ya la separación.

Sin embargo vosotros TAMBIÉN sois “uno”, en el sentido de que sois vosotros, y que nadie más es exactamente como ustedes. La unidad es diversa. Sois un ser individual y hay una línea vertical que os conecta directamente con vuestra Fuente, con Dios. Estáis en este cuerpo físico, el cual es el so-portador de vuestro corazón, vuestra propia pieza de la conciencia de Dios.
Sentid la inmensidad de este cristal: la conciencia infinita que os pertenece y aun así puede ir a donde quiera. No está atada a este cuerpo, aunque ahora está en este cuerpo, temporalmente, pero es una energía tan vasta que finalmente no está atada, como no puede estarlo, a ninguna forma. Vosotros sois esta conciencia; os habéis traído una pieza de la fábrica divina del Padre-Madre-Dios con vosotros, aquí a la Tierra. No sois una fracción de la totalidad sino que estáis enteros y completos dentro de vosotros mismos. Sois los guardianes de este corazón de cristal. Recordad esto, mientras ahora examinamos el tema de las relaciones amorosas.

Cuando os 'enamoráis' de otra persona, a menudo vivís una experiencia intensa de encanto al comienzo de la relación. Como si algo se abriera dentro de vosotros, algo que estuvo mucho tiempo escondido y que sólo puede ser descubierto por la mirada de ese otro. 

Las demás personas (especialmente vuestros progenitores) no parecen ver ese “algo” dentro de vosotros, pero vuestro ser amado despierta la belleza desnuda de quienes sois. Regresa entonces vuestra pasión y entusiasmo por la vida, os sentís vistos y amados, y vais raudos a experimentar vuestra propia profundidad – vuestra maravilla. Eso es lo que experimentáis y significa la infatuación. Y aunque parece más tener que ver con el otro, en realidad tiene que ver con vosotros, con lo que el otro evoca dentro de vosotros, lo cual es delicioso, ¡un milagro! Sólo entonces parecéis estar despiertos y sentir cuánto tenéis para dar y cuánto podéis ser amados.
En ese momento, las personas usualmente se intoxican con la admiración y la maravilla de esta infatuación que experimentan, y buscan atarse ciegamente a la persona que despertó este sentimiento dentro de ellos en la convicción de que sin esa persona esa sensación se desvanece. Sentís (sentísteis) que ella –o él– tiene la “varita mágica” que obra milagros en sus manos, y lo que al comienzo llevó a una revelación, y a un sentimiento amoroso hacia vosotros mismos tanto como hacia el otro, gradualmente se pierde. Es lo que tiene enfocarse en el otro.
Comienza entonces una batalla con el otro. Querríais poseer la parte de ellos que os hace sentir tan bien. Y el "otro" a menudo hace lo mismo con vosotros, y ambos os váis confundiendo inmensamente por esta lucha de tirar de la cuerda. De esta manera, lo más elevado que podéis daros uno al otro finalmente saca lo más bajo: los celos, la dependencia y las luchas de poder. Ésta es una caída extremadamente dolorosa que casi todos habéis experimentado en la vida en mayor o menor medida. ¿Cómo sucede esta caída?

Conviven dos partes dentro de vosotros. Por un lado, en ese corazón de cristal que describí, hay un amor en vosotros perfectamente capaz de ver al otro (él/ella) exactamente como es, y que puede experimentar la belleza que hay ahí. Desde este espacio en vuestro corazón, podéis acceder a una conexión constante y equilibrada el uno con el otro, en la cual reconozcáis lo divino en cada uno y en la cual además no pierden de vista lo humano en cada uno. Permitir al otro sentir su dolor, su desconfianza, sus decepciones y su resistencia. Sin juzgar ni tratar de disuadir.
Por otro lado, en vuestro vientre hay otra energía en juego, algo que puede ser muy fuerte, una fuerza destructiva en la infatuación. Yo llamo a esta energía el niño interior abandonado, quien porta consigo un dolor muy fuerte y profundo, un dolor que se retrotrae hasta ese dolor original del nacimiento cósmico del que hablé anteriormente, el dolor de dejar la unidad Padre-Madre-Dios. Este niño también aflora cuando os enamoráis, y este niño/a tiene muchas emociones contenidas capacitadas para oscurecer vuestro corazón. Estas emociones pueden envolver al corazón de cristal y nublar el hecho de que vosotros sois la fuente de la delicia y dicha que experimentásteis en las etapas iniciales del amor romántico. Esos sentimientos tenían que ver con vosotros y el espacio que os dísteis, un espacio que fue posible gracias el otro...y sin embargo tiene que ver con vosotros. La realidad está sembrada de paradojas.
Sin embargo, ese niño interno, dolido y que reclama atención, el amor, y el reconocimiento que perdió hace tanto tiempo, puede sentirse tentado de tomar por cuello a su pareja; quiere agarrarse a toda costa a esa tabla de salvación para obtener externamente lo que por sí mismo no consigue generar.  De este modo, el niño y el corazón de cristal pueden acabar en dos lados opuestos, enfrentados. Lo que al principio parecía ser muy hermoso, se vuelve una relación destructiva donde van a pelear el uno con el otro y a entrar en una lucha que nadie quería, pero que parece condenada a tener lugar...

En el momento en que la magia amenaza con desaparecer, podéis llegar a desesperaros. A toda costa queréis aferraros a vuestra pareja, en realidad a la sensación de seguridad y amor absoluto experimentada en el principio con esa persona. Vais a pelear para agarraros de ellos, y vuestros viejos dolores, vuestras emociones de ira, de miedo al abandono, incluso odio, pueden entrar en jugo. Incluso entonces es muy difícil soltar a la otra persona, porque estáis sujetos al recuerdo de cuán bueno fue cuando todo estaba en armonía. Es cuando aflora el resentimiento.
En esta etapa es muy importante que sepáis cuándo soltar. En el momento en que sentís que vuestra relación entra en una espiral descendente, y que vais a acusaros y a culparos mutuamente el uno al otro, es momento de dar un paso atrás. Podéis haceros tanto daño el uno al otro...Y eso solo puede ser precisamente porque llegásteis a las profundidades del uno al otro. Y ese dolor es difícil de curar a menos que se tome distancia...

Os exhorto a atreveros entonces a dar un paso atrás cuando sintáis que estáis fuera de control, que estáis siendo arrastrados por emociones que os impiden acercaros a vuestra pareja con un corazón abierto. Pueden aflorar perfectamente sentimientos de un profundo miedo a ser abandonados, o justo lo opuesto: un miedo a quedar tan profundamente atrapados en alguien que os perdáis en eso. Puede haber otras emociones tales como la ira o los celos, pero lo que es importante es que os deis cuenta de cómo las emociones más intensas tienen que ver más con vosotros que con la misma relación. La relación dispara las emociones, pero ellas mismas se derivan de causas más profundas.
Lo que importa ahora es que os volquéis hacia el niño interior herido y abandonado que portáis en vuestro vientre (tercer chackra), el foco real de vuestro desequilibrio emocional. Hacer esto no es responsabilidad de vuestra pareja. Y tampoco sois responsables del niño interior de vuestra pareja. Hacer a alguien más responsable de vuestro dolor y esperar (sin duda inconscientemente) que ellos os sanen es una pulsión oculta de la que podéis ser esclavos y que lleva a una enorme confusión en las relaciones.
Entonces, ¿cómo detectar el momento en que una relación, que inicialmente fue una unión amorosa, está yendo mal y se está volviendo desequilibrada? En realidad, hay signos claros, y una de las formas de descubrirlo es hacer un ejercicio simbólico con vuestro niño interior.
Imaginad que en este momento estáis frente a vuestra pareja. Si actualmente no tenéis pareja podéis tomar a alguien que sea muy importante para vosotros. Permitid entonces que vuestro niño interior se coloque a vuestra izquierda. Simplemente visualizaos como un niño de alrededor de diez años de edad, y quedaos con ese niño a vuestra izquierda, frente a vuestra actual pareja. Ahora ved cómo responde el niño a vuestro ser querido. Observad la primer reacción de ese niño. Preguntadle al niño: “¿Qué te atrajo de él o de ella? ¿Qué encuentras tan irresistible en el/ella? ¿Qué fue lo que hizo mella en tu corazón, qué te fascinó? Y luego preguntadle: “¿Cómo te sientes ahora?”.
¿Le sucedió algo a esa cualidad original? ¿Aún puede el niño sentir ese amor? En una relación sanadora, esa cualidad, que solo el niño que portáis dentro puede identificar, aún está muy presente. Aún os alimenta, aún os abriga. Sin duda que vuestra pareja ha adquirido una forma más humana, revelando con los años sus propios problemas y altibajos emocionales. Sin embargo, algo de esa magia original aún está ahí, y debido a esa magia, los problemas pueden ser superados. Si notáis que la "auténtica magia" está ausente, si vuestro niño interior en realidad no se siente amado o se siente tratado injustamente, entonces está pasando algo que necesita vuestra atención. Tomaos el tiempo para descubrir esto con vuestro niño interior.
Para aclarar la situación, soltad la imagen del niño interior y ahora imaginad que estáis frente a vuestra pareja, la que 'elegísteis' y mirad cómo la energía de dar y recibir fluye entre vosotros. Primero, ved qué es lo que le dais al otro y sentidlo...No necesitáis expresarlo con palabras con tal de que genuinamente lo sintáis. Observad lo que fluye hacia vosotros desde el otro, y sentid cómo os sentís vosotros en este preciso momento. ¿Os sentís más energizados debido a este dar, o acaso os sentís vacíos y exhaustos? ¿Es inspirador dar, o quedáis agotados al hacerlo? Sostened honestamente ese primer sentimiento.
Tras observar lo que le dais al otro, observad la interacción inversa. ¿Qué es lo que recibís en realidad del otro? Tan sólo confíad en vuestro primer sentimiento a medida que viene a vosostros. ¿Se siente bien lo que recibís? ¿Hace que vuestro corazón se abra más? ¿Os sentís más felices con vosotros mismos como resultado de lo que recibís? La esencia de una relación sanadora es que el otro os de algo que genere alegría en vuestro corazón.
Finalmente, hay otro signo que revela una relación destructiva. Desde vuestro plexo solar – un lugar cerca de vuestro estómago – sentid una “cuerda” de energía que os conecta con el otro. Si sois sensibles, tal vez podáis experimentar esa cuerda. Quizá lo que estéis buscando sea el sentimiento de que necesitéis poseer al otro; ¿cunde el pánico en vuestro niño ante la idea de que el otro no esté ya más aquí?; ¿Hay algo que tira de la cuerda?. Si sentís eso, entonces eso es esencialmente una cuerda energética umbilical que los conecta con el otro, y que os inunda con el sentimiento de: “yo lo necesito, no puedo hacerlo sin él o ella”. Ese sentimiento de pánico os muestra que no operáis de forma independiente, o al menos pensáis que no sois capaces de hacer lo que sea sin el otro. Tal dependencia puede conducir (y conducirá) a una relación destructiva.
En una relación sanadora, es natural extrañarse mutuamente si de un modo u otro fuéseis separados. Es natural disfrutar y también, por lo tanto, añorar la compañía del otro. Podéis querer al otro, pero no necesitáis al otro cuando la relación es sanadora. Pero en una relación destructiva, hay en juego algo maligno, perverso. Subyace un sentimiento de que no podéis hacer lo que sea, o estar, sin el otro, que sois dependientes del otro para vuestro bienestar – ¡tal vez para vuestra propia subsistencia! – y esto sustancialmente os debilita. Hay un soterrado y profundo miedo a ser rechazado por el otro, y eso os hace sentir pequeños y constreñidos, y toda la relación ya no tiene ese espacio alegre y esa libertad que tenía al principio.
Tratad de sentir estas cosas por vosotros mismos, calmadamente, a vuestro propio modo. Y no tengaáis miedo de hacer espacio en la relación para permitiros sentir esta clase de cosas. Porque una vez que os halléis en una espiral negativa en una relación, a menudo es necesario que las personas se distancien una de otra, física y emocionalmente, para darse cuenta dónde está cada uno en el orden de la relación. En ese momento no suele ser especialmente útil tratar de hablar las cosas. Es necesario que vuestros campos energéticos primero se liberen de la dependencia el uno del otro para así ganar el espacio suficiente que os permita volver al centro de vuestro corazón de cristal. Desciended con vuestra consciencia dentro de ese hermoso cristal claro que es vuestra esencia. No dependáis de otros para experimentarlo en vosotros; está ahí para vosotros – siempre. Es el susurro de Dios que puede oír en el silencio.
Sentid entonces cómo, desde el cristal, irradiáis rayos de luz hacia el niño/a interno resentido en vosotros, que aún tiene dolor por sentir, y que aún está buscando fuera de si mismo la aceptación, el amor y la seguridad. Dejad que vuestros rayos de luz caigan sobre ese niño, y literalmente podéis ver que la luz del cristal parece anclarse al fluir más y más profundo hacia abajo hacia vuestro vientre y todo el camino hacia abajo a través de vuestras piernas hacia la Tierra.
Ésta es vuestra luz, ¡vuestra Luz del Alma única! Estáis aquí para experimentar esta luz en un cuerpo en la Tierra. Vuestra luz particular es única, es vuestra Luz de Ángel, y si permanecéis conectados a ella, entonces atraeréis relaciones amorosas y sanadoras a vuestra vida. No tenéis “necesidad” de otro sino auténticas ganas de compartir. Y además tampoco tenéis necesidad de perfeccionar al otro: alguien que finalmente os vea desde la perspectiva de vuestro deseo, y quien incondicionalmente os comprenda y os abrace del modo que vuestro niño quiere ser comprendido y abrazado. No se puede cambiar al otro.

El amor y la aceptación incondicional sólo están en vuestro propio corazón – por y para vosotros mismos. No carguéis a otro con esa responsabilidad. Ese amor incondicional es algo entre vosotros y vuestro Ser. Esto sólo podéis dároslo a vosotros mismos, y cuando lo hagáis, os volveréis una fuente de amor, un faro de compasión para los demás, porque entonces os habréis vuelto completa y verdaderamente honestos con vosotros mismos. Os amaréis a vosotros mismos, incluyendo a la parte oscura: ese niño/niña interno que a veces lucha por obtener atención y está atormentado.

Cuando os amáis a vosotros mismos, os resulta más fácil ver a la otra persona bajo una perspectiva real. Ya no tenéis que tomaros tan personalmente las ofensas o palabras hirientes que a veces él o ella dice o hace. Sus acciones o reacciones les pertenecen a ellos. Desde esa óptica se vuelve más fácil no responder emocionalmente a las actitudes del otro. La otra persona ya no es responsable de la salvación de vuestra alma – vosotros lo sois. Sois los maestros de vuestro mundo, de vuestra realidad.
Todos estáis en este camino de autorrealización, y ya estáis tocando a otras personas con vuestro corazón de cristal: os estáis dando chispas de amor y de esperanza. Os agradezco por venir a la Tierra en esta época, en este período de cambio y de transición. Estoy con vosotros y me preocupo por vosotros profundamente. Sois mis hermanos y hermanas, y os amo.

© Pamela Kribbe
Sitio en español:www.jeshua.net/esp

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