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viernes, 3 de agosto de 2012

Soltar el control (I)

Si eres de aquellos a los que les gusta ejercer el control sobre todo cuanto les rodea, esto que te voy a decir no te va a gustar. Aclaremos, no le va a gustar a tu ego...

A estas alturas, y si eres asidu@ a este blog, deberías tener más que asimilado que una cosa es tu Ser Superior, eterno, bendito, inmaculado y esencialmente libre de apego a esta dimensión espacio/temporal que llamamos experiencia humana sobre la Tierra y otra cosa tu pequeño y falso yo, esa entidad ficticia anclada, ella sí, a esta experiencia material corpórea que, cual avatar, te viste forzado a absorber, como el resto de nosotros, de la escena pública colectiva y configurar apresuradamente a la medida de tus circunstancias, cuando 'aterrizaste' en este mundo inhóspito. Lo hiciste para poder arraigar e integrar tu instinto de pertenencia, el que voluntariamente escogiste experimentar, para tratar de encajar, de encontrar un lugar, tu lugar, en el contexto ciertamente delirante de este demencial mundo a cuyo caos mental todos hemos contribuido.
No te quedó más remedio que entregarle el timón de tu integridad a una entidad creada de mutuo consenso por el ser humano (ergo totalmente irreal) para defenderse de las circunstancias adversas (es decir, de sí mismo) ante el panorama desolador de abandono que presenciaste. No tuviste más suerte si en tu caso estuviste rodeado constantemente de personas. La adulación, te recuerdo, también es atosigar, una forma muy sutil de abandono.

El ego, esa entidad que a veces se manifiesta como un charlatán inconexo y desquiciado al que exhibes como tarjeta de presentación en sociedad cuando el miedo y la desconfianza te invaden (que es siempre, por mucho pecho que presumas exhibir). A veces es un fanfarrón, a veces se presenta con la máscara de la timidez, del victimismo, pero siempre es ambas cosas dependiendo del contexto. A fin de cuentas es un impostor narcisista. Pero necesario, te dijiste en décimas de segundo.
Aunque a menudo discutes acaloradamente con él e incluso puede que hayas llegado a considerar que la única forma de deshacerte de él es suicidándote. Pero bueno, eso ya lo mencionó Goethe en su Fausto hace más de 200 años. Nada nuevo bajo el sol, verdad?...

No le va a gustar, repito, a tu ego, verse retratado, re-conocer que es un controlador, un manipulador, una pseudomáquina acumuladora y dispensadora de creencias, juicios, críticas y opiniones, heredadas todas de la madre de todas las creencias, el inconsciente global, el miedo colectivizado.
Ya sé, no fue culpa tuya, no querías convertirte en una réplica de tus antepasados. Pero fue inevitable. Acabaste convirtiéndote en eso que te juraste nunca serías, interpretando un papel que prometiste no volver a repetir. Pero ¿acaso te sirve de algo apelar, a la larga, a tu victimismo? Sin duda no te proporciona la redención que desesperadamente buscas desde que fuiste expulsado (del Edén?).

Haces daño. En primer lugar te hieres a ti mismo mostrándote inflexible y rígido, orgullosamente anclado en tus convicciones y postulados tan orgullosamente exhibidos. ¿A quién quieres seducir? A mamá? A papá?, En tu ignorante, perezosa y adormilada desconexión de tu verdadera y multidimensional esencia te lesionas íntimamente.


Haces daño, y lo has hecho, por activa o por pasiva, desplegando tus heredadas y bien trabajadas tácticas manipulatorias. Lo haces cuando quienes están bajo tu coyuntural amparo (hijos, pareja...) te piden el espacio vital para deslegar sus alas.mespacio. Les hieres (y sobretodo te hieres) cuando tu entereza y amor hace falta y no es aplicado. Haces eso con quien te rodea, a todas esas almas que, como tu, decidieron apelar a su valentía y coraje innatos y participar de este 'juego de rol' virtual interactivo al que llamamos vida sobre la Tierra. Un escenario operado en este espejismo holográfico de reglas consensuadas para un sistema que TODOS, como seres creativos que somos hemos cocreado, es decir, en el que hemos depositado nuestras creencias.
La buena noticia es que, a medida que te aproximas a todo espejismo, la visión está recuperando facultades y este espejismo está revelando su evidente irrealidad...Todo el sentido que creíste otorgarle a la vida dpse desvanece como el agua al evaporarse bajo el sol. Descuida, a mi también me costó asimilarlo, pero finalmente comprendí.
Manipulas, sin darte cuenta (inconscientemente) por supuesto, porque consideras a tus congéneres humanos tan potencialmente amenazantes como las mismas personas y circunstancias que te rodearon cuando empezaste a participar en el juego de la vida y a lis que quizá idolatres, tus padres. Y ya sabes que toda idolatría un sentimento opuesto.
Metes a todos en el mismo saco, incapaz de discriminar. Disparas sin preguntar presa del pánico a perder, a dejar de ser,...Y les ocasionas daño cuando tratas de controlarlas, de inducir su libre albedrío. Y claro, aprendieron a defenderse...como tú...faltaría más. En tu inicial afán por defenderte de todo lo que CREES que atenta contra tu integridad (la de tus postulados) has ideado un abanico de tácticas manipulatorias (heredadas y que dejará en herencia a los que te suceden) de las que ni siquiera eres consciente, ergo no las re-conoces, porque no las re-cuerdas (aclaremos, no 'quieres recordar'), con las que engatusas a todo ente viviente para conseguir los fines que te propones. Ley de atracción...profecías autocumplidas, llámalo como quieras. Creas lo que crees. Y manipulas para mantenerles permanentemente dentro de tu redil de control, de tu campo de visión. No te das cuenta y te esfuerzas titánicamente en retener el agua entre tus dedos. ¿Cómo? activando códigos y estrategias de control, te adelantas a los acontecimientos, tratas de prever el mañana basándote exclusivamente en la experiencia empírica, buscando prevenir las consecuencias (de tus propios temores) sin darte cuenta de que lo que consigues no es sino plasmar tus vaticinios, autocumplir las profecías que solo tu imaginas.
Vaticinas luego eres vaticano (=vaticinio). Despliegas estrategias de manipulación (que, repito, ni siquiera son tuyas. Las heredaste). Estrategias con las que lanzas tus periódicos ataques preventivos, por si cualquier actitud 'ajena' confirmase tus sospechas...Y luego, por supuesto, te manifiestas abiertamente contra la guerra sin darte cuenta de que LA GUERRA que tanto criticas ERES TU.
Pones todo tu empeño en pretender adivinar lo que otros piensan, en juzgar lo que dicen o dejan de decir, lo que hacen o dejan de hacer. En prevenirles de las consecuencias de lo que hagan o dejen de hacer. Tienes un discurso para cada ocasión. Y, es curioso porque, lo haces –faltaría más– con la mejor de las intenciones, aquellas de las que presume tu ego. Siempre es por su bien, afirma el ego por tu boca. Pero en el fondo, no te engañes, es su seguridad lo que persigue, para evitar tu soledad. Huyes de tu abandono. Un abandono que, recuérdalo bien, te persigue no para agredirte. esa no es su meta final. No es tu exterminio lo que el ego persigue, pues abomina de la soledad. Lo hace para que lo abraces y le demuestres que el amor sigue siendo viable, que es la única respuesta a todo.
LIBERTAD
En la superficie temes perder el dominio sobre ellos. ¿Qué sería de ti, sin tu pequeño rebaño al que controlar, con el que otorgarle el sentido de la vida al que tantonte aferras? A fin de cuentas la vida es controlar, te dices. Muybdentrobde ti, en el fondo temes que dejen de depender de ti, que sean libres (tus hijos, parejas, amigos, empleados, súbditos, feligreses...). Porque eso te enfrentaría a tu propia soledad, con tu propia responsabilidad respecto a tu propia autonomía, tu propia libertad, un asunto que llevas escabullendo desde ya no recuerdas cuándo...quizá desde que aceptaste la esclavitud como norma, desde que 'decidiste' creer en la supervivencia como mal menor. Desde que decidiste creer wue el amor reales una entelequia y wue lo único cierto es que 'el hombre es un lobo para el hombre". Te comprendo...
El orgullo te impide reconocerlo. Temes dejar de ser especial, temes los agravios comparativos (y no te juzgo, pues son dolorosos, sobretodo en la infancia), temes que la llamada Nueva Era haga 'tabula rasa' y te rebaje de la categoría, de tu estamento que te inventaste, la de los elegidos, y de la que no deseas apearte, por miedo a perder el favor de los dioses a los que idolatras.
Todo este caos te tiene aturdido. Nada tiene sentido ya, te dices, pues no entiendes nada, pues todo lo que creías saber ya no es (luego, eres un ignorante). Yo también, pero para mi eso no es un insulto, sino una liberadora aserción, la pura y gloriosa realidad, donde hasta la lucha deja de tener sentido.
Asocias aceptar y re-conocer con resignarte, con la humillación. No comprendes que claudicar en la batalla perpetuada (con el beneplácito de tu inconsciente) es la más sabia de las actitudes.
Tienes miedo al ridículo, a la burla, pánico a perder tu peto en lo que crees que es una competición, miedo no ya a ser el último de la fila en lo que crees que es la entrega de trofeos, sino directamente a no conseguir ser el primero, a 'no salir en la foto-finish' en el podio de la competición por sobre-vivir a la que estás acostumbrado. Miedo a que las medallas que con tanto orgullo exhibes no valgan a fin de cuentas nada.
Controlas por tu seguridad. Seguridad de ser algo, aunque sea efímero (un título, un premio, un elogio...). Controlo, luego tengo una función. Ergo no lo haces por ellos. ¿Y qué es tu ego sino un atajo de personalidades que éste despliega en función de las necesidades que le dictan las circunstancias?¿Acaso tu ego eres tú? Reflexiónalo bien...Quizá ésta sea la pregunta que te convenga empezar a plantearte seriamente.
Tu orgullo (esa faceta/cara/máscara de tu ego) te impide observar-TE en todo tu esplendor. El esplendor que reprimes por miedo a ser juzgado. Te has acostumbrado tanto a este mundo de mediocridad que tienes miedo incluso a sacar la cabeza del cubo de la basura. Miedo a salir de la caverna platónica, a brillar, a vivir (y dejar vivir). Miedo a ser juzgado simplemente por ser. Te comprendo. A fin de cuentas todos los que alguna vez osaron gritar "el emperador va desnudo", o 'todo lo que necesitas es amar', han pasado por graves 'complicaciones'...n'est-ce-pas?
Pero tu eres un revolucionario. Te crees muy diferente de todos aquellos a los que alegremente juzgas de corruptos. Hay impartir justicia, te dices. Hay que postularse, tomar partido (en realidad esa es la actitud que los invisibles controladores –que los hay (eres uno de ellos, recuerdas?)– quieren que adoptes. Eres tan ignorante que quizá te reúnas en (o incluso organices) asambleas, repitiendo cuan intolerablemente corrupto ha llegado a ser el sistema (que alimentaste). Que ya lo habías avisado pero que nadie te hizo caso. Debes indignarte, agrupar un redil que te crea y convencerle de que debe indignarse en la medida que tu lo estás. Se lo dice el ego colectivo al tuyo propio. Y tu vas y le haces caso. Y sin embargo jamás te has parado a estudiar el verdadero origen de los movimientos revolucionarios, ni a cuestionarte un ápice lo que los libros de historia escritos por los vencedores han repetido que dichos movimientos consiguieron. Después de todo it is History, his story = su historia (de Él, Yahweh, cerebro izquierdo, llámalo como quieras). La historia de la intolerancia, del fanatismo, de la insensatez de lo racional. Mucho menos se te ha ocurrido reflexionar acerca de la medida en que eres parte de ese mismo sistema que tanto denigras, al que tanto juzgas. Lo has sido durante generaciones...Sí. No es la primera vez que pasas por esta experiencia. Ya era hora de que lo supieras...mejor dicho, de que lo recordaras.
Todos los calificativos despectivos que uses para desacreditar a quienquiera que sea, banquero o vecino, presidente o hijo, regresan tarde o temprano cual boomerang al lugar del que proceden, a ti. Karma, se llama.


No te das cuenta y te conviertes en aquello que juzgas. Lo hicieron tus antepasados y lo haces tu. Quieres ser libre del sistema, independiente de la maquinaria que devoró a tus ancestros, pero no te das cuenta de que tu verdadera libertad pasa por revisar responsablemente el estado de tu mente, tus pensamientos y las acciones que de éstos se desprenden. Eres responsable del rumbo de los acontecimientos globales (Tsunamis, terremotos, guerras, hambrunas...) en mayor medida de la que imaginas. Lo llaman efecto mariposa. Y sin embargo, en el momento en que te atreves a mirar adentro, más allá de tu ombligo, el tiempo se detiene. La relatividad se activa con la revisión consciente de daños. Es cuando empiezas a recobrar la Libertad.
Tu peor enemigo es el intruso que se aloja en tu mente. Tu responsabilidad es asumir que una gran parte de tu mente permanece inconsciente, como la parte oculta de un iceberg que imparablemente está aflorando a la superficie gracias al calentamiento global. Cosas de las radiaciones solares.
Tu responsabilidad es devolver a tu mente el estado de Consciencia. Eres agua amigo. El hielo es el pasado. Y no es que seas informe. Es que puedes adoptar cualquier forma. pero nadie puede hacerlo por ti. Ningún Dios externo ni ser de otro mundo lo hará. Se llama libre albedrío y es el mayor regalo jamás desempaquetado por ti. da vértigo la responsabilidad...
Salir de la inconsciencia, de la ignorancia, ver con el tercer ojo, esa visión sintética (crística), intuitiva, que desmonta la ilusión del escenario percibido por los sentidos físicos.
Ahora viene el momento en que te enfadas. Porque te sientes agredido. Te han llamado ignorante y te irrita. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en reconocer al ego como ignorante? A menos, claro está, que uno se identifique con el ego y consecuentemente lo idolatre. Para eso ya están las cúpulas monárquicas y eclesiales, los que se creen privilegiados herederos del ADN de los dioses babilónicos.
Y cuando a tus sometidos se les ocurre atreverse a cuestionar tu actitud sofocante, cuando osan poner límites a tu control, cuando te reclaman daños y perjuicios que tu, por supuesto, no reconoces haber ocasionado (¿responsable yo?, pero si fui yo el perjudicado!) tienes dos opciones: defenderte (y contratacar) o rendirte...Cuando te consideras agredido y te defiendes de lo que tu ego considera una acusación injusta, estás identificándote con dichas acusaciones, dándoles por paradójico que te suene, carta de realidad, prueba inequívoca de que te sientes culpable de algo. Criatura de Dios, no tuviste la culpa...
Te estás resignando a perpetuar la ronda de acusaciones, resignando a seguir jugando al demente juego de los culpables. Rendirte es hacer exámen de consciencia. Si te llaman vago, perezoso y sabes que no lo eres, no te enfadas, verdad?. Incluso te reirás para tus adentros. pero te defenderás como gato panza arriba si esos atributos te son...familiares.
La perpetua sensación de estar 'en falta' de creer que hay un muro insuperable de errores cometidos, de los que te culpabilizas e incluso por los que te condenas, de los que se acusaron tus antepasados está arraigado en un miedo ancestral a provocar la ira de alguna autoridad suprema y te obliga a huir perpetuamente de tal sofoco. Y en esa huída, difícilmente te detienes a considerar las REALES necesidades de los demás ni tan solo de los que tienes más cerca, de aquellos con los que escogiste convivir. Vas en desesperada busca de dulces placeres que hagan más 'soportable' tu inexplicable e insoportable presencia en este planeta. Para ti todos son lobos con piel de cordero mientras no demuestren su inocencia, competidores en la titánica lucha por la supervivencia en un drama sin fin en un túnel oscuro y estrecho del que no vislumbras la salida. ¿Y tu? ¿demostrarás la tuya dejando de pelear?)
La batalla, a la que acabas por supuesto aficionándote, exige estrategias, mapas de ruta, planificación. Planificas para, y por, los demás en función de tus necesidades (que extrapolas a las suyas). Lo hacemos todos. Y lo hacemos porque las nuestras propias no fueron consideradas cuando era lícito exponerlas, cuando eramos legítimamente irresponsables, cuando nuestro narcisismo no era 'pecaminoso' sino natural, una fase evolutiva exenta de juicio, cuando éramos dependientes de los demás (nuestros padres) para la supervivencia: la infancia.
Dime qué odias y te esbozaré un perfil de tu personalidad. Hitler odiaba a los judíos porque se odiaba a si mismo en virtud de sus propios genes semitas, tan denigrados ancestralmente.
Reconócelo, eres un manojo de rencores. Te harás un favor aceptándolo. Reconoce que eres una olla a presión de cólera que sufre por no acabar de estallar. Buscas una redención externa que no llega, pero no te permites vaciar tus lágrimas de rabia contenida. Te crees muy fuerte pero tu orgullo es tu debilidad. Y ahora precisas de la fortaleza real, no de la ficticia. Y no estallas por miedo a las repercusiones que 'crees' que tendrá tu catarsis. Ni por asomo se te ocurre pensar que tu estallido beneficiará a tu entorno, tu redil. Tropiezas y te ries histéricamente pretendiendo disimular tu dolor, tu ebullición interna, por miedo al abandono y rechazo que tu explosión crees que conllevaría. Y llevas razón. La experiencia te lo demostró una vez cuando eras solo un niño.
Tienes miedo al concepto que te has cultivado de la soledad, la más abominable de tus pesadillas, miedo a perder a esos falsos y serviles 'amigos' y vasallos que te adulan a cambio de un plato frio de lentejas, miedo a des-ligarte, a des-apegarte de lo malo conocido (una pareja/padre/madre/jefe que te humilla), miedo a cortar los nudos que te atan a eso que continúas llamando amor y que no es sino esclavitud y sacrificio, miedo de des-vincularte de las servidumbres que, mal que te pesen, son ese clavo ardiendo al que te agarras para convencerte de que vales algo. Necesitas SENTIR-te reconocido aunque te dejes la piel en ello, que tu participación en el concierto de la vida sea valorada, considerada, re-conocida. Buscas reconocimiento pero rechazas re-conocerte. te aterra recordar que no te amaron como tu a ellos, cuando como el oxígeno tanto necesitabas ese amor. Al contrario padeciste soledad y abandono. Aprendiste a dejar de respirar. Y, claro, te prometiste que no volverías a pasar por eso. Nunca más solo. 'You'll never walk alone'...y aprendiste a controlar...para no estar solo.
Cada cual tiene su abanico de miedos. El mundo se divide básicamente entre los que los exponen como carta de presentación y los que lo disimulan. Pero tanto si eres de los que disimulan para no perder la compostura o de los que viven atenazados por ellos, vas a tener que identificar a tus miedos y mirarlos fíjamente a los ojos, para poder soltarlos, liberarlos, para dejarlos ir, que es de lo que se trata. Lo piden a gritos. por que ellos no son tu, y también quieren liberarse de ti. Es el miedo de tu ser emocional, tu niño o niña que llevas dentro, quizá aún anclado a sus terroríficos recuerdos uterinos (falta de oxígeno porque mamá fumaba, y fumaba para controlar su estrés, el estrés de saberse abandonada...),.
Estás espantado ante el miedo indisimulable que viste en los ojos de tu padre y/o madre. Ellos eran quienes debían transmitirte toda la confianza para que florecieras en paz hasta que finalmente pudieses valerte por ti mismo. Pero no te dieron esa paz. No quisieron porque no pudieron (o al revés, qué más da?) Al contrario, con toda probabilidad no viviste tu infancia. En el mejor(?) de los casos te inundaron con cosas ( juguetes, etc..) que ni siquiera pediste, para mantenerte distraido, para que 'no les molestases'. Por supuesto que a todo esto no te enseñaron a "despegar del nido", a volar. Les dió pereza leerse el manual de instrucciones de la paternidad. En resumen, por activa o por pasiva, no tuvieron paciencia contigo, de escucharte, de mirarte a los ojos con paciencia, con tolerancia (que no son sino facetas del amor) porque estaban demasiado ocupados tratando de generar atención afuera, de saciar su propia sed narcisista irresuelta, de autorrealizarse...a destiempo. Quizá pasaste de ser el objeto de su realización paternal/maternal (tras el que sin duda se oculta una pulsión insstintiva por perpetuar la especie) a ser poco más que un estorbo, una incomodidad que tenías inesperadas e incómodas necesidades que ser satisfechas. Igualito que ellos, se incomodaron porque les recordabas sus propias necesidades.
Como mucho te idolatraron, te planificaron (controlaron) para proyectar su insatisfecha autorrealización en ti, como si fueses la arcilla donde moldear sus expectativas. Si eras sensible probablemente te lanzaron al vacío sin paracaídas. Si, por el contrario el coraje era tu bandera, tu seña de identidad es probable que trataran de retenerte a su lado a toda costa, victimizándose, amenazándote con suicidarse y juzgando a tus amistades, tratando de retrasar tu despegue todo lo posible. En ambos casos te asfixiaron. En definitiva, no supieron (quisieron?). Y ese 'no saber/querer', por mucho que te hayas visto obligado a justificarlo (honrarás a tu padre y a tu madre), no fue inocuo para ti. En absoluto. Y lo sabes. ¿qué vas a hacer con esa bomba de relojería cuyo tic-tac tan presente tienes?
El rencor es la consecuencia subsidiaria del miedo a no ser aceptado. Y ha convertido este mundo en un escenario de insanas devociones, el súcubo de todo el caos de corrupción que de golpe estamos presenciando.
Pero ahora es la hora de levantar el vuelo. Es la hora de soltar el apego que te tiraniza desde dentro, porque es solo TUYO. Ellos ya han olvidado el daño que te hicieron. Nadie les está juzgando. Cualquier reproche que se te ocurra hacerles te regresará como un boomerang. Porque la soulción al desamparo ya no está en ellos. Afortunadamente está en ti. La clave para la redención está en la expulsión de tus demonios. Tu redención precisa de expiación.
Es hora de abandonar el asfixiante nido paternalista. Hora de finalmente establecer los límites de tu integridad. Y para que ello se torna imprescindible conectar y sacar a la luz todas las vergüenzas acumuladas, los abandonos soportados largamente en silencio, en la aterradora soledad de no ser reconocido. Hora de tomar consciencia del epicentro del que emanan todos los abusos subsidiarios que cotidianamente padecemos. Y por supuesto reconocer en que modo y medida has repercutido en tu entorno dichos abusos (pareja, hijos, amigos...). Recuerda, monkey does what monkey sees...
Chacun sa merde como dicen en Francia...
Tienes miedo de soltar el control, de perderlo, de tomar la decisión equivocada. ¿Qué podría suceder? ¿Equivocarte? ¿Acaso la vida no te ha demostrado suficientemente parecerse a una escuela? Se aprende de las equivocaciones, no?. Ensayo-prueba-error...no? De eso no se muere. Ciertamente que toda equivocación involucra a alguien. Y en ocasiones se genera dolor. Es inevitable. Vivimos en sociedad. Convivimos. No solo en términos de especie, sino en concierto con todo el planeta. A ti en primer término. A otros también. ¿Solución al dolor? Sentirlo. El dolor no mara. Mata reprimirlo. Y en el camino de la represión, del olvido, DE LA IGNORANCIA, hay sufrimiento.
Disculparse y reparar lo reparable. Todos nos equivocamos, pero no es el fin del mundo. Tu miedo a no hacerlo bien, a no valer, es demasiado intenso. Y es un miedo justificadamente fundado. Lo llevas grabado a fuego. Estás convencido de que tienes la culpa de algo irreparable: de la neurastenia o tendencias suicidas de tu madre, de la violencia de tu padre, de los impulsos libidinosos que despertabas en tu padre/tio/abuelo...
Hace 4000 años aproximadamente, dicen que los dioses de la antigüedad dejaron de confraternizar con sus criaturas humanas, aquellas a las que mucho antes habían 'creado a su imagen y semejanza'. 4000 años hace que se fueron sin dar explicaciones por la hecatombe nuclear que habían ocasionado y de la que la Península del Sinaí todavía sigue dando testimonio. Desde entonces somos una especie huérfana, abandonada a nuestra suerte.
Teníamos que pasar por esto. Era nuestro destino como especie. Fue nuestra etapa de adolescencia. Salir de ella para entrar en la edad adulta es la siguiente etapa. Y está a la vuelta de la esquina. Es más, YA ESTÁ AQUÍ.
Toda emancipación requiere de una catarsis. Romper necesariamente el cascarón requiere un esfuerzo. Evitar el dolor que eso supone es resignarse a permanecer anclado en el nido.
Está pasando. Para eso has venido. Tu presencia es más determinante en el contexto universal de lo que nunca hayas concebido, más grande que cualquier logro al que pretenda conducirte tu ego. ¿Demagogia barata? Esa es el típico comentario del ego. descuida, no me dirijo a él.
A ti que juraste que nunca llorarías, que nunca rogarías piedad, a ti que te aferras a tu orgullo como a un clavo incandescente que irremisiblemente te quema las manos, libera las lágrimas que llevas reprimiendo y que piden urgentemente un recipiente en el que derramarse, un espejo donde verse reflejadas y obtener carta de identidad. Llora y ríe a partes iguales. Te lo debes. Lo sabes.

Crees (te has convencido de) que si pierdes el control, si sueltas el mando, todo se desmorona. Una creencia producto de tu miedo. Miedo a perder el dominio sobre los acontecimientos, miedo a que todas tus circunstancias dejen de depender de ti. Miedo a que la cuerda se afee sin sus nudos. Pero resulta que el derrumbe ya está aquí. El caos que querías evitar a toda costa ha llegado. Lo quieras o no. Está colándose por las rendijas. Y estaba programado. Estaba escrito que debíamos soltar los apegos. A fuerza de retenerlos, nos están siendo arrebatados. Y el Cosmos utiliza a tus hermanos de la oscuridad, esos i-lluminati que como los i-letrados reniegan de su luz...) para agilizar ese proceso. Se te está desproveyendo de todo aquello que, por mucho que hayas luchado de retener, no es propio de ti, pues es accesorio. La verdad está recuperando el terreno perdido porque la mentiras y el engaño son supérfluos accesorios. El universo ya no puede esperar más a que te decidas a escoger nutrirte de tu propio combustible, el amor. hay demasiado en juego.
Soltar el control es dejar de participar con las dementes reglas del dominio sobre la vida. Y los que una vez te utilzaron en su festín no dejarán que excuses tu presencia tan fácilmente. Si sueltas el control y aceptar dejarte llevar por la intuición te amenazarán desde arriba con rescatarte, blanda o duramente, da igual. Les aterra la idea de verte libre de su asfixiante y endeudante abrazo. Harán todo lo posible por mantenerte dentro del redil, forrarán de oro los barrotes de la prisión en la que te confinaron, te modernizarán la cocina, ampliarán el límite de tu crédito, todo con tal de que no oses ser autónomo, de que no te atrevas a decirles adiós, a abrazar tu libertad...Será doloroso y dará vértigo. Lo sé.

El colapso de todo lo que siempre diste por sentado está sucediendo por y para tu bien. Puedes optar entre aferrarte a tus resentimientos y a tu cólera y creerte uno de los justicieros jinetes del apocalipsis, sumiéndote en lo que crees que es una batalla, en la que debes bien sea tomar partido (¿alguna vez dejaste de hacerlo?) por el que crees que es el obvio bando de la justicia, perpetuando así la lucha por tus ideales y tus principios, (que son los de los egos de tus ancestros), contra el opresor, o bien mirar a la cara a tus miedos, aquellos que te empujan a esa deriva revanchista y soltarlos, dejarte llevar por el río de la vida.
Observar el caos externo con el rostro de la Mona Lisa es rendirse al torrente de la vida, el sabio y milagroso caudal de energía del que estás hecho, que ha testimoniado tu paso por tus vidas cientos de miles de veces antes que ésta, un caudal de vida libre y sagrado y que se respeta suficientemente como para no tener miedo de sí misma (ni controlarse). Mucho menos necesita ser controlado por tu ego. Es el fin de un mundo de esclavos y verdugos. El inicio de una nueva era de armonía a la que estás invitado. Pero antes debes quitarte los disfraces que te identifican con esos dos papeles. Re-conócelo y siéntelo.
Sócrates, el filósofo ateniense, que era un sabio, no un hombre de conocimientos (por eso nunca fue profesor), afirmó entre otras cosas, que "Sólo sé que nada sé" y se dice que agregó: "..y ni siquiera de eso estoy seguro". Un ego que atesora conocimientos, y presume de conocer y compendiar datos, que se jacta de la seguridad y la concreción de sus respuestas es un completo estúpido que siempre acaba enfrentado con su propia insuficiencia. Más o menos lo que quería decir Albert Einstein cuando afirmó: "lo importante es no dejar de hacerse preguntas". O también, "la vida es hermosa. Vivir no es una casualidad". De hecho se dice que sólo las mentes corruptas, estúpidas y limitadas, ergo alienadas por su ego, pueden estar seguras de algo tan autocomplaciente como por ejemplo que no hay vida inteligente más allá del mundo conocido.
"Sé el cambio que quieres ver en el Mundo".
La Vida es un misterio muy vasto, inmenso e incognoscible. ¿Quieres ayudar al mundo a desproveerse de su capa de ignorancia? Mírate al espejo y permite que se opere el cambio. El túnel de lavado que estamos atravesando tiene, como todos los túneles, una entrada y una salida. No te quepa ninguna duda de que nos hallamos infinitamente más cerca de ésta que de aquella. Tan cerca que puede que a muchos les ciegue la luz a la que tan desacostumbrados estaban.
"If you wanna make the world a better place take a look at yourself and make a change". M. Jackson.

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